Los refugios de piedra (129 page)

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Authors: Jean M. Auel

BOOK: Los refugios de piedra
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–Creo que no tienes elección. Sabes que algún día recibirás la llamada, quizá antes de lo que piensas. Lamentaría ver aniquilado tu potencial, aun si lograras sobrevivir sin apoyo ni adiestramiento.

Ayla intentó por todos los medios zafarse de su imperiosa mirada. De pronto, procedente de las profundidades de su ser o de los recovecos de su cerebro, encontró un recurso. Sintió crecer en su interior un poder y supo que no se hallaba ya bajo la coacción de la donier, sino que, por el contrario, era ella quien ejercía control sobre la Primera, y sostuvo su mirada. Eso le produjo una sensación indescriptible, una sensación de fuerza, de dominio, de autoridad que nunca antes había experimentado conscientemente.

Cuando Ayla redujo la presión sobre la Zelandoni, ésta desvió la mirada, y al volver a mirarla un instante después, no percibió ya en ella la sensación de enorme poder que la había sorprendido. Ayla la miraba con una sonrisa de complicidad. En sus brazos, Jonayla empezó a agitarse como si le molestara algo, y la madre concentró su atención en la niña.

La Zelandoni temblaba, pero enseguida se controló. Se dio media vuelta para marcharse, pero se volvió a mirar de nuevo a Ayla, esta vez de forma sinceramente afectuosa, y no desafiante como antes, con lo que sin preverlo había provocado la pugna de voluntades.

–Dime ahora que no eres una Zelandoni –dijo con serenidad.

Ayla se sonrojó y, llena de incertidumbre, miró alrededor como si buscara una escapatoria. Cuando volvió a mirar a la corpulenta mujer, la Zelandoni era la imponente presencia que siempre había conocido.

–Se lo diré a Jondalar –contestó, y de inmediato bajó la mirada hacia la niña.

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