El Secreto de Adán (39 page)

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Authors: Guillermo Ferrara

Tags: #Aventuras, Histórico, Intriga

BOOK: El Secreto de Adán
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—¿Cuarzos? ¡Por Dios! ¿A dónde me quiere llevar? No le tendré más paciencia, profesor. Usted siempre ha sido un "vendecuentos".

—¡Silencio! —exclamó con poder el cardenal Tous desde la computadora—. ¡Déjalo hablar!

Aquello era lo que El Mago buscaba. Alexia y su padre se giraron hacia la computadora.

—¡Ah! Tenemos compañía —dijo Aquiles al escuchar la voz—. Sólo un bicho negro como tú estaría detrás de todo esto.

Tous se mostró frío.

—Le conviene ser inteligente, profesor Vangelis.

Eduard quería seguir siendo protagonista.

—¡Puras teorías! —dijo el catalán.

—Te equivocas, Eduard. Es ciencia y hay pruebas.

—¿Qué pruebas?

Aquiles volvió a mirar a su hija antes de afirmar lo que iba a decir con los ojos llenos de emoción.

—Lo que he encontrado es un cuarzo programado por los atlantes, un cuarzo de más de 12,000 años de antigüedad.

Se produjo un silencio. Tous tragó saliva. "Lo tiene", pensó.

—¿Un cuarzo? —dijo Eduard, en tono desconfiado.

Aquiles asintió.

—Un cuarzo que podría ayudar a reprogramar el ADN y, sobre todo, a preparar a la gente a recibir la nueva energía cósmica.

—¡Basta, papá! ¡No les digas más! —Alexia sabía que ahora su padre no se guardaba nada.

A Villamitrè no le daba la cabeza para pensar en aquellas ridículas teorías. Veía al arqueólogo como un viejo chiflado. Eduard, en cambio, sintió que un hilo de sospecha se despertaba en él. ¿Qué pasaría si Aquiles estuviera en lo correcto? Comprendía que de ser así, tanto el Gobierno Secreto como la iglesia se verían perjudicados, perderían poder y control, desaparecerían para siempre.

El cardenal Tous quiso probar si lo que decía era cierto.

—Entrégueme la piedra de cuarzo que ha encontrado y liberaremos a su hija.

Él sabía que esa piedra había sido buscada durante siglos por mucha gente. Se habían matado por ella y se habían hecho todo tipo de hipótesis.

—Está escondida.

Los ojos de Eduard se abrieron haciendo honor a su mote del Búho.

—¡No hables más, papá!

Al escuchar esto, Eduard le soltó una bofetada en la cara. Alexia fue a parar al suelo golpeándose la espalda y un brazo. El Búho estaba lleno de ira. Sudaba mucho y su pecho respiraba agitado.

—Así que una piedra con poderes —gimió Eduard desencajado y con la voz encendida—. ¿A qué puta piedra se refiere, profesor?

Aquiles volvió a mirar a Alexia. Sus pupilas estaban húmedas de emoción, se adoraban mutuamente. No podía permitir que agredieran a su hija.

—Tú y todo el mundo seguro ha escuchado hablar de ella alguna vez —el arqueólogo hizo una pausa—, normalmente la conoces con el nombre de la Piedra Filosofal.

76

Eduard quedó atónito con la revelación del arqueólogo. Había escuchado, como mucha gente, sobre la Piedra Filosofal, pero lo que él conocía era una teoría de la alquimia para transmutar el plomo en oro.

—Profesor —dijo con tono incrédulo—, no va a decirme que la piedra que encontró de los atlantes es la Piedra Filosofal. No me tragaré ese cuento.

—¡Déjalo hablar, imbécil! —gritó el cardenal Tous ahora enojado—. ¡Y no lo vuelvas a interrumpir! ¡Hable, profesor!

Era la primera vez que Tous trataba así al catalán, que sintió un impacto idéntico a cuando su padre le gritaba. Aquello no le gustó, se sintió herido por el cardenal.

Aquiles se mantuvo inmutable.

—No es importante si me crees o no. No trato de convencerte de nada. Pero tienes que saber que la Piedra Filosofal tuvo su origen en los primeros atlantes, maestros genetistas y portadores de la sabiduría del Origen. Mediante ella se puede hallar lo que se conoció vulgarmente como "el elixir de la vida", que no es otra cosa que la energía sexual utilizada de manera alquímica.

El cardenal Tous contraatacó.

—No me interesa la historia sobre la Piedra —le dijo.

Aquiles meneó la cabeza negándolo con vehemencia.

—Claro que no es para fabricar oro como la gente cree. El oro al que se refiere la alquimia secreta mística es a "la edad de oro" de la humanidad, la época que abarcó unos 25,000 años, antes del diluvio, los cataclismos y la era glaciar.

Aquiles sabía que incluso las tablillas de barro sumerias, la primera escritura conocida, y el código de Hammurabi dejaban constancia de sus antecesores y lo señalan como Uttu, los seres de una civilización superior que no envejecían.

—En aquella época espiritual, los atlantes tenían el poder de generar alquimia también con los metales. Lo que se conoce comúnmente como "la Gran Obra", desde el medioevo hasta los modernos, es simplemente la consecución de la transmutación de los metales. Nada más equivocado.

—Actualmente las ramas de la ciencia contemporánea, especialmente en la física cuántica, han comprobado que la materia sólida no existe como tal, todo es energía. Y esta energía, en diferentes estados de vibración, se halla relacionada con nuestros pensamientos que crean la realidad. Los atlantes eran maestros en el uso de la energía, no sólo creaban oro como metal, sino que sus cuerpos estaban llenos de la más alta frecuencia vibratoria y energética. Eso es lo que generó toda una época de "oro espiritual".

—Prosiga —ordenó Tous.

Aquiles miró a Alexia, quien se había quedado sentada en el suelo. Ella sí comprendía el quid de la cuestión. El arqueólogo estaba decidido a soltar las palabras más importantes.

—La Piedra Filosofal que encontré puede trasmutar el ADN humano para que a través del… —en ese momento le vino una tos aguda y no pudo terminar la frase.

—¿A través de qué? ¡Hable! —Eduard le arrojó un vaso que estaba sobre la única mesa de la habitación. El vaso pasó por encima del hombro del arqueólogo para estrellarse contra la pared. Los cristales saltaron hacia todos lados. Aquiles lo miró ahora desafiante y enojado.

—¡Imbécil! —gritó Tous—. ¡Déjalo hablar!

—¡No les diré a través de qué ni cómo se usa! ¡Y no revelaré dónde está!

Eduard fue hacia Alexia y le dio una tremenda patada en el estómago. Ella se dobló de dolor. Villamitrè apartó a Eduard con su delgado brazo.

—Por más que les diga para qué sirve.

—¡No nos haga perder la paciencia! —ahora Tous estaba nervioso e impotente desde Roma—. Tiene mi palabra de que los liberaremos. Dígame dónde está y cómo se usa específicamente, soltaré a su hija. Y tú, Eduard, no se te ocurra volver a interrumpir.

—Ya saben para qué se usa, sólo que lo han ignorado —dijo Aquiles—. El esplendor que se potencia con la Piedra Filosofal puede hacer lo que ya hemos visto en la luz dorada que irradian las personas altamente evolucionadas; en Oriente con los budas y sabios, y en Occidente en las auras de Jesús, de los santos y los místicos iluminados. Esa luz no es otra cosa que el ADN activo al cien por ciento.

Eduard tragó saliva. Ahora comprendió al cardenal y la impaciencia de su búsqueda. Las imágenes de los santos no eran justamente lo que le traían buenos recuerdos, pero las había visto una y mil veces en las iglesias, y estampitas con el aura coronándoles la cabeza.

—No hace falta que le mencione, cardenal, que el aura sobre la cabeza simboliza que hay contacto directo consciente con La Fuente, la conciencia universal, el Origen. Es una coronación, si la gente la consiguiera por sus propios medios, su institución perdería razón de ser.

Eduard guardó silencio. Recordó que en el yate Adán le había dicho que la energía sexual podía subir hacia el área de la cabeza y que aquella "coronación" se hacía a través de un iniciático proceso de alquimia sexual. Eso le inquietó aún más.

Aquiles hizo una pausa. Lo único que le interesaba era que su hija se enterara de todo aquel conocimiento. El cardenal Tous también sabía que el acto de coronar a los reyes se transformó más en un acto político que espiritual. Era una coronación muerta porque los seres humanos ya habían perdido la mayor cantidad de luz y el contacto espiritual directo. La conciencia se había dormido.

—Las religiones son la fuente de todo mal —le soltó Aquiles al cardenal Tous—. Llenas de rituales muertos y creencias impuestas, sin la luz original.

—Sorprendente, profesor —agregó Tous con ironía.

Desde hace poco más de cincuenta años, la iglesia había ocultado estudios sobre el llamado ADN aleatorio o basura, alrededor de 97 por ciento del código genético que contiene el potencial latente para recuperar la reactivación de la conciencia iluminada.

Aquiles arremetió.

—La iglesia siempre impuso un sistema binario, dualista: el bien y el mal, el cielo y el infierno, y demás tonterías. La conciencia que tenían los atlantes y las civilizaciones sucesivas fue la conciencia unitaria. Todo es Uno. No hay división posible en el universo.

Alexia estaba sorprendida, podía observar el aura de su padre, el campo energético lleno de colores en la gama de los verdes y violetas por todo su contorno. El arqueólogo estaba sumamente inspirado luego de todos los días en la oscuridad. Era la primera vez que ella veía el aura humana.

—Lo que se conoció primero como
lapis exilis
, que viene de
lapis ex caelis
y significa en latín "piedra del cielo" se convierte, mediante el uso sabio, en
lapis philosophorum
, la piedra que otorga el conocimiento sagrado para iluminar espiritualmente a los seres humanos —agregó el profesor Vangelis—. Este conocimiento viene dentro de la Piedra Filosofal que tengo. La iglesia la ha buscado durante siglos por todo el globo, ¿no es así, cardenal?

—¿La iglesia sabe de esto? —preguntó Eduard.

—Claro. La iglesia siempre ha tenido a los mejores "detectives" para buscarla —ironizó Aquiles—. Aunque los manuales de cómo usarla se han perdido.

—¿Cómo? ¿Qué manuales? —preguntó Eduard.

—La biblioteca de Alejandría. Todo el conocimiento estaba allí. ¿Porqué crees que la quemaron?

En silencio, Eduard sintió nuevamente el apremio que tenía Tous para que el arqueólogo revelara su descubrimiento. Encajaban todas las piezas. Se llenaría de gloria frente a la iglesia si lo encontraba.

—Profesor —dijo Eduard, envalentonado, como si quisiese buscar algún fallo en aquellas palabras de Aquiles—, explíqueme algo importante: tal como tengo entendido, la Piedra Filosofal necesitaba de fuego para calentar la materia prima y, mediante la espera del acto alquímico, conseguir que se transformara, despojándose de todo lo que sobraba.

—Es una pena que la humanidad global no supiera nunca para qué se usaba, Eduard, sólo los iniciados podían saber que se trataba de un lenguaje simbólico, aunque a juzgar por el éxito que tuvo recientemente una saga literaria llamada
Harry Potter y la Piedra Filosofal
, gran parte de la humanidad recuerda la magia de civilizaciones superiores, en especial los niños, que son inocentes y libres de creencias. Las palabras que tú has dicho tienen doble significado, sin que seas consciente de ello.

—Los atlantes sabían que el sexo era el fuego vital para activar la materia prima, el ADN. Antes de que desaparecieran grabaron mucha información dentro del cuarzo conocido como la Piedra Filosofal. Con los egipcios y los mayas siguió funcionando, también en la Grecia antigua, donde se conoció como
Hieros gamos
, el rito sexual sagrado; pero luego todo se desmoronó con la llegada de las bacanales romanas —miró a Tous de reojo.

El ambiente estaba cargado de intriga. Eduard cada minuto corroboraba que la grabadora siguiera activa y Tous en línea.

—¿Y qué se supone que pasará con esa piedra que usted encontró? ¿En qué afectará?

Aquiles se acomodó sobre la silla. Ya no aguantaba más en aquella incómoda postura.

—¿Dónde tiene la Piedra? —inquirió el cardenal.

—¿Para qué la quieres? ¿Para seguir manteniendo tu querida institución? —respondió Aquiles con ironía.

—Es hora de que me diga dónde está —dijo Eduard, que pretendía la gloria para él—. Elija. Sacrifique su descubrimiento o su hija.

No pudo terminar la frase. Algo extraño le detuvo al instante. No sólo a Eduard, en el rostro de Villamitrè se dibujó una mueca de miedo. La mesa se había movido. La lámpara de luz que colgaba del techo se bamboleaba en un movimiento pendular. En menos de siete segundos llenos de silencio e incertidumbre, los cuales parecieron eternos, la Tierra manifestó nuevamente su poder, como si reivindicara las palabras del arqueólogo. Se sacudió, primero con un temblor suave, cosa que no impidió que los vasos y carpetas que estaban sobre la mesa cayeran; la computadora también cayó y la imagen del cardenal Tous desapareció al estrellarse el monitor contra el suelo; luego sobrevino un movimiento más fuerte, seguido por un temblor atronador. Se cortó la luz del único foco que iluminaba la sala. El suelo se movía provocando el ruido de vidrios rotos. Y como si se abriera una boca con el rugido de diez mil leones al unísono, la Tierra volvió a tronar. Un ruido seco, profundo, poderoso.

Aquiles cayó hacia un costado golpeándose el hombro. El flaco cuerpo de Villamitrè fue lanzado violentamente hacia una de las paredes. Eduard cayó de bruces.

El pánico invadió la sala. La Tierra estaba generando el séptimo terremoto en menos de tres días. Atenas recibía los embates de Gaia.

Vinieron luego varios movimientos más fuertes, incontrolables, pasmosos, irregulares; como si aquél fuera el más fuerte de aquellos últimos sismos. Una de las dos viejas columnas que sostenía aquel edificio se vino abajo y algunos restos golpearon a Villamitrè en la sien, matándolo en el acto.

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