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Authors: Arthur C. Clarke

Tags: #Ciencia Ficción

2010. Odisea dos (7 page)

BOOK: 2010. Odisea dos
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—Exactamente. Miles de millones de toneladas de agua. Suficiente para llenar los tanques propulsores, pasear alrededor de todos los satélites, y todavía tener reserva para el acople con Discovery y el regreso a casa. Odio decirlo, Vasili, pero nuestros amigos chinos nos burlaron otra vez.

—Siempre suponiendo, por supuesto, que logren hacerlo.

9. EL HIELO DEL GRAN CANAL

De no ser por el negro azabache del cielo, la fotografía podría haber sido tomada casi en cualquier región polar de la Tierra; no había absolutamente nada de extraño en el hielo áspero, que se extendía hasta el horizonte. Sólo las cinco figuras enfundadas en trajes espaciales en primer plano anunciaban que el panorama pertenecía a otro mundo.

Inclusive ahora, los recelosos chinos no habían proporcionado los nombres de la tripulación. Los anónimos intrusos del helado paisaje europeo eran sólo el científico en jefe, el comandante, el navegante, el primer ingeniero, el segundo ingeniero. Floyd no pudo evitar pensar en lo irónico del asunto. Todo el mundo en la Tierra había visto la ya histórica fotografía una hora antes de que ésta llegara a la Leonov, que estaba mucho más cerca de la escena. Pero las transmisiones de Tsien se efectuaban en un ancho de banda tan estrecho que era imposible interceptarlas; Leonov sólo captaba la señal de su radiobaliza, propagándose imparcialmente en todas direcciones. E incluso ésta era inaudible más de la mitad del tiempo, pues la rotación de Europa la ponía fuera de alcance, o el mismo satélite era eclipsado por la monstruosa masa de Júpiter. Las escasas informaciones de la misión china debían ser retrasmitidas desde Tierra.

La nave había descendido, después de su reconocimiento inicial, sobre una de las pocas islas de roca sólida que sobresalían de la costra de hielo que cubría virtualmente toda la luna. El hielo era plano de polo a polo; no había viento que lo modelara con formas extrañas, o nieve que, capa sobre capa, construyera colinas móviles.

Sobre Europa podían caer meteoritos, pero nunca un copo de nieve. Las únicas fuerzas que moldeaban su superficie eran la firme acción de la gravedad, reduciendo todas las elevaciones a un mismo nivel uniforme, y los incesantes temblores causados por los otros satélites al pasar y repasar en sus órbitas cercanas a Europa. El mismo Júpiter, no obstante su masa muy superior, ejercía un efecto mucho más pequeño. Las mareas jovianas habían terminado su tarea hacía eones, asegurando que Europa permaneciera prisionera por siempre, con una cara vuelta hacia su amo gigante.

Todo esto se supo con las observaciones del Voyager de los años setenta, los reconocimientos de Galileo de los ochenta, y los europeizajes Kepler de los noventa. Pero, en pocas horas, los chinos habían aprendido más acerca de Europa que todas las misiones anteriores combinadas. Guardarían el conocimiento para sí mismos; se podría estar en desacuerdo, pero pocos negarían que se habían ganado el derecho de hacerlo.

Lo que sí se estaba negando, con más y más aspereza, era su derecho a anexar el satélite. Por primera vez en la historia, una nación había proclamado derechos sobre otro mundo, y todos los medios de difusión estaban discutiendo la posición legal. Aunque los chinos señalaron, en un tedioso manifiesto, que no habían firmado el Tratado Espacial de la ONU de 2002 y, por lo tanto, no estaban sujetos a sus previsiones, eso no contribuyó en nada a acallar las enojadas protestas.

De repente, Europa fue la noticia más importante del Sistema Solar. Y el hombre del momento, al menos en diez millones de kilómetros a la redonda, estaba muy solicitado.

"Habla Heywood Floyd, a bordo de Cosmonauta Alexei Leonov, en ruta a Júpiter. Pero, como bien pueden imaginar, todos nuestros pensamientos están localizados en Europa.

"En este preciso instante estoy mirando hacia allí a través del telescopio más poderoso de la nave; con este aumento es diez veces mayor que la Luna, tal como la ven ustedes a simple vista. Es una visión de otro mundo.

"La superficie es de un rosado uniforme, con unos pocos parches marrones. Está cubierta por una intrincada red de líneas delgadas, que van y vienen en todas direcciones. En realidad, se asemeja mucho a una foto de un texto de medicina, mostrando un sistema de venas y arterias.

"Algunas de estas líneas tienen cientos, o miles, de kilómetros de largo, y parecen esos canales ilusorios que Percival Lowell y otros astrónomos de comienzos del siglo veinte imaginaron haber visto en Marte.

"Pero los canales de Europa no son una ilusión, aunque, desde luego, tampoco son artificiales. Más aún, contienen agua; o al menos, hielo, pues el satélite está casi totalmente cubierto por el océano, que supera los cincuenta kilómetros de profundidad.

"Por estar tan alejada del Sol, la temperatura de la superficie de Europa es extremadamente baja: alrededor de ciento cincuenta grados bajo cero. Se podría esperar que su único océano fuera un bloque de sólido hielo.

"Sorprendentemente, éste no es el caso, porque en el interior de Europa hay mucho calor, generado por sus propias fuerzas de marea; las mismas que producen las erupciones volcánicas en la vecina Ío.

"De tal manera, el hielo se derrite continuamente, se quiebra y se congela, formando grietas y bloques como los de las planicies de hielo flotantes de nuestras regiones polares. Son ésos los complejos trazados de hendiduras que estoy viendo ahora; la mayoría son oscuros y muy antiguos; tal vez tengan un millón de años de antigüedad.

Pero unos pocos son de un blanco puro: los recién abiertos; y tienen unas costras de sólo pocos centímetros de espesor.

"Tsien se ha posado justo al lado de una de estas líneas blancas, una estría de mil quinientos kilómetros de largo que recibió el nombre de Gran Canal. Presumiblemente, los chinos intentarán bombear agua desde allí a sus tanques de combustible, y así podrán explorar el sistema de satélites jovianos y volver a Tierra. Esto puede no ser fácil, pero seguramente habrán estudiado el lugar de aterrizaje con gran cuidado, y deben saber lo que están haciendo.

"Es obvio, ahora, por qué han corrido tamaño riesgo; y por qué reclaman Europa. Es un punto de reaprovisionamiento. Podría ser la llave para todo el Sistema Solar exterior. También hay agua en Ganimedes, pero está congelada, y es menos accesible a causa del mayor campo gravitatorio de ese satélite.

"Y hay todavía otro aspecto, que se me acaba de ocurrir. Aun si se quedaran encallados en Europa, podrían sobrevivir hasta que se organizara una misión de rescate. Disponen de mucha energía, puede haber muchos minerales útiles en la zona; y ya sabemos que los chinos son los expertos en la producción de alimentos sintéticos. No sería una vida muy lujosa; pero tengo algunos amigos que la aceptarían con gusto a cambio de esa vista de Júpiter extendido por el cielo; la misma vertiginosa vista que esperamos poder disfrutar en pocos días.

"Les habló Heywood Floyd, quien se despide en nombre de sus colegas y en el suyo propio, a bordo de Alexei Leonov".

—Y ahora les habla el puente. Muy buena presentación, Heywood. Deberías haber sido periodista.

—He tenido mucha práctica. La mitad de mi tiempo la pase en RP.

—¿RP?

—Relaciones Públicas, generalmente diciendo a los políticos que deberían asignarme más dinero. Algo de que ustedes no tienen que preocuparse.

—¡Cómo me gustaría que eso fuera cierto! De todos modos, ven para el puente. Hay una información que quisiéramos conversar contigo.

Floyd soltó el botón de su micrófono, fijó el telescopio en su posición y se zafó de la estrecha burbuja de observación. Al salir, casi chocó con Nikolai Ternovsky, obviamente en misión similar.

—Estaba pensando en plagiar tus mejores frases para Radio Moscú, Woody. Espero que no te importe.

—Sería un placer, tovarich. Y además, ¿cómo podría impedírtelo?

En el puente, la capitana Orlova analizaba pensativa la densa masa de palabras y cifras que aparecían en la pantalla principal. Floyd había comenzado penosamente a transliterarlas cuando ella lo interrumpió.

—No te preocupes por los detalles. Estas son estimaciones del tiempo que llevará a Tsien volver a llenar sus tanques y estar lista para el despegue.

—Mi gente está haciendo los mismos cálculos, pero hay muchas, demasiadas variables.

—Pensamos haber eliminado una de ellas. ¿Sabías que las mejores bombas de agua que se pueden comprar pertenecen a los bomberos? Y, ¿te sorprendería enterarte de que a la Estación Central de Beijing le fueron requisadas de repente cuatro de sus últimos modelos hace unos meses, a pesar de las protestas del alcalde?

No estoy sorprendido, sino helado de admiración. Continúa, por favor.

—Podría ser una coincidencia, pero esas bombas tendrían exactamente el tamaño correcto. Haciendo razonables conjeturas acerca del ancho de los tubos, perforación del hielo y todo lo demás... bueno, pensamos que podrían despegar en cinco días. Si hemos calculado bien.

—¡Cinco días!

—Si tienen suerte, y todo funciona perfectamente. Y siempre que no prefieran, en lugar de llenar sus tanques, cargar apenas lo necesario para un acople seguro con Discovery antes que nosotros. Sería suficiente que nos ganara por sólo una hora. En última instancia, podrían reclamar derechos de salvamento.

—No, según los abogados del Departamento de Estado. En el momento apropiado, declararemos que Discovery no es una nave abandonada, sino que ha sido dejada estacionada hasta que volvamos a buscarla. Cualquier intento de abordarla sería un acto de piratería.

—Estoy segura de que los chinos estarán de lo más impresionados.

—Y si no lo están, ¿qué podemos hacer?

—Los superamos en número; dos a uno, cuando revivamos a Chandra y Curnow.

—¿Hablas en serio? ¿Dónde están los machetes para la partida de abordaje?

—¿Machetes?

—Sables, armas.

—¡Oh! Podríamos usar el telespectrómetro láser. Puede vaporizar muestras de asteroides a distancias del orden de los mil kilómetros.

—Esta conversación no me agrada. Mi gobierno ciertamente no aprobaría la violencia, exceptuando, desde luego, que fuera en defensa propia.

—¡Norteamericanos inocentes! Nosotros somos mas realistas. Debemos serlo. Todos tus abuelos murieron de vejez, Heywood. Tres de los míos fueron muertos en la Gran Guerra Patriótica.

Cuando estaban solos, Tanya lo llamaba Woody, nunca Heywood. Debía hablar en serio. ¿O sólo estaba probando sus reacciones?

—De todas maneras, Discovery sólo vale unos pocos billones de dólares en material. La nave no es importante; sólo la información que contiene.

—Exactamente. Información que podría ser copiada, y luego destruida.

—Realmente tienes ideas alegres, Tanya. A veces pienso que todos los rusos son un poco paranoicos.

—Gracias a Hitler y a Napoleón, nos hemos ganado el derecho de serlo. Pero no me digas que tú no te habías imaginado ya esta escena.

—No era necesario —contestó sombrío Floyd —. El Departamento de Estado ya lo ha hecho por mí, con variaciones. Sólo tendremos que ver por cuál de ellas optan los chinos. No me sorprendería en lo más mínimo que nos burlaran otra vez.

10. UN GRITO DESDE EUROPA

Dormir en gravedad cero es una tarea que se debe aprender; a Floyd le había llevado casi una semana encontrar la mejor manera de anclar sus brazos y piernas para que no derivaran a posiciones incómodas. Ahora era un experto, y no ansiaba la vuelta del peso; en realidad, la sola idea solía producirle pesadillas.

Alguien lo estaba sacudiendo. No, ¡debía estar soñando! La intimidad era sagrada a bordo de una nave espacial; nadie entraba en la cabina de otro miembro de la tripulación sin pedir primero permiso. Cerró con fuerza sus ojos, pero las sacudidas continuaron.

—¡Doctor Floyd, despierte por favor! Lo necesitan en la cabina de vuelo.

Y nadie lo llamaba doctor Floyd; el apelativo más formal que había recibido en semanas era Doc. ¿Qué estaba pasando? Con desgano, abrió los ojos. Estaba en su pequeña cabina, suavemente asegurado por su bolso de dormir. Así le informó una parte de su mente; pero entonces ¿por qué? Aún estaban a millones estaba mirando hacia... Europa de kilómetros de distancia.

Allí estaban los reticulados familiares, los esquemas de triángulos y polígonos formados por las líneas que se cruzaban. Y seguramente eso era el propio Gran Canal... no, algo no andaba bien. ¿Cómo podía ser, si él todavía estaba en su cubículo a bordo de Leonov?

—¡Doctor Floyd!

Se despertó completamente y se dio cuenta de que su mano izquierda estaba flotando a centímetros de sus ojos. ¡Qué curioso que el sistema de líneas de su palma fuera tan similar al mapa de Europa!

Pero la económica Madre Naturaleza siempre se repetía, en escalas tan diferentes como la gota de leche vertida sobre el café, las bandas de nubes de una tormenta ciclónica, o los brazos de una nebulosa espiral.

—Lo siento, Max —dijo —. ¿Qué es lo que sucede? ¿Algo anda mal?

—Eso pensamos; pero no con nosotros. Tsien está en problemas.

El capitán, navegante e ingeniero en jefe estaban ligados a sus asientos en la cubierta de vuelo; el resto de la tripulación orbitaba ansiosamente alrededor de las agarraderas, o miraba los monitores.

—Siento despertarte, Heywood —se disculpó Tanya bruscamente —. Esta es la situación. Hace diez minutos tuvimos una Prioridad Clase Uno de Control de Misión. Tsien se fue del aire. Sucedió de repente, en la mitad de un mensaje en clave; hubo unos pocos segundos de transmisiones entrecortadas... luego nada.

—¿Su radiofaro?

—También ha cesado. No lo podemos recibir.

—¡Fiú! Entonces debe ser serio; un desperfecto mayor. ¿Alguna teoría?

—Miles; pero todas adivinanzas. Una explosión, un deslizamiento, un terremoto: ¿quién sabe?

—Y podemos no saberlo nunca; hasta que algún otro aterrice en Europa... o hagamos una pasada y echemos un vistazo.

Tanya negó con la cabeza.

—No tenemos suficiente inercia. Lo más que podríamos acercarnos es a cincuenta mil kilómetros. No se puede ver mucho a esa distancia.

—Entonces no hay absolutamente nada que hacer.

—No es tan así, Heywood. Control de Misión tiene una sugerencia. Quieren que hagamos rotar nuestro gran plato, por si podemos captar alguna transmisión de emergencia. Es... ¿cómo lo llaman ustedes?, un tiro por elevación, pero que vale la pena intentar. ¿Qué opinas? —La primera reacción de Floyd fue fuertemente negativa.

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