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Authors: Douglas Coupland

Microsiervos (35 page)

BOOK: Microsiervos
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He dado las gracias a Michael por ser tan amable con mi padre y dejar que ronde por la oficina y todo eso, pero Michael ha dicho: «¿Amable? Bueno, quizás. El caso es que en cuanto haya asimilado las bases, será un excelente representante para
Oop!
, ¿no crees? Con su pelo plateado y, lo mejor de todo, sin caspa.»

¡Esta semana he ganado un kilo de músculo sólido y ondulado! Bueno, a lo mejor. Podría ser que mi prolongada visita a la fuente de agua refrigerada antes de pesarme haya movido la aguja hacia arriba.

Esta noche he tenido que pasar por casa de Todd y de Dusty para dejarles unos disquetes. He subido hasta la casa y por la ventana principal he visto a Todd untando a Dusty con una gruesa capa de un ungüento color salsa para barbacoa mientras ella posaba sobre una tarima, frente a un espejo de cuerpo entero, feliz como una niña. Él estaba frotándole el vientre; he mirado a hurtadillas a través de la buganvilla, he abandonado la idea de interrumpir su ritual y he vuelto al coche para meterme en el perfume de flores de la motorizada noche californiana.

Sábado

Karla y Dusty han desaparecido esta mañana hacia las diez y han vuelto hacia mediodía; Dusty gimoteaba y, sin poder contenerse, nos ha dicho —a Todd y a todos los que estábamos en la oficina— que está embarazada.

«Joder —ha dicho Dusty—, he hecho tantas cosas raras con mi cuerpo que seguro que voy a tener un pomelo.» Berreaba. Estaba hecha un lío.

Tras las típicas bromas sobre la «Versión 2.0», obligadas siempre que una informática queda embarazada, la hemos tranquilizado. Ethan ha llamado a un amigo médico con su teléfono celular, lo ha arrancado de cualquier manera de su partido de golf y ha hecho que le diera a Dusty una charla instructiva. Y todos hemos tenido que prometer que iremos a la ecografía con ella. Todd se ha marchado y ha pasado la tarde en el gimnasio.

Hacía un día bonito, bonito de verdad, el sol calentaba y hemos paseado por las calles; los colores eran brillantes y exóticos, el aire sereno, y nos sentíamos vivos, llenos de vida.

Lunes

«El ideal pequeño burgués de retraerse a una autonomía jeffersoniana ya no es sostenible en un entorno simultáneo y globalizado con transferencias instantáneas y asíncronas de capital entre cajeros automáticos.»

«Corta el rollo y métete en el coche, Dusty.»

Karla y yo hemos ido con Dusty a su clínica, en Redwood. Está convencida de que su crío va a ser un pomelo. Ya veo venir siete meses y medio de ansiedad extrema y ecografías. Al salir, ha dicho: «Se me está pasando, ¿sabéis?»

«¿Qué es lo que se te está pasando?»

Dusty miraba por la ventana trasera de la furgoneta. «La ideología. Sí, me doy cuenta de que está dejando mi cuerpo. Y me da igual. No la echo de menos.»

Hemos circulado un rato; hemos pillado todos los semáforos en rojo porque estaban en obras en el Camino Real. En el semáforo rojo número diecisiete, Dusty se ha dado la vuelta, ha mirado por la ventanilla trasera del microbús por última vez y ha murmurado: «Adiós.»

Entonces se ha vuelto hacia Karla y ha rugido: «¡Al Burger King ahora mismo! Tres bocadillos de pescado con ración doble de salsa tártara, patatas fritas de las grandes y una bebida tamaño Gran Trago.

¿Estáis de acuerdo, muchachos? Tengo cantidad, cantidad de hambre, y si le contáis a Todd que hemos ido a un Burger King os machaco y os convierto a los dos en McNuggets de pollo.» «Esto sí que es revolucionario, nena. Allá vamos. ¡Balleneros a la vista!»

El pobre Todd —«papi»— se ha pasado el día atontado y ha desaparecido en dirección al gimnasio a eso de las seis. Lo he seguido por si necesitaba hablar con alguien, pero en lugar de meterse en su Supra, ha bajado la calle andando, de modo que he caminado tras él, preguntándome cómo debe de ser eso de recibir de golpe la noticia de que uno está en tareas reproductivas. A unas pocas manzanas, me he llevado una sorpresa cuando ha entrado en una pequeña iglesia baptista. He esperado un minuto y después he seguido sus pasos y he entrado en la iglesia; fuaaa, una pequeña bocanada de aire fresco del interior me ha dado en la cara, he avanzado por el centro de la nave y me he sentado junto a Todd, que estaba rezando en un banco. Me ha mirado y ha dicho: «Hola.»

Todd no sabía qué hacer con las manos. He canturreado:
«Stopped into a church...»

Ha dicho: «¿Eh?»

He dicho: «Es una canción, "California Dreaming".»

Ha dicho: «Es verdad.»

He dicho: «Hagamos un trato: yo me quedo aquí sentado, a tu lado, y voy a soñar un poco. Y tú, bueno... ¿por qué no sigues rezando?»

«De acuerdo», ha dicho.

Y él ha rezado y yo he soñado despierto.

¡Ah!, Ethan ha terminado su autopista.

6
Chyx
Lunes
Una semana más tarde

Desde detrás de los tabiques móviles forrados de tela de nuestra oficina he oído cómo Emmett murmuraba a Susan: «Oye, Susi, ¿salimos esta noche?» «No sé, Emm...»

«Oye, será genial. Podemos captar llamadas de teléfonos celulares con mi escáner Pro-46 de Radio Shack: he alterado el ancho de banda con un soldador, o podemos oír algunas llamadas de chalados que tengo grabadas... meternos en algún ordenador saltándonos la clave... pillar unas empanadillas de jamón y queso...

Susan se lo ha tomado con mucha calma: «Eeeh... bueno... ya me lo pensaré.»

Pero en cuanto Emmett ha desaparecido de su vista, ha enviado un mensaje por correo instantáneo a Karla, y se han escabullido a la calle para comunicarse los últimos datos; los pendientes de aro de Susan tintineaban como la pandereta de Verónica Lodge. Karla me ha contado más tarde que Susan le había dicho que era la mejor propuesta para salir que había tenido en su vida. «¡La cita soñada!»

Ninguna conversación es privada en nuestra pequeña oficina y todos los días escucho charlas de lo que se está convirtiendo en una macroamistad femenina.

Sin embargo, hoy Karla, Susan y Dusty han abierto una brecha en el muro y han pasado a un nuevo nivel. Ha empezado de manera bastante simple, cuando todos estábamos comentando cómo, en estos últimos años, los productos alimenticios se han multiplicado como clones hasta producir dieciocho versiones de sí mismos. Por ejemplo, la vieja coca-cola, la nueva coca-cola, la coca-cola
light
, la vieja coca-cola sin cafeína, la nueva coca-cola sin cafeína, coca-cola con pulpa, coca-cola con queso... Hemos intentado localizar dónde estaba el origen de esta multiplicación de los productos y hemos llegado a la conclusión de que fueron los fabricantes de mantequilla de cacahuete quienes inventaron hace décadas la versión densa y la versión suave de su producto.

Entonces las cosas se han descontrolado. De repente, Karla se ha acordado de contarle a Susan que Fry's no vende tampones, y Susan se ha ido enfadando cada vez más hasta que la conversación se ha tamponizado completamente.

«No sé por qué no los venden. Aunque sólo sea porque son carísimos y el margen de beneficio debe de ser de un mil por ciento.»

Susan ha telefoneado para comprobar que Fry's, efectivamente, no los vende.

Karla ha dicho: «Lindy, aquella mujer de Apple que conocí en la última fiesta
geek
, me dijo que en todos los servicios de señoras tienen máquinas Lucite que dan tampones gratis. Este tipo de intromisión de la empresa en la vida privada de los empleados sí que me parece tolerable.»

Todas han estado de acuerdo en que eso de los tampones gratis era tope guay.

«La dirección de Apple debe de estar en manos de una mujer —ha dicho Dusty—: Quizá lo esté y lo ocultan para llevarse bien con los japoneses.»

Karla ha dicho: «¿Cóm...?» y Dusty ha contestado: «Vamos, mujer, sabes muy bien que los hombres de negocios japoneses son totalmente reacios a aceptar cualquier autoridad procedente de una mujer, por importante que sea el cargo que ocupen las mujeres en sus compañías norteamericanas.»

La conversación ha derivado hacia una discusión sobre la crisis de Apple por déficit de carisma, pero enseguida ha vuelto a los tampones; ha resultado muy violento para mí, como cuando estás viendo un documental de animales de
Mutual of Omaha's Wild Kingdom
con tu madre y, de repente, aparece un anuncio de compresas Summer's Eve: tu madre sale rápidamente de la habitación y, aunque no sabes muy bien por qué debes sentirte incómodo, lo cierto es que todo el mundo se siente mal.

Karla ha dicho: «Pero lo malo de los tampones gratis de Apple es que son Playtex, no O.B.»

Las tres al unísono:
«Diseñados por una ginecóloga...»

Susan ha dicho: «Los Playtex absorben porque se hacen más largos, no más anchos... Y, cuando tengo la regla, la sangre no cae en vertical... sino en 360°. Y es alucinante porque, cuando lo metes, tiene el tamaño de un pintalabios pequeño e inocuo pero, cuando lo sacas, al final de la cuerda, ¡no veas la soga de algodón que sale! ¡Me da miedo que se me enganche en el útero y me lo arranque al tirar!»

Todd me ha enviado un mensaje por el correo instantáneo, que se ha puesto a parpadear en mi pantalla, diciendo:
No puedo creer lo que estoy oyendo
.

Dusty ha dicho: «¡Los O.B. son geniales! Pero supongo que no todas las ejecutivas agresivas están lo bastante a gusto con su cuerpo como para meterse el dedo... ya sabéis donde» (ha añadido, simulando la voz de ama de casa de los cincuenta).

Se han reído las tres con ironía.

Susan ha dicho: «Creo que la excusa más trillada que dan las mujeres acerca de por qué no utilizan O.B. es porque no quieren que su dedo índice se ensucie... Vamos, si cada vez que pagan algo con un billete de un dólar se les pone la mano asquerosa, y eso no les impide comprar con billetes.»

«Deberían hacer tampones para los días "grumosos"... ¡En los días más "ligeros" los protege-slips vuelan!», ha dicho Karla.

Parece evidente que existe una preocupación universal por los tampones, a juzgar por el entusiasmo que han originado.

Todd me ha enviado un mensaje instantáneo:
Las mujeres tienen días *grumosos*? ¿Se supone que los tíos tenemos que saberlo? Me estoy asustando
.

He intentado imaginar el equivalente masculino de la grumosidad y no lo he conseguido; mientras, las tres chicas han seguido dejándonos helados, y Todd, Bug y yo hemos enterrado aún más la cabeza en nuestras zonas de trabajo.

Dusty ha dicho: «Dios mío... Me asusté cantidad la primera vez que vi grumos. Nadie te lo cuenta ni en el colegio ni en casa ni en cualquier otro sitio, vamos. Ves los anuncios de Playtex con ese líquido que parece agua azul y eso es lo que esperas, y entonces un día te miras la compresa y tiene... grumos. Es bestial.»

Karla, siempre lógica, ha dicho: «Yo razoné que tenía que ser el revestimiento del útero, pero tenía la imagen mental del revestimiento como algo fino, delgado... no como trozos de hígado.»'

Dusty ha especulado: «Nosotras, como mujeres, tenemos que inventar también alguna alternativa al adhesivo que ponen en las compresas. No las llevaría si no fuera por los grumos. Me preocupa pensar en los grumos que quieren emigrar hacia el sur y no pueden porque el tampón forma una barricada. Así que siempre llevo compresas el segundo día, pero las odio. Es como tener pegado un papel depilatorio.»

Karla ha sugerido: «Si algún día fabrican tampones para grumos, ya no tendremos que llevar compresas.»

Susan ha dicho: «Me apuesto lo que queráis a que Fry's no tiene tampones porque son misóginos y tienen miedo de las mujeres adultas que sangran... ¡No son capaces de aceptar a una mujer que no sea una Barbie, sino una mujer de una pieza!»

Karla y Dusty: «¡Tú lo has dicho, hermana!» Susan ha añadido: «Una vez más, los hombres ganan: con la histeria del condón y con el semen, monopolizan la idea de que los fluidos corporales son sagrados. Las mujeres salimos perdiendo una vez más. Quiero que las compresas sean a los noventa lo que los condones fueron a los ochenta. ¡Desestigmaticemos el flujo!»

Susan ha tenido la ocurrencia de poner en marcha un grupo de apoyo a las programadoras del Valle. Lo ha llamado Chyx y lo ha anunciado en la Red. Ha dicho: «Iba a llamarlo "Chykas", pero "Chyx» suena más a empresa de bioingeniería, así que mola más.»

Los requisitos para formar parte de Chyx (y convertirte en una «Chyka») son «dominio de uno o dos lenguajes informáticos, una vagina y el convencimiento de que Mary Tyler Moore en el papel de Mary Richards vestida con un ceñido traje de chaqueta con pantalón es la encarnación humana de Dios».

Es probable que Susan se vea inundada de peticiones. Karla y Dusty ya son miembros con el número 0002 y 0003 respectivamente. Han recibido un montón de fotocopias de textos de Brenda Laurel.

Esto me recuerda que aquí, cuanto más bajo es el número que uno tiene en la empresa, más alto es su nivel jerárquico y más probable es que acabe teniendo una participación.

Más tarde, nuestras vidas han degenerado en una riña como las de los dibujos animados de
Rasca y Pica
. Hemos decidido todos que necesitábamos un poco de luz solar —hemos estado trabajando tanto últimamente que nuestros relojes internos estarán ahora por algún país del bloque del Este—, de modo que nos hemos ido a dar una vuelta en el microbús hasta Stanford, hasta el acelerador lineal de partículas que pasa por debajo de la 280, junto a la salida de Sand Hill Road.

Hemos ido los que integrábamos el grupo básico de la vieja casa
geek
de Redmond: Karla, Michael, Todd, Bug y Susan, y además Ethan. Dusty no ha venido porque últimamente se marea con todo. Ha colocado su mesa de trabajo junto a la puerta del cuarto de baño. Se muere por los Mr. Noodles instantáneos y no para de enviar a Todd en busca de comida al Burger King. Michael le ha regalado su colección de bolsas de mareo de distintas líneas internacionales como «regalo de fertilización».

Emmett se ha ido temprano, seguro que para acicalarse. Anatole ha pasado por aquí, pero se ha marchado. Estamos furiosos con él porque todavía no nos ha organizado una visita a Apple y hace ya semanas que dijo que lo haría.

En cualquier caso, Bug, Susan, Todd y Ethan se han embarcado en una misteriosa discusión sobre el mérito del teclado QWERTY frente al Dvorak y la cosa ha llegado a ponerse F-E-A. Han empezado a gritar y juro que iban a estrangularse con los cinturones de seguridad, quemarse los ojos con el encendedor y arrastrarse en pelotas mutuamente por la calzada, dejando manchas rojas sobre las líneas blancas, nítidas y limpias de la autopista de California.

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