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Authors: Ernesto Ekaizer

Tags: #Divulgación, #Economía

BOOK: Indecentes
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Pero esta crisis es, en cierto modo, también un atraco perfecto. Porque las consecuencias de la misma las están pagando los que menos tienen, los trabajadores asalariados y las clases medias. La factura son 5,5 millones de parados, reducción de los salarios y desmantelamiento del Estado de Bienestar. Una vez más por aquello de que el Pisuerga pasa por Valladolid…

Lo que es una crisis estructural de la economía española e internacional, se presenta como un accidente fruto de la importancia que asume en las últimas décadas la actividad del sector financiero y de la construcción en la economía.

La realidad es que el motor del sistema capitalista de producción es el beneficio. En el pasado, los episodios especulativos, siendo recurrentes, constituían la excepción a la regla. Ahora en cambio son la regla. Como ha ironizado la revista satírica norteamericana
The Onion (La cebolla)
el 14 de julio de 2008, «Estados Unidos necesita otra burbuja. Llegados a este punto, las burbujas son la única cosa que nos mantiene a flote». Lo mismo vale para Europa. Y, claro, para España.

El Gobierno del Partido Popular administra desde el 30 de diciembre de 2011 una nueva dosis, más potente, del plan de austeridad que comienza a aplicar el Gobierno del PSOE en mayo de 2010 por la presión de la Comisión Europea, el Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional, ante el impulso implacable de Alemania. Cualquier duda sobre esa continuidad queda despejada por la declaración presentada ante la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) por el secretario general del Tesoro, Iñigo Fernández de Mesa, el 12 de febrero de 2012, en nombre del Reino de España, en su calidad de garante de pagarés, bonos y obligaciones emitidos por entidades de crédito.

En este documento se enumeran todas las medidas adoptadas, a iniciativa del Gobierno del PSOE para «reforzar la solvencia» de España, desde enero y mayo de 2010, hasta las más recientes aprobadas por el Gobierno del PP. El texto cita «la reforma del sistema público de pensiones aprobada por el Gobierno con el respaldo mayoritario de las organizaciones sindicales y empresariales y finalmente adoptada formalmente por las Cortes.

El objetivo principal de la reforma es reforzar la sostenibilidad financiera del sistema en el largo plazo mediante una serie de medidas entre las que destacan el alargamiento de la edad de jubilación de los 65 a los 67 años y la ampliación del periodo de cálculo de las pensiones de 15 a 25 años». Lo que no dice el folleto es que esta reforma ha salido con el voto en contra del PP.

Pero, además de esta continuidad, el PP ha llevado la lógica de la crisis a sus extremos, también presionado por las mismas instituciones que tenían cogido por el cuello a Rodríguez Zapatero. Se trata de aplicar la reforma laboral que la patronal entiende como un instrumento para aumentar sus beneficios y de poner en práctica una amnistía fiscal, en la cual la patronal ya embarcó a Rodríguez Zapatero cuya sola filtración periodística, en 2010, provocó tal reacción de furia del PP que provocó su aborto.

La idea, pues, es favorecer un incremento de la rentabilidad o el beneficio con la ilusión de que ello permitirá impulsar la inversión. Un incremento a expensas de los salarios y de la participación de las rentas del trabajo en el reparto de la tarta.

La pregunta es: ¿El aumento de la dosis de austeridad recetada por Bruselas y que aplica el Gobierno de Rajoy «por convicción propia» puede funcionar?

La clave está en el diagnóstico. El 8 de noviembre de 2011 tuve la oportunidad de presentar en Madrid a Richard Koo, economista jefe del departamento de investigación del banco de inversión japonés Nomura. Un día antes se celebra en Madrid en una casa particular un almuerzo privado al que asiste media docena de personas, banqueros y financieros. A la hora del café, se suma el economista Luis de Guindos, próximo ministro de Economía.

Koo explica su teoría, basada en la Gran Recesión japonesa de los años noventa del siglo pasado, según la cual la austeridad fiscal impuesta en la Eurozona no es la receta adecuada para el tipo de enfermedad que padece la economía española tras el estallido de una burbuja de la vivienda y del crédito nutrida por una deuda gigantesca de familias, empresas y bancos y alentada por el Banco de España.

«El objetivo de las empresas y familias en una crisis como la actual es, incluso con tipo de interés cero, reducir deuda a toda costa. Y en lo que se refiere a los bancos, hay dos procesos: primero, no hay demanda de crédito y, segundo, los bancos no están en disposición de prestar porque devuelven lo que deben», sostiene Koo. «El caso de España es dramático porque es un país embarcado en una consolidación fiscal con una tasa de paro del 23 por ciento; las medidas de austeridad empeoran todavía más la crisis. Y sobre todo es grave porque aunque se ha reducido durante esta crisis, la tasa de ahorro española está ahí y no contribuye a sacar al país de la crisis. Los fallos estructurales del sistema del euro hacen que ese ahorro, como ilustra la caída de los depósitos bancarios, en lugar de reinvertirse en España huya hacia Alemania en busca de la seguridad», apunta.

Koo sugiere que, sin restringir en general la libertad de movimiento de capitales en la Unión Europea, los países afectados por la subida de los tipos de interés podrían emitir bonos que temporalmente solo deberían suscribir sus ciudadanos nacionales. El objetivo es sustraerse de la presión de los mercados durante cierto tiempo y movilizar el ahorro interno hacia la inversión para relanzar la economía.

Por supuesto, el rechazo de esta sugerencia es generalizado.

Tras el almuerzo y la conferencia que pronuncia al día siguiente en la sede madrileña de Telefónica, Koo me confía sus impresiones.

—La impresión que me he llevado de mi viaje a España es que la mayor parte de la gente, incluyendo a los que participaron en la comida, ignoran el hecho de que se encuentran afectados por un virus muy inusual llamado recesión de balance. A diferencia de la recesión clásica, este tipo de crisis es el resultado de una subida del precio de activos (acciones, viviendas) alimentada por un endeudamiento colosal. Es difícil de entender porque esta enfermedad, que ha padecido Estados Unidos durante la Gran Depresión de los años treinta y Japón en los años noventa del siglo pasado, no se enseña como tal en las universidades. Es importante recordar la secuencia de la burbuja del crédito y de la vivienda en España. Alemania sufre una burbuja tecnológica en los años 2000 y 2002. Cuando esta pincha, el Gobierno alemán rehúye los estímulos fiscales, en momentos en que incumple el Pacto de Estabilidad y Crecimiento, para salir de la recesión. Es el BCE quien baja los tipos de interés hasta el 2 por ciento en 2003, a fin de evitar que la economía europea se resienta y permitir a los alemanes superar la recesión. Y esta bajada de tipos empuja los flujos de capitales hacia España para financiar la burbuja de la vivienda y obtener altas tasas de beneficio. La confusión y desesperación que advierto en España es similar a la que había en mi país. Pero se puede aprender de Japón. Y la lección es que la consolidación fiscal, aplicada prematuramente en 1997, frustró la recuperación ya iniciada. El ajuste fiscal iniciado en la Eurozona y en particular en España en 2010 ha tenido los mismos efectos, con una recaída en la recesión. En todas mis presentaciones estoy utilizando el ejemplo de España para subrayar el peligro de una
recesión de balance
e informar a la gente sobre lo que está ocurriendo en la economía española. Es evidente que España no puede por sí sola romper con esta trampa. Pero los costes de la consolidación fiscal en curso, en términos económicos y sociales, pueden ser tan devastadores como prolongados.

Sin embargo, el Gobierno de Mariano Rajoy está embarcado en este viaje de «tan devastadoras como prolongadas» consecuencias hacia la refundación germana del euro. Y lo ha hecho «por convicción». Aunque la imagen de un presidente de Gobierno, la de aquella tarde del martes 10 de abril de 2012, incapaz de articular palabra frente a los medios de comunicación en los pasillos del Senado, y dándose la vuelta para macharse por el garaje, habla de una convicción en crisis.

Dos días más tarde, el 12 de abril, el Gobierno saca adelante una Ley de Estabilidad Presupuestaria que a diferencia de los pactado en septiembre de 2011 con el PSOE para aprobar la reforma constitucional del déficit público, consagra ahora el déficit estructural cero para 2020 en lugar del 0,4 por ciento.

En un intento del PP por conseguir el apoyo de los socialistas, se aplaza la votación para dialogar. El diputado socialista Valeriano Gómez le dice al ministro Cristóbal Montoro:

—Habéis cambiado lo que habíamos pactado, con todo el coste político que ha tenido para nosotros. Apoyamos siempre y cuando se establezca el límite del 0,4 por ciento y se considere que este límite se puede superar en caso de recesión.

—Valeriano, no podemos. Es que ya se lo hemos anunciado a Bruselas. Si hiciéramos lo que dices, lo considerarían una relajación. Y con la que está cayendo en los mercados no es posible.

—Pero no sería una relajación, porque tendría un respaldo mayor del que va a salir con el déficit cero —repuso el diputado socialista.

—Y a hemos ofrecido a Bruselas endurecer la norma. Lo dan por hecho. No podemos echarnos atrás.

— FIN —

ERNESTO EKAIZER
nació en Buenos Aires en 1949. Casado y con tres hijos, vive en Madrid y tiene una larga y prestigiosa trayectoria como periodista. Fue redactor jefe del diario barcelonés La Vanguardia en Madrid, columnista de la revista Cambio 16, subdirector de la revista El Globo y director del diario económico Cinco Días. Ha sido corresponsal económico y más tarde adjunto a la Dirección del diario El País, y editor ejecutivo de Público. En el año 2000 obtuvo el Premio Ortega y Gasset por sus trabajos de investigación sobre el caso Pinochet. Es autor de cinco libros tan notables como
José María Ruiz Mateos, el último magnate; Banqueros de rapiña; Vendetta; El Farol, la primera condena de Mario Conde;
y
Yo, Augusto.
Participa cotidianamente en programas sobre actualidad política en Radio Nacional de España (En días como hoy) Televisión Española (59 Segundos), Antena 3 Televisión (Espejo Público) y Telemadrid (Kilómetro Cero).

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