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Authors: Jude Watson

La amenaza interior (11 page)

BOOK: La amenaza interior
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—Estábamos hablando de Flip —explicó—. Las cosas que hizo siguen resultando dolorosas, pero nos ayuda mucho compartir los recuerdos —señaló a los demás presentes, unos cuantos Libres, su padre, Tray y la abuela de Tray, Ina. Todos saludaron a Obi-Wan con un temblor de antenas.

Grath se giró hacia Obi-Wan.

—No te irás ya, ¿verdad?

Obi-Wan se alegró de ver que Qui-Gon entraba en la sala evitando que tuviera que responder a la pregunta. Lo cierto es que iban de regreso a Coruscant.

—Presidente Port —la voz de Qui-Gon era cálida y profunda. Atravesó la salita en dos zancadas y le dio la mano al presidente—. No está en su despacho. ¿No tiene trabajo? —Qui-Gon mostró una sonrisa alegre.

El presidente Port le dio la mano, pero no le devolvió la sonrisa.

—Nos habéis enseñado que hay trabajo más importante que hacer —dijo humildemente—. Muchas gracias.

—Ahora íbamos a daros las gracias —dijo Grath—, pero nos paramos un momento a hablar con Ina y estábamos compartiendo recuerdos de Flip.

Obi-Wan sonrió levemente. Las generaciones de vorzydianos por fin pasaban tiempo juntas, compartiendo sus sentimientos. Y, pese al dolor causado por la muerte de Flip, parecían disfrutarlo.

—Queremos agradecéroslo —dijo el presidente Port formalmente—. Gracias por ayudarnos con las relaciones con Vorzyd 5... —el presidente Port apenas podía encontrar las palabras adecuadas. Sus antenas temblorosas rozaron la cabeza de su hijo, revolviéndole el pelo—. Y las relaciones aquí en Vorzyd 4.

Qui-Gon asintió, aceptando el agradecimiento.

—Ah, y tenemos un nuevo plan —dijo Tray animadamente.

Por un momento, Obi-Wan pensó que les iba a hablar de otra trastada de los Libres.

—Los jóvenes nos van a ayudar a construir una zona de aire libre —explicó Ina.

—Los trabajadores también ayudarán —añadió Grath—. Mi padre va a recortar la semana laboral en un día para que tengan tiempo.

Los vorzydianos se miraron entre sí y agitaron las antenas suavemente de atrás adelante, como si las meciera una suave brisa. Obi-Wan se dio cuenta de que nunca les había visto tan vivos y tan alegres como en ese momento.

—Todavía queda mucho por hacer —dijo el presidente Port—, pero tenemos que comenzar. Y juntos lo conseguiremos.

—Sé que lo haréis —asintió Qui-Gon—, pero me temo que es hora de que regresemos a Coruscant. Tenemos trabajo que hacer.

—Claro, claro —dijo el presidente Port.

Los vorzydianos se despidieron de los Jedi, y Obi-Wan siguió a su Maestro hacia la salida. Obi-Wan sabía que tenían trabajo que hacer, y era un trabajo que tenían que realizar juntos.

—Ya tenemos mucho trabajo avanzado, padawan —dijo Qui-Gon, adivinando los pensamientos de Obi-Wan. Salieron al patio, y Qui-Gon se detuvo frente a su aprendiz—. Y aunque ya hemos dejado atrás el comienzo, lo cierto es que aún no hemos llegado al final.

Obi-Wan asintió.

—Lo sé. Nos queda mucho que aprender.

—Pero has madurado mucho —reconoció Qui-Gon—. Estoy orgulloso de ti, Obi-Wan. Orgulloso de lo que has llegado a ser. Es un honor enseñarte y trabajar contigo. No hubiera podido pedir un padawan mejor.

Obi-Wan sonrió.

—A trabajar, entonces —dijo.

—Sí —asintió Qui-Gon—. A trabajar.

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