Microsiervos (19 page)

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Authors: Douglas Coupland

BOOK: Microsiervos
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26)
«
El problema de la reproducibilidad
.» (Fabricar un deseo de repetición.)

27)
Creo que el arte de vanguardia y las cubiertas de los álbumes de Yes son las mayores influencias en el diseño de juegos.

28)
Me pregunto si he perdido el tren de la interactividad en CD-ROM: soy demasiado viejo. Las grandes compañías están concentrándose en los niños de diez años.

Creo que uno sólo se siente cómodo con el nivel de digitalización que era normal cuando tenía entre los cinco y los quince años. Sí, claro, puedo jugar a los nuevos juegos, pero nunca será un placer como fue con el Tetris. ¿O no?

29)
En el fondo, la interactividad multimedia se parecerá menos a la literatura que a los deportes.

Lunes

Momento aleatorio hace un rato esta noche: de pronto, Todd nos ha preguntado a todos en el Habitrail 2: «Cuando fabrican lonchas de queso que sólo tienen un 80 % de leche, ¿de qué está hecho el otro 20%?»

Michael le ha contestado en el acto: «Qué pregunta, de aditivos no lácteos, claro.»

Hoy nos hemos enterado de que Bug tenía en su ordenador un programa que te instala un fondo de madera en el escritorio de tu Macintosh... ¡y no nos había dicho nada! A regañadientes, nos lo ha pasado. «El shareware es para compartir, Bug, no para monopolizar.»

De modo que todos tenemos un fondo de madera digitalizado en nuestros escritorios. La sala de juegos soñada vive en el interior de nuestro mundo informático.

Abe:

«Hoy voy a DESPOTRICAR un rato. 2 cosas:

1)

El Dólar es la moneda de trabajo no solo de la economía interior, sino de casi todos los países del mundo (menos Europa y Japón).

Eso tiene que significar algo. Esta a todas luces muy por debajo de su valor. ¿Por qué la Reserva Federal mantiene el valor tan bajo?

(insértese aquí la teoría de la conspiración)

Y ademas ¿QUÉ PASA CON LOS FONDOS MUTUOS Y LOS FONDOS DE PENSIONES? Me NIEGO a creer que el dinero metido en un banco en 1956 siga siendo dinero *todavía* en 1994.

El dinero de 1956 quizá siga estando técnicamente "ahí" (este donde este ese "ahí"), pero es dinero vampirizado. Dinero enfermo. Dinero maligno.

No puedo creer que *yo*, precisamente yo, este diciendo esto, pero hay algo obsceno en el dinero que esta metido en un banco y acumula intereses a lo largo de las décadas. "Esta trabajando", nos dicen...

AH VALE!

No, creo que el dinero sufre una especie de colapso. La gente va a darse cuenta de que el dinero tiene una vida media: mas o menos una década y que luego se vuelve perverso y aleatorio.

¿Qué, muchachos, esperando una pensión? ¡Ja Ja Ja!

Hoy me siento como Bug.

2)

Huevo de Pascua

plataforma

surf

frontera

jardín

jukeboK

red

ropa sucia

conducto

lazooo

autopista

Pronto entraremos en una época en que habremos creado una metáfora informática para TODO lo que existe en el mundo real.

Cuando lo piensas bien, *todo* puede ser una metáfora de *todo*.

Te cito, Daniel: "Bueno, pensándolo bien"»

Abe tiene un amigo investigador que está trabajando en el desarrollo «retrometafórico» de los productos de software. Es decir, pensar en un objeto del mundo real que no tiene un ciberequivalente y luego imaginar cuál sería. Abe está preocupado porque en este momento está trabajando en «pistola».

Pensamiento: a veces metes accidentalmente un dígito de más en el año, por ejemplo, 19993 y añades 18.000 años al presente; y entonces te das cuentas de que el año 19993 existirá algún día y de que el tiempo es algo escalofriante.

En realidad, he observado que últimamente siempre parece llegar un punto en las conversaciones en que todo el mundo dice que ya no tiene tiempo para nada. ¿Cómo es posible que el tiempo desaparezca? Así, sin más. Esta mañana, cuando nos despertábamos, se lo he comentado a Karla, y me ha dicho que ella también lo había observado. También ha dicho que hoy en día todo el mundo tiene el mismo aspecto: «Todo el mundo parece idéntico y salido de un Gap.» Se ha quedado pensando un instante. «Hoy todo el mundo parece idéntico porque nadie tiene tiempo para diferenciarse, ni siquiera tiene tiempo para comprar.»

Ha hecho una pausa y ha mirado el techo. «No le caigo bien a tu madre.»

«¿Cómo puedes ser de pronto tan aleatoria? Claro que le caes bien.»

«No. No le caigo bien. Piensa que soy una cateta.»

(Dios mío, no, otra vez ese rollo estúpido.) «¿Cómo puedes decir eso?, si nunca habláis.»

«¿O sea que admites que no le caigo bien?»

«¡No!»

«Tenemos que hacer algo juntas. No tenemos experiencias ni recuerdos compartidos.»

«Espera un momento. ¿Y yo qué, no cuento?» «A lo mejor se cree que te estoy robando.» «¿Mi madre?»

«Organicemos un almuerzo. ¿Cuánto tiempo hace que llevamos aquí? Nunca hemos salido a comer juntos.»

«¿Un almuerzo? No es que sea gran cosa.» «Los recuerdos tienen que empezar en algún lugar.»

Ahora que lo pienso, mi madre nunca viene a vernos al trabajo. Nunca. Y, en realidad, nunca hablan entre ellas. Me da la impresión de que tendría que haberme fijado en ello, y me doy cuenta de que esto ahora me preocupa.

Una crisis en mi recién estrenada y mejorada vida.

Esta tarde, hemos estado lanzando dardos Nerf (Jarts) durante unas horas en el jardín de atrás para reinicializar nuestros ritmos circadianos. Hemos bebido Cabernet del valle de Napa como si fuéramos Cary Grant y hemos hecho chistes klingon. Le hemos cogido los prismáticos soviéticos a mi padre y nos hemos dedicado a inspeccionar el enorme «cubo de Jell-O» azul que hay abajo, en el valle: el Centro de Control de Satélites situado dentro de la base de la Fuerza Aérea de Onizuka, en Sunnyvale.

Un limonero estaba floreciendo junto a la casa; el aire tenía una fragancia de limonada y olía como el vestíbulo de un hotel caro.

Ethan iba, como siempre, hecho un maniquí, como uno de esos tipos bronceados que salen en la entrega de los Osear. (Aunque, esa caspa...) Nos ha saludado diciendo: «Buenas tardessss, mi precioso y feliz sistema de entrega.»

Le hemos preguntado si quería jugar a los dardos con nosotros, pero ha contestado: «Me gustaría, chicos, pero los antidepresivos me vuelven fotosensible. El sol me hace polvo. Las retinas se me grabarían como un microchip. Seguid jugando, chicos. El sol es bueno para la productividad.» Él y mi padre han entrado a la cocina para charlar de psicofarmacología, mientras mi madre nos sacaba una bandeja de emparedados Dagwood.

Ethan me ha contado algo estupendo. Me ha dicho que la razón por la que los domadores de leones blanden sillas mientras hacen restallar el látigo es porque los leones quedan fascinados por los cuatro puntos de las patas de la silla, pero nunca por los cuatro al mismo tiempo; su atención se ve constantemente distraída, y por ello es posible someterlos.

Ethan habla tan en plan estrella... Nunca había oído a nadie hablar así antes. Susan dice que habla como los personajes de una miniserie.

Estoy de acuerdo con Susan en que Ethan es irritante, pero resulta difícil precisar exactamente por qué lo es: hace un montón de pequeñas cosas que se van acumulando y producen IRRITACIÓN. Pensándolo bien, me doy cuenta de que si otra persona las hiciera no me molestaría. Es su modo de ser, tan meloso y falsamente natural. Como el modo en que entra siempre en la oficina y se me acerca y me dice: «¿Cómo estás?», con una voz interesada, sin dejar de mirarme fijamente a los ojos. Directamente. Como si de verdad le importara. Y, luego, cuando le digo: «Bien», me aprieta un hombro y dice: «No, en serio, ¿cómo estás?», como si no estuviera diciéndole la verdad. «Sé que has estado trabajando duro.» Nunca sé que decirle, así que vuelvo a mirar la pantalla y sigo programando.

Otra cosa irritante que hace es que te pregunta algo en lo que estás trabajando en ese momento y, cuando empiezas a hablar, interviene y se las apaña Para contarte una anécdota personal. Como cuando le conté los problemas que tuvimos a la hora de decidir si ponerle o no sonido a
Oop!
y estábamos calculando el espacio adicional de memoria que ocuparía el sonido y si tenerlo representaba un valor añadido que justificara el trabajo extra. Fue como si hubiera estado esperando el momento de intervenir. Dijo: «Valor añadido. Qué concepto tan arbitrario; es diferente para cada persona.» Y luego empezó a contar la historia de sus vacaciones en Bali, en una cabañita de un superbalneario que se llamaba Amand no sé cuántos, costaba 400 dólares por noche y que tenía incluso pequeños esclavos a su entera disposición. En su mente, eso estaba unido a la noción de «valor añadido», y el caso es que mis palabras sobre el sonido y la memoria quedaron olvidadas.

Estoy seguro de que desearía tener ahora ese dinero que se gastó en Bali.

Aunque sea a regañadientes, hay que admitir que Ethan sabe un montón de los negocios en el Valle. Como mucha gente que se dedica a los ordenadores y los juegos, nunca fue a la universidad. Diseñó un juego que generó millones en la época del Pong, se hizo millonario, se arruinó con Atari, ganó millones otra vez en los ochenta de Reagan con no sé qué basado en SEGA se arruinó otra vez y supongo que ahora volverá a ser millonario en los muitimediáticos noventa.

Sus credenciales informáticas también son buenas. En algún lugar en medio de todo ese dinero se las ingenió para conseguir trabajar en El Segundo Lab de Xerox y en TRW, en Redondo Beach.

Nunca he visto que se preste tanta atención a unos valores como el que se le está prestando a 3DO. Todo el mundo anda preguntándose si deberían invertir en ellos. Bueno, en el caso de que tuviéramos dinero que invertir. Recuerdo haber visitado su aparcamiento algún domingo por la tarde.

Karla le ha preguntado a mi madre si quería venir a almorzar con nosotros, y mi madre ha puesto pegas al principio: «No sé si me puedo tomar tanto tiempo en la biblioteca.» Cosas de ese estilo. Bueno, si alguien quiere comer contigo, no le das esa clase de seudoexcusas.

Al final Karla ha logrado convencerla, como si fuera alguien que hubiera asistido a las conferencias de Anthony Robbins. Así que esta semana iremos a almorzar los tres juntos, y espero que la comida no se convierta en un ajuste de cuentas.

Le he preguntado a Michael qué quería para su vigésimo quinto aniversario, la semana que viene. Su mensaje ha parpadeado en mi pantalla a las 2.40, desde su despacho, donde estaba trabajando con la puerta cerrada.

>Cumpleaños:

Quiero una de esas llaves que ganas en los videojuegos que te permiten derribar las paredes y llegar al siguiente nivel, llegar al *otro lado*.

Un mensaje particularmente largo, porque el correo electrónico de Michael suele tener una media de tres palabras. Un intro, signos de puntuación y cosas así.

Ahora que he estado pensando sobre el tema, me doy cuenta de que no estoy seguro de cuál es exactamente la estructura financiera de
Oop!
¿No me lo habré montado mal, embarcándome en algo sin tener ni idea de su estructura financiera... sin haberme siquiera preocupado de hacer las preguntas que se suponía que tenía que hacer porque nunca había tenido que hacerlas antes porque había sido mimado hasta la muerte por los beneficios de Microsoft?

Nooooo...

Anoche hubo una tormenta y cayeron unas cuantas ramas de eucalipto junto al garaje. Hacia el anochecer, Bug, Karla y yo hemos fingido que éramos un trío de masajistas finlandesas malignas llamadas Oo-la, que se dedicaban a golpear con brío a sus atrevidas víctimas. Tengo los brazos llenos de arañazos mentolados.

Karla está preparando una lista de temas para hablar con mi madre durante el almuerzo. Le he dicho: «Karla, es un almuerzo, no una reunión.» Se muere de ganas de causar una buena impresión.

Me sorprende lo mucho que eso me gusta.

Michael se ha enfadado con Todd por haber grabado una cinta VHS de una animación gráfica de
Oop!
que Michael había preparado con una demo para unos posibles inversores. Todd le grabó encima
Las mejores peleas de hockey III
.

Todd y Susan han tenido la gripe, así que supongo que todos vamos a caer. Ethan lleva toda la semana comportándose de forma extraña. Supongo que nuestra cuenta bancaria está echando humo otra vez.

cinta marrón de cásete desenrollada en la autopista

Grapas número de identificación personal

CK-one

aro de baloncesto

Si fuéramos máquinas, tendríamos el don de ser eternos y quiero que lo entiendas

Martes

Todo el mundo ha pillado la gripe, excepto Ethan y yo. Ethan me ha pedido que lo acompañara a Electronic Arts, en San Mateo, y después a una reunión en el centro financiero, en la esquina de la 280 con Sand Hill Road. Hemos ido en su Ferrari rojo rubí.

«Aquí, el Ferrari es como un rito de paso para el dinero nuevo. Te compras uno a los 26 años, te quitas la obsesión de la cabeza, te lo sacudes por un Lexus o un Infiniti gris y de ahí en adelante llevas cochazos grises durante el resto de tu vida. Yo conservo el mío porque, por ahora, no puedo comprarme otra cosa y tampoco puedo pagar los impuestos si lo vendo. Debería ponerle una de esas pegatinas que dicen:
"NO TE RÍAS: AL MENOS ESTÁ PAGADO
.
"
Nadie entendería la ironía de que estoy en las últimas.»

Hemos avanzado a gran velocidad hacia el sur y hemos dejado atrás las colinas onduladas cubiertas de árboles y niebla. He bajado la vista hacia la mano, le he dado una palmada y he dicho: «¡Oye, Ethan!, miro mi simpatímetro y la aguja no se mueve.»

«Esto es el Valle, muchacho, cambia de onda. Ésta es la autopista Lexus, la más espectacular de Estados Unidos.»

Le he comentado a Ethan el libro sobre autopistas que he leído, el
Manual de ingeniería de autopistas
, de Robert F. Baker, Ethan, a su vez, me ha contado que la 280 —la autopista Lexus— se conoce también con el mote de autopista Mensa.

He mirado en la guantera y había una botella de Maalox con sabor a cereza.

Ha dicho Ethan: «Guardo el Maalox en la guantera del coche y, a veces, antes de ir a alguna reunión, echo un trago en el aparcamiento como si fuera un borracho. Una vez entré en una reunión con un pegote de Maalox blanco y reseco en los labios, y todo el mundo pensó que era coca o algo parecido. Les dije que era un palito picante Pixy Stix y dijeron: "Vaya, qué gracioso", pero siguieron pensando que estaba ciego de coca. Tío, no sé qué habrían dicho de haber sabido la verdad: un Pixy me habría hecho en el estómago un cráter del tamaño del Saint Helens.»

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