Read Intrépido Online

Authors: Jack Campbell

Tags: #Ciencia-Ficción

Intrépido (11 page)

BOOK: Intrépido
3.27Mb size Format: txt, pdf, ePub
ads

Ya fuera porque tenían muy poco tiempo de reacción o simplemente porque optaron por ignorar el ataque, el caso fue que las naves de caza asesinas se metieron de lleno en la cortina de metralla y sus escudos de vanguardia empezaron a chisporrotear al absorber los impactos de la munición. Los acorazados síndicos siguieron avanzando en tropel hacia adelante, centradas aún en la
Titánica
.

—Ni un impacto —comentó Geary descorazonadamente.

La capitana Desjani meneó la cabeza.

—Tampoco había muchas opciones, pero los impactos que han conseguido las ráfagas cinéticas contra los escudos de las naves de caza asesinas deben haberles debilitado inmensamente las protecciones. La velocidad relativa de los impactos era enorme. Tendrán que utilizar un montón de fuerza de los lados y de la retaguardia para intentar reconstruir los escudos frontales —explicó Desjani.

—Ya veo.

Y ahora sí que sí lo veía. O más bien, estaba viendo lo que había ocurrido hacía más de un minuto. Era obvio que las naves de caza asesinas que seguían como una exhalación la estela del
Resistente
no se preocuparon por la posibilidad de que la nave de la Alianza pudiera alcanzarles con más disparos. Pero antes de que hubieran comenzado a rebasar al
Resistente
, el crucero de batalla se dio la vuelta con una rapidez y agilidad inusitadas, cambiando de orientación de tal modo que sus baterías de artillería ya tenían en su punto de mira los sitios por los que iban a pasar las naves de caza asesinas. Probablemente los síndicos no vieron la maniobra a tiempo para reaccionar, así que siguieron su trayectoria y permitieron que el
Resistente los
pudiese apuntar directamente a los lugares por donde iban a pasar.

En ese momento, la nave de la Alianza vomitó toda una cortina de lanzas infernales, que salieron disparadas a toda velocidad hasta alcanzar un punto en el espacio por el que, justamente, acabó pasando uno de los acorazados síndicos. Las cabezas con carga de partículas de las lanzas se incrustaron en las naves de caza asesinas y, mientras tanto, el
Resistente
siguió virando para colocar las armas apuntando hacia otro punto por el que estaba previsto que pasase el enemigo. Acto seguido, una nueva ráfaga de artillería dio de lleno en una segunda nave de caza asesina. A una distancia tan corta, los chisporroteos de energía se abrían paso entre los ya de por sí debilitados escudos laterales y acabaron desgarrando la armadura que había bajo ellos para, finalmente, destrozar las entrañas de las naves síndicas.

Siguieron moviéndose por encima de una décima parte de la velocidad de la luz, pero lo que quedaba de las naves enemigas tras el ataque ya no aceleraba, ya no tenía vida, ya no suponía una amenaza para la
Titánica
ni para ninguna otra nave de la Alianza.

Sin embargo, los ojos de Geary seguían clavados en la tercera nave de caza asesina. En la pantalla, el
Resistente
giraba hacia arriba y hacia un lado ejecutando una dolorosa maniobra para intentar ponerse de cara a la siguiente amenaza. Geary sintió una tensión que le resultaba familiar brotando en su interior, como si lo que se proyectaba en la pantalla estuviera sucediendo en tiempo real en vez de retransmitiendo los acontecimientos que ya habían tenido lugar hacía más de un minuto. En la imagen se veía lo que parecía una enorme bola incandescente saltando del
Resistente
en dirección hacia el camino trazado por la tercera nave de caza asesina. La bola pareció dudar por un momento al tropezar contra los escudos de la nave de caza asesina, pero al final logró colarse por los entresijos de aquella barrera debilitada para acabar metiéndose en plena nave. Al impacto de la bola, la nave de caza asesina simplemente se desvaneció. Un tercio de la nave se esfumó en un instante y el resto de piezas fueron cayendo merced a una serie de explosiones secundarias.

—¿Qué cojones ha sido eso? —susurró Geary.

La capitana Desjani sonrió dejando los dientes al descubierto.

—Un campo de anulación. Hace exactamente lo que indica su nombre, anula temporalmente la fuerza que mantiene unidos a los átomos —explicó Desjani.

—Está de broma —musitó incrédulo Geary.

—No —insistió Desjani, señalando a lo que quedaba de la nave de caza asesina—. Dentro del campo de anulación, los enlaces atómicos fallan. La materia, simplemente, se deshace.

Geary se quedó mirándola y después volvió la vista hacia la imagen proyectada sobre la pantalla virtual. Materia. La materia de la que estaba hecha una nave y la materia de la que estaba hecha su tripulación.
Se deshace y adiós muy buenas. No solo es que estén muertos, es que se esfuman hasta no ser nada.

—¿Todas las naves poseen uno de esos campos de anulación? —preguntó Geary.

—No. Solo las más importantes y no todas ellas. —La fiera sonrisa de Desjani desapareció—. Son bastante nuevos, tienen un alcance limitado y tardan mucho en volver a cargarse. Sé por qué lo disparó en ese momento. Era la única manera de detener a esa nave de caza asesina. Pero es probable que no pueda volver a tirar otro y dudo que haya más naves principales síndicas que le permitan acercarse lo suficiente como para que las enganche así.

—¿Puede un escudo detener ese tipo de cosas? —incidió Geary.

—Si es suficientemente potente, sí. —Desjani empezaba a mostrar signos de frustración—. Los campos de anulación no pueden ser recargados si uno se encuentra en un punto demasiado profundo en el interior de un pozo de gravedad importante. Además, solo se puede retener la carga durante un período de tiempo muy corto antes de que la nave se vea obligada a disparar. Es por eso que todavía no hemos sido capaces de emplearlas contra objetivos planetarios síndicos.

—¿Objetivos planetarios? —siguió preguntando Geary—. ¿Se refiere a planetas, no?

La frustración se tornó en irritación, pero poco después Desjani suavizó el gesto.

—Claro —sentenció.

Claro. Golpear un planeta habitado con algo que reduciría su materia a meras partículas fundamentales era una cuestión clara.
¿Pero qué le ha pasado a esta gente? ¿Cómo pueden hablar así, lamentándose de no ser capaces de destruir mundos de ese modo?

En ese momento su atención volvió a saltar al punto en el que se encontraba el
Resistente.
Una nueva columna de naves de caza asesinas había intentado adelantar al
Resistente,
pero la nave de la Alianza volvió a girar sobre sí misma con una agilidad absolutamente inusitada para su tonelaje, de tal modo que la mayoría de sus baterías de lanzas asesinas pasaron a apuntar de nuevo al camino por el que tendría que pasar una de las naves enemigas. Al abalanzarse sobre aquella cortina de munición concentrada, los escudos delanteros de la nave de caza asesina acabaron envueltos en llamas y se desplomaron, lo que permitió que las lanzas infernales asolaran la nave de principio a fin, hasta convertirla en un vertedero que se transportaba a gran velocidad.

La capitana Desjani señaló algo con el dedo para captar la atención de Geary, que vio entonces cómo el
Resistente
estaba descargando misiles espectros todo lo rápido que podían los lanzamisiles de la nave. La nave de caza asesina que quedaba repelió los primeros espectros con sus defensas, pero justo a continuación empezaron a desfilar los torpedos, impactando primero contra los escudos y socavando después agujeros en la nave. En cuestión de momentos, la nave quedó también fuera de combate.

—Ahí ha gastado la mayoría de los espectros que le quedaban, Capitán Geary —advirtió Desjani—. El capitán del
Resistente
está usando todo lo que tiene en su mano para detener a la vanguardia de las naves síndicas.

Geary asintió con la cabeza lentamente, tratando de no revelar sus emociones.

Se está guardando demasiado poco para luchar con las naves síndicas que le vienen por detrás. Pero tampoco importará mucho, ¿no? No en lo que respecta al plan general, en el que sacar a la
Titánica
sana y salva de ahí es de una importancia crucial. Puto plan general y putos síndicos.

Geary estudió los vectores de movimiento, tratando de hacerse una idea de en qué situación se habían quedado una vez que las cinco naves de caza asesinas estaban fuera de combate. La respuesta a aquel rompecabezas le vino de manera natural.

—Es posible que lo haya conseguido —apuntó Geary.

—Todavía no —replicó Desjani.

La siguiente oleada de naves de caza asesinas se topó con otra cortina de metralla y lanzas infernales. Entre estas apareció un espectro que aprovechó la confusión para deslizarse silenciosamente y percutir contra los escudos síndicos, pero cuatro de las cinco naves de caza asesinas que componían el destacamento consiguieron salir con vida del ataque. Eso sí, tres de ellas vieron como su velocidad se ralentizaba notablemente a causa de los impactos provocados por la metralla y como su capacidad de aceleración quedaba minada por tales daños. Por su parte, la cuarta había perdido a todas luces un montón de armamento solo para conseguir franquear la barrera del
Resistente.

—Lo ha conseguido —afirmó Desjani eufórica—. Le recomiendo que dé la orden a los escoltas de la
Titánica
de atacar a la nave de caza asesina que va en cabeza lanzando media docena de espectros con sus lanzamisiles de popa. Si lo hacen, la nave de caza asesina no será capaz de sobrevivir después de todo lo que ha tenido que resistir ya para rebasar al
Resistente
a menos que se desvíe de su trayectoria y, si lo hace, no será capaz de alcanzar a la
Titánica
antes de que esta efectúe el salto.

—Muy bien —aceptó Geary—. Dé la orden, por favor.

Geary no escuchó como Desjani daba la orden, estaba concentrado viendo como más naves de caza asesinas, en esta ocasión apoyadas por cruceros ligeros, pasaban por encima del
Resistente
y descargaban parte de su artillería sobre la nave de la Alianza al pasar sobre ella. A pesar de que las naves síndicas se estaban moviendo demasiado rápido, lo que sin duda estaría distorsionando su visión del universo exterior, el
Resistente
sufrió más daños que ellas. Además, estaba ya tan maltrecho que no podía maniobrar lo suficientemente rápido como para evitar los disparos realizados contra su posición estimada. El
Resistente
revolvió a disparar entonces otro campo de anulación, pero el crucero ligero al que había dirigido el ataque hizo un quiebro hacia un lado y solo se llevó un golpe de refilón en los escudos.

La batalla se desarrollaba ya a unos setenta segundos luz del
Intrépido
. Los visualizadores ya solo podían contarle a Geary lo que había pasado hada un minuto y diez segundos, pero Geary seguía sabiendo con exactitud lo que estaría pasando en el
Resistente
en ese momento. Él ya había estado en esa misma situación, si bien en su caso sus opciones habían sido algo mejores. Geary sabía que, a continuación, se usarían la artillería recargable, la metralla y los espectros. Los escudos de la nave echarían chispas casi constantemente por todos los lados, a medida que el fuego enemigo fuera colándose y destrozando las capas defensivas exteriores. Después llegarían los impactos ocasionales sobre el casco, en el momento en el que los escudos empezaran a fallar en algunos puntos. Dentro de la nave la sensación sería idéntica a si un gigante ciego estuviera dando martillazos al azar sobre la nave. Finalmente, los escudos dejarían de ejercer su protección por completo y fallarían por todas partes. Las baterías de lanzas infernales seguirían saliendo disparadas e irían cayendo, bien una a una o bien en bloque, sobre el enemigo, hasta que los suministros de la batería quedaran agotados. Acto seguido aparecerían a toda velocidad las bolas de metal y las esquirlas de gas hipercalentado que, cada vez más rápido, camparían a sus anchas en el interior de la nave, de lado a lado, de extremo a extremo, aplastando todo y a todos los que se cruzaran en su camino.

—El
Resistente
está lanzando las cápsulas de salvamento —informó Desjani.

Empezaba a resultar difícil saber exactamente lo que estaba ocurriendo. La batalla había dejado tal cantidad de escombros que parte de ellos impedían seguir viendo adecuadamente el curso de los acontecimientos. Sin embargo, los sistemas del
Intrépido
seguían siendo capaces de detectar las señales que partían de las cápsulas de salvamento a medida que eran expelidos del
Resistente.
Los sistemas del
Intrépido
calcularon automáticamente las opciones de interceptación de las cápsulas de salvamento para que Geary supiera qué tendría que hacer para tratar de rescatar a los supervivientes del
Resistente.
Geary se quedó mirando la trayectoria de cada uno de ellos, observando como atravesaban el grueso de la flota síndica que avanzaba en dirección contraria a ellos, y supo perfectamente que ahora no iba a ser capaz de ayudar a los tripulantes de esas. Serían los síndicos los que los recogieran una vez finalizada la batalla y quedarían condenados a una vida en los campos de trabajo síndicos.
Pero no me olvidaré de la promesa que te hice, Michael Geary. Si es humanamente posible, algún día los sacaré de ahí.

Las naves síndicas adelantaban al
Resistente
una tras otra, sin que ninguna de ellas se detuviese para nada. Simplemente, se limitaban a disparar según pasaban, mientras crecía el número de naves síndicas que dejaban atrás la solitaria nave de la Alianza. En ese momento empezaron a pasar los cruceros pesados, que añadieron su amplio tonelaje a la carga de artillería que ya se cebaba con el
Resistente.

—Hace setenta y cinco segundos luz que el
Resistente
ha dejado de disparar —indicó Desjani—. Parece que, en ese momento, todas sus armas ya habían quedado inutilizadas o destruidas.

Geary se limitó a asentir con la cabeza, pues no se sentía capaz de hablar. De la nave seguían saliendo de vez en cuando cápsulas de supervivencia, pero muy pocas.

—Hemos recibido una señal de inicio de autodestrucción por parte del
Resistente
—siguió informando Desjani.

—¿Cuánto tiempo queda hasta que explote el interior? —Geary no fue capaz de reconocer la voz en un principio; después se dio cuenta de que era la suya.

—No es seguro. Tampoco se sabe a ciencia cierta cuál será la intensidad de la deflagración. No sabemos cuál es el nivel de daños que se ha sufrido ya en el interior —explicó Desjani.

BOOK: Intrépido
3.27Mb size Format: txt, pdf, ePub
ads

Other books

Brutal Vengeance by J. A. Johnstone
Wild Ones (The Lane) by Wyllys, Kristine
Bethel's Meadow by Shultz, Gregory
Esta es nuestra fe. Teología para universitarios by Luis González-Carvajal Santabárbara
The Sweetest Thing by Deborah Fletcher Mello
Big Easy Temptation by Shayla Black Lexi Blake
Showbiz, A Novel by Preston, Ruby