Sex code (86 page)

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Authors: Mario Luna

Tags: #Autoayuda

BOOK: Sex code
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Entonces te piden que te quedes —lo ideal es que sea el Objetivo mismo quien ponga empeño en que así sea— varias veces. Tú suspiras, te encojes de hombros como resignado, sacas tu libreta o tu móvil, apuntas en ella o él su nombre y le dices: «Está bien, si te empeñas… Toma».

Entretanto, le tiendes el móvil o la libreta con el espacio preparado para que escriba su número, y continúas: «Te prometo que lo haré, ¿vale?».

Si entonces se negase a escribirlo, puedes exclamar con una indignación divertida: «¿Qué? ¿Me das la tabarra con que me quede y ni siquiera eres capaz de darme tu teléfono para hacerte un favor por el que tendría que cobrarte? Pues, ¿sabes qué? Que aunque se trate de algo que jamás le he dicho a nadie, ahora sí que te vas sin saber jamás lo que estaba a punto de decirte…» Es importante emplear bien el tono que utilices en estas ocasiones. Si lo haces bien, es muy probable que —siguiéndote el juego— te pida que no te enfades y aceptes su teléfono.

En aquellos casos en que se trate de esa chica juguetona pero inteligente y cooperativa, en lugar de hacer esto, simplemente le ofreces tu célebre mirada de «eres ridícula», y te vas.

Dicho sea de paso, la razón por la que tan frecuentemente recomiendo hacer que parezcan estúpidas y ridículas cuando se niegan a cooperar, es lograr que asocien tales comportamientos a un sentimiento muy desagradable. Así, las penalizaremos por hacer cosas indeseables y estaremos haciendo lo correcto para crear una Inercia Favorable.

CIERRE SIN COMENTARIOS (RCIE)

Suelo aplicarlo mucho tras interacciones largas.

Supongamos que has pasado bastante tiempo con el Objetivo y, quizás, también su grupo de amigas. Cuando por fin os vais a separar, simplemente sacas el móvil y la libreta y se lo ofreces. Sin decir nada, ella apuntará su número.

Si, por el contrario, dice algo como: «¿Qué quieres? ¿Por qué me das tu teléfono?», puedes contestar con algo como: «Para que lo mires un rato. Es bonito, ¿verdad? ¿Y te has fijado en las líneas tan sensuales que tiene? Por cierto, cuando te canses de sobar mi teléfono —o mi libreta, según proceda— puedes escribir tu número en él».

CIERRE DE LA LLAMADA (RCIE)

Este es un cierre que puedes aplicar en cualquier momento de la interacción.

«Déjame un momento tu móvil», le dirás a tu Objetivo, o simplemente se lo coges sin hacer comentario alguno aparte de algún ocasional, si procede: «Vaya… Qué interesante», o «¿A ver? Fascinante… Jamás habría imaginado que pudiera concebirse un teléfono tan feo como este…».

Hecho esto, te limitas a marcar en él tu propio número y a hacerte una llamada perdida al propio móvil. Da lo mismo que lo hagas abiertamente o en secreto.

En el primer caso, lo más probable es que se ría si le caes bien. En el segundo, le sorprenderá y alegrará recibir tu primer mensaje o llamada tras separarse de ti pensando que no iba a verte nunca más.

CIERRE DE LA NOTA EN LA CUENTA (RDIR+CIE)

Especial para camareras.

Consiste en dejar teléfono o e-mail, nombre y un «Estás invitada» en el papelito de la cuenta.

La finalidad de la enigmática invitación es despertar su curiosidad, pues es probable que el Objetivo se pregunte a qué está invitada y te mande algún mensaje solo para descubrirlo.

Una vez te contacte, puedes retomar la interacción desde ahí.

Por supuesto, estamos hablando de Ligue Express, no de Juego Sólido. Pero, por otra parte, no siempre hay tiempo para el Juego Sólido. Además, no tienes mucho que perder.

CIERRE DEL E-MAIL (RCIE)

Este es uno de los cierres que con más reiteración aparecen en la literatura de las Artes Venusianas.

Digamos que has mantenido una breve interacción placentera con esa chica que te cruzas en la calle o esa dependienta de cualquier tipo que te ha atendido. Haces amago de irte y, justo cuando has dado dos pasos en dirección opuesta al Objetivo, te vuelves, la miras, y preguntas:

«¿Tienes e-mail?».

Si te dice que no, puedes bromear con algún comentario de la clase:

«Y electricidad… ¿tienes electricidad en tu casa?».

Si te da un corte del tipo: «Sí, pero no te lo voy a dar», la miras con aire de desconfianza y contestas con algo como:

«Hey, hey… Yo no te he dicho que quiera tu e-mail… Además, ¿no crees que vas un poco rápido?» La próxima vez que quieras pedirle su e-mail, te aconsejo que le des primero un poco de conversación.

Si te dice que sí, contestas: «Perfecto». A continuación sacas papel y boli de tu bolsillo y se lo ofreces.

Es probable que se ponga entonces a escribirlo. Cuando vaya por la arroba, le dices con suave autoridad: «Ah, escribe arriba tu número también». Si en el momento en que le dices esto se detiene y te mira, le dices como si quisieras calmarla:

«Tranquila, solo voy a llamarte veinte veces al día».

Si en lugar de escribirlo te pregunta qué quieres que haga con el papel y el boli, o si quieres que te escriba su e-mail, le dices algo de la clase de:

«No, quiero que me hagas un dibujo de la abeja Maya».

Entonces es probable que lo escriba, o que te siga la broma y realice un dibujo de la abeja Maya, lo cual es un IDI que puedes aprovechar para aplicar otras rutinas.

CIERRES DE BESO (RBES)

Los besos son importantes por varias razones.

Por un lado, constituyen un IDI indiscutible, hasta el punto de suponer un hito o mojón tanto en tu mente como en la del Objetivo. A fin de cuentas nos permite, de una manera clara y rotunda, explotar su Lógica Retroactiva. Al besarla, esta se reafirmará en su creencia de que somos especiales y de que ella se ha visto particularmente atraída por nuestra persona.

Por otro, logran reenmarcar la interacción y dejar claro lo que quieres. Así, es mucho más difícil que te solamiguee o te deje fuera de la categoría de Amante. A menudo, un beso simplemente es una gran herramienta para devolver al Objetivo a un Estado Favorable.

Y, finalmente, permiten aumentar la Confianza que ella siente en nosotros e incrementar el Confort, pues hace que se sienta mucho más a gusto en nuestra compañía y con nuestro contacto físico. Además, se sentirá indudablemente más Conectada emocionalmente con alguien que ha besado que con alguien con quien no lo ha hecho.

En otras palabras, si cerramos con beso exitosamente y no perdemos de vista el hecho de que uno de los principales objetivos del acto de besarse es generar Confort, Conexión, Confianza —es decir, Romance—, va a ser muy difícil que las cosas no evolucionen por si solas a siguientes niveles. Digo esto porque mucha gente intenta excitar al Objetivo sexualmente con los besos, lo cual suele ser un error antes de haber concluido la Campaña de Romance.

Solo me queda aclarar que hay infinitas formas de dar el primer beso a una mujer. En mi opinión, explorarlas resulta enormemente divertido, por lo que te recomiendo que investigues en este terreno y te dejes llevar por la imaginación.

Si lo haces, irás descubriendo nuevos Cierres de Beso que podrás añadir a tu lista. La mayoría, además, serán situacionales. Es decir, que solo te servirán para ciertos momentos únicos.

Con todo, te ofrezco algunos enlatados de los que yo uso para que puedas echar mano de ellos cuando te quedes en blanco.

MIRADA TRIANGULAR (RBES)

Esta técnica es tan simple como efectiva. De hecho, es una herramienta sorprendente para transmitir al Objetivo lo que quieres, simplemente mirándola.

Primero, debes alcanzar tu mismo un estado sensual y sentirte cómodo con él. Una vez estés seguro y reboses confianza, haces lo siguiente:

Mantienes el contacto visual con el Objetivo, llevando lentamente la mirada de un ojo al otro y luego a los labios, describiendo un triángulo como menciona el título de la rutina. El proceso lo repites varias veces mientras te acercas más y más.

Si ella no se aleja, está claro que la puedes besar.

La MIRADA TRIANGULAR la puedes llevar a cabo en silencio o mientras habláis en un tono más bien íntimo.

MIRADA DE FUEGO (RBES)

¿Te has quedado alguna vez mirando a los ojos a una mujer que conoces más tiempo de lo habitual?

Con toda probabilidad, uno de los dos ha dado muestras de nerviosismo, ha apartado la mirada y la cosa ha quedado ahí.

Descubrí esta técnica por casualidad. Me había ocurrido lo descrito arriba varias veces, y un día me pregunté: ¿Qué pasaría si, sin dejar de actuar con normalidad por lo demás, continuara mirándola… y mirándola… y mirándola?

Natalia es la primera chica con la que puse en práctica dicho experimento. Acababa de conocerla esa misma tarde a la salida de un teatro. Le hice algún comentario que desembocó en una conversación. En un momento dado, la interrumpió:

«Oye», me preguntó, «¿no te llamarás Manuel por casualidad?».

«Vaya…», repliqué adoptando mi mejor cara de asombro, «¿me conoces?» De algún modo había notado que lo de llamarse Manuel era importante y, además, no era cuestión de echar por la borda una ocasión semejante para crear Romance.

Pero no me extenderé.

El caso es que el diálogo degeneró en alguna clase de discusión intelectual que decidimos prolongar con un café. A lo largo del café, la conversación seguía extraviándose más y más hacia temas que jamás podrían ayudarme a salvar la distancia de la mesa que nos separaba.

Fue entonces cuando decidí poner en práctica mi experimento. Dejé que ella llevase las riendas de la conversación, para dedicarme a clavar mis ojos en los suyos con una mirada relajada que pretendía comunicar algo así como: soy tu dueño y te voy a hacer el amor.

Llegó el momento en que ella empezó a ponerse tensa y dar muestras de nerviosismo. Entonces sentí el impulso de apartar la vista de ella y disculparme con una risa nerviosa.

Pero no seguí dicho impulso.

No. Esta vez iba a llevar las cosas al límite.

Continué fijándola con una mirada calma y segura. Soy tu dueño y te voy a hacer el amor…, soy tu dueño y te voy a hacer el amor…, soy tu dueño y te voy a hacer el amor…

Ella seguía hablando de lo que quiera que estuviera hablando —poco importaba— pero la Tensión Sexual y sus muestras de nerviosismo eran cada vez mayores.

Soy tu dueño, seguía repitiéndome desde dentro, y te voy a hacer el amor.

Pronto se puso realmente nerviosa, roja, se le aceleró la respiración y —supongo— también el pulso.

«No me mires así», dijo.

«¿Qué no te mire cómo?», pregunté con una sonrisa leve y divertida, pero sin apartar un instante la mirada de sus ojos.

«Pues así, como me estás mirando…», contestó con una risa floja.

«¿Y cómo te estoy mirando?», insistí como si realmente me hiciera gracia el asunto.

Soy tu dueño y te voy a hacer el amor…, soy tu dueño y te voy a hacer el amor…

«Pues así…», continuó, «Es que me estás poniendo nerviosa… ¿No ves la risa tonta que me viene?».

«La verdad es que la risa sí que es bastante tonta».

«Imbécil, no te burles», exclamó riéndose mientras se agachaba y ponía de perfil, como tratando de esconderse a mi mirada.

Soy tu dueño y te voy a hacer el amor…, soy tu dueño y te voy a hacer el amor…

«Está bien», concluí, «si tanto te molesta mi mirada…» Al decir esto llevé lentamente una mano hacia mi cara y la puse sobre mis ojos.

«Que no tonto, que lo que pasa es que no estoy acostumbrada a que me miren así… Oye, ¿sabes que todas las personas que me han besado se quedan flipadas conmigo porque dicen que tengo una sensibilidad especial?».

Había presionado el interruptor. Lo sabía. De repente, se encontraba sexualmente receptiva. Como por arte de magia, la conversación se centró en el interesante tema de su sensibilidad sexual, tan alejada según ella de la de la mujer de a pie.

Media hora más tarde, nos encontrábamos ya en mi casa y Natalia me ilustraba con ejemplos de lo qué quería decir exactamente. Dicho sea de paso, y por hacerle a Natalia un poco de justicia: han pasado varios años desde entonces y aún no he encontrado a otra mujer que bese como ella. Lo de la sensibilidad especial no había sido un farol.

(Natalia, si puedes leer esto, quiero que sepas que he perdido tu número. Pero que, si te animas a contactarme, eres totalmente bienvenida.)

ESCALA DEL UNO AL DIEZ (RBES)

En un momento en el que ya has ganado bastante intimidad con el Objetivo, puedes acercarte a ella y decirle en tono confidencial:

«Tengo una duda. En una escala del 1 al 10, ¿cómo sería de increíblemente eléctrico y sensual si nos besáramos?».

Si te da una respuesta entre 1 y 4, puedes probar algo distinto o dejar de perder el tiempo con un Objetivo que va a darte bastante trabajo.

Si es un 5 o un 6, puedes seguir trabajando. Es posible que aún no haya llegado el momento de hacerlo, pero puedes superarlo con buen juego.

Si te da cualquier número superior al 6, dile:

«Ven», y bésala. O: «Yo no lo tengo tan claro. Ven», y la besas.

En caso de que te asuste demasiado, puedes combinarlo con otro Cierre de Beso.

ESCALA DEL UNO AL DIEZ DEL CHULIFRESCO (RBES)

Este empieza igual que el anterior. Sin embargo, si decides optar por algo más directo, puedes olvidarte de la rutina previa y basarte en el siguiente esquema:

Menos de 5: «Entonces has ido a dar con el maestro adecuado!». Y la besas.

5 a 7: «Entonces tendrás que seguir practicando para llegar a este nivel…» La besas.

7 a 10: «Tendrás que demostrarlo». Esperar a que sea ella quien te bese.

También puedes decir algo como: «¿Realmente sabes lo que es un beso a ese nivel? Mira». Y la besas.

ME ENCANTA CÓMO HUELES (RBES)

Cuando estás cogido con ella, o con buena kino:

«Joder, me encanta cómo hueles. Me está costando horrores no besarte. Anda, fuera de aquí».

Y la apartas. Si vuelve a cogerte o te responde con algún IDI de peso, la besas.

LAS TRES PREGUNTAS (RBES)

A ser posible entrecerrando los ojos y con tono de sospecha, se le pregunta a la chica:

«¿Te gustaría besarme?».

Si responde que sí, la besas. Si duda o no se muestra segura, le dices:

«Vamos a comprobarlo», y la besas.

Si te dice que no, le contestas:

«No te he dicho que puedas hacerlo. Simplemente parecía que le dabas vueltas a algo en la cabeza».

Si, por último, responde algo como: «Aquí no», replicas:

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