—Ellos están decidiendo, Anita. No eres a la única que no le gusta la forma en que esto está pasando.
—¿Cómo pudiste secuestrar a Gregory? ¿Cómo pudiste hacer eso?
—Tan pronto como me di cuenta de lo que había ocurrido, sabía que la manada votaría. La mayoría de ellos no estaban contentos contigo incluso antes. No les agradó, y no les gustó. El hecho de que los hubieras evitado, a todos ellos por seis meses no ayuda.
—Tuve que juntar toda mi mierda antes de que pudiera regresar, Richard.
—Y mientras tú estabas juntando la mierda, la mina se caía a pedazos.
—Lo siento, Richard, soy yo. Pero no lo sabía.
—Mañana por la noche en el lupanar, una hora después del anochecer. Puedes llevar a todos sus wereleopardos y cualquier otro tipo de cambiaformas que sean tus aliados.
Si fuera yo, como Ulfric, pediría ayuda a las wereratas.
—No soy más tu lupa, así que no son mis aliados, son tuyos.
—No —dijo, y la ira se había ido de nuevo. Richard no podía guardar rencor por mucho tiempo.
—¿Qué pasa si no puedo hacer que me devuelvan a Gregory? —No me contestó, sólo el sonido de su respiración en el teléfono—. Richard, ¿qué le sucederá a Gregory?
—Va a ser juzgado por la manada.
—¿Y?
—Si es declarado culpable de matar a nuestra lupa, es una sentencia de muerte.
—Pero estoy aquí, Richard. No estoy muerta. No se puede matar a Gregory por matarme mí, cuando él no lo hizo.
—Aplacé el juicio hasta que estuvieras lo suficientemente bien como para asistir. Es lo mínimo que podía hacer.
—Tú sabes, Richard, a veces es bueno ser rey. El rey llega a perdonar a quien él quiere, un rey llega a acoger a quien quiera.
—Ya lo sé.
—Entonces, se rey, Richard, de verdad se rey. Que tengan a su Ulfric, no a su presidente.
—Estoy haciendo lo que creo que es lo mejor para todos.
—Richard, no se puede hacer esto.
—Ya está hecho.
—Richard, si no aceptan mi prueba, no les voy a permitir matar a Gregory. ¿Me entiendes?
—No se permite llevar armas en el lupanar, sólo cuchillos. —Su voz salió en un susurro con mucho cuidado.
—Recuerdo esa regla. Pero Richard, ¿me estás escuchando? ¿Estás comprendiendo lo que te estoy diciendo?
—Si tratamos de ejecutar a Gregory mañana por la noche, serás tú contra nosotros, lo entiendo. Pero entiende esto, Anita, tus leopardos no son rival para nosotros, ni siquiera con Micah y su manada. Nosotros te superamos en número de cinco a uno, tal vez más.
—No importa, Richard. No podemos cruzarnos de brazos y ver morir a Gregory, no por algo estúpido como esto.
—¿Tratarás de salvar a uno de tus gatos a riesgo de perderlos a todos? ¿Estás segura que quieres ver lo que pasaría si tratas de luchar para salir del lupanar, a través la manada? No me gustaría verlo.
—Esto es… maldita sea, Richard, si me ponen contra las cuerdas, no les va a gustar.
—¿Es una amenaza?
—Richard… —Tuve que parar en mitad de la frase y contar despacio en voz baja. Sin embargo, contar hasta diez no iba a hacerlo, tal vez un billón—. Richard —mi voz salió más tranquila—, voy a salvar a Gregory, haré lo que sea necesario. No voy a dejar que los lobos masacren a mis leopardos, o lo que sea. Has perdido los estribos y tomaste uno de mis leopardos. Has realizado en la manada una burla de la democracia, en la que ni siquiera tienes derecho de veto presidencial. ¿Realmente te vas a quedar con los errores de juicio de una guerra entre tu manada y mis aliados?
—Todavía creo que todo el mundo tenga una voz a ser escuchada es una buena idea.
—Es una gran idea, pero no funciona, ¿no? —de nuevo se hizo el silencio—. Richard, no lo es.
—Está fuera de mis manos. Lo siento, Anita, no sabes cómo lo siento.
—Richard, en realidad no les permitirás ejecutar a Gregory. Quiero decir, ¿verdad? —Silencio de nuevo.
—Richard, habla conmigo.
—Haré lo que pueda, pero he perdido la votación sobre este asunto. Y no puedo cambiar eso.
—¿Realmente piensas verlo morir por lo que no hizo?
—¿Cómo sabes que no te infectó a propósito?
—Estaba allí. Cayó encima de mí con dos de las serpientes atacándolo. Fue un accidente. Les impidió cortar mi corazón. Me salvó la vida, Richard, y esto es lo que recibe como pago.
—¿Podría haber desviado sus garras en el último minuto? —preguntó Richard.
—No, todo sucedió muy rápido.
Se rió, pero su risa fue amarga.
—Has estado alrededor de nosotros durante mucho tiempo, y todavía no entiendes lo que somos. Podría desviarse en menos de un abrir y cerrar de ojos. Gregory no es más lento que yo. Como un leopardo él es más rápido, y ágil.
—¿Estás diciendo que lo hizo a propósito?
—Estoy diciendo que había una fracción de segundo para decidir lo que haría, y decidió mantenerte como Nimir-Ra. Quitándome de en medio.
—¿Y tú vas a hacerle pagar por ello? ¿Es eso?
—Sí, eso es todo.
—¿Con su vida?
Suspiró.
—No quiero verlo muerto, Anita. Pero cuando me enteré de lo que había hecho, quería matarlo con mis propias manos. Estaba tan mal que no me atreví a estar a su alrededor, así que tuve que trasladarlo a un lugar seguro hasta que me enfriara. Pero Jacob se enteró de ello, y nos obligó a una votación.
—¿Quién es Jacob?
—Mi nuevo
Geri
, tercero en la manada detrás Sylvie.
—Nunca he oído hablar de él.
—Es nuevo.
—Maldita sea, tercero en la línea, y es nuevo. Debe ser un luchador muy bueno, o uno muy vicioso, para ganar muchas peleas en menos de un año.
—Es bueno, y es vicioso.
—¿Es ambicioso? —pregunté.
—¿Por qué?
—¿Si Jacob no hubiera forzado el voto, me hubieran regresado a Gregory? —Se mantuvo tranquilo durante tanto tiempo, que finalmente le pregunte—: ¿Todavía estás ahí?
—Estoy aquí. Sí, yo te lo habría regresado. No puedo matarlo por lo que ha hecho.
—Así que Jacob ha puesto en funcionamiento una estrategia para deshacerse de un poderoso aliado «yo» y te obligó a declarar la guerra a otro grupo «los wereleopardos». Ha sido un chico muy ocupado.
—Está haciendo lo que piensa que es correcto.
—Jesús, Richard, ¿cómo puedes ser todavía tan ingenuo?
—¿Crees que quiere mi trabajo?
—Tú sabes que quiere tu trabajo. Lo puedo escuchar en tu voz.
—Si no soy lo suficientemente fuerte como para mantener mi puesto en la manada, entonces es prerrogativa de Jacob retarme. Pero él tiene que derrotar a Sylvie en primer lugar, y es tan buena como él, e igual de viciosa.
—¿Qué tan grande es Jacob?
—No de mi tamaño, pero musculoso.
—Sylvie es buena, mide de cinco a seis pies y delgada, y es una mujer. Y por mucho que me duele decir esto, eso hace una diferencia. Kilo por kilo ustedes tienen la fuerza del cuerpo, superior a nosotros. Si la técnica es igual, una persona con más peso le ganará a una con menor peso.
—No subestimes a Sylvie —dijo.
—Ni la sobreestimes tampoco. Ella es mi amiga, también, y no la quiero muerta simplemente porque tú no estás dispuesto a ocuparte de los negocios.
—¿Qué se supone que significa eso?
—Esto significa que hasta que no venza a Sylvie y se convierta en
Freki
, tu segundo en comando, puedes matarlo fuera de un desafío. Puedes darle muerte.
—Y si Marcus había pensado eso de mí, yo estaría muerto ahora.
—Y Marcus estaría vivo, Richard. Tú no te estás ayudando.
—No somos animales, Anita, somos gente. Y no puedo matarlo porque creo que quiera mi trabajo.
—No te quedes abajo como Ulfric, Richard, que la lucha es a muerte. Sé que teóricamente si ambos están de acuerdo, no tiene que ser la muerte. Pero he estado preguntándome, y ningún hombre lobo con el que he hablado puede recordar una lucha por el Ulfric que no fuera a muerte. Él no quiere tu trabajo, Richard, quiere tu vida.
—No puedo controlar lo que Jacob quiera, sólo lo que yo hago.
Estaba empezando a recordar por qué Richard y yo no hemos podido ser una pareja. ¡Oh!, ha habido un montón de razones. Lo había visto comer de Marcus, y me había hecho huir. Entonces nos volvimos a juntar, y las marcas eran abrumadoras. Pero había otras razones. Las razones que me hacía sentir cansada y mayormente de Richard, aunque en realidad era dos años mayor que yo.
—Eres un estúpido, Richard.
—Realmente no es de tu incumbencia, Anita. Tú no eres más mi lupa.
—Si te mueres, las marcas pueden arrastrar a Jean-Claude y a mí a morir contigo, así que esto lo hace mi negocio.
—¿Y no es arriesgar tu vida cada vez que vas cazar vampiros o criaturas sobrenaturales con la policía? Hace menos de un mes casi te moriste en Nuevo México. Tú corres el riesgo por todos nosotros.
—Estaba tratando de salvar la vida de gente, Richard. Tú estás tratando de rehacer un sistema político. Tu ideología es grande para un aula o un debate, pero es carne y hueso lo que cuenta, Richard. De la vida y la muerte estamos hablando de aquí, no un ideal anticuado que tienes en tu cabeza acerca de lo que es un mundo mejor para la manada.
—Si los ideales no significan nada, Anita, entonces somos sólo animales.
—Richard, si Gregory se muere por esto, tendré que matar a Jacob, y cualquiera que se interponga en mi camino. Voy a destruir tu lupanar y la sal de la tierra, así que ayúdame, a explicarles esto a Jacob, y a cualquier otra persona que sea necesario convencer, que si me joden, se van a morir.
—No se puede luchar contra la manada entera, Anita. No así y ganar.
—Si tú piensas que lo único que me importa es ganar, entonces no me conoces en absoluto. Salvaré a Gregory porque dije que lo haría.
—Si no pasas las pruebas, no puedes salvarlo.
—¿De qué clase de pruebas estamos hablando?
—Las que sólo un cambiaformas podría pasar.
—Richard, Richard… —Tenía ganas de gritar y despotricar contra él, pero de repente yo estaba más cansada, enojada, más desalentada que enfurecida—. Pon un punto sobre esto, Richard, si no puedo salvar a Gregory, entonces voy a mover cielo, mar y tierra para vengarlo. Explícale a Jacob, y asegúrate de que lo entiende.
—Díselo tu misma. —Se hizo el silencio y un sonido de movimiento. Entonces, escuche una voz de hombre, una voz que nunca había oído antes. La voz era agradable, joven, pero no demasiado joven.
—Hola, soy Jacob, he oído hablar mucho de ti. —En su voz se hizo evidente que no le había gustado lo que había oído.
—Mira, Jacob, sé que no nos conocemos, pero no puedo permitir que mates a Gregory por algo que no hizo.
—La única manera en que nos puede parar, es ganándolo de vuelta.
—Richard explicó que tendría que pasar un examen para obtener a Gregory nuevamente. También dijo que si no habría que ejecutar Gregory.
—Es la ley de la manada.
—Jacob, no quieres que sea tu enemiga.
—Eres Nimir-Ra de un leopardo, un leopardo pequeño. Somos el Clan Rokke Thronnos. Somos el Lukoi, y no eres nada para nosotros.
—Mañana por la noche sí, estoy viniendo como Nimir-Ra de la manada de leopardos. Pero soy Anita Blake. Pregúntele a los vampiros y otros cambiaformas en la ciudad de mí. Escucha lo que dicen. No quieres meterte conmigo, Jacob, realmente no quieres.
—Ya he preguntado por ahí. Sé de tu reputación.
—Entonces, ¿por qué está haciendo esto?
—Ese es mi negocio —dijo.
—Bien, quieres hacer esto, podemos hacerlo. Si causas la muerte de Gregory a través del voto o la política hombre lobo, te voy a enterrar.
—Si puedes —dijo—. Eres un cambiaformas nuevo. Ni siquiera vas a cambiar a tu forma hasta la luna llena, y eso es en dos semanas. No eres rival para mí.
—Tú dices que me voy a ofrecer a pelear uno contra uno. Lo cual no haré. Si Gregory muere, se muere. Simple como eso.
—Si me vences, no la readmitirían en la manda. Si tú me pudieras ganar uno-a-uno en mi contra, entonces a lo mejor podrían votar nuevamente y hacerte lupa. Sin embargo, si tú acabas por pegarme un tiro, nunca serás Lupa de nuevo.
—Te voy a decir Jacob, que eres bonito y lento, así que nos entendemos. Me importa una mierda ser Lupa. Me preocupo por mis amigos, y por la gente que me he comprometido a proteger. Gregory es una de esas personas. Si se muere, te mueres.
—No voy a matarlo, Anita. Acabo de decirte que hubo una votación al respecto.
—¿Te gustan las películas de John Wayne, Jacob?
Él se quedó callado por un instante.
—Creo, quiero decir, ¿qué tiene eso que ver con nada?
—Por tu culpa, por mi culpa, culpa de nadie, si Gregory se muere, tú te mueres.
—¿Tengo que tener la referencia de una película? —preguntó. Parecía enojado.
—Creo que no, pero el punto es este. Te voy a culpar a ti personalmente, si algo le ocurre a Gregory, por cualquier razón. Así se trata de un rasguño, tú también saldrás rasguñado. Si sangra, tú también sangrarás. Si muere…
—Capté la idea. Pero no tengo un voto decisivo en esta cuestión. Sólo soy uno.
—Entonces lo mejor es pensar en algo, Jacob. Porque te doy mi palabra que todo lo que dije es cierto.
—Es lo que he escuchado de ti. —Estaba tranquilo, y nos quedamos en cada extremo del teléfono en silencio, hasta que él dijo—: ¿Qué pasa con Richard?
—¿Qué pasa con él?
—Si algo le sucede ¿qué vas a hacer?
—Si te digo que te voy a matar si lo matas, socavo su autoridad como Ulfric. Pero te voy a decir algo, si lo derrotas, entonces es mejor que sea una lucha justa en un círculo de desafío. Sin trucos de ninguna manera, no importa cuán pequeño sea el truco, te mato. Sólo quería dar protección a Richard, pero no pude. Se debilitaría su posición, y su posición ya es lo suficientemente débil.
—¿Pero si es justo, tú te quedas fuera de él?
Me apoyé en la pared y trate de pensar.
—Voy a ser honesta, Jacob, me encanta Richard. No siempre lo entiendo, o incluso puedo no estar de acuerdo con él, pero lo amo. Estoy dispuesta a matar por alguien que nunca ha sido mi amante, o incluso un buen amigo. Así que, sí, tú matas a Richard, realmente, realmente voy a querer matarte.
—Pero no lo harás —dijo.
No me gustó que hiciera tanto hincapié en el tema. Me puso nerviosa.