Además, cuanto más escribes sobre una época que amas (y yo me he enamorado perdidamente de ésta), más aprendes. Y al aprender más, las palabras pueden cambiar en sí mismas o en su uso. A modo de ejemplo, en
Tirano
utilicé el
Hipárquico
de Jenofonte como guía para casi todo. Jenofonte llama
machaira
al arma ideal. Estudios posteriores han revelado que los griegos eran bastante laxos con la nomenclatura de sus espadas (en realidad, todo el mundo lo es, excepto los entusiastas de las artes marciales), de ahí que la
machaira
de Kineas probablemente fuese llamada
kopis
. Por ende, en el segundo libro, la llamo
kopis
sin ningún rubor. Es posible que otras palabras cambien; desde luego, mi comprensión de la mecánica interna de la falange hoplita ha cambiado. Cuanto más aprendes…
Siempre lamento terminar una novela histórica porque escribirlas es el mejor trabajo del mundo y las tareas de investigación son lo más divertido que me cabe imaginar. Abordo cada era histórica con una canasta llena de preguntas: «¿Qué comían?» «¿Cómo se vestían?» «¿Cómo funcionaba esa arma?» Esta vez mis preguntas me han llevado a iniciar una reconstrucción de la época. Los estudiosos que recrean el mundo clásico han constituido una magnífica fuente para mí al escribir, tanto por los detalles sobre el vestido, el armamento y la comida, como por ser una fuente de inspiración. En ese aspecto quisiera dar las gracias a Craig Sitch y Cheryl Fuhlbohm de Manning Imperial, quienes realizan algunas de las mejores reconstrucciones de la cultura material de la antigüedad clásica (
www.manningimperial.com
), así como a Joe Piela, de Lonely Mountain Forge, por ayudarme a recrear el equipo militar con un calendario muy apretado. También quisiera dar las gracias a Paul McDonnell—Staff, Paul Bardunias y Giannis Kadoglou por su profundo conocimiento y su permanente disposición a contestar preguntas, así como a otras sociedades de todo el mundo, desde España hasta Australia, dedicadas a recrear la antigua Grecia. La Melbourne and Sydney Ancients ha sido especialmente generosa con los permisos para utilizar sus fotografías, y muchos profesionales en Grecia, el Reino Unido y otros lugares han sido incansables al prestarme su apoyo. Gracias sobre todo a los miembros de mi propio grupo, Hoplologia and the Taxeis Plataea, por ser los conejillos de indias en la experimentación con un sinfín de artículos de la vida cotidiana y las artes marciales. ¡A Maratón!
Y hablando de quienes recrean el mundo antiguo, mi amigo Steven Sandford es autor de las ilustraciones de este libro y merece un agradecimiento especial.
En cuanto a amigos, tengo una deuda de gratitud con Christine Szego, por sus críticas diarias y el apoyo de su tienda, Bakka Phoenix, en Toronto. ¡Gracias, Christine!
Kineas y su mundo surgieron de mi deseo de escribir un libro que me permitiera abordar temas tan serios como la guerra y la política, que forman parte de nuestra vida en la actualidad. Supuso un regreso a la escuela y un regreso a mi primer amor: la historia clásica. También soy un entusiasta confeso de Patrick O'Brian, y quería escribir una serie que me permitiera explorar en profundidad y con rigor todo ese período, con las relaciones que definen a los hombres, y a las mujeres, en la guerra, no sólo un fragmento. La combinación de historia clásica, filosofía de la guerra y ética del mundo de la
areté
dio lugar al volumen que tiene en las manos.
Por el camino conocí al profesor Wallace y al profesor Young, ambos muy eruditos y vinculados desde años atrás a la Universidad de Toronto. El profesor Wallace contestó a todas las preguntas que le hice, proporcionándome un sinfín de fuentes, y presentándome las laberínticas elucubraciones de Diodoro Sículo, y finalmente a T. Cuyler Young. Cuyler tuvo la amabilidad de iniciarme en el estudio del Imperio persa en tiempos de Alejandro y de debatir la posibilidad de que Alejandro no fuera infalible, ni siquiera de lejos. Deseo expresar mi más profundo agradecimiento a estos dos hombres por su ayuda para recrear el mundo griego del siglo IV a. C., así como la teoría sobre las campañas de Alejandro que sustenta esta serie de novelas. Toda la erudición es suya y cualquier error que haya es, indudablemente, mío. Nunca olvidaré el placer de sentarme en el despacho del profesor Wallace o en la sala de estar de Young, y comer tarta de chocolate mientras debatíamos el mito de invencible que acompaña a Alejandro. Ambos fallecieron poco después de que escribiera este libro, pero ninguno de los libros de Kineas habría sido lo mismo sin ellos. Fueron grandes hombres y grandes académicos, la clase de eruditos que mantienen viva una civilización.
También quisiera dar las gracias al personal del Departamento de Clásicas de la Universidad de Toronto por su constante apoyo, y por reavivar mi adormecido interés por el griego clásico, así como al personal de la biblioteca Toronto Metro Reference Library por su dedicación y apoyo. ¡Las bibliotecas son importantes!
Quisiera agradecer a mis amigos Matt Heppe y Robert Sulentic su apoyo al leer la novela y comentarla, ayudándome a evitar anacronismos. Ambos poseen conocimientos enciclopédicos sobre la historia militar clásica y helenística, y, una vez más, cualquier error es mío. He añadido a dos nuevas lectoras: Aurora Simmons y Jenny Carrier, ambas dedicadas a la reconstrucción del mundo antiguo, ambas muy cultas, y ambas capaces de señalarme cuestiones que no he comprendido bien.
Además, debo ocho años de agradecimientos a Tim Waller, el mejor corrector del mundo. ¡Y unas cuantas cervezas!
No podría haber abordado tantos textos griegos sin contar con Perseus Project. Este recurso
online
, patrocinado por la Tufts University, proporciona acceso
online
a casi todos los textos clásicos en griego y en inglés. Sin él aún estaría bregando con el segundo verso de
Medea
, por no mencionar la
Ilíada
o el
Himno a Deméter
.
Tengo una deuda de gratitud con mi excelente editor, Bill Massey, de Orion, por la constante atención prestada a estos libros y sus numerosos y necesarios halagos, por su buen humor ante las sentencias del autor y por su apoyo en todas las etapas. También quisiera dar las gracias a mi agente, Shelley Powers, por su indefectible esfuerzo en mi nombre, y por muchas cenas exquisitas, la última de las cuales, celebrada en el único restaurante de cocina griega clásica del mundo, Archeon Gefsis, en Atenas, tuvo como consecuencia la apresurada reescritura de los contenidos culinarios. ¡Gracias, Shelley!
Por último, me gustaría dar las gracias a las musas del Luna Café, que amén de servir café lo hacen siempre de muy buen humor; sin ellas, desde luego, no habría habido libro. Y todo mi agradecimiento, el de una vida entera, para mi esposa, Sarah.
Si tiene alguna pregunta o desea saber más o participar (¿Le gustaría ser un hoplita en Maratón?), le ruego visite
www.hippeis.com
.
Christian Cameron
Toronto, 2009
CHRISTIAN CAMERON, es escritor e historiador militar. Es veterano de la Armada de Estados Unidos, donde sirvió como aviador y oficial de inteligencia. Reside en Toronto, y actualmente está escribiendo la siguiente novela de la serie TIRANO mientras trabaja en su doctorado en lenguas clásicas.