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Authors: Elena Poniatowska

Tags: #Historico, Testimonio

La noche de Tlatelolco (10 page)

BOOK: La noche de Tlatelolco
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EL-PUEBLO-AL-PODER-EL-PUEBLO-AL-PODER-EL-PUEBLO-AL-PODER-

En la Avenida Juárez también había chorrocientas gentes aguardando; los turistas que salían de los hoteles se veían azorados y luego se pusieron a aplaudir; en San Juan de Letrán ya no cabía ni un alfiler en la banqueta —lloraban unas mujeres, yo creo que eran maestras—, todo el mundo aplaudía sin parar; pero en cuanto doblamos la esquina para entrar a Cinco de Mayo, como que se me paró el corazón; todas las campanas de Catedral echadas a vuelo y todas las luces de esta plaza tan hermosa, esta plaza que es lo que más amo en mi ciudad, todas las luces encendidas. ¡Esto es una quimera! Me decían: «¡No llores babosa!», pero me escurrían lágrimas de felicidad.

• Elena González Souza, estudiante de la Facultad de Medicina de la
UNAM
.

La anterior manifestación había sido muy grande, alrededor de un cuarto de millón, y con todo no habíamos llenado ni la mitad de la gigantesca plaza que es el Zócalo; ahora estaba totalmente lleno y aún faltaban la mitad de los contingentes, pues Filosofía iba en medio. Avanzamos hasta quedar frente a Palacio Nacional. Al voltear hacia la calle de Guatemala, mucho más cercana, noté que también salía gran cantidad de gente con rumbo a Lecumberri: un mitin frente a la cárcel. Eran las diez de la noche; durante cuatro horas o más había estado entrando gente al Zócalo.

• Luis González de Alba, del
CNH
.

Nosotros estábamos en Lecumberri, oyendo. Eran como quinientos, los cuales frente a la puerta principal echaban porras: LIBER-TAD-A-LOS-PRESOS-POLÍTICOS. Gritaban: UNAM, POLI, CHAPINGO, pero sobre todo: LIBERTAD-A-LOS-PRESOS-POLÍTICOS-LIBERTAD-A-LOS-PRESOS-POLÍTICOS. LIBERTAD-A-LOS-PRESOS-POLÍTICOS-LIBER-TAD-A-LOS-PRESOS-POLÍTICOS,

Nosotros tratábamos de contestarles; echábamos porras también. El Movimiento nos entusiasmaba. Ese mismo día entró una comisión de muchachas de Ciencias a la dirección del penal y de la dirección llamaron a Víctor Rico Galán, que habló con ellas. Nos mandaron un saludo. Ese mitin por la libertad de los presos políticos sí había sido organizado, pero una vez vino todo el
CNH
, una «acelerada» de algunos y nos gritaban desde la calle: «¡Compañeros estamos con ustedes! ¡Compañeros estamos con ustedes!». A las dos de la mañana. Tocaban los cláxons de los coches, un escándalo a todo dar. Nosotros sentíamos un gran apoyo de afuera. Desde nuestras celdas seguíamos todos los actos del Movimiento, sus triunfos, y nos daban muchas ganas de estar libres —bueno, ésas siempre las tengo— para participar, ir a las manifestaciones. ¡Era re-mala suerte, re-mala suerte! Yo pensaba: «¡Ese Movimiento va para arriba!». Nuestros mensajes se leyeron dos veces en el Zócalo: una el 27 de agosto, y otra cuando Vallejo mandó también una carta…

Yo estoy preso desde el 26 de julio de 1968. Me arrestaron después de la manifestación a favor de la Revolución Cubana en el hemiciclo a Juárez. No nos agarraron allí mismo, sino en el Café Viena —creo que ya no existe— que quedaba en Insurgentes frente al Cine de las Américas… Nos llevaron a los separos y de los separos a la crujía N, en Lecumberri…

• Arturo Tama Escalante, Facultad de Derecho de la
UNAM
, dirigente de la
CNED
, preso en Lecumberri.

A mí también me metieron al tambo el 27 de julio, al otro día de los primeros camorrazos. Se hicieron dos mítines muy grandes frente a Lecumberri y nos impactaron mucho. Aunque no podíamos oír claramente los gritos aislados que daban afuera, sí percibíamos las porras, que nos impresionaron un chorro: «LIBERTAD PRESOS POLÍTICOS, LIBERTAD PRESOS POLÍTICOS». Esto nos dio mucho ánimo. Yo pensé: «Vamos a salir libres. Afuera están luchando como nunca». Entonces no podíamos imaginar que antes y después del 2 de octubre no sólo no saldríamos sino que entrarían los compañeros que nos echaban porras tras las murallas de Lecumberri… Claro, en esos meses, también agarraron a muchos compañeros pero nosotros estábamos más o menos confiados. Saldríamos todos. Teníamos que salir. Pero después del 2 de octubre se perdió la esperanza, de salir, no la otra… Ahora estamos estudiando aquí adentro, y aunque tenemos diferencias políticas no estamos divididos. Al contrario, hacemos estudios conjuntos. Se imparten doce clases: Una de alemán (con disco), otra de inglés que da Zama, otra de francés (con disco), Luis González de Alba nos da literatura española, Raúl Álvarez Garín, Félix Gamundi y
Pino
matemáticas, Unzueta, economía política, el Búho (Miguel Eduardo Espinoza Valle) geografía, Saúl, el
Chale
, historia universal y ahora vamos a empezar un círculo sobre
El Capital
, un seminario al que también viene el
Pino
(Salvador Martínez de la Roca).

• Félix Goded Andreu, estudiante de arquitectura de la
UNAM
, miembro de las Juventudes Comunistas, preso en Lecumberri.

A mí me agarraron por baboso y por no hacerle caso a mi mujer. Yo fui junto con Gerardo Unzueta y Arturo Marbán el 27 de julio a rescatar las oficinas del Partido Comunista (Mérida no. 186), ocupadas por la policía. Pensamos que si apelábamos a la Constitución saldrían los policías. Pero los que salimos fuimos nosotros, rumbo a Lecumberri. Nos agarraron y nos apresaron con argumentos armados. De ahí en adelante —el trayecto que han recorrido muchos—, la crujía H, y luego la J, crujía de delincuentes sexuales, hasta llegar a la C, en la que estamos muchos de los presos políticos… Los otros están en la M.

• Eduardo de la Vega Ávila, miembro del PC, preso en Lecumberri.

No tratamos de llevar los problemas políticos a la vida diaria de la cárcel.

• Luis González Sánchez, de las Juventudes Comunistas, preso en Lecumberri.

Nosotros no somos nada puritanos, nada mochos —nada de beatos de izquierda—. Somos gentes a quienes les encanta gozar de la vida… Lo que pasa es que arrastramos famitas de momias anteriores; momias del PC que nacieron envueltas en vendas, tutancámenes solemnes.

• Eduardo de la Vega Ávila, del PC.

El más grosero de la crujía junto con el
Pino
—y eso ya es mucho decir, porque al
Pino
no hay quién le gane— es De la Vega, del PC. ¡Hasta a las clases de alemán va, para que le enseñen albures en ese idioma, por si se echa un viajecito a Alemania!

• Pablo Gómez, de la Escuela de Economía de la
UNAM
.

Fuimos interrogados por un agente norteamericano y dos mexicanos. Nos preguntaron concretamente:

—¿Son miembros del Partido Comunista?

—¿Son miembros de las Juventudes Comunistas?

—¿Tienen visa a los Estados Unidos?

—¿Tienen parientes en los Estados Unidos?

—¿Qué relación tienen con la
CNED
?

Este interrogatorio nos lo hicieron a mí, a Arturo Zama, a Rubén Valdespino, a Pedro Castillo, a Salvador Pérez Ríos (que salió luego, sería por la coincidencia) y a William Rosado, el puertorriqueño.

• Félix Goded Andreu, de las Juventudes Comunistas.

En el Zócalo, el 27 el líder Sócrates Campos Lemus pidió que se quedara una guardia. Se encendieron hogueras, fuimos a comprar tortas para la guardia… Los de la guardia se pusieron a cantar La Adelita, corridos, el de Cananea, hasta que llegaron los tanques.

• Félix Lucio Hernández Gamundi, del
CNH
.

Hemos sido tolerantes hasta excesos criticados, pero todo tiene un límite y no podemos permitir ya que se siga quebrantando irremisiblemente el orden jurídico, como a los ojos de todo el mundo ha venido sucediendo.

• Gustavo Díaz Ordaz, IV Informe Presidencial al Congreso de la Unión, primero de septiembre de 1968.

A la mañana siguiente del 27 de agosto —quinientos mil ciudadanos, ¿te imaginas?, parados bajo el Palacio Nacional— se les avisó a los burócratas que tenían que asistir al acto de desagravio que el gobierno ofrecía al lábaro patrio, no a Luis González de Alba, ¿eh?, sino al lábaro patrio [a Luis González de Alba, le dicen el
Lábaro
]. Como los muchachos encendieron las luces de Catedral y echaron a vuelo sus campanas cuando la manifestación entraba al Zócalo y se izó una bandera rojinegra en el asta central, la prensa utilizó estos «delitos» para lambisconear al gobierno y se quedó con un palmo de narices cuando fueron inmediatamente desmentidos por la mitra y el
CENCOS
que declararon que el derecho canónico no consideraba un sacrilegio echar a vuelo las campanas ni encender las luces de Catedral. Además, el sacerdote de guardia Jesús Pérez aclaró que los muchachos le habían pedido permiso para subir a tocarlas y que se los había dado; en cuanto a la bandera, se dejó una banderita medio furris, de algodón, y al día siguiente amaneció una rojota de satín, nuevecita. ¡Qué casualidad! Con todo y todo se organizó el acto de desagravio. Si la obligada asistencia a las ceremonias oficiales —bajo pena de perder el empleo o por lo menos un día de sueldo— es tolerada con disgusto por los trabajadores al servicio del Estado, esta nueva exigencia les cayó de la patada. No en vano había pasado ya un mes de lucha y manifestaciones, un mes de gritar sin temor lo que se piensa sobre estos democráticos procedimientos. Los burócratas fueron a la ceremonia de purificación cívica, pero no con la actitud deseada por el gobierno sino que salieron de los ministerios y de las oficinas públicas al grito de: «Somos borregos, nos llevan… beee… beee… No vamos, nos llevan, no vamos, nos llevan, beee, beee, beee». Iban balando, fíjate nomás, y gritando desde los camiones: «¡Somos borregos!». Sus balidos se oyeron en todas las calles. «Beee… Bee…». Se vaciaron los burócratas. ¡Qué ondón más padre! ¡Qué puntada se botaron! «Somos borregos». Y eso que se suponía que iban a apoyar el desagravio.

• Gilberto Guevara Niebla, del
CNH
.

El gobierno cree que en México sólo existe una opinión pública: la que lo aplaude, la que lo lambisconea. Pero existe otra: la que critica, la que no cree en nada de lo que dice, y otra más aún, la del importamadrismo, la que no sabe de promesas, la que no se ha encauzado, la indiferente, la que nadie ha sabido aprovechar, y que es, a pesar de su incredulidad e incluso de su ignorancia, una opinión libre.

• José Fuente Herrera, estudiante de la
ESIME
del
IPN
.

La raza está acelerada.

• Ernesto Hernández Pichardo, de la Escuela Nacional de Economía de la
UNAM
.

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• Manta en la manifestación.

—Yo no cargo a Venustiano, tú llévalo.

—¿Y quién ordenó esta pancarta?

—El Comité de Lucha, pero yo no lo cargo…

—Mujer, no hay que ser…

—No lo cargo, y no lo cargo…

—¡A ver acáaaaaa! ¡Otro brigadista que cargue a Venustiano Carranza!

• Hugo Peniche Aviles, estudiante de la Escuela Wilfrido Massieu.

—¡A mí me tocó a Pancho Villa!

• Josefina Ondarza López, de la Escuela Nacional de Arte Dramático.

La Escuela de Físico-Matemáticas propuso al
CNH
una gran manifestación en absoluto silencio para demostrar nuestra capacidad de disciplina y control. Los delegados de Humanidades y de Chapingo querían intentar una movilización obrera, pero era difícil conseguirla dentro de las circunstancias actuales. Sin embargo, yo insistí. Siempre alego. Siempre insisto.

• Luis Tomás Cervantes Cabeza de Vaca, agrónomo, delegado de la Escuela de Agricultura de Chapingo ante el
CNH
, preso en Lecumberri.

—Oye, yo no entendí por qué Barros Sierra le aplaudía al presidente en la Cámara, si está con nosotros y el presidente no resolvió ninguno de los seis puntos…

—Y ¿qué querías que hiciera, tarado, que se metiera los dos dedos en la boca y que chiflara?

—No, pero, pues, que no aplaudiera…

—¿En dónde crees que vivimos? Todas las cámaras de televisión lo estaban enfocando… Además el presidente sí dijo que iba a iniciarse una auscultación pública del artículo 145 a ver si se deroga…

—Vas a ver a donde nos lleva la dichosa auscultación.

—Bueno, algo es algo dijo un calvo.

—Mira, el día que algún diputado se levante en la Cámara y diga: «Señor presidente no estoy de acuerdo con lo que acaba de decir…».

—No tendrá más remedio que suicidarse después…

—Oye, pero ¿por qué aplaudió el rector?

—¡No te digo! ¿Qué no ves que allá adentro hasta los escaños aplauden, hasta los sillones en que se acomodan los dips aplauden?

• Conversación grabada entre dos estudiantes de la Escuela Wilfrido Massieu.

UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO LLAMADO A LOS UNIVERSITARIOS

La situación actual de la Universidad, casi sobra decirlo, es delicada en extremo. Desde hace varias semanas se suspendieron las labores docentes, cuando estábamos terminando los cursos del bachillerato y cuando, en el nivel profesional, el segundo semestre iba a menos de la mitad de su avance. Esa interrupción, aunada al uso de bienes y servicios de la Universidad para fines que no son estrictamente universitarios, no sólo ha perjudicado a los alumnos, sino que ha quebrantado gravemente a la propia casa de estudios al desviarse, e impedirse en gran parte, el cumplimiento de las funciones que nos encomienda la ley y que constituyen nuestra obligación ante el pueblo mexicano.

Ahora bien, nuestras demandas institucionales, contenidas en la declaración del Consejo Universitario publicada el pasado 18 de agosto, han quedado satisfechas, en lo esencial, por el ciudadano Presidente de la República en su último informe. Cierto es que aún falta el esclarecimiento de algunos aspectos jurídicos importantes en relación con la autonomía; pero ello se logrará por las vías y con los métodos más adecuados.

• El rector, Javier Barros Sierra, «Llamado a los Universitarios», Universidad Nacional Autónoma de México Ciudad Universitaria, 9 de septiembre de 1968.

Un día llegamos a los caldos Zenón a repartir propaganda. Era de las primeras veces en que iba yo a «volantear» pero las compañeras dizque ya tenían experiencia y sabían organizarse: unas le hablaban a la gente, otras repartían propaganda, otras echaban aguas, otra nos esperaba al volante del carro, con el motor andando, ¿ves? La jefa de brigada nos dijo:

—Bueno, Cecilia, tú te bajas a los caldos y te pones a echar vidrio y tú Ofelia, te sientas en una mesa y pides un caldo para despistar y tú, Margarita, te quedas en la banqueta y a la gente que vaya entrando a los caldos le das un volante…

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