Parte de Guerra (9 page)

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Authors: Julio Sherer García y Carlos Monsiváis

Tags: #Histórico

BOOK: Parte de Guerra
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C. El 3/er. Batallón de Infantería al Mando del C. Coronel de Inf. JORGE CRUZ

GARCÍA, para efectos de seguridad y control, continúa ocupando las instalaciones correspondientes al CASCO DE SANTO TOMAS.

D. A partir de las 2200 Hs. del domingo 6-OCT-68, el Agente del Ministerio Público Federal en funciones en el Centro de Rehabilitación Social No. 1 en esta Capital, procedió a levantar el Acta respectiva para dar fe del armamento, municiones y equipo decomisado en los diferentes edificios ubicados frente y dentro del área de las Tres Culturas en TLATELOLCO, el 2 de octubre de 1968 (Ver Fotografía Anexo 5) lugares desde los cuales los elementos subversivos dispararon armas de fuego que provocaron la muerte y heridas de los miembros del Ejército ya señalados en los subincisos p, q, t, del párrafo B. Capítulo IV. Además de policías y civiles que también resultaron muertos y heridos.

V. ACCIONES COMPLEMENTARIAS.

A. Como medida previsoria y de seguridad ordené que el personal que se encuentra acuartelado en el VALLE DE MÉXICO se mantuviera en estado de "ALERTA"

para hacer frente a posibles contingencias en el desarrollo de la Olimpiada MÉXICO 68 muy especialmente en los períodos correspondientes a la inauguración y clausura 12 y 27 de octubre de 1968, para el efecto quedaron organizados los siguientes Agrupamientos:

1.- Destacamento Militar 12-27 de Octubre de 1968.

a. Mando: C. Gral. de Bgda. CRISOFORO MAZON PINEDA.

b. Agrupamientos:

Núm. 1.-

-Mando: Cor. Inf. DEM. JORGE CRUZ GARCÍA.

-Unidades:

3/er. B. I

43/o. B. I.

2/o. E. B. R.

Núm. 2.-

-Mando: Cor. Cab. DEM. ALBERTO SÁNCHEZ LÓPEZ.

-Unidades:

44/o. B. I.

19/o. B. I.

Un Edn. 12/o. R. C. M.

Núm. 3.-

-Mando: Cor. Inf. RAMÓN ARRIETA VIZCARRA.

-Unidades:

40/o. B. I.

Un Edn. 12/o. R. C. M.

Núm. 4.-

-Mando: Tte. Cor. Inf. Parac. EDMAR EUROZA DELGADO.

-Unidades:

Btn. Fus. Parac.

2/o. G. M. A. A.

Núm. 5.-

-Mando: Cor. Zap. DEM. LUIS CONTRERAS FARFAN.

RESERVA GENERAL.

-Unidades:

2/o. B. I. C.

Btn. Tpas. Admón.

Un Edn. 12/o. R. C. M.

B. Con gran satisfacción los eventos olímpicos se desarrollaron en absoluta paz no teniendo que haber hecho uso de los Agrupamientos antes señalados.

C. A petición de la Autoridad competente a las 12. 15 Hs. del 29-OCT-68 cumpliendo mis órdenes del C. Cor. Inf. D. E. M. JORGE CRUZ GARCÍA Comandante del 3/er. B. I. hizo entrega de las instalaciones del CASCO DE SANTO TOMAS, al Licenciado CARLOS BORGES CEBALLOS Subdirector Administrativo del I. P. N. con asistencia de tres testigos, según consta en el Acta respectiva (Ver Anexo 6).

El 68: Las Ceremonias del Agravio y la Memoria

Carlos Monsiváis

A estas alturas finiseculares, con el desgobierno que antecede a la ingobernabilidad y el miedo como la más legítima pasión urbana, las causas fundamentales de una generación suelen alimentar la incomprensión y la ironía de las siguientes. Si el olvido es con frecuencia técnica de equilibrio emocional, el pasado no sólo hace las veces de otro país, es también otro idioma que ha jubilado el sentido de muchas palabras clave. ¿Se aplica esto al Movimiento Estudiantil de 1968? ¿Es justo suponerlo historia sobrevaluada, ya ilegible para quienes ven en las movilizaciones comunitarias el principio fundador del tedio? ¿Qué fue el 68, un despliegue de vitalidad disuelto en sangre, un salir a la calle que la represión convirtió en viaje a los orígenes de la democracia, el principio del fin del inacabable sistema priísta?

Treinta años después, ¿tiene caso preguntarse por el legado del 68? ¿No está ya diluido y asimilado? ¿No es la fecha remota cuando un gobierno mató y reprimió a mansalva, y una generación estudiantil supo, como hubiese dicho el Presidente Gustavo Díaz Ordaz, lo que es «amar a Dios en tierra de indios»? ¿A quién le hacen falta los héroes y el heroísmo? ¿Hasta qué punto la memoria colectiva sigue siendo en lo básico un depósito de mitos?

¿Es posible determinar la contribución histórica de las muchedumbres que prefiguran el sueño y las realidades de la sociedad civil? Ya desde 1969, el 68 pertenece al tiempo sin tiempo de la historia abolida y resurrecta y es, para quienes lo evocan, energía, agonía Y punto de partida. ¿Y qué es Historia en este caso? ¿La furibunda incomprensión gubernamental? ¿El avance pese a todo de la democracia? ¿El fracaso terminal de la Revolución Mexicana? ¿La emergencia de una generación a la que el gobierno intentó «reeducar» sangrientamente? Y la Historia, deidad del siglo XIX vuelta a fines del siglo XX más bien el Archivo de Archivos, ¿se mide por el desarrollo tangible de la democracia? Si esto es así, ¿en qué medida deben agradecérsele al 68 los cambios positivos de estos treinta años? Cierto, el presidencialismo que manda espiar a su sombra es irrepetible; la lucha por los derechos humanos es una conquista irreversible, y el proyecto del Consejo Nacional de Huelga, que apenas se esbozó en 1968, tiene que ver con los avances de la pluralidad. De acuerdo con el consenso, es innegable la deuda del país con el Movimiento Estudiantil.

Las limitaciones de la opinión pública en los años siguientes a 1968 —el temor, la desmovilización, la inermidad, la resaca de angustias— refrendan el escepticismo: ¿qué se obtuvo con el Movimiento? Muertos, heridos, carreras truncadas, impunidad y jactancia del aparato represivo, caos anímico, frustraciones resignadas o beligerantes, confusión entre impotencia y autocrítica, guerrilla, «guerra sucia». Para algunos, los más cínicos, los más oficialistas, nada se consiguió, ni logros democráticos ni perspectivas de organización. A la voluntad de cambio la reemplazó la desesperanza ante los tanques, las difamaciones y las cárceles, y al discurso incendiario lo sustituyeron los sermones de los ex-pirómanos vueltos funcionarios. Según ellos, el «Espíritu del 68» contiene en germen la desesperación de la guerrilla de los setenta, y el Movimiento se habría consumido en el desgaste de no darse la matanza del 2 de octubre.

Sin embargo, en los análisis del 68 hacía falta conocer del modo más puntual posible, lo que sucedió la noche del 2 de octubre, lo que equivale a una descripción esencial de la mentalidad que produjo la tragedia. Se sabía lo principal: la provocación desde el edificio Chihuahua, el ataque a la multitud indefensa, la larga noche de terror y oprobio. Pero a las evidencias cuantiosas se opuso la mentira coaligada del aparato judicial (llamarlo «Poder» entonces hubiese sido una calumnia inicua), de la casi totalidad de los Medios, de la maquinaria priísta y de las inhibiciones del temor. Desde hace treinta años, la verdad social y testimonial se ha enfrentado, y victoriosamente, a la versión oficial que ya ni siquiera presenta resistencia digna de ese nombre. Pero el testimonio del general Marcelino García Barragán, secretario de la Defensa del gobierno de Díaz Ordaz, y los documentos de su archivo, integran por fin un pano rama coherente.

¿Coherente en qué sentido? En el de las versiones que se complementan. Por fin, así sea de modo muy ceñido, disponemos de la perspectiva faltante, y corroboramos la visión estudiantil que, sin embargo, peca por insuficiencia. Nunca, ni siquiera después de la toma de Ciudad Universitaria y Zacatenco, el Movimiento Estudiantil se considera enfrentado al Ejército. En todo caso, los estudiantes se califican a sí mismos de adversarios del «mal gobierno», y no advierten con la claridad suficiente los alcances de la voluntad bélica ahora ya documentable. Véase el Parte Militar del 29 de julio de 1968, a las once de la noche, dirigido a elementos del ejército, la Fuerza Aérea Mexicana y la Compañía de Fusileros Paracaidistas. A este último le toca desalojar a los «estudiantes alborotadores» en el perímetro de la calle Perú a Corregidora y del Carmen a República Argentina, llevando como refuerzo al Batallón de Policía Militar. Hay precauciones de la «baja intensidad»: «X. POR NINGÚN CONCEPTO LAS ARMAS SE LLEVARÁN ABASTECIDAS», y hay dispositivos de combate bajo la forma de «Prescripciones administrativas»:

A.

INTENDENCIA: —Estará en condiciones de proporcionar Rancho Caliente en los puntos de racionamiento que posteriormente se ordenen.

B.

SANIDAD: —Proporcionará apoyo médico a cada una de las Unidades, mediante un elemento provisto de botiquín.

C.

TRANSPORTES: —Serán proporcionados por el Segundo Batallón de Fusileros Paracaidistas. La protección de esos vehículos quedará a cargo del propio personal de transportes.

¿Qué tiene que ver lo anterior con la realidad de los activistas? Nada, según aclara el general García Barragán, al dar su versión de la presencia del Ejército, debida a) —A la información falseada y exagerada que recibió el entonces secretario de Gobernación, motivándolo a asumir la responsabilidad histórica de solicitarme la intervención del ejército la noche del 30 de julio de 1968, argumentando, sumamente alarmado, que la Policía Preventiva del Departamento del Distrito Federal era impotente para someter a los estudiantes que alteraban el orden en la Ciudad amenazando con asaltar las armerías del primer cuadro y mucho menos iban a controlar los que, según él me informó, venían procedentes en número aproximado de 10,000 de las ciudades de Puebla y Tlaxcala, encontrándose éstos en San Cristóbal Ecatepec y que, además, en la Ciudadela se encontraban de 5,000 a 10,000; en Tlatelolco de 6,000 a 8,000 y en la Preparatoria de Coapa de 2,000 a 3,000, todo ellos estudiantes.

Al intervenir las Tropas en las Preparatorias 1, 2 y 3 se encontraron pequeños grupos de jóvenes que fueron desalojados sin dificultad, no disparándose un solo tiro. De igual manera se procedió con las escuelas antes mencionadas con idénticos resultados.

En esta declaración se encapsula el papel primordial de la Teoría de la Conjura, que está en el principio y en el fin del Movimiento. A la falsa alarma sucede la verdadera represión; al atropello feroz responde la organización cívica; para someter a la causa estudiantil se reprime en desorden y se calumnia, sembrando falsas alarmas. De nuevo acciones de resistencia, y así hasta el 2 de octubre.

«¡No queremos democracia, queremos Juegos Olímpicos!»

Además de la suprema incompetencia de un gobierno guiado por la mitomanía y los rumores, los documentos del archivo del general García Barragán exhiben la idea fija del Presidente de la República que ninguno de sus colaboradores se atrevió a enfrentar: la Conjura se propone boicotear, deshacer los Juegos Olímpicos, quiere manchar esa prueba irrefutable de la mayoría de edad del país, pretende sumergirnos en el ridículo y el atraso.

Díaz Ordaz, profundamente convencido de la amenaza para las Olimpíadas, que serán atacadas por un ejército, desde el comienzo de su sexenio se prepara para el combate.

De esta intuición fallida al extremo se desprende el ritmo punitivo del 68. En un país presidencialista, el Primer Mandatario, atenido a su formación ideológica, a los informes de Seguridad Nacional, y a la ira que se le convierte en su único punto de vista, sale al campo de batalla. Tómense los mapas de la Secretaría de la Defensa, el trabajo de la inteligencia militar, el espionaje de Gobernación y la Federal de Seguridad, la movilización de las policías, los acuartelamientos, el clima de histeria bélica, y se tendrá la intención de Díaz Ordaz y, por tanto, la obsesión de los suyos. Si los resultados no son aún más trágicos se debe a varios hechos: el escenario del Movimiento es la ciudad de México en vísperas de los Juegos Olímpicos; los estudiantes presentes en asambleas y marchas y brigadas no disponen, obviamente, de armamento; se requiere de la provocación intensa para acabar con la rebeldía.

El Movimiento estudiantil emprende una lucha civil que, por la solidez del autoritarismo, parece la revolución. Y no cuida su lenguaje ni toma muy en serio el acoso represivo. Hasta el 2 de octubre, y no obstante luchas violentas, tomas y ametrallamientos de escuelas, invasión del Politécnico y de Ciudad Universitaria, y un número indeterminado de muertos, los estudiantes no se consideran la otra parte de una batalla.

Ven en Díaz Ordaz al adversario cerrado al diálogo; el Presidente los califica de sus enemigos. De julio a octubre de 1968 tiene lugar un desencuentro dramático: los estudiantes estrenan la ciudadanía y Díaz Ordaz, sinceramente, cree hallarse ante la subversión, estimulado por sus colaboradores y por las fantasías guerreras que llama «responsabilidades patrias». Del desencuentro terrible nacen una matanza y un instante épico de la vida nacional.

En el principio, está la Teoría de la Conjura.

«Si no tiene facha de capitalista, no lo dejes entrar»

En esto han creído los gobernantes rígidos: antes de la política y el juego de las fuerzas sociales, se desencadena el complot destinado a minar las instituciones y derruir la legitimidad. Así razonan, digo es un decir, los gobiernos anteriores al 68, y así en buena medida, aunque la convicción ya no los asista y se vean obligados a negociar, proceden los gobernantes posteriores. Pero en 1968, además, interviene un factor de la historia reciente: la Guerra Fría, cultura política radical que surge a fines de la Segunda Guerra Mundial, cuando el gobierno norteamericano aspira a hacerse cargo del orden planetario, en contraposición a la otra potencia militar e ideológica: la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas. Si Stalin es un tirano multihomicida, es también el líder moral de millones de personas fuera de la URSS, atraídos por la mística revolucionaria. El Comintern, o el Kremlin, como se prefiera, tiene partidarios sinceros en todos los países que se atienen a la legalidad y, también, agentes por doquier, espías que transmiten secretos militares (en su mayoría no muy importantes). A la amenaza concreta que representa la URSS, el gobierno norteamericano, guiado por la tesis del Destino Manifiesto, responde con la Guerra Fría, el término periodístico que designa la inmensa cruzada por adueñarse de la opinión pública mundial. En Occidente se combate penal y políticamente a los comunistas e izquierdistas, o a quienes convenga calificar de ese modo; en los países del socialismo real, se suprime a «los cómplices del imperialismo». Etapa larga y costosa en todos sentidos, la Guerra Fría encumbra a la Teoría de la Conjura y causa el infortunio masivo en los países stalinistas y el infortunio selectivo, el miedo y la paranoia en las «democracias occidentales».

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