Las propias actitudes
Me pregunta el profesor el primer día de clase:
«¿Quiénes de vosotros sacarán en esta asignatura sobresaliente?»
Levantaron la mano 5.
«¿Quiénes aprobarán con 5 o 6?»
Levantaron 10 manos.
«¿Quiénes creen que suspenderán o tendrán muchas dificultades para llegar al 5?»
Se miraron y, pese a la intromisión de la pregunta, levantaron 4 la mano. El resto no se pronunció. Indecisos o guardando su intimidad. Les expliqué que nada de eso podría pasar si aseguraban primero su actitud. Y pasé las dos siguientes horas hablando de actitud y de cómo el determinismo está en nosotros mismos y no en las circunstancias ni en el pasado. Todos podían sacar sobresaliente. Nadie tendría que suspender. El 5 y el 6 eran notas muy bajas, demasiado escasas para los que aprendieran con atención y aprovecharan esta asignatura tan importante para su día a día al salir de clase. Meses después, dos sacaron solo 5, uno un 6 y los demás una nota superior.
La silla de la inteligencia humana se sustenta sobre cuatro patas:
— La imagen de uno mismo.
— La motivación.
— La habilidad para resolver problemas.
— La actitud.
La actitud es la disposición de una persona frente a la realización de alguna tarea determinada. Expresada con sinceridad dice mucho más de lo que uno se imagina a simple vista.
Pero con frecuencia, los niños y adolescentes callan sus verdaderas actitudes. Tratan de ocultarlas, disimularlas. Por miedo a entrar en conflictos con los padres u otros adultos. Muchos niños prefieren callar a cambio de mantener la paz familiar.
Solo cuando les fuerzan a elegir entre lo que creen que son sus verdaderas necesidades y el punto de vista de los demás, es cuando —quizá— muestren sus actitudes reales.
La actitud puede ser positiva, negativa o indiferente.
— Positiva: cuando el niño desea llevar a cabo la tarea y lo que dice, piensa y hace le acerca a conseguirlo.
— Negativa: cuando todas sus manifestaciones le apartan del objetivo perseguido. Alguien tiene motivación negativa cuando evita acercarse a la tarea que ha de realizarse. Incluso detesta que le aproximen a ella.
— Indiferente: cuando le da igual hacer una cosa o dejar de hacerla. La actitud indiferente, por sus resultados, tiene tendencia a ser negativa y a no hacer nada, por comodidad.
Como todo acto está precedido por una actitud, es importante el tipo de esta.
Los padres ocupan el lugar de preferencia —tras ellos los profesores— en la actitud frente al aprendizaje, tanto positiva como negativa. De ahí la gran responsabilidad de los padres y profesores en cuanto dicen, hacen o piensan acerca de la actitud de un hijo y alumno. Los comentarios positivos que no se hacen también influyen en la actitud del niño. Tanto por los profesores como por los padres.
La labor del profesor es que sus alumnos disminuyan su actitud negativa y esta pase a positiva, acercándose a la tarea que conviene.
Al terminar un curso, los alumnos se han debido acercar más y mejor a cada asignatura y haber encontrado en el contacto agradable con ella, la satisfacción de muchas respuestas, y la motivación por aprender.
Si como a menudo ocurre, al acabar el curso, el alumno no quiere ni oír hablar del contenido de una asignatura cursada, ello significa que tanto el profesor como el alumno han perdido su talento y su tiempo.
Prácticas positivas
Entre las posibles prácticas positivas, de un profesor o un padre, destacan por eficacia:
— Admitir las respuestas de los hijos o alumnos, ya sean correctas o incorrectas. Corresponder a ellas con comentarios de aceptación en lugar de rechazo.
— Apoyar o recompensar las respuestas de aproximación a la tarea.
— Facilitar el mayor número posible de éxitos.
— Dar a conocer a los niños dónde se espera que lleguen.
— Adecuar la enseñanza a lo ya sabido, evitando repetir lo que conoce pero apoyándose en lo que ya se sabe.
— Facilitarle al niño la implicación en la elección de cuanto ha de aprender, al menos en parte.
— Procurar que el niño ponga en juego su hemisferio derecho.
— Facilitar al niño libertad.
— Enseñarle que ha de resolver por sí mismo los problemas.
— Fragmentar la materia razonablemente para que sea más asequible.
— Disponer siempre de tiempo.
— Conocer la materia.
— Presentar la materia de forma atractiva y sugerente.
— Explicar con claridad.
— Pedir y respetar las opiniones de los hijos o alumnos.
— Transmitir optimismo.
— Comportarse como se quiere que se comporten los hijos y alumnos.
— Sonreír en el proceso del aprendizaje.
— Evitar los comentarios negativos.
Cuestionario
A continuación presentamos un cuestionario que puede realizar el niño o adolescente para conocer mejor cuál es verdaderamente su actitud.
Sin comentarios ni sugerencias por parte de los adultos, el niño ha de elegir entre las siguientes opciones que se plantean:
1.
¿Cuál de los siguientes niños preferirías como amigo?
A. Roberto: un chico joven, de tu edad, que en al aire libre está probando su nuevo aeroplano teledirigido.
B. María: una chica joven, de tu edad, que con pelo corto y ropa cómoda al aire libre monta en bicicleta.
C. David: un chico joven, de tu edad, que te mira y sostiene unos libros entre sus brazos cruzados, en una biblioteca.
D. Ana: una chica joven, de tu edad, que mira pensativa al infinito, mientras piensa cómo va a resolver un problema matemático de ángulos.
2.
¿Qué regalarías?
A. Un mp4 para escuchar música.
B. Un juego de experimentos químicos.
C. Una caña de pescar y una cesta donde llevar lo necesario para un día de pesca.
D. Una calculadora.
3.
¿Qué libro te parece más interesante por su título?
A. Cómo funcionan los motores de los coches.
B. Cómo acampar en el monte.
C. Cómo practicar diversos deportes.
D. Cómo jugar al ajedrez.
4.
¿A qué actividad te gustaría más dedicar el día entero?
A. Lectura.
B. Deportes.
C. Arte.
D. Danza.
E. Ciencias.
F. Trabajos manuales.
G. Matemáticas.
5.
¿Qué trabajo te parece más interesante?
A. Científico.
B. Ingeniero.
C. Granjero.
D. Deportista.
6.
¿Qué profesor consideras mejor?
A. El que os ayuda a trabajar y mantiene el orden en clase.
B. El que dice cosas divertidas y os entretiene.
7.
Cuando tienes tiempo libre, ¿a qué te gusta de verdad dedicarlo? Elige dos de las opciones.
A. Leer un buen libro, cómodo.
B. Escuchar tu música preferida.
C. Montar la maqueta de un avión.
D. Ver la práctica de algún deporte en la televisión.
8.
El siguiente dibujo representa una clase. ¿Si fuera la tuya dónde preferirías sentarte?
9.
Si te pidieran que escribieses un cuento, ¿qué te gustaría más escribir?
A. Sobre un viaje espacial y luchas contra monstruos alienígenas.
B. Una visita al lugar más famoso del que hayas oído hablar.
C. Tu programa favorito de televisión.
D. Algún trabajo u oficio.
10.
¿Con cuál de los siguientes niños preferirías jugar?
A. Uno muy animado, que sabe inventar juegos y está siempre en los primeros puestos de la clase.
B. Uno con el que es divertido estar y se le ocurren cosas interesantes que hacer, para jugar todo el tiempo.
Puntuación
Adjudica una A o una B de la siguiente manera:
1) David o Ana: A
Roberto o María: B
2) Juego de química o calculadora: A
Mp4 o avíos de pesca: B
3) Cómo funcionan los motores de los coches o Cómo jugar al ajedrez: A
Los otros títulos, ninguna puntuación.
4) Lectura, matemáticas, ciencias: A
Arte, deportes, danza, trabajos manuales: B
5) Científico o ingeniero: A
Deportista o granjero: B
6) El primer maestro: A
El segundo maestro: B
7) Las maquetas y la lectura: A
La televisión y la música: B
8) Primera fila: dos A. Segunda fila: A.
Tercera fila: B. Cuarta fila: dos B.
9) La primera y la última respuesta: A
La segunda y la tercera: B
10) 10.El niño número 1: A
El niño número 2: B
Suma el total de A y B obtenidos, por separado. Se pueden obtener un máximo de 13 A o de 12 B. Pero en la mayoría de los casos, se dará una mezcla.
Ahora los padres pueden responder por su cuenta el mismo cuestionario. Juntos si tienden a coincidir o por separado si hay divergencias en la elección de opciones entre ellos. Mejor por separado, en caso de duda.
Con ambos resultados, el de los padres (en horizontal) y el del hijo (en vertical), se puede valorar de la siguiente forma:
13
La imagen de sí mismo
«¿Os habéis enterado todos?»
«Sí»
, contestaron algunos. El resto calló.
«¿El resto también?»
«Sí»
, se oyó por parte de casi todos los alumnos.
«Pues creo —dijo el profesor— que lo he explicado algo confusamente. Me gustaría hacerlo de nuevo con otro ejemplo. ¿Os parece?»
«Sí, por favor»
, dijo uno con más personalidad; y muchos otros pensaron lo mismo según indicaba el asimiento de su cabeza, probablemente necesitados de una mejor explicación.
La imagen que los niños intentan mostrar ante los demás, generalmente es poco coherente con cómo son realmente. Los hechos a menudo contradicen la imagen que quieren que se tenga de ellos.
Los niños entonces evitan las preguntas porque no saben cómo responderlas. Para conocer cuál es la imagen de sí mismo de un niño o adolescente, y las consecuencias de ello, bastaría que contestara las siguientes preguntas:
1. Creo que soy inteligente
A. Nunca
B. A veces
C. Casi siempre
D. Siempre
2. Creo que soy capaz de hacer las cosas bien
A. Nunca
B. A veces
C. Casi siempre
D. Siempre
3. Soy bueno en los trabajos escolares
:
A. Nunca
B. A veces
C. Casi siempre
D. Siempre
4. Soy cuidadoso
:
A. Nunca
B. A veces
C. Casi siempre
D. Siempre
5. Buen deportista
:
A. Nunca
B. A veces
C. Casi siempre
D. Siempre
6. Capaz de hacer cosas por mí mismo
:
A. Nunca
B. A veces
C. Casi siempre
D. Siempre
7. Feliz
:
A. Nunca
B. A veces
C. Casi siempre
D. Siempre
8. Servicial
:
A. Nunca
B. A veces
C. Casi siempre
D. Siempre
9. Obediente
:
A. Nunca
B. A veces
C. Casi siempre
D. Siempre
10. Tengo facilidad para hacer amigos
: