Read El lenguaje de los muertos Online
Authors: Brian Lumley
—Es lo que le he dicho —Harry intentó ser paciente—. Y por eso necesito su ayuda.
Dígame qué quiere que yo haga
.
El suspiro de Harry fue ahora de satisfacción, porque al parecer contaba por fin con la total atención de Möbius. Le contó rápidamente cómo Faethor se había introducido en su mente y había deshecho las conexiones que había encontrado allí, y que eran las responsables del dolor intolerable que Harry sufría cuando intentaba utilizar la lengua muerta.
—Faethor era probablemente el único que podía corregirlo —explicó Harry—, porque era uno de su especie el que lo había hecho, y así fue como recuperé la lengua de los muertos. Pero no era ésa la única obstrucción que Faethor encontró, ni mucho menos. Las áreas que rigen mi entendimiento básico e instintivo de los números han sido cerradas casi por completo. Faethor descubrió puertas cerradas con llave y cerrojo, y todas mis matemáticas escondidas tras ellas. Faethor, a pesar de no ser un matemático, abrió por la pura fuerza de su voluntad una de esas puertas. Sólo por un instante, y luego se cerró nuevamente, pero bastó. Detrás… ¡estaba el continuo de Möbius! Era demasiado para él, y salió de allí.
¡Fascinante!
—dijo Möbius—.
Al parecer, tendremos que educarlo otra vez desde el principio
.
—No es así como lo veo yo —protestó Harry—. Quiero decir, yo pensaba que habría alguna manera mucho más rápida. Vea usted, Möbius, lo necesito añora mismo, o estoy perdido. Faethor sólo puede actuar en las áreas en las que era un experto, de modo que yo pensé que quizás usted…
¡Harry, yo no soy un vampiro!
—Möbius parecía escandalizado—.
Su mente le pertenece sólo a usted, es privada e inviolable, y…
—Pero no será así por mucho tiempo —le interrumpió Harry—, no si usted se niega a ayudarme. —Y prosiguió, ahora con verdadera desesperación—: August Ferdinand, tengo que hacer frente a algo absolutamente monstruoso, y necesito toda la ayuda posible. Pero no sólo para mí, para todos y para todo. Si yo pierdo, mi enemigo lo obtiene todo, hasta el continuo de Möbius. Créame, no exagero. Si usted no puede abrir esas puertas en mi mente, él lo hará. Y…, y después de eso…
¿Sí?
—Después de eso, no sé.
Möbius permaneció un instante en silencio.
Es algo realmente serio, ¿no?—
dijo luego.
—Sí, muy, muy serio.
Pero Harry, allí están todos sus secretos, sus ambiciones, sus pensamientos más íntimos
.
—También mis deseos, mis vicios, mis pecados. Pero no se trata de un
peep show
, August, y no tiene por qué mirar lo que no quiera ver.
De acuerdo
—dijo Möbius, y suspiró—.
¿Cómo lo haremos?
—August Ferdinand, usted, entre todos los muertos, es el único que puede ir a cualquier parte (literalmente a cualquier parte) en el espacio tridimensional. Usted ha estado en las estrellas y en el lecho de los océanos más profundos. Mediante su conocimiento del continuo de Möbius, usted se ha liberado de la prisión de la tumba. De modo que… lo que tenemos que hacer es algo muy simple, o así lo espero. Yo dejaré mi mente en blanco, me dormiré, y le invitaré a entrar. Diré: Möbius, venga a mi mente. Entre por su propia voluntad, y haga todo lo necesario para…
¡AH! —se oyó la oscura, gutural, avasalladora voz de Janos Ferenczy en la mente de Harry—. ¡QUÉ ELOCUENTE INVITACIÓN! ¡QUE NADIE DIGA NUNCA QUE LA HE RECHAZADO!
Möbius y su lengua muerta fueron barridos en un instante. Harry, paralizado, no pudo hacer nada. Sintió a Janos Ferenczy que se adentraba en su mente como un pez siente a la lamprea que se aferra a sus branquias y, como el pez, no pudo detener a la criatura invasora. Era como si una babosa se hubiera deslizado por su oído para devorarle el cerebro, y ahora se desperezara satisfecha antes de comenzar el banquete. Harry intentó cerrar las persianas de su mente, pero estaban bloqueadas, definitivamente abiertas por el invasor.
¿CÓMO? —dijo Janos, disfrutando del horror de su anfitrión—. ¿ME EQUIVOCO, O TE HAS ENCOGIDO? ¿ACASO INTENTAS DESALOJARME, Y ESTABAS PROBANDO TUS FUERZAS? SI ES ASÍ, TENGO MUY POCO QUE TEMER. PERO ¡QUÉ VERGÜENZA, HARRY KEOGH! ¿ME INVITAS A ENTRAR, Y DE INMEDIATO QUIERES EXPULSARME? ¿QUÉ CLASE DE ANFITRIÓN ERES?
—¡Mi invitación no era para ti! —respondió Harry, haciendo trabajar a su cerebro a su máxima potencia, y diciéndose que Janos era simplemente un vampiro más.
El vampiro se lanzó sobre su respuesta como un buitre sobre la carroña.
¿QUE NO ME INVITASTE? ¡PERO TU MENTE ESTABA ABIERTA COMO LAS PIERNAS DE UNA PUTA… Y ERA IGUALMENTE TENTADORA!
El horror que experimentaba Harry se desvaneció en parte; se esforzó por mantener el dominio de sí mismo, y puso a su mente en lo que él confiaba fuera una postura defensiva. Pero casi podía oler el fétido aliento del vampiro, y sentía sus pasos seguros en los corredores de su ser más íntimo.
¡Y TODAVÍA ME ACUSAS DE OLER MAL! —rió el invasor—. ¿CON QUÉ ME COMPARASTE LA ÚLTIMA VEZ? ¿CON UN CERDO MUERTO? TÚ DEBERÍAS SABER MEJOR QUE NADIE QUE ESO NO PUEDE SER, PUESTO QUE SOY UN NO-MUERTO…
Harry, de repente, se encontró mejor. Antes se había sentido sofocado, pero ahora era como si alguien hubiera abierto una ventana y el aire hubiera barrido las telarañas de su mente. Llenó sus pulmones con este extraño y conjetural éter y se sintió mucho más fuerte. Y desde un punto de vista más optimista y extrañamente imparcial, se maravilló de la audacia del vampiro, que se sentía tan seguro como para…, como para meterse sin más en su mente.
Pero todos estos pensamientos estaban protegidos, y Janos tomó el silencio de Harry como una señal de su terror.
DE MODO QUE ÉSTE ES EL GRAN NECROSCOPIO —dijo el vampiro—. ¿Y CÓMO TE SIENTES CON MI «SUCIA SANGUIJUELA» EN TU MENTE, HARRY KEOGH?
Harry continuó protegiendo sus pensamientos. No era difícil: era como cuando hablaba con los muertos. Éstos, con un pequeño esfuerzo de concentración, sólo oían lo que él quería. Y Harry sintió que resurgía la confianza en sí mismo, algo quizá sin justificación. Porque dormido y soñando no podía controlar su mente como cuando estaba despierto. Pero de todos modos percibió que Janos se mostraba algo más cauteloso.
¿SABES QUE PUEDO SOMETERTE A MI VOLUNTAD TAL COMO SOMETÍ A ESE TONTO DE JORDAN?
Pero ¿estaba Janos enunciando un hecho, o formulándose una pregunta?
—Continúa diciéndote eso —dijo Harry sin ninguna emoción—, pero recuerda que has entrado por tu propia voluntad.
¿CÓMO?
Los pensamientos de Janos tenían ahora un matiz de preocupación. Era como si por primera vez estuviera calculando las probabilidades y considerando su posición.
Ya Harry, en las profundidades de su mente, y sin que Janos lo sospechara, le parecía oír a Faethor aconsejándole nuevamente, tal como lo había hecho en las ruinas cercanas a Ploiesti.
En vez de encogerte y retroceder cuando le sientas cerca, adelántate, sal a su encuentro. ¿Que él pretende entrar en tu mente? ¡Entra tú en la suya! Él esperará que tú le temas: ¡sé audaz! Janos te amenazará; haz a un lado estas amenazas y ataca. Pero, sobre todo, no dejes que su maldad te debilite
. —Y las palabras finales—:
Puede que en tu mente haya más cosas de lo que supones, Harry…
Y eso era lo que Janos también comenzaba a pensar.
TU MENTE ES… DIFERENTE DE LA DE OTROS HOMBRES. ME DARÁ UN GRAN PLACER EXPLORARLA, Y A TI TE PRODUCIRÁ UN GRAN SUFRIMIENTO.
—Bien, veo que tienes la vanidad de los wamphyri —dijo Harry—. Pero ¿de qué sirve la vanidad sin las cualidades que la justifiquen?
NOS CONOCES BIEN —dijo Janos, con los nervios de punta—, DEMASIADO BIEN, QUIZÁ.
—¿Te arrepientes, hijo mío?
—¿QUÉ? —ahora sorprendido y furioso.
—Vamos, no estés tan nervioso. Hablo más como un tío que como un padre. Pero, de hecho, yo también tengo un hijo. Sólo que él es un verdadero wamphyri. Pero me doy cuenta de que tiemblas. ¿Tienes miedo? ¿Cómo puede ser? Después de todo, me conoces. ¿No has invadido mi mente, acaso? ¿Y dónde está mi resistencia? ¿Con qué podría resistirte? Te encuentras dentro del castillo de mi verdadero ser. Claro que hay castillos y castillos, y en algunos es más fácil entrar que salir. —Y por fin Harry pudo cerrar de un golpe las persianas de su mente.
Janos estaba confundido; éste no era simplemente un hombre. Se sentía como si…, como si hubiera hablado con una criatura que era más que humana. Y en su pánico, el vampiro se tornó violento.
ESAS INSIGNIFICANTES BARRERAS QUE HAS LEVANTADO… ESTOY RODEADO POR PUERTAS, PERO TENGO FUERZA SUFICIENTE COMO PARA DERRIBARLAS A TODAS, COMO PARA ARRANCARLAS DE SUS GOZNES.
Harry le oyó, pero también escuchó:
Cuando abra sus grandes mandíbulas para mostrarte los dientes, penetra por ellas, porque él es más blando en su interior
.
—Derríbalas —respondió Harry—. Arráncalas de sus goznes… ¡si te atreves!
Y Janos se atrevió. Corrió por la mente de Harry, derribando todas las barreras que el necroscopio había interpuesto en su camino, arrancando las persianas y los biombos de su ser más íntimo. Todo el pasado de Harry estaba allí, sus amores y sus odios, sus esperanzas y aspiraciones, y todo fue hollado cuando el vampiro asoló los secretos corredores del yo. Y en algunos de esos lugares el monstruo podría haberse detenido, podría haber jugado con Harry, haberle hecho llorar, reír, gritar… o morir. Pero como advirtió que realmente había calado a Harry, no se detuvo sino que continuó su alocada carrera. Y:
¿QUÉ ES ESTO? —dijo riendo cuando llegó a un lugar más fortificado que todo el resto junto—. ¡VAYA, SI ESTO SOLO PUEDE SER LA CÁMARA DEL TESORO! ¿Y QUÉ SECRETOS MARAVILLOSOS ESTÁN DEPOSITADOS AQUÍ, HARRY KEOGH? ¿SON ÉSTOS LOS COFRES DE TUS TALENTOS?
Y antes de que Harry pudiera responder, Janos abrió dos de las puertas de un golpe.
Detrás de una de ellas estaba la NADA final, de modo que un instante después Janos se halló en el umbral del continuo de Möbius. Y detrás de la otra… estaba Faethor Ferenczy, agazapado, y desde allí dirigía el juego de Harry, e inspiró a Janos el más absoluto terror.
El invasor retrocedió ante Faethor, que salió de su escondite e intentó frenéticamente expulsar a Janos a través del umbral hacia la eternidad. Janos estaba atónito, aún no podía creerlo. Creía encontrarse dentro de una identidad humana, y había tropezado no sólo con un concepto aterrador y desconocido, sino también con la extraña y monstruosa mente de su padre, muerto desde hacía muchísimo tiempo.
El terror le galvanizó: se libró de un tirón de Faethor, le soltó un torrente de obscenidades, y huyó. Y en un instante estaba fuera del yo de Harry. No había causado ningún daño real, y el necroscopio supuso que no se atrevería a intentarlo otra vez. Pero…
—¡Faethor! —gruñó Harry, su voz mental áspera y desagradable como el rechinar de una vieja tiza en una pizarra nueva. Era su propia voz, que ya no influenciaba ni guiaba la mente de su inquilino secreto. Y repitió—: ¡Faethor!
No hubo respuesta, excepto una risita lejana, débil, como burbujas que suben a la superficie de un lago de brea. O quizá como un furtivo agitar de alas de murciélagos, oído en la más profunda y oscura de las cavernas.
—¡Tú, bastardo mentiroso! —aulló Harry—. ¡Estás ahí dentro! ¡Lo estás desde el instante mismo en que te permití entrar! Pero puedo encontrarte, y echarte de allí…
No es necesario, hijo mío
—murmuró la voz distante y enferma de Faethor—
La primera batalla ha sido librada y ganada; ahora sale el sol. ¡Ya… me… retiro!
Después de eso, Harry salió lentamente, y con frío, de sus sueños, y el sudor ya se había secado sobre su cuerpo cuando despertó por completo y Darcy Clarke llamó a su puerta y dijo algo sobre el desayuno. Y para entonces, Harry pensaba que ya sabía cómo iba a jugar el resto de la contienda…
A las ocho y cuarto de la mañana la ciudad de Rodas acababa de despertar, pero Harry ya estaba junto al muelle, en el puerto de Mandraki, despidiendo a sus amigos. Darcy y Manolis agitaron las manos varias veces mientras su barco se internaba en las aguas increíblemente azules y serenas del Egeo. Harry no les respondió. Simplemente los saludó con una leve inclinación de cabeza, contempló cómo se alejaban y les deseó buena suerte en silencio.
Después fue en el coche hasta la playa de Kritika y nadó una hora antes de volver al hotel a ducharse. Después de frotarse vigorosamente con la toalla, y a pesar de que la temperatura era de cerca de treinta grados centígrados, Harry todavía tenía frío. Pero era un frío que no tenía nada que ver con la temperatura, que venía de su interior.
En la habitación ya habían hecho la cama; Harry se recostó con las manos cruzadas detrás de la cabeza y se quedó pensativo; lentamente puso la mente en blanco, y dejó que los pensamientos erraran sin orden ni concierto… ¡y entonces sorprendió a Faethor!
Lo cogió en su mente, antes de que el otro pudiera deslizarse a su escondite. Eran alrededor de las diez y media de la mañana, y el ardiente sol estaba alto en el cielo. ¡Tendría que haberse dado cuenta de que el sol no obraría como disuasorio, puesto que los fantasmas no se queman! Quizá podía provocar algunos malos sueños en Faethor, pero no le haría ningún daño real porque en él no había ya nada físico. Cualquiera de sus amigos muertos podría habérselo explicado a Harry.
—¡Viejo demonio! —dijo, pero fríamente, sin vehemencia, pues no estaba insultándolo sino exponiendo un hecho—. Viejo bastardo, mentiroso. Piensas adherirte a mí de la misma manera en que Thibor lo hizo con Dragosani, ¿no?
¿Que lo estoy pensando?
—Faethor se descubrió, y Harry lo sintió tan cerca como si estuviera de pie junto a la cama—.
Fait accompli, Harry, y será mejor que te acostumbres
.
Harry negó con la cabeza, y sonrió sin la menor alegría.
—Ya me libraré de ti —respondió—. Pues créeme, Faethor, me libraré de ti aunque eso signifique tener que librarme también de mí mismo.
¿Suicidio?
—se mofó Faethor—.
No, Harry, tú nunca lo harías. Eres tan tenaz como las criaturas que persigues y destruyes. No te matarás mientras tengas la posibilidad de matar a una más
.
—¿Quieres decir matar a uno de los tuyos? Tal vez te equivocas, Faethor. Soy solamente humano, y podría morir muy fácilmente. Una bala en el cerebro, como Trevor Jordan…, y ni siquiera llegaría a enterarme. Créeme, es una posibilidad tentadora.