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Authors: Adolfo Bioy Casares

Tags: #Otros, #Biografía, #Memorias

Descanso de caminantes (51 page)

BOOK: Descanso de caminantes
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Un tal Belgrano Rawson dijo en una reunión en la embajada de España que entre sus libros preferidos el que más quería yo lo había escrito en colaboración con Borges:
El informe de Brodie
. Me divirtió el error, pero temí que alguien lo señalara y que el pobre Belgrano Rawson pasara un mal momento. Quizá yo sobrevalorara la atención que la gente seria concede a la literatura. Bien mirada, la anécdota (si se la puede llamar así) deja ver la nimiedad de las cuestiones de autoría. Belgrano Rawson podría justificadamente alegar que lo importante es haber señalado la excelencia del
Informe de Brodie
y que el hecho de que sea A, o de A y B, sólo interesa a la vanidad de los autores o la vocación por la minucia de los historiadores de la literatura.

—Señor, le recepciono un llamado —me dice una enfermera, menos fruncida que su frase.

Escribir es precisar el pensamiento, Un escritor superficial no escribe.

Receta industrial del famoso dulce de leche de La Martona, original de mi bisabuela Misia María Ignacia Martínez de Casares:

100 litros de leche

25 kg. de azúcar

40 gramos de bicarbonato.

Cocinar revolviendo constantemente.

Nombres de poteros de La Dispersa
, antes
La Vigilancia
: Arriba, de izquierda a derecha: Del arroyo (sobre el río Rojas), La Paloma y 11 de mayo (sobre el arroyo del Sauce). Los cuatro de abajo, de izquierda a derecha, primero los dos linderos con Del Solar, después los dos linderos con Silvia Peña: El Silencio, La Ocurrencia y La Inés y El Saturno. De Vicente y Juanita: El Luisito, sobre el arroyo del Sauce, más abajo La Carlota, más abajo, La Enriqueta y Santa Rosa. En la fracción vendida estaban La Esperanza, El Progreso, El Lenguaraz y La Vigilancia en el extremo de abajo (sudoeste).

Donde se prueba que la fidelidad del micrófono es falible
. A propósito de la clasificación de los hombres en históricos o filosóficos, le conté a una periodista una conversación que oí en casa entre Pedro Henríquez Ureña y Amado Alonso, con Mastronardi de tercero excluido. Ambos profesores se afanaban en breves descargas de menciones y rectificaciones, del tipo de «nació en Iquique, en 1903», «la primera edición de su
Policromías
es de 1932», «hay una edición del autor, de 1931», mientras Mastronardi, con su apagada voz entrerriana, murmuraba a modo de loro: «Datos, fechas, fechas, datos». Cuando hablo a un micrófono, a veces lo olvido. Quizá al recordar el comentario de Mastronardi, bajé la voz y para imitarlo, la alteré. Tal vez mirando para cualquier lado, salvo al micrófono. Lo cierto es que en la entrevista impresa el comentario de Mastronardi se convirtió en «Gatos, crenchas, crenchas, gatos».

No sé cuál es peor
. Silvina está engripada, lo que en su estado no es bueno. A la mañana, pregunto a una enfermera: «¿Cómo durmió?» y en contestación, pregunta a su vez: «¿Yo?». La otra enfermera insiste en el riesgo de la gripe, y trata de parecer indispensable porque la situación sería gravísima.

Una racha
. Primero me vino el dolor de muelas, al que muy pronto se sumó el lumbago, que dejó paso a un espantoso resfrío, con fiebre y malestares y congestiones, que me dejó un herpes entre el labio superior y la nariz, el todo regado con las abundantes lágrimas de mi incontenible llanto senil. Solamente a Dios se le ocurre hacer una máquina de carne, sangre, grasa, huesos, como dijo Borges.

Siempre dije que escribo para los lectores, pero la circunstancia de que siga escribiendo en esta época en que se extinguieron los lectores (anímicos, de plata) prueba irrefutablemente que escribo para mí mismo.

Idiomáticas. Ragú
por
hambre
. «¡Tengo un ragú!». Por cierto viene del
ragout
, del
pays
.

Con la pluma por espada
. Nunca admiré el verso, porque además del tono de la imagen mental de un caballero que empuñaba una pluma, quiero creer un plumón, como espada, no me inspiraba respeto.

El sueño de su vida
. Jörg Bundschuh, director de cine alemán, que tal vez filme
Dormir al sol
, me dijo que vino de Alemania en un barco de carga. Ese largo viaje por mar había sido el sueño de su vida. Embarcó en Hamburgo y muy pronto se maravilló por lo grata que era la vida a bordo, por las excelentes comidas que le servían, etc. Como él es un director profesional, resolvió aprovechar la travesía para filmar un documental sobre la vida en un barco de carga, para la televisión alemana.

Decidió entrevistar al capitán, a oficiales, a tripulantes. Notó, primero con satisfacción, después con perplejidad, que en esas entrevistas el capitán y los oficiales, insistentemente ponderaban la seguridad de buque (él la daba por absoluta) y que no parecían alegrarse de su intención de entrevistar a los tripulantes. Como estaba resuelto a cumplir su trabajo como lo había previsto, no tomó en cuenta estas insinuaciones. Los tripulantes, en un primer momento, no se mostraron comunicativos, pero después, halagados por el hecho de que los entrevistaran, hablaron abiertamente. El barco llevaba un cargamento de materias químicas tan explosivas que su uso en Europa está prohibido; países del Tercer Mundo, como nuestra querida Argentina, las compran porque son componentes baratos de plaguicidas e insecticidas. En caso de cualquier accidente, el barco explotaría, sin posibilidad de que nadie sobreviviera. Por eso los tripulantes contaban con tan extraordinarias comodidades a bordo y las comidas tenían los refinamientos y lujos de la cena servida a un condenado antes de subir al patíbulo. Todo el mundo, por estar en ese barco, recibía espléndidas retribuciones, salvo él, que había pagado el pasaje.

Las informaciones acerca del cargamento explosivo le llegaron cuando salieron de Lisboa y emprendían los diez días de travesía hasta el Brasil. Jörg Bundschuh se dijo que viajaría en el primer puerto que tocaran, aunque fuera Pernambuco y seguiría viaje, aunque fuera en taxi (si no había trenes, ni ómnibus, ni aviones) a la Argentina. Cuando llegó a puerto, se había acostumbrado al riesgo, y por pereza o fatalismo siguió en el barco hasta Buenos Aires. Poco antes de llegar se enteraron por el telégrafo de que un barco japonés, cargado con el mismo material químico, al salir de Portugal, explotó sin dejar sobrevivientes.

Un amigo me aseguraba que nuestros políticos, en el trato personal, son afables y gratos. Mi corta experiencia en la materia tiende a confirmar el aserto. El amigo observó, sin embargo, que en el desempeño público se muestran distintos: altaneros, hostiles y dijo: «En eso no se parecen a los políticos europeos, que son iguales en el trato personal y en el desempeño de sus funciones». «Parecería», agregó, que los nuestros no alcanzaron la madurez.

Mi informante conversaba con un diputado radical. Éste dijo: «Por vacías que estén las arcas, vamos a echarle mil millones al Presidente (Alfonsín) para su proyecto de traslado de la capital». «Pero ese proyecto es una locura. Pensá lo que se podría hacer con mil millones. Podrías dejar un hospital al pelo». El diputado dijo: «Vos no entendés. El proyecto del traslado de la capital es un sueño muy querido del presidente y negárselo sería muy duro, hacerlo hocicar».

Creo que el sindicalista Ongaro visitó por los años sesenta a Perón en Puerta de Hierro. Cuenta mi informante que a lo largo de una prolongada conversación Perón sintió que congeniaba con su interlocutor. Éste vestía camisa y pantalón. A la hora de la despedida había refrescado y llovía. Perón fue a buscar un abrigo, no recuerdo si impermeable o sobretodo. Confuso por el honor, Ongaro, que era delgado y más bien bajo, murmuró:

—No, gracias, gracias. No hace frío. Además ha de ser grande para mí.

—No —repuso Perón—. Le va a quedar justito. A medida.

Pensé que la historia parece de una saga y que le hubiera gustado a Borges.

Idiomáticas. Périto
por
perito
, dijo una entrerriana.

22 diciembre 1987
. Como los radicales, redistribuyo la plata; pero no la ajena, como ellos.

Los pobladores de este mundo acribillado de catástrofes son tan estúpidos que prefieren el que hace daño al que no hace nada.

Llega la hora de parecernos a la familia de Gregario Samsa.

24 diciembre 1987
.

Hay pobres que celebran Navidad
,

como jugando a la felicidad
.

Confunden
festividad
con
felicidad
.

El relojero me dijo: «Nunca dé cuerda porque el reloj está en el pulso». Comenté con asombro la aparente sinonimia de muñeca y pulso. Florín, que estaba de visita, observó:

—Sin embargo se dice
pulsera
y
reloj de pulsera
.

Qué distraído habré estado para no advertirlo. Recurrí al Diccionario de la Academia y descubrí la primera acepción de
pulsera
: «Venda con que se sujetaba en el pulso de un enfermo algún medicamento confortante».

Idiomáticas. Atento a
. Con motivo de, en razón de, teniendo en cuenta a, considerando. Modismo propio del estilo forense, y oficinesco, muy usado por políticos radicales y peronistas y aun en declaraciones de tono patético por la parienta más cercana de la víctima de un secuestro.

Era tarde. Estaba muy cansado. Tomé un libro cualquiera, por si tenía un momento para leer y al ver su tapa, azulada, recordé que Perrone me lo había dejado los otros días. Me puse a leerlo. «Caramba, qué torpeza», me dije contrariado. «Qué lástima que un hombre tan simpático escriba así». La sintaxis carecía de gracia y de precisión; el relato parecía la parodia de un relato que despacha un muchacho que está haciendo sus primeros palotes de escritor. Descorazonado cerré el libro y entonces vi que era
Historia de un amor turbio
de Horacio Quiroga. ¿Por qué me lo dio Perrone? Porque tenía un prólogo suyo. Me puse a leerlo. «Ah —murmuré—. Esto es otra cosa». Sin dificultad avancé por frases bien escritas, me sentí conmovido por la evocación del regreso de Quiroga a Misiones, con su nueva mujer, y de los terribles últimos días. No es por prejuicio que no me gustan las historias de Quiroga, sino por experiencia. Quisiera que me gustaran. Es un cuentista que inventa historias: un tipo de escritor con el que me siento emparentado. Además fui amigo —amigo del club de tenis, nomás, pero con agrado y afecto— de Darío, el hijo de Quiroga. Nunca hablamos de su padre, ni de literatura. Para mí, era la persona más inteligente del club y con un admirable sentido del humor (con un dejo de pesimismo, que no me contrariaba). Un día —habíamos dejado de vernos porque Darío no iba ya al club— supe que se había suicidado. La vida de su familia transcurrió entre suicidios y muertes trágicas. Al padre del escritor se le dispara una escopeta y muere; la madre vuelve a casarse y al poco tiempo el marido se suicida. Quiroga mata accidentalmente a un amigo, con el arma que éste emplearía en un duelo. Su primera mujer se suicida. Él se suicida en 1937.

Voy a copiar el párrafo de una carta de Quiroga, que refiere circunstancias terribles, con un estilo torpe y ridículo. Habla de su mujer, con la que se había disgustado. «Y pensar que nos hemos querido bárbaramente. En
Les possédés
de Dostoievski, una mujer se niega a unirse a un hombre como usted o como yo. 'Viviría a tu lado —dice— aterrorizada en la contemplación de una monstruosa araña'. Mi mujer no vio la araña en Buenos Aires, pero aquí [en Misiones] acabó por distinguirla. Sin embargo, no la culpa mayormente; es tan dura la vida para quien no siente la naturaleza en el
ménage
». Nótese
Les Possédés
por
Los poseídos
. ¿Creía que Dostoievski era francés? Para no repetir el verbo ver escribió distinguirla: no fue un acierto. En cuanto a concluir la frase acerca de la dureza de la vida con
ménage
, parece el colmo de la debilidad. No digo esto por ensañamiento, sino para justificar mi poca disposición a elogiar los escritos de Quiroga. Su vida y la de quienes lo rodearon fue muy cruel, lo que desde luego suscita mi respeto.

Decíamos ayer y Nicolás Crusenio
. Averiguar quién es el italiano Nicolás Crusenio, que en 1623 habría inventado la anécdota, atribuida por él a Fray Luis de León, de
Dicebamus hesterna die
, con que habría retomado sus clases, después de años de prisión, en mil quinientos setenta y algo.

Drago no sabe escribir a máquina. Mi padre no supo.

Estribillo de canción de australianos, farreando en El Cairo, la víspera de embarcarse para Gallipoli, donde murieron:

England needs a hand
,

here it is
,

here it is
.

(Lo decían muy seguros, golpeándose alegremente el pecho).

Vuelta abajo
. Conocía la expresión y la vinculaba con cigarros o cigarrillos. Creo que había unos atados de cigarrillos con ese nombre. Ahora me informo de que Vuelta Abajo es una región de Cuba, renombrada por el tabaco que produce.

Vuelta afuera
decimos en el campo, a la que da el caballo hacia la derecha, cuando uno quiere montarlo. Más habitual es que dé vuelta adentro, es decir hacia la izquierda; más habitual y preferible para el que trata de montar.

Sin mujeres, sin literatura, cuesta creer en la vida.

Debo cuidar mis libros. Con mucha suerte, dentro de poco tiempo, seré alguno de ellos.

«Como país que se destaca por sus características particulares…» (Alfonsín, sobre Hungría, en un discurso para saludar al presidente de Hungría, que visitaba la Argentina). El rigor de nuestro chascomucense aflojó un poco.

En honor a la portera de una casona de la calle Paraguay, llamé
doña Leonor
a la portera de «A propósito de un olor». Casi puse el nombre en una broma con Genca (¡aunque Genca ya murió!). De pronto pensé que la madre de Borges, con quien nos quisimos tanto, se llamaba Leonor. En diversos ratos, uno está en bretes cuyos tabiques no permiten que recordemos lo que está del otro lado, en los bretes de los otros ratos. Nada más familiar para mí que Leonor Borges. No me acordaba de ella cuando pensaba en Leonor, la portera, de nuestra casa, Genca, de la calle Paraguay.

Me entero de que
aloof
es un término náutico, originalmente
luffup, id est
, navegar contra el viento, alejándose de la costa.

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