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Authors: Julián Ignacio Nantes

Tags: #Ciencia Ficción

Hikaru

BOOK: Hikaru
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Hikaru es una unidad de combate humanoide que contiene almacenada la memoria emocional de un científico. Vive únicamente guiado por sus emociones mientras es perseguido por la corporación que lo creó, intentando buscar significado a un pasado que de a poco lo atormenta.

Julián Ignacio Nantes

Hikaru

ePUB v1.0

Jnantes
04.04.12

Titulo: HIKARU

Autor: Julián Ignacio Nantes

Primera edición: abril, 2012

Páginas: 112

Nacimiento

Rupia, Nueva América, año 2212.

Instalaciones de los laboratorios ATHE.

El altoparlante crepita:

—Doctor Feder, los voluntarios para su experimento ya se encuentran en recepción.

Feder tiene 56 años. Levanta la vista de su computadora, se acomoda los lentes, se pone su guardapolvo y va en busca de los voluntarios con expresión de felicidad en su rostro. En la recepción se encuentra con cuatro hombres que rondan los treinta años y los comienza a guiar a otra sala. En el camino les cuenta:

—Como les habrán enseñado en el ciclo de educación básica, el IdIn o Identificación Interna es un pequeño chip que se inventó ciento cincuenta años atrás y que se instala en el centro del cerebro de los recién nacidos. Básicamente, estos chips emiten información de las emociones del huésped para ser captada por la policía y redes de seguridad, pero nuestra compañía recuperó un viejo código para habilitar la recepción de datos y hemos estado experimentando otras formas de comunicación… Vengan por aquí. —Feder hace pasar a los voluntarios a una sala y cierra la puerta tras ellos.

Cuarteles de policía.

Dos oficiales discuten frente a unos grandes monitores. Un tercero se encuentra llenando papeles en su escritorio.

—¿Has visto eso?

—No, ¿qué cosa?

—Cuatro señales acaban de entrar en el padrón de alarmas, pero sin embargo se encuentran estables.

—Pudo haber sido un error. Este sistema tiene ya más de cien años, ¿sabes? Cuando se inauguró el parque de diversiones extremas solíamos tener ese tipo de señales todo el tiempo. Déjalo, no pasa nada.

El tercer oficial se queda mirando a los otros dos, luego, observa los monitores. En ellos figuran foto y nombres de los sujetos, pero el espacio de ubicación se encuentra en vacío.

Instalaciones de los laboratorios ATHE.

Los voluntarios están encerrados en el cuarto, cada uno sentado en un pequeño banquito escolar. Una de las paredes de la habitación tiene un gran vidrio, del otro lado está el panel de control donde se encuentra Feder. La puerta de la sala de control se abre y entra otro científico de edad semejante, pero mucho más delgado.

—Ruth, te estaba esperando —dice Feder—. El experimento está listo para comenzar.

—Prosigue.

Feder toma el micrófono y anuncia a la sala con los voluntarios:

—Ahora comenzaremos nuestro experimento. Estará dividido en dos partes, en la primera recibirán una serie de palabras e imágenes, simplemente se tendrán que limitar a observar. En la segunda parte tenemos preparado un juego, y tendrán que tratar de interactuar con él lo más posible… Ahora relájense, no hay nada de qué preocuparse, esta debería ser una experiencia agradable, quizás alguno prefiera mantener los ojos cerrados para facilitar su concentración en el experimento. Nosotros estaremos monitoreando los resultados desde aquí. Comenzamos.

Ruth y Feder miran a los voluntarios y el monitor de resultados.

—Feder, si este experimento tiene éxito habrás sentado las bases para Internet por IdIn. Serás millonario… bueno, el laboratorio lo será. Pero sin duda serás el científico con mayor prestigio del mundo.

Feder no quita su atención de la pantalla con los resultados y se muestra extremadamente feliz.

—¡El experimento salió perfecto! Felicitaciones Feder. Pero aún falta probar algo, me gustaría repetir el experimento —señala Ruth.

Feder lo mira completamente extrañado.

Ruth toma el control de la computadora, cambia el programa y deshabilita a uno de los muchachos del grupo.

—Ahora comenzaremos la tercera parte del experimento —anuncia Ruth.

Entonces, tres de los cuatro voluntarios empiezan a retorcerse, golpean la cabeza contra las paredes y se clavan las uñas en el rostro. El que queda desafectado comienza a gritar y golpear contra el vidrio que los separa de los examinadores.

Feder no da crédito a sus ojos.

—¿Qué es todo esto? ¿Qué les estás haciendo? —pregunta angustiado—. ¡Detén este experimento ahora mismo!

Ruth sonríe maléficamente.

—El proyecto ha sido un éxito —dice mientras introduce una llave en una abertura del panel para hacerla girar. La cámara comienza a llenarse de un humo espeso hasta que ya no se puede ver hacia adentro. Los golpes contra el vidrio cesan.

Feder da un paso hacia atrás.

—No. No puedo creer que la empresa esté detrás de un proyecto así.

—¿Qué pasa? Deberías sentirte orgulloso, tú lo has hecho posible, Feder.

—No. No me uní a esta empresa para realizar estas barbaridades, me niego a seguir cooperando en este proyecto. La policía estará aquí en cualquier momento.

—¡Oh, no te preocupes! Este proyecto ya está terminado. —Ruth saca un arma, apunta a Feder y agrega con calma—. Me alegra que te estés proponiendo como voluntario para nuestro próximo experimento.

Cuarteles de policía.

Una nueva señal con el rostro de Feder aparece en el monitor.

—Tenemos una nueva alarma, ubicación confirmada —dice el oficial de guardia—. ¿Qué? ¿Ha vuelto a la normalidad?

—Hoy ha sido un día muy extraño —comenta el otro policía.

—Asígname el caso de este hombre y los cuatro anteriores —el oficial que ha permanecido en silencio participa por primera vez— y envíame los registros personales a mi computadora. Quiero chequear unas cosas.

—¿Tú trabajando, Vulpécula? —ironiza el oficial sorprendido.

—¿Qué? Hasta yo puedo llegar a aburrirme demasiado aquí adentro, aparte este caso no debería traerme problemas.

Instalaciones de los laboratorios ATHE.

Feder se encuentra semi sentado sobre los paneles de control. El cañón de la pistola de Ruth tira humito.

—¡¡Aaah!!… ¿Eh? ¡¿Qué me has disparado?! —pregunta Feder.

—Ésta es un arma para engañar la señal de los IdIn’s. No importa cuán alterado estés, transmitirá siempre serenidad, al menos por unos minutos, los suficientes como para entrar a un área de seguridad.

—¿Un área de seguridad?

—Sí, un área similar a esa donde se encontraban los sujetos de estudio, sólo que mucho más grande, pisos enteros con aislamiento electromagnético. Las señales de nuestros IdIn no pueden salir de esa área. A cambio son capturadas por un sistema propio y reemitidas hacia afuera siempre, en un estado calmo, independientemente de cómo se encuentre la persona. De esa forma la policía nunca se entera…

—¿De qué no se entera? ¿De qué estás hablando? ¿Por qué existe algo así en esta empresa?

—Ven, te mostraré. Feder sigue a Ruth por los pasillos de la empresa. Cuando parece que caminan por un área poco concurrida y están por chocar contra una pared, ésta se abre para dar espacio a una escalera. Feder mira asombrado y señala:

—No conocía esta parte de la empresa…

—Pocas personas la conocen —responde Ruth.

Descienden por la escalera y Ruth hace un recorrido por las instalaciones. Le muestra grandes salones donde se diseña y prueba todo tipo de armas. Bajan un piso más, allí los espacios son más pequeños y todo se mantiene más cuidado y prolijo. Cruzan el pasillo hasta entrar a un laboratorio con un cartel de Cyborg en su entrada. El laboratorio es similar a aquel donde se llevó a cabo el experimento anterior, pero con acceso a la sala de control desde adentro. En medio de la sala se encuentran dos camillas a 45 grados, una vacía y en la otra yace un robot con la apariencia de un joven de 23 años.

—Este es nuestro más reciente invento —asegura Ruth—, junto con el tuyo el dominio mundial está asegurado… para aquél que pague el precio, claro —agrega.

—¿Qué tiene de especial un Cyborg? Se fabrican de a millones por todo el planeta.

—Por ahora nada, pero llegas justo para la prueba. Ponte cómodo.

Unos hombres corpulentos agarran a Feder por la espalda y lo llevan a la camilla situada al lado del Cyborg donde le atan manos y pies.

—Hey, ¿qué están haciendo? ¡Suéltenme!

—El Cyborg Hikaru x1192 es el único de su especie. Está equipado con un cerebro súper desarrollado y diseñado para tener emociones, lo que lo hace un arma invencible. Sus reacciones y capacidades superan las de cualquier máquina. Pero hay un problema… no hemos sido capaces de programarlo. Luego de fabricarlo resultó ser demasiado complejo. Por eso uno de nuestros científicos propuso copiar la información del cerebro humano dentro del robot. ¡Tan simple como eso! Así podemos buscar el perfil que más deseemos e implantarlo, desde un militar sacado de quicio… a una amigable maestra de jardín maternal. Por supuesto, no todo se trata de hacer la guerra —sonríe—. Una vez copiada esa información básica en el cerebro de Hikaru, instalamos un programa superficial de forma de asegurar el control final del Cyborg, si no podría terminar siendo tan independiente como la persona copiada. Ahora comenzaremos con la prueba. Si todo va bien, este muchacho será exactamente igual que tú, pero más obediente —le da una palmadita en el hombro a Feder—. Que comience el experimento —ordena Ruth y se dirige a la sala de control.

—Un momento. ¡¡¡Déjenme salir, esto está mal!!! ¡¡¡Malditos, suéltenme!!! —grita Feder.

—Si todo va bien te podrás ir a tu casa, lo prometo. Nuestro nuevo amigo hará los trabajos sucios por ti —le contesta el jefe por altoparlante.

—Comenzando experimento con sujeto de estudio número setenta y ocho —informa otra voz por altoparlante.

—¡Setenta y ocho! ¿Qué significa eso? ¿Qué ha sucedido con los otros setenta y siete experimentos?

—Te recomiendo relajarte —acota otra vez el jefe—, si la información no sale de tu cerebro por las buenas nos veremos forzados a utilizar otros métodos a fin de lograrlo… y no podré dar garantías sobre tu vida… al igual que los anteriores sujetos de estudio.

Feder pelea en su camilla.

—Comenzando transmisión de pensamiento —se oye en la sala.

Todo empieza a funcionar y Feder se resiste.

Ruth mira seriamente a los operadores y ordena:

—Usen extracción forzada.

—Sí, señor. De la camilla sale y se le clava una aguja en la espalda de Feder, así empiezan a forzar sus sentimientos. Sin embargo, Feder no deja de resistirse hasta el final.

Cuando ya todo parece terminar, Ruth continúa con las órdenes a los operadores.

—Muy bien. Ahora comiencen la segunda fase, instalen el programa de contención.

—En seguida, señor. De repente todos los monitores en la sala de control se ponen rojos y arrojan alarmas.

—¡Señor! ¡El Cyborg ha despertado y rechaza la señal!

—¿Cómo que ya ha despertado? ¿Quien emitió el comando?

Ruth sale de la sala de control y corre hacia el Cyborg. En su camilla, el Cyborg abre los ojos y gira la cabeza. Observa a Feder inconsciente en la camilla de al lado y siente una enorme tristeza. De pronto ve acercarse a Ruth y lo invaden miedo y odio. Arranca sus ataduras y lo aparta de un empujón. Ruth vuela por encima de una mesa hasta chocar con la pared.

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