—¡Observa Adán! —dijo Alexia con énfasis, refiriéndose a una carpeta que estaba sobre la mesa. Tiene los mismos dibujos y símbolos que el mapa que tenemos.
Adán se acercó para verlos, además tenía otros símbolos distintos.
—¿Qué significan esos signos? —preguntó Eduard.
Adán observó con detenimiento.
—Uno es el Auroboro, la serpiente mordiéndose la cola, es el símbolo de la eternidad —dijo con VOZ grave, sin dejar de mover sus ojos por todos los símbolos.
—Sigue —le pidió Alexia—. Si tenemos que encontrar algo que nos haya dejado mi padre, tiene que estar aquí.
—El símbolo del Auroboro está también en el mapa junto a la doble hélice del código genético, representando al ADN; también está la cruz Ankh de los egipcios que también simboliza la eternidad y…
Miró a Alexia antes de completar la frase.
—Sigue.
—La cruz Ankh también tiene connotaciones sexuales —dijo con certeza—, al unirse el símbolo masculino del palillo, que representa al pene, con el aro superior, lo femenino, que representa la vagina. Y la línea que los une simboliza el acto sexual o gran unión. Adán hizo un dibujo para que se comprendiera más claro.
Eduard estaba pensativo.
Adán prosiguió con los símbolos.
—El punto que parece una semilla, representa en algunas religiones como la hindú, al semen o la semilla de la vida. Incluso el símbolo hindú del Om, el sonido de la Creación, es también el símbolo de unión sexual.
—¿Y los triángulos superpuestos? —preguntó Alexia, que iba elaborando estrategias en su mente.
Adán levantó sus cejas e hizo un rictus de comprensión.
—La estrella de David. Además de simbolizar la unión de la materia con el espíritu para los judíos, también tiene otra connotación sexual, que ellos han silenciado, ya que une los dos triángulos que dan a entender la unión del triángulo masculino, la pirámide hacia arriba, y el femenino, la pirámide hacia abajo.
—¿Entonces los símbolos son expresiones sexuales? Mi padre lo sabía, tenía conocimiento de esto, no le hubiera hecho falta que vinieras.
Adán asintió. Si el arqueólogo conocía de sobra estos símbolos, ¿para qué lo necesitaba a él?
—No lo sé, Alexia —Adán caminó hacia la ventana intrigado—. ¿En qué podría yo haberle sido útil a tu padre?
—Explícame un poco más sobre los símbolos.
Adán se volvió hacia ella.
—Ya te lo dije, estos símbolos representan a su vez la eternidad y la sexualidad. El dragón que se muerde la cola es el símbolo de que todo comienza, termina y se regenera; la cruz Ankh y los triángulos son símbolos egipcio y judío que representan la unión sagrada del hombre y la mujer; y el punto o la semilla, al semen, la materia prima de la vida, igual que la doble hélice que figura en el mapa con el caduceo de Mercurio, es la imagen del ADN de la humanidad que los antiguos conocían.
Alexia se colocó sus gafas de leer de armazón negro.
—Razonemos —dijo Alexia al tiempo que se recogía el cabello con una diadema. Ya sabemos que mi padre conocía los símbolos, pero comparémoslos con este mapa.
Alexia lo cogió de su cartera y observó el mapa, era muy extraño, como también sus símbolos grabados.
—¿Qué piensas? Lo he visto varias veces pero no logro entender nada —le dijo Alexia que se puso a su lado rozándole el hombro.
Adán observó el mapa detenidamente en silencio.
—Recuerdan que los mapas de Piri Reis, el almirante turco que en el año 1513 confeccionó unos completos mapas del globo terráqueo, marcó y confeccionó como cartógrafo sus completas cartas de navegación. Siempre se dijo que no pudo hacerlo sino fuera por una vista aérea.
—En esa época no había aviones —Eduard estaba un poco confuso por aquella conversación.
—Por eso mismo, ¿cómo lo hizo? —preguntó Alexia.
Adán les respondió sosteniendo el mapa en la mano.
—En los mapas de Piri Reis figura una gran isla denominada "Anthillia", que no existe en la actualidad, y que se suponía que era la "Atlántida". Incluso se dijo que Cristóbal Colón se topó con las Américas pero que en realidad estaba buscando la Atlántida.
Alexia dio un respingo.
—El mapa de mi padre es una pista importante —dijo reflexionando.
Adán frunció el ceño, pensativo, mientras seguía mirando detenidamente.
—Los símbolos son universales. No sé exactamente qué signifique todo esto.
—A ver, déjame ver —Eduard vio con suma atención la fotocopia del mapa y los símbolos—. ¿Y con esto qué? ¿A todo tenemos que buscarle un significado?
Adán lo miró directamente a los ojos.
—La mente aprende por palabras y el alma se moviliza por símbolos —reviró Adán, y después le dio la espalda mirando en silencio el mar turquesa a través de la ventana. Se sumergió en sus pensamientos. Estaba cansado. Alexia lo imitó y se sentó en la silla de su padre.
Estuvieron unos instantes en silencio.
—Discúlpenme un momento, necesito pensar y renovar mi energía —dijo Adán.
Se quitó los zapatos cuando recordó que su maestra de yoga le decía que la postura donde se veía todo claramente ante los problemas era la del paro de cabeza, también conocida como shirsásana. Recordó aquella postura y tuvo una inspiración repentina.
En dos movimientos se apoyo contra la pared y, entrelazando sus manos en la nuca, dio un respingo e hizo la postura.
"Vaya momento para hacer yoga", pensó Eduard.
Al cabo de menos de un minuto, de improviso deshizo velozmente la postura, incorporándose. Su rostro estaba rojo por el flujo sanguíneo.
—Eduard, ¡devuélveme el mapa! —exclamó fervorosamente.
De pronto cogió el mapa, dándole la vuelta.
Al instante, una chispa de lucidez le recorrió todas las esquinas de su cerebro y de su entendimiento.
—¡
Eureka
! —exclamó eufórico.
Alexia rápidamente se acercó a su lado.
—¡Creo que este mapa se lee al revés!
Alexia no salía de su asombro. Ambos vieron el mapa en sentido inverso durante unos segundos. Tras un momento de silencio, ambos exclamaron:
—¡No es un mapa de un territorio geológico!
Por la columna de ambos una misma electricidad les recorrió desde el sacro a la cabeza haciéndoles sentir una mezcla de calor y frío.
—¡Es la imagen de Adán y Eva! —exclamaron, con los vellos de la piel erizados.
Eduard se acercó para verlo con sus propios ojos.