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Authors: Jack Campbell

Tags: #Ciencia-Ficción

Impávido (9 page)

BOOK: Impávido
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—Pero Falco tratará de arrebatarle el mando de esta flota a pesar del reglamento, capitán Geary. Si pensaba que el capitán Numos y sus aliados constituían un peligro, ahora ese peligro se ha incrementado enormemente.

—Gracias por su valoración.
—Que desgraciadamente coincide con la mía.
Rione parecía no acabar de creerse su agradecimiento, así que Geary la miró con sinceridad—. Para mí sus consejos son muy valiosos. En serio. Agradezco su presencia en esta flota.

Ella le devolvió la mirada a Geary un instante con una expresión difícil de descifrar.

—Gracias, capitán Geary.

Cuando Rione se hubo marchado, Geary tardó un rato en solicitar los archivos de las batallas del capitán Falco. Al ver las repeticiones de las batallas en el simulador de combate, quedó patente que el juicio que había emitido Rione sobre ese hombre era del todo acertado. Las pérdidas sufridas durante las mal llamadas victorias de Falco eran pasmosas, mientras que más de una derrota se había debido a errores simples.
Con que Falco, el Aguerrido, ¿eh? Tiene gracia que ese aguerrido capitán se las apañara para sobrevivir a tantas batallas en las que tantos otros oficiales no lo consiguieron.

También había archivados discursos y noticias que mostraban a un Falco mucho más juvenil deslumbrando a las masas con una retórica altisonante con apariencia de sinceridad absoluta. Geary se sorprendió dudando de si habría juzgado mal a aquel hombre; luego prestó más atención a lo que se estaba diciendo. Sobrecogido, escuchó exactamente lo que Rione había descrito: Falco culpaba a las políticas del Gobierno de la falta de progresos en la guerra y emprendía una campaña abierta para el puesto de líder supremo.
No sé qué habría sucedido si los síndicos no hubieran capturado a Falco. No me extraña que la copresidenta Rione estuviera tan preocupada por mí cuando tomé el mando. Pensó que sería como Falco. Pero por suerte para todos yo provengo de una época en la que los oficiales de la flota simplemente no hacían estas cosas. Nunca se me habría ocurrido que alguien lo hiciera,
y
menos aún que pudiera salirse con la suya apelando al público.

Veinte años. Desjani solo conocía a Falco por su reputación. Al principio parecía encantada, aunque no tanto cuando Falco había empezado a rebatir el mando de Geary. La lealtad de Desjani para con Geary parecía inquebrantable. Geary se preguntó cómo vería a Falco el resto de la flota, sobre todo si ellos dos acababan dándose cabezazos como dos carneros para asumir el mando.

No quiero quedarme estancado en el mando de esta flota, pero no puedo doblegar ese mando ante alguien con el historial de Falco. Él la condenaría a la destrucción
y
después difundiría una nota de prensa declarando que fue una gran victoria. Y si se las arreglara de alguna forma para devolver la flota al espacio de la Alianza, se convertiría en la clase de peligro para el Gobierno de la Alianza que preocupa a Rione.

A no ser que Falco hubiera cambiado mientras estuvo en ese campo de trabajo.
Tengo que darle a ese hombre el beneficio de la duda hasta que averigüe cómo le ha afectado esa experiencia.

Eso le recordó que debía lidiar con la actual amenaza síndica sobre la flota antes que preocuparse por lo que Falco podía hacer. Con la flota alejándose de Sutrah Cinco y dirigiéndose al espacio abierto por encima del plano del sistema, donde podían haber instalado trampas, no cabía la posibilidad de una amenaza inmediata. Incluso si apareciera una flota síndica en los puntos de salto, tendría cerca de un día entero para preparar una acción.
Pero ¿y a largo plazo? ¿Qué pueden estar haciendo los síndicos ahora mismo que pueda dañar a esta flota en la siguiente estrella, y en la siguiente?

Geary desplegó en el visualizador la región del espacio y se pasó un buen rato estudiándolo, haciendo saltar mentalmente a la flota de una estrella a otros destinos posibles y vuelta a empezar, llegando siempre a la misma y desagradable conclusión. Llevaba haciendo las mismas proyecciones mentales desde que la flota había llegado a Sutrah y las respuestas no habían cambiado, por muchas variaciones que aplicara. Incluso sin las constantes simulaciones, su instinto le decía que la red síndica se aproximaba. El único modo de esquivarla era hacer algo tan imprevisible que a los síndicos no les mereciera la pena considerarlo. ¿Cómo iba a encontrar algo así que no fuera a su vez un suicidio?

No podía apartar sus ojos de una estrella: Sancere.

No, eso es una locura.

¿Lo bastante descabellado como para que los síndicos no se crean que vaya a llevar allí a la flota?

Tal vez. Estoy seguro de que, por lo que saben los síndicos, no se puede hacer lo que quiero hacer. Se equivocan. Conozco un modo.

Pero ¿cómo voy a convencer a la flota para que me siga hasta Sancere?

3

La campana de la escotilla del camarote de Geary sonó, sobresaltando a Geary y devolviéndolo a la conciencia del aquí y ahora. Se sorprendió al percatarse del tiempo que se había pasado pensando en los siguientes pasos de la flota. Sacando el visualizador, Geary comprobó su posición en el sistema Sutrah. Según lo planeado, la flota había dejado Sutrah Cinco y ahora seguía un rumbo que le permitiría dirigirse hacia cualquiera de los otros dos puntos de salto que había en el sistema. Solo faltaba una hora para que la flota iniciara el bombardeo cinético de represalia sobre los dos mundos habitados. No había prisa. Ninguno de los dos planetas, ni los objetivos que albergaban sus superficies, podían ir a ningún sitio, solo seguir las órbitas fijas y predecibles que los convertían en blancos sencillísimos para el bombardeo.

—Entre, por favor —gritó Geary.

El capitán Falco se las había ingeniado para conseguir rápidamente un uniforme adornado con todos los galones y las condecoraciones a las que aparentemente tenía derecho. También se había arreglado el pelo, pero Geary no puedo evitar advertir que el joven oficial cuyas fotos había visto en los viejos informes había envejecido considerablemente, no solo a raíz de los veinte años pasados, sino también a causa de los rigores del campo de trabajo síndico. Falco sonrió a Geary con gesto amistoso y confiado al entrar en el camarote. Geary recordó esa misma sonrisa en algunos de los registros que había estado revisando.

—Estoy seguro de que le gustará discutir nuestras opciones para futuras operaciones —afirmó Falco animadamente—. Mi experiencia y mis dotes de liderazgo están a su disposición, por supuesto.

En realidad, la idea de discutir la opciones con Falco ni siquiera se le había pasado por la cabeza.
Máxime cuando no me creo mucho su experiencia y no me fío de sus dotes de liderazgo.
Pero Geary asintió con aparente afabilidad.

—Pronto mantendremos una reunión con la flota.

—Quería decir conmigo —señaló Falco—. En privado. Siempre es mejor trazar un plan de acción antes de la batalla, ¿no? Un buen líder como usted lo sabe, y he oído hablar mucho acerca de sus logros al mando de esta escuadra. Pero incluso el mejor comandante precisa del bagaje que le puedan proporcionar quienes tienen la capacidad de apoyarle, de modo que me he tomado un tiempo para evaluar la posición de la flota y establecer un programa de acción.

Los elogios hicieron recelar a Geary, que se preguntaba qué estaría tratando de hacer Falco.

—Ha sido muy rápido.

El discreto sarcasmo no pareció calar en el capitán Falco, que se sentó y señaló el visualizador regional, que seguía desplegado.

—Esto es lo que deberíamos hacer: el trayecto más corto de regreso al espacio de la Alianza consistiría en avanzar hacia Vidha. Desde allí…

—Vidha tiene una puerta hipernética síndica —lo interrumpió Geary—. Dado que es un objetivo tan claro para nosotros y que los síndicos podrían reforzarla fácilmente, sería difícil defenderse, y los puntos de salto seguro que están minados.

Falco frunció una vez más el ceño. Al parecer, cualquier interrupción liberaba ese gesto casi automáticamente. Pero se recuperó enseguida, adoptando de nuevo la expresión de un colaborador respetuoso.

—Esta flota puede superar cualquier resistencia síndica. La agresividad siempre es el mejor movimiento —sermoneó—. No hace falta decirle eso a un comandante como usted. Esta flota tiene la iniciativa ahora mismo Y debemos mantenerla, como usted bien sabe. Supongo que es consciente de lo importante que es hacer que sea el enemigo el que reaccione a nuestros movimientos. Bien, desde Vidha…

—No vamos a ir a Vidha.

Ya que el capitán Falco parecía incapaz de captar indirectas, Geary lo expuso con franqueza, pese a que sentía cierta admiración por la habilidad que exhibía Falco para insinuar que lo que sin duda haría un buen comandante como Geary era estar de acuerdo con su plan.

Al parecer tardó un poco en asimilarlo. El inesperado curso de los acontecimientos parecía desconcertar a Falco de un modo que sorprendió a Geary. ¿Acaso se trataba de un acto pensado para hacer que sus oponentes lo subestimaran? Pero Geary no había detectado ningún ejemplo de esa táctica de debate en los viejos registros que había revisado.

Por fin el capitán Falco negó con la cabeza.

—Entiendo que habrá fuerzas síndicas esperándonos en Vidha. Al igual que nosotros, los síndicos saben que Vidha es el único objetivo razonable. —El reiterado uso de la palabra «nosotros» era un bonito toque, tenía que admitirlo—. No solo porque nos lleva de vuelta hacia el espacio de la Alianza, sino porque ofrece la oportunidad de entrar en combate y destruir a los síndicos que sin duda nos esperan en Vidha.

—Yo a eso lo considero una oportunidad de meter la cabeza en un nido de escorpiones —observó Geary—. Nuestra mejor opción consiste en aceptar la batalla en el lugar y el momento que nosotros lo decidamos. Ir a Vidha supondría librar una batalla en el momento y el lugar que decidan los síndicos. A lo más que podemos aspirar en Vidha es a sufrir terribles pérdidas, convirtiendo a los supervivientes en una presa fácil para el siguiente sistema síndico al que vayamos.

Falco frunció el entrecejo mientras se tomaba una larga pausa para asimilar la afirmación de Geary.

—Ya veo. Lo está enfocando en términos materiales. —Falco hizo que aquello sonara como si se tratase de algo desencaminado o completamente ilógico.

—¿Términos materiales? —inquirió Geary—. ¿Se refiere a números y tipos de combatientes? ¿Emplazamientos de campos de minas? ¿Defensas fijas operativas y listas para dar apoyo a las fuerzas móviles?

—Exacto —sonrió Falco expresando admiración por la agudeza de Geary—. Esos son elementos puramente secundarios. ¡Usted lo sabe! ¡Usted es
Black Jack
Geary! ¡Lo moral es a lo material igual que tres a uno! Con nosotros dos al mando… —Falco vaciló y sonrió amablemente—. Con usted al mando y yo a su lado esta flota cuenta con una superioridad moral abrumadora. Los síndicos huirán confundidos y no tendremos problemas para aplastarlos.

Geary se preguntó si no estaría evitando demostrar lo horrorizado que estaba. ¿Descontar el potencial de fuego frente a los valores morales? Esas cosas contaban, por supuesto, pero nada de lo que Geary había visto desde que había asumido el mando le había hecho llegar a la conclusión de que los síndicos estuvieran poco formados, desmotivados o tan mal dirigidos como para que esos factores no materiales pudieran triunfar, ni siquiera cuando tuvieran prácticamente las mismas probabilidades.

—Capitán Falco, esta flota se ha enfrentado a una fuerza sustancial en Kaliban. No lucharon bien, pero lucharon.

—He visto los datos de esa batalla —señaló Falco—. Hay que felicitarlo por sus esfuerzos. ¡Pero mire qué pocas naves se perdieron! ¡Los síndicos no lucharon bien porque se vieron abrumados por nuestra fuerza moral!

—Se vieron abrumados por nuestra superioridad numérica y el uso efectivo de tácticas antiguas a las que no estaban preparados para enfrentarse —corrigió Geary—. Por lo que he visto hasta ahora, los síndicos lucharán incluso cuando sus probabilidades sean ínfimas, incluso cuando el sentido común dicte que hay que evitar provocar a una flota capaz de arrasar planetas enteros.

—Nadie ha dicho nunca que los síndicos fueran listos —advirtió Falco con otra sonrisa—. Nuestro objetivo es entrar en combate y destruir a la flota síndica, de modo que, si se lanzan a la perdición, mejor que mejor.

—Mi objetivo es llevar hasta el espacio de la Alianza tantas naves de esta flota como sea posible —sentenció Geary. Por un breve instante se preguntó si debería contarle a Falco que la llave hipernética viajaba a bordo del
Intrépido,
y rechazó la idea de inmediato. Sobre la base de lo que había oído y visto hasta ahora, sencillamente no confiaba en Falco lo suficiente como para compartir esa información crucial—. Esperemos poder infligir un daño considerable al esfuerzo bélico síndico por el camino, pero el objetivo primordial es llevar a la flota a casa.

Falco se quedó mirando a Geary, esta vez, en apariencia, auténticamente desconcertado.

—¡No puede rechazar una oportunidad de entrar en combate!

Geary se puso en pie y se paseó lentamente por el camarote sin mirar al capitán.

—¿Por qué no?

—Es… ¡esta es la flota de la Alianza!

—Exacto. —Geary le dedicó a Falco una mirada carente de toda expresión—. Y no tengo intención de dejar que la destruyan así como así. Eso sería hacerles un favor a los síndicos. Como ya he dicho antes, hasta donde nos sea posible, lucharemos donde y cuando nosotros queramos.

—¡Se supone que usted es
Black Jack
Geary!

—Soy John Geary y no voy a echar a perder las naves de esta flota ni las vidas de sus tripulantes.

El semblante de Falco pasó del desconcierto a la obstinación.

—Increíble. Cuando los oficiales de las naves voten…

—En mi flota no se votan las medidas a tomar, capitán Falco.

Aquello pareció dejar fuera de juego a Falco más que cualquier otra cosa de todo lo que Geary le había dicho hasta entonces. Geary estaba cada vez más convencido de que, al igual que el almirante Bloch, la habilidad de Falco se había centrado más en la astucia del juego político por controlar los resultados de esas votaciones que en las tácticas militares o en la estrategia. Las mayores victorias de Falco probablemente se habían librado en esas reuniones, y no en el campo de batalla. Ahora Falco habló despacio, como tratando de asegurarse de que Geary entendía algo.

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