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Authors: Jude Watson

La amenaza interior (9 page)

BOOK: La amenaza interior
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Qui-Gon se sintió muy orgulloso. Obi-Wan era un gran hombre, y sería une excelente Caballero Jedi.

—Aprendemos el uno del otro, padawan —dijo—. Pero gracias.

Obi-Wan asintió.

—Creo que debería ir a buscar a Grath cuanto antes —dijo—. Estoy empezando a entender que todavía tenemos posibilidades de detener la disputa, de que ambos bandos se escuchen. Pero no queda mucho tiempo. Creo que, en el fondo, los estudiantes y los adultos quieren lo mismo.

—Sí, en el fondo —asintió Qui-Gon.

Capítulo 18

Obi-Wan durmió a pierna suelta aquella noche y se despertó despejado. Sabía exactamente lo que tenía que hacer, y estaba preparado para ello. Tras ponerse su hábito Jedi, salió del complejo de retiro y fue caminando hacia la residencia de los Port. Llamó a la puerta y fue como si Grath hubiera estado esperándole, porque se abrió de inmediato. Obi-Wan se sorprendió al ver allí a Nania.

—Estábamos a punto de ir a buscarte —explicó Grath. Parecía un tanto avergonzado—. Me alegro de que hayas venido.

Grath se hizo a un lado y Obi-Wan entró en el apartamento. Nania les indicó que se sentaran a la mesa.

—Lo siento mucho, Obi-Wan —dijo Grath en cuanto estuvieron sentados—. Sabía que eras Jedi porque se lo oí decir a mi padre. Te lo tendría que haber contado, pero pensé que no querrías ayudarnos si te enterabas de que yo lo sabía. O que tu Maestro no te dejaría. Estaba seguro de que todos los libres fueran a aprobar la ayuda de un Jedi.

Grath habló rápidamente y con claridad, y sus palabras sonaron auténticas. Obi-Wan se dio cuenta de por qué era el líder de los Libres.

—Os he decepcionado a vosotros también —admitió Obi-Wan—. Sabía que no estaba bien ocultaros que era Jedi. Pero pensé que era lo mejor para averiguar lo que pasaba en el planeta y para poder ayudaros.

A Grath se le iluminó la mirada.

—Lo sé —dijo—. Y creo que puedes ayudarnos. Tenemos que comunicarnos con nuestros padres. No son el enemigo. Ya habéis visto cómo son nuestras relaciones. Se están viniendo abajo. Tenemos que reconstruir las bases y quizá vosotros podáis ayudarnos a conseguirlo.

—Ambos bandos pueden plantear problemas al respecto —añadió Nania—. Los adultos sospechan que hemos sido responsables de los incidentes, y quizá se muestren hostiles. Sobre todo tras haber acusado a Vorzyd 5. Hemos provocado muchos problemas. Y ahora los libres están divididos.

—Yo no di el chivatazo a los adultos —dijo Obi-Wan con toda sinceridad. Quería que Grath y Nania supieran que no les iba a traicionar.

—Lo sabemos —dijo Grath.

—Fue Flip —añadió Nania—. Yo les oí a él y a Tray riéndose de lo fácil que era engañar al resto del grupo —alzó el brazo y lo puso sobre el hombro de Obi-Wan—. Sabemos que lo único que has intentado es ayudarnos, Obi-Wan —le dijo—. Eso es lo que hacéis los Jedi, ¿no?

—Sí, supongo que sí —dijo Obi-Wan.

—Pero las cosas van de mal en peor —dijo Grath, viniéndose abajo de repente—. Antes lo hacíamos por diversión —dijo—. Ya sabes, por hacer algo.

—Fue así un tiempo, y la cosa iba bien —dijo Nania—. Era divertido. Trabajamos mucho juntos con el tema de las planificaciones y los incidentes. Nadie salió herido.

—Pero entonces cambiamos las normas —continuó Grath—. Queríamos hacer despertar a los trabajadores, a nuestros padres y abuelos. Entonces mi padre comenzó a acusar a Vorzyd 5 —su voz reflejó un punto de amargura—. Comenzamos a interferir con la productividad porque eso era lo único que parecía importarles. Sólo queríamos que nos hicieran caso...

Grath se fue quedando sin voz y miró al suelo.

—Pero ya no sabemos si seguir con los incidentes —admitió—. Nuestra intención no era en absoluto que los explosivos se activaran con los trabajadores dentro de los vagones. No queríamos que nadie sufriera daño alguno.

—Y ahora queremos detener lo que está en marcha —intervino Nania—, pero no sabernos si podremos convencer a Flip y a los Libres que le apoyan de que lo dejen, de que la violencia no es el camino.

Obi-Wan alzó una ceja.

—¿El siguiente incidente va a ser violento? —preguntó.

—Pues en teoría no debería serlo —respondió Grath—. Pero va a ser explosivo. Y tal y como han ido las cosas últimamente...

Le volvió a fallar la voz. Pero esta vez miró al techo.

—No sé lo que le ha pasado a Flip —dijo amargamente—. Antes era una buena persona. Un gran amigo. Y yo pensaba que me admiraba.

—Y así era —dijo Nania—. Pero Flip es una persona autónoma. No le puedes culpar de sus pensamientos y acciones.

Obi-Wan sintió compasión por Grath. Sabía lo que era sentirse culpable. Se había sentido así muchas veces. Cuando sus amigos estaban en peligro. Cuando sus rivales morían.

—Estoy seguro de que te sigue admirando —dijo Obi-Wan al recordar lo mal que le sentó a Flip la reprimenda de Grath por haber detonado los explosivos durante la hora punta—. Creo que su ira podría ser la máscara que oculta su dolor. Quiere que estés orgulloso de él.

—Y estoy orgulloso de él —dijo Grath—. De alguna manera, lo único que pienso es que no está concentrándose en lo correcto.

—Es importante que sigáis adelante y toméis las decisiones correctas. Que todos lo hagan. Incluido Flip —les aconsejó Obi-Wan—. Es hora de reunirse con los adultos, de contarles lo que está pasando. Tenéis que confiar en ello.

Grath soltó aire lentamente.

—Soy consciente de ello —dijo—, pero no sé por dónde empezar.

—Yo convocaré la reunión —dijo Obi-Wan—. Y Qui-Gon será el consejero de los trabajadores.

Grath suspiró.

—De acuerdo —dijo—, pero tengo la sensación de que dialogar con los trabajadores va a ser más fácil que convencer a los Libres para que cancelen la siguiente misión..., y para que vengan a la reunión.

Capítulo 19

Esa noche, ante una cena vorzydiana de caldo insípido y pan duro. Obi-Wan contó a su Maestro lo que había ocurrido en su encuentro con Grath y Nania.

—Creo que podemos conseguir un resultado positivo —dijo con seguridad—. Los libres tienen que comprender que lo mejor es dialogar con los trabajadores. Es lo mejor para todos.

—Estoy de acuerdo, padawan —dijo Qui-Gon—. Y creo que tendría que acompañarte a tu reunión con los Libres. Hay mucho en juego.

Obi-Wan no pudo evitar sentirse amonestado. ¿Acaso pensaba su Maestro que él no iba a poder manejar la situación? ¿No era obvio que estaba enfocando el problema de otro modo?

Obi-Wan tragó una cucharada de caldo y miró a su Maestro.

—Me gustaría ir solo para terminar lo que yo empecé —dijo lentamente—. A la reunión entre Libres y trabajadores acudiremos ambos, por supuesto —Obi-Wan esperaba que aquel comentario suavizaría a su Maestro.

Hubo un silencio antes de que Qui-Gon hablara.

—Muy bien —dijo—. Entiendo que es importante que vayas solo. Mi presencia podría desequilibrar la situación que has creado. Me pondré en contacto con el presidente Port y me aseguraré de que los trabajadores acudan al encuentro. Yo tendré que estar presente cuando llame a Vorzyd 5 para pedir disculpas. Y quizá conozco a unos cuantos que estarían interesados también en acudir a la reunión entre los Libres y los trabajadores —añadió pensativo.

Obi-Wan se preguntó de quién estaría hablando su Maestro, pero alguien llamó a la puerta de su habitación, interrumpiendo la conversación. Un segundo después, la puerta de metal se abrió y apareció Grath, que miró avergonzado a Qui-Gon y se mostró inseguro ante la forma de saludar a un Maestro Jedi.

Qui-Gon se levantó y le saludó con una inclinación de cabeza.

—Es un honor conocer al líder de los Libres —dijo Qui-Gon.

Grath pareció sorprendido, pero Obi-Wan se limitó a sonreír. Su Maestro tenía un talento excepcional para hacer que los demás se sintieran a gusto.

—Obi-Wan me ha hablado mucho de ti —prosiguió Qui-Gon, sonriendo con amabilidad.

Grath le devolvió la sonrisa.

—Es un honor conocerte a ti también —dijo—. Y me gustaría darte las gracias por tu ayuda. Espero que Vorzyd 4 emprenda una nueva vía antes de que os marchéis.

—Ese es mi deseo también —asintió Qui-Gon mientras comenzaba a retirar la mesa. Obi-Wan se dio cuenta de que ése era su modo de no obstruir su partida. Dándole las gracias en silencio. Obi-Wan se marchó con Grath.

Los dos cruzaron el patio y esperaron a que Nania les recogiera en el trasbordador. Pese a la confianza que había aparentado en la habitación. Obi-Wan estaba muy nervioso. ¿Qué ocurriría si los Libres no querían escuchar lo que Grath y él tenían que decirles? ¿Y si seguían considerándole un traidor?

Cuando llegaron al edificio abandonado. Obi-Wan estaba practicando una técnica de relajación mediante la respiración, pero no tenía que preocuparse. Los Libres guardaron silencio al oír a Grath.

—Tengo que pediros disculpas por no haberos contado que había un Jedi entre nosotros —dijo Grath desde la cima de un montículo de escombros—, pero en ese momento me pareció lo mejor.

Mientras escuchaba a Grath, Obi-Wan miró a su alrededor. Los chicos escuchaban con atención, y muchos asentían. Tray era la única que estaba aparte, sola en una esquina y con gesto enfadado. No había ni rastro de Flip.

—Obi-Wan ha venido para ayudarnos —prosiguió Grath—. Él entiende lo que estamos intentando conseguir. Y quizá pueda acercarnos a los trabajadores.

—¡No! —gritó Tray, dando una patada en el suelo. Obi-Wan la miró y se preguntó por qué sería tan partidaria de la violencia. ¿Qué quería conseguir?

Hubo un murmullo entre la multitud, y los chicos comenzaron a hablar. Pero estaban mucho más tranquilos que en días anteriores, pidiendo la palabra y escuchando a los demás. Obi-Wan lo interpretó como una buena señal.

—No les importamos —dijo alguien—. Sólo piensan en la productividad.

—Y no nos escucharán —añadió otro Libre—. Se limitarán a hacer que paren los incidentes, y los incidentes son... —el chico no encontraba la palabra adecuada.

—Estoy de acuerdo —le interrumpió Grath—. El hecho de reunirnos para planear y realizar los incidentes ha sido lo más divertido de mi vida, y quizá lo mejor que haya hecho nunca, pero no va a resolver el problema. No nos está acercando a nuestros padres. Tenemos que comenzar en algún punto si queremos que se produzcan los cambios que buscamos.

Hubo un momento de silencio cuando los Libres se miraron entre sí. Obi-Wan se dio cuenta de que las antenas de Tray estaban taladrando el aire, como luchando con algo invisible, pero el resto parecía asimilar lo que Grath estaba diciendo. Los demás comprendieron que la violencia no era la respuesta.

—No tienes por qué asistir a las reuniones si no estás de acuerdo —dijo Nania mirando fijamente a Tray—, pero esperamos que lo hagas. Por todos nosotros. Es la única vía.

Nania miró fijamente a Tray, como si esperara comenzar una discusión, pero la chica se quedó resentida y silenciosa. Entonces, Nania enderezó las antenas.

—¿Dónde está Flip? —preguntó.

Tray se encogió de hombros.

—No lo sé —dijo. Pero un brillo en sus ojos hizo sospechar a Obi-Wan que la chica no estaba diciendo la verdad.

Obi-Wan encendió el intercomunicador. Era hora de llamar a Qui-Gon. El dispositivo chisporroteó un momento, y luego oyó la voz de su Maestro.

—Los Libres han accedido a dialogar —dijo Obi-Wan.

—Eso son buenas noticias —respondió Qui-Gon—. Estamos en el anexo al despacho de Port, en Multycorp. Se ha firmado la paz con Vorzyd 5 y una gran cantidad de trabajadores y retirados se han reunido aquí. Estamos ansiosos por empezar.

—Excelente —dijo Obi-Wan. Por primera vez en varios días se sintió aliviado y realmente esperanzado—. Vamos para allá.

Obi-Wan dio por terminada la comunicación y se subió a un montón de escombros.

—Los trabajadores nos esperan para oír lo que tengamos que decirles —comunicó a los Libres—. Algunos de los jubilados también estarán allí. Quieren dar comienzo al diálogo. Tenemos que dirigirnos cuanto antes al anexo a Multycorp.

Hubo exclamaciones de júbilo, y los Libres comenzaron a charlar entre sí. Las antenas de toda la estancia se balanceaban de arriba abajo. Obi-Wan se giró para buscar a Tray y vio que se estaba dejando resbalar por la pared al suelo. En su rostro había un gesto de horror.

—Pero mi abuela... —tartamudeó—. No —miró a Grath y a Obi-Wan—. El anexo a Multycorp está a punto de estallar.

Capítulo 20

Los Libres se quedaron completamente callados al oír a Tray.

—¿Qué? —dijo Grath—. ¿Qué has dicho?

A Tray se le llenaron los ojos de lágrimas.

—El anexo a Multycorp está a punto de explotar —repitió—. Pensábamos que estaría vacío. No había ninguna reunión planeada.

Obi-Wan cogió su intercomunicador. Si podía contar a Qui-Gon lo que estaba ocurriendo, quizá pudieran impedir la explosión. Pero antes de poder realizar la transmisión, Tray negó con la cabeza.

Obi-Wan intentó hacer la llamada, pero no escuchaba más que ruido de fondo e interferencias.

—No funciona —le dijo con gesto triste—. Hemos estropeado el sistema de comunicaciones —señaló su reloj—. Es demasiado tarde.

Tray se puso en pie.

—¡Tenemos que evitarlo! —exclamó—. ¡Rápido!

Tray fue la primera en entrar en el vagón de mantenimiento y se sentó al volante. Por un momento. Nania pareció a punto de quitarle los mandos, pero cambió de opinión. Tray necesitaba tener algo que hacer.

Por desgracia, no era una gran piloto. Si la conducción de Nania era una aventura, con Tray era un peligro. El trasbordador se tambaleó de un lado a otro, sacudiendo a los Libres que portaba en su interior.

Al desplomarse en su asiento, Obi-Wan intentó despejar su mente. Quería enviar a Qui-Gon una advertencia sobre la explosión, pero había tanta ansiedad y conmoción en el vagón que era difícil concentrarse. Cerró los ojos y se aisló del ruido y los sentimientos. Haciendo acopio de la Fuerza, envió un aviso a Qui-Gon.
Saca a todo el mundo del anexo a Multycorp
, le dijo.
Ahora mismo
.

Obi-Wan abrió los ojos y se encontró a Grath mirándole fijamente.

—Espero que lo que acabas de hacer funcione —dijo el chico con voz temblorosa—. Si le pasa algo a mi padre por mi culpa, por lo que he hecho... —le falló la voz y se quedó sin palabras.

Obi-Wan intentó tranquilizar a Grath.

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