Read 2010. Odisea dos Online

Authors: Arthur C. Clarke

Tags: #Ciencia Ficción

2010. Odisea dos (11 page)

BOOK: 2010. Odisea dos
2.74Mb size Format: txt, pdf, ePub
ads

Se encontraban aún tan cerca de Júpiter que era imposible creer que la nave estuviera orbitando el planeta; podrían haberse hallado en un avión de gran altitud que acabara de emerger de entre un mar de nubes. No había sensación de escala; era fácil imaginarse que se estaban alejando de algún atardecer terrestre; tan familiares resultaban aquellos rojos, rosados y púrpuras que se deslizaban allá abajo.

Pero aquello no era más que una ilusión; nada había allí que pudiera tener semejanza con la Tierra. Aquellos colores eran propios, no prestados por el sol poniente. Los mismos gases eran totalmente alienígenos: metano, amoniaco y un brebaje embrujado de hidrocarburos, mezclado en un caldero de hidrógeno y helio. Ni un atisbo de oxígeno libre, aliento de la vida humana.

Las nubes marchaban de horizonte a horizonte en filas paralelas, distorsionadas ocasionalmente por vientos y remolinos. Aquí y allá había relámpagos de gas más brillantes que rompían el paisaje, y Floyd alcanzó a divisar el borde oscuro de una enorme tromba, un remolino de gases que se hundían en las insondables profundidades jovianas.

Comenzó a buscar el Gran Punto Rojo, pero en seguida se dio cuenta de lo inocente de su intento. Todo aquel enorme paisaje de abajo era apenas una pequeña porción de la inmensidad del Punto Rojo; hubiera sido lo mismo que intentar reconocer el contorno de los Estados Unidos desde una avioneta a baja altura sobre Kansas.

"Corrección completa. Estamos en órbita de intercepción con Ío. Tiempo hasta la llegada: ocho horas y cincuenta y cinco minutos".

"Menos de nueve horas para trepar desde Júpiter y encontrarnos con lo que sea que nos esté esperando", pensó Floyd. "Hemos escapado del gigante, pero él sólo representa un peligro para el que nos podíamos preparar. Lo que queda ahora es un absoluto misterio".

"Y si superáramos con vida ese desafío, aún deberemos volver a Júpiter. Necesitaremos de su poder para regresar a casa sanos y salvos".

16. LINEA PRIVADA

"... Hola, Dimitri. Habla Woody, cambiando a Clave Dos en quince segundos... Hola, Dimitri, multiplica las Claves Tres y Cuatro, saca la raíz cúbica, súmale el cuadrado de Pi y emplea la integral más próxima como Clave Cinco. A menos que. sus computadoras sean un millón de veces más rápidas que las nuestras, y estoy condenadamente seguro de que no lo son, nadie podrá decodificar esto, de tu lado o del mío. Pero puede que tengas que dar algunas explicaciones; de todos modos, eres un experto en eso.

"A propósito, mis habitualmente bien informadas fuentes me hablaron del fracaso en el último intento para persuadir al viejo Andrei de que renunciara; supongo que tu delegación no tuvo más suerte que las otras, y que todavía debes seguir soportándolo como Presidente. Me causa mucha gracia; la Academia se lo tiene merecido. Sé que ya tiene más de noventa años, y se está volviendo un poco... bueno, obstinado. Pero no recibirás ninguna ayuda de mi parte, aunque en el mundo —perdón, en el Sistema Solar —no haya alguien más experto que yo en la extirpación indolora de científicos caducos.

"...¿Me creerías si te dijera que aún estoy un poco bebido? Sentimos que nos merecíamos una pequeña fiesta, luego de haber efectiza... efectua... ¡demonios! efectivizado el acople con Discovery. Además teníamos que dar la bienvenida a bordo a dos nuevos miembros de la tripulación.

Chandra no confía en el alcohol; lo hace a uno demasiado humano; pero Walter Curnow se ocupó de su parte, y algo más. Sólo Tanya permaneció sobria como una roca, tal como se hubiera esperado.

"Mis compañeros norteamericanos, —ya estoy hablando como un político, ¡Dios nos libre! —, finalizaron su hibernación sin problemas, y ambos están ansiosos por comenzar a trabajar. Deberemos actuar con rapidez; no sólo se nos escapa el tiempo, sino que Discovery no parece estar en buenas condiciones. Apenas podíamos creer en nuestros ojos, al ver que el inmaculado casco blanco se había vuelto de un amarillo enfermizo.

"Por supuesto, la culpa es de Ío. La nave ha descendido hasta unos tres mil kilómetros en espiral, y cada pocos días alguno de los volcanes arroja al espacio varios megatones de azufre. Aunque hayas visto las películas, realmente no puedes imaginarte lo que es estar suspendido sobre ese infierno; me alegraré cuando podamos alejamos de aquí, aun cuando nos estaremos dirigiendo hacia algo mucho más misterioso... y tal vez mucho más peligroso.

"Yo volé sobre el Kilauea durante la erupción del '06; era sobrecogedor, pero no era nada, nada, comparado con esto. En este momento estamos en el lado nocturno, y eso empeora las cosas. Lo que tú ves es sólo lo suficiente como para imaginarte mucho más. Es lo más cercano al infierno que nunca querría estar...

"Algunos lagos de azufre están a temperatura suficiente como para resplandecer, pero la mayor parte de la luz joviana proviene de las descargas eléctricas. Cada pocos minutos el paisaje entero parece explotar, como iluminado por un flash fotográfico gigante. Y puede que no sea una analogía tan mala; en el tubo de flujo que une Júpiter con Ío, flotan millones de amperes, y a cada rato hay cortocircuitos. Así se produce el relámpago más grande del Sistema Solar, y la mitad de nuestros interruptores saltan por simpatía.

"Recién hubo una erupción justo sobre el Terminador, y estoy viendo una nube inmensa que se expande hacia nosotros, trepando hacia la luz del Sol. Dudo que alcance nuestra altura, y aunque lo hiciera sería inofensiva al llegar hasta aquí. Pero se la ve ominosa; un monstruo espacial que trata de devoramos.

"Apenas llegamos aquí, tuve la sensación de que lo me hacía acordar de algo; me llevó un par de días darme cuenta de qué, y finalmente tuve que consultar con Archivo de Misión porque la biblioteca de la nave no me pudo ayudar... ¡qué vergüenza! ¿Recuerdas que, cuando éramos muchachos, en los cursos de Oxford, te recomendé El Señor de los Anillos? Bien, Ío es Mordor: busca en la Tercera Parte. Hay un pasaje que habla de "ríos de roca derretida que se abren paso... hasta que se congelan y yacen como siluetas de dragones retorcidos vomitados por la tierra atormentada". Es una descripción perfecta: ¿cómo lo pudo saber Tolkien, un cuarto de siglo antes que nadie viera una fotografía de Ío? Podríamos hablar de la Naturaleza imitando al Arte.

"Por lo menos no tendremos que bajar allí: no creo que ni siquiera nuestros colegas chinos lo hubieran intentado. Pero tal vez algún día sea posible; hay sectores que parecen bastante estables, sin ser inundados continuamente por mareas de azufre.

Quién hubiera creído que haríamos todo el trayecto hasta Júpiter, el planeta más grande, y luego lo ignoraríamos? Sin embargo, eso es lo que pasa la mayor parte del tiempo, y cuando no estamos mirando a Ío o a Discovery, estamos pensando en el... Artefacto.

"Aún está a diez mil kilómetros de distancia, ahí arriba en el punto de libración; pero en el telescopio principal parece estar al alcance de la mano. Por no tener ningún rasgo distintivo, no da idea de su tamaño, no hay manera de ver que en realidad mide dos kilómetros de largo. Si es sólido, debe pesar billones de toneladas.

"Pero, ¿será sólido? No devuelve ningún eco del radar, inclusive cuando está perpendicular a nosotros . Sólo lo percibimos como una silueta negra contra las nubes de Júpiter, que están a trescientos mil kilómetros por debajo de él. Excepto por su tamaño, es exactamente igual al monolito que desenterramos en la Luna.

"Bueno, mañana abordaremos Discovery, y no sé cuándo tendré oportunidad de volver a hablar contigo. Pero hay algo más, amigo mío, antes de firmar.

"Se trata de Caroline. Nunca entenderá realmente por qué tuve que dejar la Tierra, y en cierta manera, no creo que me lo perdone alguna vez. Algunas mujeres creen que el amor no es lo único... sino todo. Tal vez tenía razón. De cualquier manera, seguramente ya es muy tarde para discutirlo.

"Intenta animarla un poco en cuanto puedas. Empezó a hablar algo acerca de regresar al continente. Temo que si lo hace...

"Si no puedes convencerla, trata de hablar con Chris. Lo extraño más de lo que pensaba.

"Confiará en el tío Dimitri, si le dices que su Padre aún lo quiere y volverá a casa tan pronto como pueda".

17. PARTIDA DE ABORDAJE

Aun en las mejores condiciones, no es fácil abordar una nave espacial abandonada, y que no quiere cooperar. Lo que es más, puede ser positivamente peligroso.

Walter Curnow lo sabía como un principio abstracto; pero no lo sintió en carne propia sino cuando vio los cien metros de envergadura de Discovery girando sobre su eje transversal, mientras Leonov permanecía a una distancia segura. Años atrás, la fricción había absorbido la rotación del giróscopo de Discovery, transfiriendo así su momento angular al resto de la estructura. Ahora, como el bastón de un tambor mayor en el punto más alto de su trayectoria, la nave abandonada giraba grácilmente a lo largo de su órbita.

El primer problema era detener esa rotación, que hacía a Discovery no sólo incontrolable, sino también inabordable. Mientras se vestía en la cámara de presión, junto a Max Brailovsky, Curnow tenía una extraña sensación de incompetencia, y tal vez de inferioridad; aquélla no era su especialidad. Ya lo había explicado con gravedad, "Yo soy ingeniero espacial, no chimpancé del espacio"; pero el trabajo debía hacerse. Sólo él poseía la habilidad necesaria para salvar a Discovery de las garras de Ío. A Max y sus colegas, trabajando con diagramas de circuitos y equipos desconocidos, les llevaría mucho más tiempo. Cuando hubieran restablecido la potencia de la nave, y dominado sus controles, ésta ya se habría sumergido en las sulfurosas hogueras que ardían a sus pies, allá abajo. —No estarás asustado, ¿o sí? —preguntó Max, cuando estaban por colocarse los cascos.

—No lo suficiente como para hacer un lío con mi traje; pero sí, bastante.

Max sonrió.

—Yo diría que eso es lo correcto en este trabajo. Pero no te preocupes; te llevaré entero hasta allí, en mi... ¿cómo le dicen ustedes?

—Escoba. Porque se supone que las brujas vuelan sobre ellas.

—Ah, sí. ¿Probaste una alguna vez?

—Una vez lo intenté, pero se me escapó. A los demás les pareció muy gracioso.

Algunas profesiones han desarrollado herramientas únicas y características: el arpón del pescador de ballenas, el torno del alfarero, la plomada del albañil, el martillo del geólogo. Los hombres que debían pasarse gran parte de su tiempo en proyectos de construcción bajo gravedad cero habían creado la "escoba".

Era muy simple: un tubo hueco de un metro de largo, con un apoyo para el pie en un extremo, y una manija de retención en el otro. Apretando un botón, se podía extender hasta cinco o seis veces su tamaño normal, y el sistema interno de amortiguación permitía a un operador experimentado realizar las maniobras más sorprendentes. En caso necesario, el apoya-pie podía convertirse en garra o en gancho; había otros refinamientos, pero éste era el diseño básico. Parecía muy fácil de usar; no lo era.

Las bombas de aire terminaron el reciclado; se encendió el cartel de SALIDA; se abrieron las puertas exteriores y los exploradores se deslizaron suavemente hacia el vacío.

Discovery giraba como las aspas de un molino a unos doscientos metros de allí, siguiendo a Leonov en su órbita alrededor de Ío, que cubría la mitad del cielo. Júpiter era invisible, del otro lado del satélite. Esto era una elección deliberada; usaban a IFo como escudo para protegerse de la energía que circulaba en ambos sentidos a lo largo del tubo de flujo que unía los dos mundos. Aun así, el nivel de radiación era peligrosamente alto; disponían de menos de quince minutos antes de tener que regresar para guarecerse.

Casi inmediatamente, Curnow tuvo un problema con su traje.

—Me ajustaba bien cuando dejé Tierra —se quejó —. Pero ahora bailo dentro de él, como una arveja en la vaina.

—Es perfectamente normal, Walter —dijo la cirujano-comandante Rudenko, irrumpiendo en el circuito de radio— Ha perdido usted diez kilogramos en la hibernación, pérdida que podía afrontar sin problemas. Y ya ha recuperado tres de ellos.

Antes de que Curnow tuviera tiempo de pensar una réplica, se encontró empujado con suavidad, pero con firmeza, lejos de Leonov.

—Relájate, Walter —dijo Brailovsky —. No uses tus impulsores, aun cuando empieces a dar vueltas. Deja que yo haga todo el trabajo.

Curnow veía los perezosos resoplidos del aparato del hombre más joven, mientras sus pequeñas turbinas los conducían hacia Discovery. A cada una de esas pequeñas nubes de vapor seguía un delicado tirón en el cable de remolque, y se empezaba a mover hacia Brailovsky; pero nunca lo alcanzaba antes del próximo soplido. Se sentía como un yo-yo, subiendo y bajando por el hilo.

Había una sola manera de aproximarse al naufragio, y era a lo largo del eje alrededor del cual giraba con suavidad. El centro de rotación de Discovery estaba aproximadamente en la mitad de la nave, cerca del complejo central de antenas, y Brailovsky se dirigía directamente a esa zona, con su ansioso campanero a remolque. "¿Cómo podrá detenernos a ambos a tiempo?", se preguntaba Curnow.

Discovery era ahora un inmenso pero esbelto carillón que hendía el cielo frente a ellos. Aunque tardaba varios minutos en completar una revolución, los extremos se movían a una velocidad impresionante. Curnow trataba de ignorarlos, y de concentrarse en el centro cada vez más cercano, e inmóvil.

—Estoy apuntando hacia allá —dijo Brailovsky —. No trates de ayudar, y no te sorprendas por nada que suceda.

"¿Qué quiere decir con allá?", se preguntó Curnow, preparándose lo más posible para "no sorprenderse".

Todo sucedió en unos cinco segundos. Brailovsky accionó su escoba, y ésta se extendió en toda su longitud de cuatro metros, haciendo contacto con la nave que se aproximaba. La escoba comenzó a contraerse, mientras su amortiguación interna absorbía la considerable inercia del movimiento de Brailovsky; pero al contrario de lo que Curnow esperaba, no lo llevó a estrellarse contra la masa de antenas. Se volvió a extender de inmediato, invirtiendo la velocidad del ruso, de tal manera que se estaba alejando de Discovery tan rápido como se había acercado. Pasó al lado de Curnow, nuevamente en dirección al espacio, a sólo unos centímetros de distancia. El atónito norteamericano sólo tuvo tiempo de entrever un gran bulto antes de que Brailovsky saliera disparado.

Un segundo después, hubo un tirón en el cable que conectaba a ambos, y una rápida desaceleración al compensarse las inercias de ambos movimientos. Sus velocidades opuestas se habían anulado limpiamente; estaban virtualmente en reposo con respecto a Discovery. Curnow sólo tenía que alcanzar la agarradera más cercana y tirar de ella.

BOOK: 2010. Odisea dos
2.74Mb size Format: txt, pdf, ePub
ads

Other books

A Daughter's Dream by Shelley Shepard Gray
Sold by Jaymie Holland
The Flaming Luau of Death by Jerrilyn Farmer
Table for Two by Girard, Dara
A Violet Season by Kathy Leonard Czepiel
The Newman Resident by Swift, Charles
Pride & Princesses by Day, Summer
Wedding Bell Blues by Jill Santopolo