El ritual del beso de las almas era una auténtica comunión, un puente hacia lo sublime. Un atisbo de comprensión les hizo percibir que el
big bang
original no era otra cosa que un constante fluir con La Fuente. El universo siempre había permanecido en un estado orgásmico, abierto, eterno. Y la materia prima estaba en las profundidades de la conciencia de las personas.
Y la serpiente dijo a la mujer, ciertamente no moriréis, pues los
Elohim
saben que el día que comiereis de él vuestros ojos serán abiertos y seréis como dioses, conociendo el bien y el mal.
A través de aquel encuentro transformaron su energía de vida, su energía espiritual y sexual. Produjeron el viaje de la energía serpentina. Aquella simbólica serpiente no era enemiga ni tentadora, sino la mismísima energía sexual plenamente canalizada dentro del cuerpo y del ADN.
Cuando tú alcances a unir hombre y hembra en uno, entonces, tú entrarás en el reino.
Luego de más de una hora que concluyó aquel ritual sagrado se tumbaron sobre la hierba, y la Tierra los abrazó con su calor.
Estaban listos para recibir lo inesperado.
21 de diciembre de 2012
El amanecer de aquel día tan esperado trajo consigo una primera grata sorpresa.
El Sol.
El astro había vuelto a irradiar la luz de siempre.
La situación en los diferentes lugares del planeta era de expectativa y desconcierto. ¿Ya había pasado todo? ¿No volvería la oscuridad? Muchas personas alrededor del mundo estaban aterradas, otras se habían quitado la vida, había un gran desconcierto sobre lo que sucedería.
En Londres, Kate, el doctor Krüger, los niños y un centenar de personas se hallaban reunidas en actitud receptiva, meditando sobre los cuarzos, sintiendo una profunda corriente de paz y relajación. Otros grupos de meditación potenciaban también su estado interior y su código genético. Se habían acabado las certezas, todo era un mar de dudas.
Cuando el Sol llegó a Chichen Itzá, el amanecer de aquel día tan esperado fue un hilo dorado que se filtró por las brillantes pupilas de aquellos iniciados. Allí, todos esperaban el toque final.
Adán y Alexia miraron asombrados los nuevos colores del Sol. Parecía que nunca lo hubieran visto así. Renacía por el horizonte luego del tercer día de oscuridad. La Tierra estaba atravesando aquel extraño pasadizo cósmico de alineación.
El maestro Evans inició el día elevando los brazos al cielo. Todos estaban completando su iniciación en los misterios de la vida.
De repente, algo inesperado comenzó a suceder. La Tierra, el gran planeta azul y verde, comenzó a vibrar. Una vibración que fue creciendo hasta mover las entrañas de su núcleo.
La Tierra se movió de nuevo, pero esta vez lo hizo como si fuera a tragarse todo lo que había en ella. Algunos de los volcanes más activos en todo el globo empezaron actividad de erupción. La Tierra estaba a punto también de generar un gran cambio, un poderoso orgasmo. Una explosión de poder.
Silencio. Temblores. Silencio.
El planeta se estaba mostrando como lo que era, un ser vivo inmerso en movimientos de creación y destrucción con potentes convulsiones. El Sol envió una llamarada de luz, calor y fuego.
Todo el sistema solar estaba empezando a recibir aquello.
Aquello que al inicio pensaron que era un meteorito, un cometa, una roca que destrozaría la Tierra, un planeta errante, se acercó y al tocar la atmósfera terrestre —la cual había sido purificada completamente meditante las tormentas solares—, se abrió en una gran espiral, expandiéndose en un enorme abanico que envolvió completamente a la Tierra, cambiándole la piel. Todo el globo se llenó de aquella lluvia de fotones, luz y energía.
En aquellos momentos esa red de luces se llenó con todos los colores del arco iris, y vibró. Al mismo tiempo, los volcanes intensificaron su potencia y su poder movilizando los suelos. Chichen Itzá también vibró y, desde lo alto, en las piedras de la pirámide, una serpiente de luz y sombras se dibujó por uno de sus lados.
Adán miró a Alexia con infinito amor en sus ojos.
De pronto, una vibración común, igual que un imán colectivo, atrajo a aquella multitud hacia un círculo de luz. Fue como si una puerta se abriera. Todos se giraron hacia el gigantesco portal.
Aquello era el portal dimensional.
La ascensión.
Allí, en aquel grupo existía un poder supremo, no había miedo ni angustia, estaban preparados para ascender hacia lo desconocido, hacia una nueva dimensión.
La evolución del alma.
Desde todos lados del mundo se veía el portal. Inmenso, bello, inmaculado, profundo, misterioso, atrayente.
Evans señaló con su brazo derecho la entrada del portal. La multitud expandió las dos manos hacia el inmenso círculo de luz. En esos momentos, la gente comenzó a ser absorbida lentamente, aunque no de manera grupal, el ingreso al portal se fue realizando de manera individual, consciente. Los que iban entrando desaparecían de la visión de los ojos físicos.
Adán y Alexia estaban a punto de entrar al portal. Se miraron a los ojos cuando una fuerza conjunta hizo vibrar la tierra de Chichen Itzá.
…Y el
itzá
despertará.
En aquel momento, a semejanza de una libélula que se descubre para convertirse en mariposa, la multitud sentía que renacía… y se produjo un inmenso reflejo lumínico desde dentro del cuarzo atlante, la ancestral Piedra Filosofal se iluminó por completo y una onda expansiva llegó a todos los iniciados.
¡Qué explosión de luz!
¡Qué visión!
Adán pudo sentir que todos sus límites finalmente se evaporaban. Alexia sintió que era una gota de agua que caía al océano fusionándose con Aquello. Porque muchos son llamados, pero pocos elegidos.
La gente entraba al portal desde otros lados del mundo. Parecía que todo aquel que estaba vibrando en una energía superior y elevada era literalmente jalado por la vibración del portal y por la iluminación colectiva.
Se iniciaba el paso a una nueva dimensión.
Roma, 21 de diciembre de 2012
Al cardenal Tous no le bastó el arrepentimiento. Sus lágrimas habían sacado el inmenso dolor que ocultaba tras su máscara de poder. Se había vuelto muy sensible y vulnerable al dejar ir a Eduard y al perder su cruzada de poder político. Representaba el camino equivocado, las tinieblas del ego en que se había sumergido durante toda su vida, sumido en la lucha inhumana de poder, ambición e insensibilidad. Se había ocultado detrás de una sotana, de una institución, de un falso prestigio.
Él había dominado a sus semejantes bajo el dolor y la soberbia.
¿Y la alegría?
¿Y el éxtasis?
¿Y la inocencia?
¿Y amarse a uno mismo y amar a los demás?
Había olvidado todo. Se había perdido a sí mismo.
Igual que muchas otras personas que habían desperdiciado el tesoro de la vida, esa línea mágica de experiencias y vivencias plenas de libertad y crecimiento, detrás de un futuro que nunca llegaba, detrás de un partido político, de un fanatismo ciego, detrás de creencias limitantes y atormentantes, detrás de idealismos imperialistas, aquellas almas quedaban fuera del viaje.
Eso no era un castigo ni mucho menos, sino que simplemente no podían alcanzar el nivel vibratorio superior.
Raúl Tous, como mucha gente, no pudo comprar aquello en ningún sitio. El estado y la vibración que los antiguos iniciados de todas las épocas habían tratado de captar mediante rituales, entrenamientos y purificaciones, sólo se conseguía con la práctica espiritual y energética.
El cardenal estaba aún frenado por el peor enemigo del hombre, el miedo.
"Lo semejante atrae lo semejante", decían los libros herméticos. Pero aunque tarde, Tous recordó con dolor en el alma.
—Es mejor que estéis preparados, no sea cosa que el Reino de los Cielos os tome por sorpresa. Él no se había preparado a nivel energético. No contaban los rituales muertos, las obras de caridad sin entusiasmo, no contaban los discursos vacíos, su falsa fachada. Su ego debía evolucionar, como todos. Hacer su propio camino individual hacia la luz.
Su sistema nervioso no soportó la intensidad de la vibración. Al igual que muchos que vibraban en desarmonía con la energía cósmica, el corazón, el sistema nervioso y sus pulmones sintieron una gran y dolorosa presión. Exhaló un último suspiro, exhaló su agonía.
El viaje de su alma tenía una dirección distinta.
Transición hacia el portal dimensional: la libélula se vuelve mariposa.
En aquella mágica dimensión no había tiempo, los cuerpos ahora tenían un halo de luz y conciencia.
El portal continuó abriéndose como la flor de la vida, produciendo una belleza conmovedora. Danzas de colores se entremezclaban y aportaban variedad a la vida, los colores eran la vida, la derivación de la luz original.
La vibración superior, el rayo de armonización que había llegado desde el centro de la galaxia recibía a los que estaban listos para el nuevo viaje.
El objetivo de aquel paso trascendental para parte de la humanidad era la espiritualización de la materia. Era la llegada de una nueva energía y forma de vida, era el poder total del ADN humano desplegado para convertirse en un nuevo ser.
Tal como lo había anunciado el calendario maya, lo que significaba el Fin del Tiempo no era otra cosa que el inicio de una realidad donde el tiempo dejaba de existir. El tiempo estaba vinculado a la realidad tridimensional y a la mente, y ahora la mente ya no tenía límites. La gente podía ver las diferentes capas de energía sobre el cuerpo físico, su vibración etérica con el nuevo ADN completamente activo.
El
Homo sapiens
dejaba de existir.
Su tiempo había terminado.
Y allí, donde la Tierra estaba en combustión, los seres iluminados daban nacimiento al nuevo
Homo universal
.
Dentro del portal, un nuevo mundo sin tiempo.
En todos se traslucía una belleza lumínica y prístina. Sus rostros emitían el poder de una juventud constante. Miles y miles de seres transfigurados estaban congregados en un festival de éxtasis y júbilo. Ninguna de las emociones humanas podía contener aquel nuevo estado de conciencia. Había muchísimos niños que habían sido los primeros en pasar hacia la nueva dimensión.
"Amor", sintió Adán, y dirigió su sentimiento hacia Alexia.
"Amor", sintió ella, girando la cabeza hacia la multitud, descubriendo que todos sentían lo mismo.
¡Todo el mundo estaba enamorado de todo el mundo!
Funcionaban de la misma manera que lo hacía el Sol, brindando luz hacia todas las direcciones y no exclusivamente hacia un sitio particular.
Desde su esencia brillaba la misma luz en todos, no había razas, sino una misma raza variada en diferentes formas. Continuaban siendo individuos, formas de conciencia pero respondían a una unidad original que vibraba en el ambiente y en el interior de cada uno. Los cuerpos estaban rodeados de una capa brillante de partículas de luz. Emanaban inmensidad, potencialidad, poder, infinitud.
Había un orden intrínseco que todos percibían, pero todo estaba en una nueva fase, en un inicio, asentándose hasta que se cristalizara la nueva realidad, la nueva humanidad. Aquello dejaba de ser humanidad para convertirse en universalidad.
"Tienes una sonrisa exquisita", dijo Adán, que notó que no necesitaba abrir la boca para pronunciar aquello. Lo trasmitió telepáticamente sin ningún esfuerzo.
Fusionaron su luz y energía en un nuevo abrazo. Y en aquel momento percibieron algo completamente nuevo: el sentido interno.
Comenzaron a acercarse a ellos personas conocidas, vibraciones afines; desde la derecha Kate, Krüger y Jacinto estaban pletóricos y se fundieron en un abrazo colectivo.
"¡Alexia! ¡Adán!", transmitió Krüger, "¡esto es mágico!"
No hicieron falta palabras. El éxtasis y la telepatía fueron el lenguaje común. Se podía ir al sitio deseado sólo con pensarlo. Empezaban a conocer nuevas leyes de la conciencia.
Una presencia fuerte y poderosa apareció detrás de ellos.
Todos se giraron hacia aquel magnetismo.
—Hola Alexia —con inmenso amor la energía que estaba detrás la saludó.
Alexia sintió que todos sus
chakras
vibraban de felicidad. En lo alto de su cabeza se acrecentó la luz de un círculo dorado, sentía que se elevaba.
"¡Papá!"
La presencia lumínica de Aquiles abrió los brazos invitándola a reunirse en un abrazo. Las dos esencias se fusionaron en aquel instante. El amor de padre a hija dejó de ser tal, era un abrazo entre dos iguales.
Adán sintió un impacto detrás suyo.
De pronto, su padre, Nikos Roussos emergió en aquella dimensión.
"¡Papá! ¡Tú también estás aquí!"
Nikos sonrió.
"Sí, Adán. ¡Estamos todos aquí! Siempre hemos estado, sólo que no podían verlo con los ojos. Las dimensiones ahora son visibles."
Adán y Alexia estaban exaltados.
Nikos y Aquiles les dieron un regalo inesperado. La emoción de aquellos viejos amigos se plasmó en luces. La nueva ley de aquel estado de conciencia era que la luz aumentaba con la emoción del amor.
El amor era el alimento de la luz.
En aquel instante, Adán emitió una vibración de su pensamiento y todos captaron la misma frecuencia de comunicación, exclamando al unísono.