—¡Es hermosa! —exclamó ella.
Aquiles asintió dejándosela en sus manos.
Alexia y Adán no podían quitarle los ojos a la tablilla que contenía los símbolos que constataban ser anteriores al Adán y Eva propuestos por la iglesia católica. A pesar de su antigüedad, era un metal que se conservaba en perfecto estado. A los dos los embargó una emoción mística.
—Papá, entonces ¿la Piedra Filosofal podría ser lo que prepare la conciencia de la raza humana para recibir la energía cósmica?
Aquiles asintió.
—Aunque creo que mucha gente igual permanecería escéptica frente a este descubrimiento —argumentó Alexia.
—No —respondió tajante el arqueólogo—, será imposible si alguien toma contacto con el cuarzo. Esto no es una creencia, ¡se sabrá de primera mano por la vivencia directa! ¿Cómo negar lo que estás experimentando? La piedra pasa la información como si se tratara de una computadora, sólo que lo hace directamente a la mente del receptor. Tú ya lo has experimentado, Adán.
Adán confirmó con un gesto lo que decía su amigo.
—Si ahora el doctor Krüger ha podido pasar la información que tenía el pequeño cuarzo que le has dejado hacia otros, y piensa distribuir un pequeño cuarzo para cada persona, se podrían volver a programar con nuevos cuarzos vírgenes y sería una reacción en cadena —enfatizó Adán.
—Eso sería glorioso —afirmó Aquiles.
Alexia mostró una mueca de duda.
—No quiero ser negativa pero creo que eso sería imposible. Harían falta 6,500,000,000 de cuarzos si se repartiera uno para cada habitante de la Tierra.
Aquiles hizo una mueca de resignación. Sabía que si sucedía lo que presentía, el 21 de diciembre no todo el mundo podría entrar en el portal galáctico, con cuarzo o sin él.
—Pero no es lo mismo un pequeño trozo de cuarzo que el cuarzo madre que tú tienes, ¿verdad, papá?
—Yo encontré el cuarzo madre de un metro de alto, con varios pequeños trozos rotos. Pero una de las partes también contiene el Todo —sintetizó el arqueólogo.
—La verdad es que tengo varias preguntas atragantadas —dijo Adán—. Para empezar, ¿dónde está la Piedra Filosofal?, ¿dónde las has encontrado?
Aquiles esbozó una débil sonrisa. Colocó un brazo sobre el hombro del sexólogo.
—Te explicaré dónde lo conseguí y dónde está ahora.
—Un momento —replicó Aquiles, con voz grave—, todo está sucediendo como tiene que suceder. ¿No recuerdas la enseñanza que tu padre impregnó en su libro? —le preguntó a Adán.
—Mi padre enseñaba muchas cosas. ¿A qué te refieres?
—Recuerda que tu padre decía que la naturaleza se mueve por un triángulo sagrado de vida, que abarca desde los fenómenos climatológicos, hasta las relaciones humanas.
—Creación, conservación y destrucción —Adán sabía de memoria aquello que mencionaba el libro de su padre.
—Exacto —respondió Aquiles con una sonrisa—, todo lo que se crea, luego se conserva hasta que es útil y más adelante hay que destruirlo para crear algo nuevo y más evolucionado. Desde los edificios viejos que deben ser derrumbados para crear uno nuevo y más alto, hasta las parejas amorosas tienen que realizar esta ley natural. Creo que es lo que también sucederá con la evolución de la raza humana.
El arqueólogo añadió:
—Con tu padre hemos estudiado todas las vertientes posibles, desde los trabajos de la escritora esotérica rusa Helena Blavatsky hasta las profecías de Edgar Cayce.
Adán levantó una de sus cejas.
—Los científicos ortodoxos hasta se han dado el lujo de negar los escritos de Platón, haciendo oídos sordos a su sabiduría sobre la Atlántida. Hay que recordar lo que descubrieron Enrich Schliemann, sir Arthur Evans y Marinatos. Ellos siguieron los escritos de Platón y hallaron Troya en Turquía, las ruinas minoicas en Creta y la antigua ciudad de Akrotiri en Santorini. ¡Y todo eso siguiendo las pistas de lo que estaba escrito por Platón! ¡Por favor! ¡Cómo no iba a seguir yo sus dictámenes sobre la Atlántida!
—Papá, ¿cómo piensas dar a conocer tus descubrimientos? ¿Te prestarán atención los medios de prensa con todos los desastres que están ocurriendo?
Adán le dirigió una mirada de aprobación. Había muchas noticias, no era el momento más oportuno.
—Un momento, tranquilos —el arqueólogo trató de mantener la serenidad en la conversación—. Estamos tratando de ver cuáles serían los próximos pasos, pero tienen que saber más cosas importantes.
—Pues habla, papá —le pidió Alexia, ansiosa.
Aquiles la miró a los ojos.
—Razonemos. Creemos que el fin práctico de la Piedra Filosofal sería preparar el ADN de la humanidad para recibir la energía cósmica en armonía y salvarnos del caos, ¿verdad?
Alexia y Adán se miraron.
—Aquí viene la parte más importante de todo, lo que no le revelé a Eduard. Supongo que habrán escuchado sobre los trabajos de Rupert Sheldrake, ¿verdad?
—Bueno, yo conozco algo —respondió Adán, llevándose una mano a la barbilla—, es más popular en Inglaterra que en Estados Unidos, pero, ¿a qué viene eso?
Alexia frunció el ceño.
—¿Quién es Sheldrake?
—Un bioquímico británico que dio a conocer la teoría de los campos mórficos. Estuve con él hace años, antes de su muerte. Él abordaba los aspectos más ocultos de la mente, creía que había un séptimo sentido en el ser humano y en todas las especies. Un sentido dormido.
—¿A qué te refieres específicamente? ¿Y cómo encaja esa teoría de Sheldrake con el cuarzo atlante?
Adán se mostró sumamente interesado, creía intuir por dónde iba el arqueólogo.
—Sigue, por favor. Soy todo oídos.
—Rupert Sheldrake decía que hay una red mental invisible. De este modo, si un individuo de una especie, por ejemplo animal, aprende una nueva habilidad, les será más fácil aprenderla a todos los individuos de dicha especie, porque esa habilidad, sea cual sea, se conecta y resuena en cada uno, sin importar la distancia en la que se encuentre. Además, cuantos más individuos aprendan lo nuevo, tanto más fácil les resultará al resto.
—Esta idea en Sheldrake surgió a partir de la teoría del centésimo mono que se originó mediante la vigilancia de una gran cantidad de primates en una isla de Japón. Científicos japoneses dieron de comer a los monos unos boniatos esparcidos por el suelo de las playas que, obviamente, tenían arena. Normalmente los comían sucios, con la arena adherida. Entonces, una mañana, una hembra descubrió que podía lavar los boniatos y comerlos sin la arena que los cubría. El resto de los monos comenzó a imitarla y a comer los boniatos después de quitarles la arena.
—¿Y qué tiene eso de especial? —dijo Alexia.
—Los científicos japoneses vieron, por ejemplo, que si unos 99 monos, de 100, habían aprendido la nueva técnica, una vez que el centésimo mono la aprendía súbitamente, los demás monos de la isla lo aprendían por más que estuvieran lejos; incluso en otros países, otros monos diferentes, aprendieron a lavar los boniatos.
—¡Una reacción genética en cadena! —dijo Alexia con los ojos muy abiertos.
—Concretamente —agregó Aquiles—, la teoría de Sheldrake lo explica diciendo que, cuando aproximadamente 17 por ciento de una especie aprende algo nuevo, la masa crítica total de esa especie desarrolla e integra ese nuevo conocimiento, instantáneamente, a través de la relación holística que existe en la genética. La mente colectiva sería un puente de información directo, un tejido desde el inconsciente al ADN. Como una telaraña eléctrica vinculando a la totalidad de la especie. El biólogo sostenía que la idea de los campos mórficos vale para todas las especies y también para todas las moléculas de proteínas, los átomos y los cristales.
Alexia se sumió en sus pensamientos asimilando aquella información.
—¿Ésta no es la teoría que también se comprobó con éxito en algunas campañas publicitarias? —preguntó Alexia—. Si una parte de la masa crítica acepta el nuevo producto, la mayoría lo hará también. Una especie de ósmosis genética.
—Seguramente así empezó la Coca-Cola —resumió Adán, que sabía que la popular bebida en sus inicios había sido gratuita.
Se produjo un instante de silencio, los tres reflexionaban sobre aquella teoría científica.
—O sea que. —Adán se detuvo pensativo—, si se aplica esta teoría en el uso colectivo de la Piedra Filosofal atlante, la reprogramación del ADN de la especie humana.
—¡Podría sucederle a todo el mundo! —exclamó el arqueólogo.
—Ahora me doy cuenta —prosiguió Adán— de que la Biblia también menciona esta ósmosis espiritualmente al hablar de los 144,000 elegidos. ¡Si un buen porcentaje de seres humanos recibe la energía cósmica en armonía con el cuarzo, podría activarse por completo el ADN y así reaccionar directamente hacia toda la especie!
—¡Una iluminación espiritual colectiva! —afirmó Aquiles, sonriente.
El ambiente anímico que reinaba ahora en la casa de Aquiles era más fuerte y luminoso. Las teorías que manejaban les daban la confianza de que estaban frente a un posible salto cuántico colectivo en la raza humana. Aquel salto estaba a la vuelta de la esquina. Para el próximo solsticio, sólo faltaban unos meses.
—La comunidad científica ortodoxa en su momento se puso de los nervios con los descubrimientos de Sheldrake, ¿verdad?
Aquiles asintió.
—Rupert escribió varios libros, igual que tu padre —le contestó Aquiles a Adán quien estaba pensativo, sentado sobre un taburete.
—Corríjanme si me equivoco —dijo Alexia con su dulce voz femenina—, si se aplica esta teoría para activar el ADN colectivo de la especie humana, también se pudo haber hecho, ex profeso, para reprogramarlo negativamente y quitarle su poder.
—Eso mismo pensaba el padre de Adán —respondió el arqueólogo—. Hemos sido programados para perder lo que tenemos de poder, hija.
—¿Por quiénes?
—Ya lo sabes, el Gobierno Secreto y algunas religiones.
Adán soltó un leve soplido de fastidio.
—Cada idea de miedo, pecado, culpa; cada pensamiento represor, cada vez que escuchas una realidad negativa es probable que mucha gente la adquiera también. Esta ley es un fenómeno neutro, no tiene que ver con el hecho de si es bueno o malo. La mayoría del inconsciente colectivo lo acepta —Aquiles estaba llegando al centro del asunto, ante la sorpresa de su hija—. Es su forma de controlar, y hay muchas otras. Recuérdame algunas, si eres tan amable, Adán —pidió irónico.
Adán buscó las más conocidas.
—"Sé bueno porque si no Dios te castigará con el infierno eterno."
—Comenzaste por las más duras —dijo soltando una sonrisa irónica.
—"Debes estudiar una carrera para ser alguien el día de mañana."
—¿Qué tiene de malo eso? —preguntó Alexia.
—Así logran que la gente viva pensando en el futuro, perdiendo el momento presente —agregó Aquiles, tajante—. ¡Hay muchas de estas estúpidas programaciones!
Adán asintió, conocía mucha gente atada por creencias y programaciones, pero no sabía que eso provocara que su ADN fuera perdiendo más y más poder.
—Recuerda que una mentira repetida, con el tiempo, llega a ser tomada como verdad —dijo Adán—. El gran Hermes enseñó en
El Kybalión
que "todo es mente, el universo es mental". La física cuántica ya ha hecho grandes avances en la actualidad en este sentido, investigaciones que todos deberían estudiar. Esas creencias existenciales y religiosas represoras y limitantes se introducen en la mente, las adoptas como creencia, generan impulsos bioquímicos y nerviosos y de allí pasan al ADN haciendo que la visión que tengas de tu propio universo sea limitada, cuando en realidad no hay límites para nada. Como un reguero de pólvora las religiones y sus creencias se extendieron negativamente. La mitad de la humanidad está viviendo programada como una computadora.
—Centrémonos en lo que haremos a partir de ahora —dijo Alexia tratando de llevar un poco de practicidad al asunto. "Dos hombres griegos filosofando puede llevar toda una vida", pensó.
—Los cuarzos pueden generar un impacto colectivo intenso de reprogramación en el código genético —argumentó Aquiles—. Eso es lo más importante ahora.
—Si se produce la ascensión a una dimensión superior de la especie, aplicando esta teoría, ¿no habría que hacer nada más?
—Te equivocas, hija —respondió—. Quien no tenga sus sistemas vitales en armonía y no vibre al nivel de la nueva energía cósmica no pasará el portal vibracional.
—¿Qué piensas que sucederá con quienes no estén en esa frecuencia? —preguntó Alexia, intrigada.
—Me temo que no soportarán un impacto energético y mental de tamaña magnitud. O morirán o enloquecerán, no lo sé. Por eso es importante la distribución de los cuarzos y del contacto de la gente con la Piedra Filosofal, para que despierten de manera urgente.
Adán inspeccionó de nuevo los símbolos de la tablilla. Incluían la fusión de lo femenino y lo masculino y la ascensión de la serpiente, el símbolo místico de la energía sexual.
—Lo que no saben es que la tablilla atlante que tienes ahora, Adán, y que pasó por muchas manos sabias, era conocida realmente como la Tabla del Destino. Contiene toda la historia que la humanidad ha conocido y lo que conocerá.
Observaron con devoción la tablilla y Aquiles volvió a la carga, como una enciclopedia parlante. Luego sabría que la oscuridad a la que estuvo expuesto durante varios días había activado su glándula pineal, ya que se activa bioquímicamente sobre todo en la oscuridad, lo que le otorgaba la lucidez mental que experimentaba en aquel momento.