Todos los niños pueden ser Einstein (5 page)

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Authors: Fernando Alberca

Tags: #Pedagogía

BOOK: Todos los niños pueden ser Einstein
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Ejercicios para unirlos

Con todo, si se quiere trabajar los dos hemisferios juntos hay una serie de actividades que ayudan a que ambos se desarrollen unidos:

— Cantar

— Escribir

— Recitar poesía

— Expresar ideas con movimientos

— Bailar

Pensadores visuales o lineales

Hay muchas teorías sobre cómo cada hemisferio afecta a cómo piensa una persona. Una divide a los pensadores en dos campos:
simultáneos visuales y secuenciales lineales.

De acuerdo con esta hipótesis, la mayoría de personas diestras (que usan más su hemisferio izquierdo) procesan la información de manera secuencial lineal en el que un esquema debe completar su procesamiento antes de que se pueda comenzar con el siguiente.

En cambio, dice la hipótesis, los individuos cuyo hemisferio derecho es dominante, procesan la información con simultaneidad visual, modo en el que varios esquemas se procesan simultáneamente.

Un efecto de estos modos de procesar la información es que los individuos de lateralidad cerebral izquierda necesitan completar una tarea antes de empezar la siguiente.

A los individuos de lateralidad cerebral derecha, en contraste, les conforta cruzar varias tareas, para lo que tienen mayor habilidad. Esto les hace aparecer a la mayoría como si no terminasen nada.

Alternativamente, las personas de simultaneidad visual tienen una excelente habilidad multitarea, lo que quizá esté en el origen de que parezcan más creativos.

La mayoría de personas procesan la información usando el análisis (predominancia del hemisferio izquierdo), que es el método de resolver un problema descomponiéndolo en piezas y analizando estas una por una.

En contraste, los individuos de simultaneidad visual procesan la información empleando la síntesis (predominancia del hemisferio derecho), en donde se resuelve un problema como un todo, intentando usar un método de relaciones para resolver el problema.

Todos poseemos una mente maravillosa

El elemento básico del cerebro es la neurona. Utiliza como combustible el oxígeno y el azúcar, transportados por la sangre. Si le falta este combustible, se muere.

Cada neurona o célula cerebral interactúa con otra creando, por ejemplo, el pensamiento o la acción. En nuestro cerebro hay aproximadamente 10.000 millones de células nerviosas. Cada célula nerviosa tiene entre 1.000 y 5.000 conexiones y cada conexión puede comunicarse con cualquier otra conexión celular del cerebro. Esto significa que el número posible de conexiones en el cerebro (que generan pensamiento, asociaciones de ideas, descubrimientos, teorías, aprendizaje, etc.) es incomprensiblemente pasmoso: 25.000.000.000.000.000.000.000.0 00.000.000. Dicho de otra forma, si apiláramos un folio uno encima de otro, por cada conexión cerebral, la pila se iría más allá de la luna. Más allá de Plutón. Más allá de nuestra galaxia. E incluso más allá de los límites conocidos del universo. A más de 16.000.000.000 de años luz.

Por eso decimos que nuestra capacidad intelectual, la de todos, es sencillamente infinita.

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Fácil o difícil

A Sara le hice un planteamiento que no podía fallar. Era chica. Yo apelé a un argumento que sin duda le haría fácil lo que le preocupaba. Le puse un ejemplo, apelé a su motivación... No conseguí que dejara de ver difícil lo que me parecía objetivamente fácil en ella. Lo que había ocurrido es que no había tenido en cuenta que era una chica teórica y activa. Rectifiqué. Cada persona es como es. Y todo es fácil o difícil, según se plantee. A Sara dejó de preocuparle aquella asignatura y me escribió:
«Cuando estudio con usted, todo es muy fácil y no se me olvida»
.

Si agrupáramos de una forma sencilla a los niños y adolescentes en cuatro grandes tipos: activos, pasivos, teóricos y prácticos, podríamos saber qué condiciones y actividades les cuestan más trabajo realizar y cuáles menos.

Activos

Aprenden con mayor facilidad
:

— Cuando realizan una actividad que supone un reto.

— Realizando actividades cortas y de resultado inmediato.

— Cuando lo que hacen conlleva emoción, extremo, cambio.

Aprenden con mayor dificultad
:

— Cuando tienen que quedarse en segundo plano o en un papel pasivo.

— Cuando han de analizar, interpretar y asimilar datos.

— Cuando trabajan solos.

— Cuando han de responder otra pregunta que no afecte al ¿cómo?, que es la que prefieren.

Pasivos

Aprenden con mayor facilidad
:

— Cuando pueden ser meros observadores.

— Cuando pueden analizar situaciones.

— Cuando se les da tiempo para pensar antes de actuar.

Aprenden con mayor dificultad
:

— Cuando se ven forzados a ser el centro de atención.

— Cuando se les urge a pasar de una actividad a otra.

— Cuando han de actuar sin planificar antes la actuación.

— Cuando tienen que responder a otra pregunta que no sea ¿por qué?, que es la que prefieren.

Teóricos

Aprenden con mayor facilidad
:

— Teniendo modelos, teorías o sistemas que seguir.

— Con ideas y conceptos que les planteen un reto.

— Cuando han de investigar, preguntar e indagar.

Aprenden con mayor dificultad
:

— Con actividades que conllevan incertidumbre.

— En situaciones de emoción y sentimiento.

— Cuando no han de apoyarse en una teoría.

— La pregunta que prefieren es ¿qué?

Prácticos

Aprenden con mayor facilidad
:

— Con actividades que relacionen teoría y práctica.

— Cuando los demás a su alrededor también hacen cosas.

— Practicando inmediatamente lo que han aprendido.

Aprenden con mayor dificultad
:

— Cuando lo que aprenden no está relacionado con necesidades inmediatas.

— En actividades sin aparente finalidad.

— Cuando lo que hacen no está directamente relacionado con la
«realidad»
.

— La pregunta que prefieren es ¿qué pasaría si…?

7

Gatear de pequeño, moverse y aprender

Gatear y coger un objeto del suelo sin detenerse, es uno de los ejercicios más complejos que puede hacer un niño —y casi un adulto—. Nati era una niña pequeña que no gateaba aún. Presentaba una preferencia clara por su parte izquierda, llamada a ser simétrica con la derecha en su cuerpo. Su madre quería que gateara y la puso boca abajo sobre una manta; a unos cincuenta centímetros de ella, colocó un objeto de color vivo. Nati se arrastraba atraída por el objeto como si este la llamara. No tardó en aprender a ponerse a gatas y comenzar a gatear después. Se hizo una experta en gatear y, sin detenerse, recogía objetos que se encontraba en el pasillo de su casa, al recorrerlo velozmente. Al crecer, su asimetría se fue compensando. Con doce años la profesora le dijo:
«Nati, es increíble lo imaginativa (hemisferio derecho cerebral) que eres y lo bien que resuelves los problemas matemáticos (hemisferio izquierdo). Sirves para todo.»
Quizá todo empezó en su gateo.

A menudo no se advierte la importancia de actividades infantiles como el gateo o el hecho de que un bebé pueda estar con las manos y brazos libres, pueda reptar por el suelo, se cuelgue de una barra o rama y duerma boca abajo.

En realidad, se trata de actividades cruciales para el desarrollo mental del niño.

El gateo

Siguiendo los estudios de la doctora Pilar Martin Lobo, el gateo es una de las actividades más ricas de la niñez.

— «Con ella el niño es capaz, por primera vez, de utilizar funciones de ambos lados del cuerpo coordinadamente.

— Pasa de la visión monocular a la duocular o biocular hasta la visión binocular.

— La audición se convierte en binaural y comienza a situar el sonido en el espacio.

— Sigue con las manos los objetos que ve y desarrolla el nervio visomotor.

— Relaciona directamente las fibras visuales, las fibras auditivas, los laberintos, los nervios oculomotores, el reflejo postural, los músculos del cuello y del tronco.

— Logra el nivel de conducta indicado por la mielinización y organización del nivel mesencefálico (área cerebral de la mediación e integración).»

El gateo incide en la lateralidad, que hará más tarde a los niños ser:

— «Más ágiles para razonar y más rápidos para hacer las tareas escolares,

— más seguros ante los retos de aprender nuevos conocimientos,

— trabajar con mayor nivel de motivación.»

Por el contrario, si tienen dificultades de lateralidad:

·
Tienen gran voluntad y ponen mucho esfuerzo en el estudio, pero les cunde poco el tiempo y les cuesta terminar con éxito sus tareas escolares.

·
Muchos confunden en ellos su dificultad en la lateralidad con un cociente intelectual limitado, que realmente no tienen.

El gateo es el mejor ejercicio para afirmar y facilitar la lateralidad y ésta incide en el rendimiento escolar directamente:

— Codificación, comprensión y relación entre los mensajes matemáticos y lingüísticos. Ayuda a la organización de símbolos como las letras y los números, especialmente cruciales hasta los seis años.

— Influye en todo el aprendizaje desde la Educación Infantil hasta la adolescencia.

El gateo, además:

— Estimula el sentido del tacto, oído y vista.

— Propicia la conexión entre los dos hemisferios cerebrales.

— La coordinación oculo-manual (ojo-mano), tan decisiva en el resto de su desarrollo madurativo e intelectual.

El arrastre

Desde que el niño pueda arrastrarse hay que procurar que lo haga lo más posible. Primero en la cuna. Luego, poniéndole una manta en el suelo y dejándole a su alrededor objetos de su atención, como juguetes de colores que le atraigan.

Se trata de un ejercicio clave para desarrollar la inteligencia, madurez, libertad, seguridad y alto concepto de sí mismo, y el rico conocimiento que le permite la exploración libre. Desde que el niño tiene un día y está en la cuna, tiende a desplazar su cuerpo hacia adelante buscando topar la cabeza con el límite de la cuna. Precisa saber dónde está la seguridad. Hacerlo facilita su madurez, autoestima y seguridad. Se mueve torpemente con las manos, incontroladamente casi. Tardará en ver con nitidez, pero le basta la lengua para conocer y así lo hace.

Por todo ello, es importante no tener inmovilizado al bebé mediante exceso de ropa o mantas. Es preciso que se mueva y comience a estimular su conocimiento. Que explore con los reducidos límites de su libertad.

Junto a esta posibilidad de movimiento, el Profesor Glenn Doman demostró hace años, que los niños al estar boca abajo se sentían más seguros, podían explorar más y por tanto conocer y aprender más, y maduraban antes y con mayor autoestima.

La braquiación

Coger al niño por las manos y muñecas y subirlo durante unos segundos. O cuando es más mayor, hacerle sujetarse colgado de una escalera o un árbol, asido por las manos, es otro ejercicio que ayudará a ampliar su capacidad torácica, su oxigenación cerebral y su estimulación intelectual.

Libre descubridor en el suelo de casa

En definitiva, movimientos exploradores, que le acerquen a los movimientos maduros de cuando sea mayor, que le hagan afianzar su seguridad, personalidad y a la larga, optimismo y posibilidad de éxito personal. Al cabo, todo buen padre espera de su hijo al crecer y llegar a la adolescencia que siempre se comporte con libertad y con inteligencia. Lo que hará sin duda, si aprendió a hacerlo.

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