Trilogía de la Flota Negra 3 La Prueba del Tirano (48 page)

BOOK: Trilogía de la Flota Negra 3 La Prueba del Tirano
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«Es como si pensaran que he venido aquí a ganar la guerra para ellos —pensó Luke mientras seguía a su escolta hasta la cubierta de vuelo—. Pero en realidad yo espero que sean precisamente las personas a las que están ignorando quienes sean capaces de hacer lo que esperan de mí.»

Luke quería tener una entrevista privada con Ábaht y eso era lo que había solicitado, pero quizá fuera esperar demasiado. O su presencia resultaba excesivamente magnética incluso entre sus mismos oficiales, o la idea de «entrevista privada» que tenía Ábaht incluía automáticamente a dos coroneles de acompañamiento y un capitán extra.

Luke resolvió el problema que suponía su presencia limitándose a ignorarla.

—¿Cuál es la situación actual del conflicto, general? —preguntó, prescindiendo de cualquier intento de presentar a sus acompañantes.

—La presidenta ha declarado la guerra a los yevethanos —le informó Ábaht—. Como primer paso, nos estamos preparando para volver a Doornik-319 y arrebatárselo. También hemos adoptado una actitud más agresiva en lo referente a la búsqueda de los astilleros restantes, y estamos planificando penetraciones más profundas en el cúmulo que llegarían hasta los mundos natales de los yevethanos.

—¿Y cuál es la situación actual de sus efectivos? ¿Se están viendo involucrados en alguna clase de hostilidades?

—No. Esto es la calma que precede a la tempestad —dijo Ábaht—. Y ahora, ¿puedo pedirle que me explique su presencia? Supongo que si hubiera sido enviado por la presidenta nos habrían advertido de antemano.

—He venido directamente desde J't'p'tan, un mundo que en sus cartas astrográficas es conocido como Doornik-628E —dijo Luke—. Antes de eso... Bueno, una explicación completa exigiría demasiado tiempo, y de todas maneras no estoy preparado para compartir con nadie más todo lo que me ha ocurrido. Pero la parte que importa es muy simple y puede explicarse con facilidad. He venido a ofrecerles una oportunidad de dar ese primer paso en una dirección distinta.

Un público formado por personas como el coronel Corgan, el coronel Mauit'ta y el capitán Morano podía poner en apuros incluso a alguien que gozara de la posición de Luke..., sobre todo cuando se trataba de «venderle» algo que tenía todo el aspecto de ser magia pura y simple.

—¿Es que también tengo que defender a los Jedi ante ustedes? —preguntó secamente Luke en respuesta a la más reciente expresión de escepticismo—. La naturaleza del universo trasciende las definiciones de la ciencia, y las posibilidades del universo exceden las limitaciones de la tecnología.

—No tengo muchas ganas de poner en peligro las vidas de mi tripulación depositando mi confianza en trucos y fuerzas invisibles que no pueden ser medidas —dijo Morano.

—Al parecer tampoco tiene muchas ganas de salvar las vidas de su tripulación.

—Prefiero confiar en lo que conozco. Podemos ganar esta guerra con las armas de que disponemos.

No había muchos objetos sueltos en una nave preparada para entrar en combate, por lo que Luke se vio obligado a crear algunos. Una fracción de segundo le bastó para enviar una sonda de la Fuerza, arrancar las insignias de los uniformes de los tres oficiales y extenderlas en pulcras hileras sobre el escritorio de Ábaht.

—Ahora ya sabe algunas cosas más sobre las fuerzas invisibles —dijo.

—Esto no nos ayuda en nada —dijo el general Ábaht con un suspiro.

—Sólo intento recordarles que la Fuerza es tan real como cualquier objeto de esta habitación: la Fuerza es un misterio, pero no una fantasía —dijo Luke. Extendió un dedo y señaló a Morano, quien seguía contemplando en silencio la porción de tela que hasta hacía unos momentos había estado cubierta por las insignias de su rango—. Su manera de ganar esta guerra significa millares o quizá incluso decenas de millares de muertes en ambos bandos..., y esas muertes son totalmente innecesarias.

—Serán innecesarias únicamente si su truco consigue engañar a los yevethanos —dijo Corgan, recogiendo sus insignias con una clara expresión de irritación en su rostro curtido por la intemperie—, y no puede saber si conseguirá engañarles.

—Lo que Wialu nos está ofreciendo no es ningún «truco» —dijo Luke con meticulosa paciencia—. Su instrumental es más viejo que la tecnología de ese desintegrador que usted lleva al cinto, y más poderoso. Pero resulta más difícil de manejar, porque exige toda una vida de compromiso en vez del mero hecho de limitarse a apretar un gatillo.

—Quizá podría decirnos algo más sobre cómo funciona —sugirió Mauit'ta.

Luke se dio la vuelta y alzó las manos en un gesto de disgusto y frustración.

—Utiliza el reflejo de la superficie de la Corriente —dijo Wialu.

—Me temo que eso tampoco me sirve de mucho —dijo Ábaht mientras Luke se volvía nuevamente hacia él—. Debe comprender que nos está pidiendo que organicemos una operación militar a gran escala alrededor de algo que nunca hemos experimentado anteriormente. ¿Cree que sería posible que nos hicieran una demostración?

Luke esperaba que Wialu rechazara aquella imposición, pero su respuesta le sorprendió.

—Me están pidiendo que cree una proyección de gran tamaño de algo que nunca he experimentado anteriormente —dijo—. Me parece que lo más beneficioso para todos sería que ustedes hicieran su demostración primero, y que juzgaran la mía después.

Ábaht miró a Corgan.

—¿Coronel?

—Bueno, estamos esperando la llegada de unas veinte naves del Cuarto que deben unirse a nuestros efectivos dentro de... —echó un vistazo a su cronómetro—, dentro de una media hora. ¿Les servirían para hacer su demostración?

—Necesito encontrarme lo más cerca posible del fenómeno —dijo Wialu.

—Hay una burbuja de observación en el vehículo de mantenimiento —dijo Marano—. Si nos encogiéramos un poco, creo que los siete podríamos caber en ella. Siempre que no le moleste la presencia de unos escépticos, naturalmente...

—Sus creencias son totalmente irrelevantes para mí —dijo Wialu—. Yo extraigo mi poder de aquello en lo que creo.

Cuando el vehículo de mantenimiento hubo llegado al límite de seguridad, el general Ábaht golpeó suavemente el hombro del piloto desde atrás con un dedo para indicarle que quería que se detuviera a cincuenta kilómetros del punto en el que debía aparecer la fuerza expedicionaria cuando terminara su salto hiperespacial.

—Ya estamos lo bastante cerca, hijo —dijo—. Ah, y déjenos unos cuantos kilómetros por debajo de la trayectoria de entrada. No quiero morir viendo cómo todo el alto mando de esta fuerza es borrado del universo por un error de navegación.

—A mí me preocupa más la posibilidad de ser borrados del universo por el exceso de entusiasmo de algún teniente de artillería —dijo Corgan—. Esas naves se dirigen hacia una zona de riesgo, y no esperan encontrarse con un comité de bienvenida esperándolas en el espacio.

—Akanah se ocupará de eso —dijo Wialu—. Las naves no nos verán.

—¿Qué quiere decir? —preguntó Ábaht.

—Cuando Wialu dice que puede hacer algo, general... Bueno, le aconsejo que la crea —dijo Luke—. Si yo hubiera querido hacer las cosas a su manera, no habrían sabido que el
Babosa del Fango
estaba rondando por los alrededores hasta que lo hubiera posado en una de sus plazas de estacionamiento.

Corgan meneó la cabeza con visible incredulidad, pero no hubo ocasión de proseguir aquella discusión.

—Ahí vienen —dijo Mauit'ta.

Las gigantescas masas de los navíos de combate fueron emergiendo una detrás de otra del centro de una masa de destellos de radiación blanca que se agitaban y se superponían entre sí, estrellas recién nacidas que surgían de la nada para empezar a parpadear en la noche. Cruceros y transportes de ataque, Destructores Estelares y cañoneras... Todas salvaron la distancia que las separaba del vehículo de mantenimiento en un abrir y cerrar de ojos, y pasaron rugiendo sobre sus cabezas en una espectacular exhibición de potencia

—¿Se nos permite hablar? —preguntó Corgan.

—Paciencia —dijo Ábaht, alzando la mirada con los dedos entrelazados a la espalda—. Sospecho que la paciencia y la atención acabarán siendo recompensadas.

—Me temo que no le entiendo.

—¿Cuántas naves estábamos esperando?

—Veintidós.

Ábaht asintió.

—Pues hasta el momento ya he contado treinta.

Corgan y Morano, boquiabiertos y con los ojos desorbitados, contemplaron en silencio cómo el enorme casco de un transporte de la flota hendía el vacío por encima de sus cabezas.

—Tiene que haberse equivocado.

Luke vio que Ábaht estaba sonriendo.

—Puedo asegurarles que todavía soy capaz de contar hasta treinta —dijo—. Les sugiero que hablen con Seguimiento y pidan una comprobación.

Mauit'ta ya estaba alargando la mano hacia su comunicador.

—Haga un barrido de las naves que se están aproximando y proporcióneme un recuento —ordenó.

—Treinta y ocho..., cuarenta..., cuarenta y uno... Los sensores siguen registrando contactos.

—¿Y todos los contactos y trayectorias son normales?

—Todo es tal como esperábamos... Espere un momento. Algunas identificaciones están duplicadas. Coronel, ¿quiere explicarme qué está pasando?

—Ahora no, teniente. Manténgase a la escucha —dijo Mauit'ta, y desconectó su comunicador.

Ábaht se volvió hacia los otros oficiales.

—Bien, caballeros, ya tenemos nuestra demostración —dijo, señalando el espacio con una mano mientras una cañonera pasaba rugiendo a un kilómetro escaso de distancia de ellos—. ¿Cuáles son reales? ¿Ésa? ¿La de al lado? No puedo distinguir unas de otras..., y sospecho que ni siquiera Seguimiento es capaz de hacerlo. —Se volvió hacia Akanah—. Gracias. No necesito más demostraciones.

Un instante después la mitad del grupo de combate que estaba desfilando por delante de ellos se desvaneció. Wialu se encorvó perceptiblemente, como si su cuerpo se aflojara después de haber hecho un gran esfuerzo, y buscó su asiento inmediatamente después. Akanah se apresuró a sentarse junto a ella en una actitud claramente protectora.

—¿Qué es lo que acabo de ver, general? —preguntó el piloto del vehículo de mantenimiento con un hilo de voz.

—Nada, hijo —respondió Ábaht—. Nada, tanto oficialmente como literalmente.

—Pero...

—No haga más preguntas y no piense en ello —dijo el general—. Limítese a llevarnos de vuelta al granero lo más deprisa que pueda —añadió, volviéndose hacia Luke—. Todos tenemos muchas cosas que hacer.

Ya habían iniciado la fase final de la aproximación al
Intrépido
cuando se les dijo que debían hacerse a un lado para permitir el lanzamiento de una oleada de cazas. La preocupación ensombreció el rostro de Morano apenas oyó aquellas palabras.

—¿Qué está ocurriendo? Todavía falta una hora para la próxima rotación de patrullas.

El capitán obtuvo una respuesta del controlador de vuelos después de que el vehículo de mantenimiento se hubiera posado en el hangar.

—La patrulla exterior va a llevar a cabo una intercepción —les informó el controlador—. Hemos detectado la presencia de una nave procedente del interior del sistema que se está acercando a gran velocidad. No hemos recibido ninguna identificación válida, y hasta el momento la nave se ha limitado a responder a nuestras transmisiones con lo que parece ser una especie de señal de interferencia o código protegido.

Morano giró sobre sus talones para encararse con Wialu.

—¿Eso también forma parte de su demostración?

—No —dijo Wialu meneando la cabeza—. No tengo nada que ver con esa nave.

—General, el comandante Jarrou ha ordenado que volvamos al nivel de alerta dos —siguió explicando el controlador—. Capitán, usted y el general tienen que ir arriba lo más deprisa posible.

Luke fue a toda prisa hasta el puente, pisándole los talones al general Ábaht en una veloz carrera, y se plantó delante de una pantalla de seguimiento. La imagen todavía era pequeña y bidimensional. Luke inclinó la cabeza a un lado y estudió la imagen, que iba agrandándose lentamente.

—¿A qué velocidad se mueve esa nave, especialista?

—Estamos captando un factor ocho sublumínico, señor. Parece que tiene mucha prisa.

—¿Podría escuchar esa señal de interferencia que está transmitiendo?

—Todavía la estamos recibiendo —dijo el especialista—. Puede utilizar los auriculares, señor. Tenga cuidado con el volumen... Es una auténtica revientatímpanos.

Luke se puso los auriculares, escuchó en silencio durante un momento... y después se echó a reír.

—¿Señor?

—Eso no es una señal de interferencia. Es shyriiwook..., un dialecto de los wookies —dijo, quitándose los auriculares de un manotazo—. Es Chewbacca, y parece que está muy preocupado por algo. —Echó otro rápido vistazo a la pantalla—. Quiere que esos pilotos se quiten de en medio. ¡General Ábaht!

Ábaht interrumpió su conversación con el oficial táctico para alzar la mirada hacia Luke.

—¿Qué ocurre ahora?

—Será mejor que les diga a esos cazas que se olviden de la intercepción y que se preparen para llevar a cabo una misión de cita-y-escolta —dijo Luke—. El
Halcón Milenario
viene hacia aquí.

Shoran y Han fueron sacados del
Halcón
en camillas del servicio de evacuación médica.

Si se los juzgaba únicamente por el aspecto, los dos parecían estar igualmente graves, pero las luces indicadoras de los paneles monitores de las camillas enseguida profetizaron que irían a parar a sitios distintos.

Los indicadores de la camilla de Shoran permanecieron estáticos y mayoritariamente en rojo, y su ocupante fue llevado directamente al depósito de cadáveres del
Intrépido
. Los indicadores de la camilla de Han no paraban de parpadear y casi todos estaban en amarillo, y Han fue llevado directamente a un tanque bacta en la sala médica número uno.

Ni Luke ni nadie más tuvo ninguna posibilidad de hablar con Han antes de que entrara en el tanque. Al parecer Han había permanecido inconsciente desde bastante antes de que el
Halcón
saliera de N'zoth mediante un microsalto, y su ya bastante frágil estado se había visto agravado por las tensiones del rescate y, en particular, por la huida en condiciones de alta gravedad. E incluso si Han hubiera estado consciente, había que contar con Chewbacca; el wookie se mantenía constantemente al lado de Han en una actitud tan protectora que estorbaba al doctor y al androide médico, y al final tuvo que ser apartado de la mesa de selección casi a rastras por dos de sus compañeros.

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