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Authors: Jack Campbell

Tags: #Ciencia-Ficción

Impávido (8 page)

BOOK: Impávido
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Su rostro rebosaba entusiasmo.

—Los síndicos están acabados. Tanya… quiero decir, capitana Desjani, ¿sabes quién era el oficial al mando en el campo? El capitán Falco.

Desjani se quedó mirando a su viejo amigo.

—¿Falco,
el Aguerrido?
¿También está vivo?

—¡Sí! Y con él y
Black Jack
… —El teniente Riva se mordió la lengua—. Quiero decir, el capitán Geary…, ¡esta flota será imbatible!

Geary asintió manteniendo inamovible su educada sonrisa. Por lo que había visto de la flota que había heredado, cualquier oficial apodado «el Aguerrido» probablemente debía de representar todo aquello que Geary había procurado cambiar. Pero tal vez no. No podía prejuzgar a un hombre que ostentaba, obviamente, tan alta reputación.

Un hombre alto y delgado se detuvo con cierto aire ceremonioso en lo alto de la rampa del transbordador haciendo un reconocimiento del panorama; a continuación avanzó resuelto con expresión imperativa. Llevaba una insignia de capitán de la flota enganchada en el cuello de un abrigo que estaba en bastantes buenas condiciones en comparación con la indumentaria de los demás prisioneros. La gente se volvió a mirarlo; había algo en la presencia de aquel hombre que ejercía un poder de atracción comparable al de un imán sobre el hierro. Geary no pudo evitar pensar en el desprecio de Rione por los «héroes» que dirigían a sus flotas a la perdición.
Este hombre podría hacer algo así,
pensó Geary.

El hombre se detuvo delante de Geary y le ofreció una confiada sonrisa de camaradería.

—Necesito ver al comandante de la flota.

Geary no pudo evitar reparar en que la afirmación no implicaba una petición.

—Yo soy el comandante de la flota.

—¡Un capitán! —El hombre miró a su alrededor con el ceño fruncido, como si estuviera buscando a un almirante escondido—. Deben de haber sufrido serias pérdidas.

—Me temo que así es —aceptó Geary.

El hombre suspiró y en cierto modo pareció disgustado de un modo que dejaba entrever que, de haber estado él al mando, eso no habría sucedido. Geary se percató de que era un maestro a la hora de expresar sin palabras cosas que aquellos que lo rodeaban pensarían que en realidad había dicho.

—Muy bien. No hay descanso para el fatigado, ¿eh? —le comentó a Geary con otra mirada que transmitía complicidad—. Pero el deber es una amante dura que el que tenga honor no puede ignorar. Así que yo asumiré el mando.

Geary se las arregló para limitar su reacción a arquear las cejas.

—¿Disculpe?

El hombre que Geary suponía que tenía que ser Falco,
el Aguerrido
le lanzó una mirada que combinaba asombro por la pregunta y seguridad.

—Creo que no me equivoco si llego a la conclusión de que ahora yo soy el oficial más veterano presente en cuanto a rango se refiere. Eso hace que mi obligación y mi responsabilidad sean asumir el mando.

Geary asintió de un modo que esperaba que dejara claro que acusaba recibo de las palabras de aquel hombre sin poner de manifiesto que estuviera de acuerdo con ellas.

—Tal vez la situación no se corresponda con lo que usted cree, ¿capitán…? —preguntó, pese a que ya lo había adivinado.

Eso le reportó una mirada de lo más desabrida. El dardo dirigido al ego de aquel hombre parecía no tener problemas para atravesar el escudo de amigable autoridad que le gustaba exhibir.

—Debería reconocerme.

El teniente Riva, aparentemente ajeno a la tensión, habló con orgullo.

—Este es el capitán Falco, señor.

—Capitán Francesco Falco —informó el hombre—. Supongo que reconocerá el nombre.

—En realidad lo he oído por primera vez hace solo un momento. —Geary no sabía por qué había dicho eso, pero el renovado gesto de displicencia que sus palabras provocaron en el rostro de Falco bien merecía cualquier consecuencia que acarrearan—. Encantado de conocerlo —añadió tratando de mantener un tono neutro.

—A juzgar por su edad —declaró Falco con gesto severo—, es evidente que yo soy más veterano en fecha de rango.

Estaba claramente decidido a dejarle claro a Geary quién estaba al mando.

—Pues bien, si quiere indicarme dónde está mi camarote, estoy seguro de que hay mucho que hacer. Convoquen una reunión de la flota cuanto antes.

Esperó frunciendo el ceño por tercera vez mientras Geary le devolvía la mirada sin mostrar aparentemente emoción alguna y ningún indicio de movimiento. Geary tenía la clara impresión de que Falco no estaba acostumbrado a tener que repetir sus órdenes.

—¿Quién es usted, capitán?

Desjani, que a juzgar por su actitud había percibido la tensión, habló cuidadosamente.

—Capitán Falco, este es el capitán Geary.

—¿Geary? Supongo que guarda parentesco con el héroe. —Ahora Falco adoptó una expresión de reprobación, como si fuera un padre tratando con un hijo obstinado—. Todos estamos en deuda con el ejemplo que nos proporcionó
Black Jack
Geary, pero eso no significa…

—No —interrumpió Geary—. Me temo que se equivoca.

Falco extremó el gesto esta vez. Parecía fruncir el entrecejo a menudo, al menos cuando las cosas no transcurrían exactamente como él deseaba, y tampoco parecía estar acostumbrado a que lo interrumpieran.

—No guardo parentesco. Me llamo John Geary.

La expresión de Falco cambió, volviendo al modo del camarada que da la casualidad de que está al mando. Sus ojos se desviaron hacia Desjani, que asintió.

—El capitán Geary no murió en Grendel hace un siglo —explicó como si estuviera recitando un informe—. Esta flota encontró su cápsula de supervivencia al límite de su vida útil y consiguió reanimarlo.

—¿
Black Jack
Geary? —Falco parecía estar perdiendo los nervios al oír la información mientras su expresión, cuidadosamente estudiada, se transformaba en confusión.

Geary asintió.

—De hecho, mi fecha de rango es algo anterior a la suya —le reveló Geary a Falco secamente—. Casi un siglo, en verdad. Le agradezco su disposición para servir a las necesidades de la Alianza.

Esa era una frase hecha de la época de Geary que se solía oír justo antes de que se asignara una tarea particularmente desagradable. Ahora le pareció una buena forma de rechazar a Falco ofreciendo una sensación de respeto.

—Como el oficial más veterano presente, y como oficial a quien el almirante Bloch encomendó el mando previamente a su muerte, yo seguiré al mando de esta flota.

Una parte de él estaba consternada. ¿Cuántas veces había deseado Geary poder cederle el mando de esa flota a otra persona?. Pero no a aquel hombre. No se trataba solo de que Falco hubiera desafiado su autoridad, se dijo Geary. Falco parecía alguien que dedicaba más tiempo a dar a entender que estaba haciendo bien las cosas que al mero hecho de hacerlas bien.

Geary vio que Rione lo estaba observando, recordando sin duda todas las ocasiones en las que Geary le había jurado que entregaría el mando a otra persona en cuanto pudiera. Pero sabía lo que Rione pensaba de los «héroes». Estaba seguro de que no esperaba de él que dejara el destino de esa flota en manos de alguien como Falco.

El hecho de saber con quién estaba tratando parecía haber dejado a Falco totalmente fuera de juego. No dejaba de mirar a su alrededor confundido. Geary hizo un gesto hacia Desjani.

—Esta es la oficial al mando del
Intrépido,
la capitana Tanya Desjani.

Falco asintió enseguida posando su mirada sobre Desjani. Instantáneamente, como si necesitara algo para volver a centrarse, la expresión de Falco se transformó de nuevo en la de alguien al mando que, con todo, no dejaba de ser un camarada.

—Siempre es un placer conocer a una oficial valiente de la flota de la Alianza. Es obvio que comanda una nave fuerte, capitana Desjani. Desjani le devolvió la sonrisa amablemente.

—Gracias, capitán Falco. —Geary señaló a Rione.

—Y Victoria Rione, copresidenta de la República Callas y miembro del senado de la Alianza.

Esta vez Falco se dio la vuelta asintiendo lenta y educadamente para hacerse eco de la presentación. Rione, con su propio rostro encogido en un gesto rígidamente formal, le devolvió el saludo. Geary pudo discernir por el brillo en sus ojos que a Rione no le gustaba Falco en absoluto y se preguntó qué sabría de él. Le chocó que Falco se deshiciera en elogios frente a una oficial compañera, falsos halagos, seguramente, puesto que aún no tenía pruebas para declarar que Desjani fuera valiente y su nave fuerte; sin embargo, su actitud hacia la senadora fue marcadamente más fría. Geary se dio cuenta de que estaba tratando a Rione como a un rival, alguien con quien se veía obligado a tratar, más que acogerlo como a un admirador subordinado.

Desjani, que no tenía un pelo de tonta, al parecer también lo advirtió. Geary pudo ver cómo la piel que rodeaba sus ojos se tensaba, lo cual era un indicio de que a la oficial al mando del
Intrépido
no le hacía gracia dar la impresión de que se la pudiera uno ganar a base de lisonjas. Por su parte, Rione le dio una bienvenida a Falco que destacó por su falta de cordialidad.

—Su reputación le precede, capitán Falco.

Geary se estaba preguntando qué era exactamente lo que había querido decir cuando, por el rabillo del ojo, vio a los demás prisioneros de la Alianza recién liberados. Un lento efecto dominó estaba recorriéndolos y un grupo tras otro se iba volviendo para mirarlo con aquellas mismas expresiones de esperanza y asombro que el teniente Riva había mostrado. Geary, intentando no reaccionar de forma negativa, advirtió que el capitán Falco había encontrado un motivo más para fruncir el ceño.
No le gusta que me miren de ese modo. Pero no por las razones que preocupan a Rione, no. Si no me equivoco al juzgar al capitán Falco, diría que está celoso.

Genial; como si no tuviera ya bastantes problemas.

—Capitán Falco, teniente Riva —empezó a decir Geary con cortesía—, tengo que atender unos asuntos. La tripulación de la capitana Desjani se ocupará de sus necesidades, estoy seguro.

Falco, cuyo rostro iba operando nuevas modificaciones en su estudiada expresión, pareció echar mano una vez más de su inagotable reserva de ceños fruncidos.

—¿Asuntos?

—Una reunión —intercedió Rione con serenidad—. El capitán Geary y yo debemos irnos. En el nombre del Gobierno de la Alianza —continuó en un tono de voz que se extendió por toda la estancia—, les doy la bienvenida de nuevo a la flota.

Los antiguos prisioneros estallaron en una desordenada ovación mientras Rione precedía a Geary para salir del muelle del transbordador. Geary se imaginó que podía sentir como los ojos de Falco se le clavaban en la espalda a medida que se alejaban, con la certeza de que Falco lo consideraba a él un problema mayor que Rione. Pero no quería hablar sobre Falco en ningún lugar en el que alguien lo pudiera oír, de modo que Rione y él caminaron en silencio hasta llegar al camarote de Geary. Cuando estuvieron dentro, Rione se volvió hacia él con gesto preocupado.

—Ese hombre es un peligro.

—Pensaba que el peligro era yo —señaló Geary amargamente dejándose caer en un asiento.

—Usted lo es porque es inteligente. El capitán Falco es una clase distinta de peligro.

—No hace falta decir que no sé nada de él. ¿Está diciendo que es estúpido?

Rione hizo un gesto de desprecio.

—No. Esa espina que tiene usted clavada hace tiempo, el capitán Numos, es un estúpido. A decir verdad, Numos es tan espeso que me sorprende que no tenga su propio horizonte de sucesos. Pero el capitán Falco es lo bastante listo a su modo.

Geary se las arregló para no reírse ante tan acertado juicio sobre Numos.

—¿Conocía a Falco antes de que fuera capturado?

—¿Tan vieja se cree que soy? —preguntó Rione arqueando las cejas—. El capitán Falco fue capturado hace unos veinte años. Los viejos políticos que he conocido desde que me convertí en miembro del senado me han hablado de él. En el momento de su captura, el capitán Falco era un oficial muy ambicioso y carismático que se las ingenió para presentar baños de sangre como grandes victorias. También hacía declaraciones en las que decía que solo se podía derrotar a los síndicos si estábamos dispuestos a abandonar las presuntas ineficacias de nuestro sistema democrático en beneficio de un gobierno autocrático temporal como el de los síndicos.

No era de extrañar que Falco no hubiera intentado congeniar con Rione. Incluso de no haber interpretado este correctamente la actitud de la copresidenta hacia él y no haber sabido que no iba a funcionar, Falco probablemente viera a los políticos electos como rivales en el poder. Geary rió sin ganas.

—Supongo que eso significa un gobierno autocrático en el que sin duda el capitán Falco ocuparía el papel principal. ¿Por qué no lo echó el Gobierno por decir esas cosas?

Rione suspiró.

—Entonces la Alianza estaba tan desesperada por encontrar héroes como ahora, y el capitán Falco se las arregló para confraternizar con suficientes senadores que lo protegieran. Además contaba con una popularidad bastante notable. Ya lo ha visto ahí fuera. Falco es un encantador de serpientes. El consejo de gobierno temía el clamor popular que podía conllevar el despido de Falco. Pero al final se le acabó la suerte y se perdió junto con demasiadas de nuestras naves. Mientras la flota lloraba su pérdida por razones que nunca he entendido, ya que seguramente ha matado a más tripulantes de la Alianza que a síndicos, el Gobierno de la Alianza no lo sintió demasiado, pese a que expresó su pesar públicamente.

—Y ahora ha vuelto —dijo Geary encogiéndose de hombros—. Puedo entender por qué a parte de la flota le cae bien. Es una de esas personas que te puede clavar un cuchillo por la espalda y hacer que pienses que te ha hecho un favor.

—Le he dicho que es carismático, ¿no es cierto?

—Demasiado carismático para mi tranquilidad mental, maldita sea. Lástima que no me pueda inventar una excusa para devolvérselo a los síndicos.

—Si se me ocurre algo, se lo haré saber. —Rione se quedó mirando la pared con la mente en otra parte—. El capitán Falco le reclamará el mando de esta flota.

—No tiene a qué agarrarse —aseguró Geary—. Soy por lo menos ochenta años más veterano que él.

Rione esbozó una breve sonrisa.

—El capitán Falco no se lo ha tomado nada bien.

—Y que lo diga. Pero por lo menos es la primera vez que me alegro de algo así —admitió Geary.

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