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Authors: Ernesto Ekaizer

Tags: #Divulgación, #Economía

Indecentes (10 page)

BOOK: Indecentes
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—El presidente tiene pensado, después de darle vueltas, bajar el perfil de la Oficina y cree que hay que hacer un cambio —dice Serrano.

Taguas comprende. Es un golpe. Inesperado. La relación entre Taguas y Rodríguez Zapatero tanto personal como profesional es de gran sintonía. Taguas le inspira y le divierte. Al mismo tiempo, Rodríguez Zapatero admira su capacidad de trabajo y análisis. Y su lealtad. Sobre todo en un campo donde él, el presidente, se orienta como una gallina ciega. Ambos se conocen desde la fundación del equipo Economistas 2004. Por eso, elige a Taguas cuando Miguel Sebastián es candidato, en octubre de 2006, a la alcaldía de Madrid para las elecciones municipales de 2007. Taguas, como antes Sebastián, es el asesor personalísimo que el presidente cree necesitar para conocer una versión diferente, independiente, tanto respecto a la del ministro de Economía y Hacienda, Pedro Solbes, como a la del gobernador del Banco de España, Miguel Ángel Fernández Ordóñez.

¿Por qué, entonces, le cesa?¿Por qué no llama a quien ha convivido casi dieciocho meses con él bajo el mismo techo de La Moncloa mañana, tarde y noche, día tras día? ¿Por qué no es capaz de decírselo a la cara?

Taguas tiene la convicción de que el presidente le va a dar pronto una explicación. Pero no llega. En cambio, es Sebastián quien se pone en contacto con él, al día siguiente, lunes 14 de abril.

—David, mira, he estado hablando con el presidente. Quiere que te vayas a la embajada de España ante la OCD E (Organización de Cooperación y Desarrollo Económico) en París.

—Pero vamos a ver, Miguel, ¿de qué va esto? ¿Por qué no me llama y me lo explica? A qué viene ahora esto de la OCDE. No tengo intención de marcharme.

—Pero David, piensa un poco. ¿Qué más puede querer un economista? ¿No ha habido otros economistas allí? ¿Acaso no ha estado José Luis Feito? Es el puesto para ti. Al menos no me digas que no porque estás herido y cabreado. Dale una vuelta, por favor.

La incursión de Sebastián incrementa las sospechas de Taguas. Aunque le consta que no se opone, en octubre de 2006, a su nombramiento al frente de la Oficina, está convencido de que Sebastián no ha sido su verdadero promotor. Y ahora que está otra vez en el primer plano, en el Ministerio de Industria, quizá desee volver a ser el asesor económico personalísimo del presidente que fue. Sí, ahora que Sebastián hace de correo secreto del presidente para que acepte la embajada de la OCD E en París se termina de convencer de que Sebastián tiene que ver con su destierro del Gobierno. Lo analiza con su esposa, quien a pesar de la mala sorpresa, no será un obstáculo si hay que marchar. Y con su hijo, que está por decidir dónde continúa sus estudios universitarios. Llega finalmente a hacerse a la idea de París.

Llama a Sebastián y le confirma que acepta la propuesta. Sebastián se lo transmite al presidente. Sigue Taguas con la esperanza de que el presidente le va a convocar.

Mientras, la prensa anticipa, el miércoles 16 de abril, que Javier Valles, al que Sebastián incorpora a la Oficina en 2005, sustituye a Taguas. Aunque formalmente es un asunto pendiente, ya se adelanta que el director de la Oficina va a tener rango de secretario general en lugar de secretario de Estado, como hasta ahora.

El jueves 17, el presidente reúne en una cena organizada en la madrileña calle de Ferraz, sede del PSOE, al Gobierno y a la comisión ejecutiva federal. Es la presentación de los nuevos ministros ante la dirección del partido. En cierto momento, antes de que comenzar el acto, María Teresa Fernández de la Vega se acerca a Sebastián.

—Miguel, esto de Taguas a la OCDE ni se te ocurra. Ya lo he hablado con el presidente. Se lo he ofrecido a Cristina Narbona —dice la vicepresidenta.

Aunque Sebastián averigua que la interesada todavía no ha contestado a la oferta, se da cuenta de que el destino «perfecto» para Taguas ya no es una opción. Valles es nombrado a cargo de la Oficina en la segunda reunión del nuevo gabinete, el 18 de abril, mientras la Oficina Económica del Presidente es degradada de su rango de secretaría de Estado y pasa a depender del director de gabinete del presidente, que es secretario de Estado. La economista y exministra Cristina Narbona, tras rechazar dos puestos, es designada en el tercer consejo de ministros, el 25 de abril, embajadora ante la OCDE. El presidente le pide a Sebastián que haga gestiones para situar a Taguas en el sector privado, unas gestiones que permiten nombrarle presidente de Seopan, la asociación de las grandes empresas constructoras. El 14 de mayo la entonces ministra de Administraciones Públicas, Elena Salgado, anuncia que su incorporación a la patronal no conculca los preceptos de la Ley de Incompatibilidades Públicas.

La salida de Taguas supone la eliminación de la única voz disidente en la estructura misma del poder, La Moncloa, con el punto de vista económico oficial que representan Solbes y Fernández Ordóñez. Es el economista que advierte desde aquel primer día que viaja con Rodríguez Zapatero de La Moncloa a la fábrica de Nissan, en Ávila, sobre el año que resta de expansión, y el que va previniendo sobre la crisis ante la incredulidad del presidente. Es el único alto cargo para el cual el diccionario de neolengua de Rodríguez Zapatero no manda. Para él la palabra crisis no está prohibida. Al menos de puertas para adentro del Gobierno. Tampoco respeta ese diccionario en reuniones, comidas y cenas, en las que está presente junto a personas de la administración y del sector privado.

Taguas comienza a seguir los rastros de la crisis mucho antes de la aparición de los síntomas más visibles, en Estados Unidos, durante el verano de 2007. Entre el mes de abril y el mes de agosto las alarmas se acumulan de manera regular en Estados Unidos y Europa. En abril, una de las compañías líderes en el mercado hipotecario cae por el peso de sus préstamos hipotecarios
subprime.
Un terremoto en todo el sector. El 21 de junio, dos fondos de alto riesgo de Bear Stearns, uno de los más grandes bancos de inversión del mundo, están por caer a raíz de su exposición en créditos
mbprime.
Unas semanas más tarde, el banco anuncia la bancarrota de los fondos, que han perdido todo su valor. Ya no pueden devolver su dinero a los inversores. Todo esto en el contexto de una caída en picado de precios de la vivienda.

David Taguas empieza a creer que la crisis está cada vez más cerca en España. El presidente, que encara los últimos nueve meses de legislatura, se agobia ante una visión que ve como catastrofista, ya que tanto su ministro de Economía y Hacienda, Pedro Solbes, como el gobernador del Banco de España, Miguel Ángel Fernández Ordóñez, están en las antípodas. En aquellos días de julio, mientras despachan en La Moncloa, el presidente, de pie, desesperado por saber quién de verdad tiene razón, si Taguas, Solbes o Fernández Ordóñez, levanta la voz y se desgañita a solas ante su asesor económico de confianza.

—Me gustaría ver lo que tú ves y que nadie más que tú ve.

Es premonitorio. El lunes 6 de agosto de 2007, el presidente, su esposa y sus dos hijas cruzan en barcaza el río Guadalquivir desde Sanlúcar de Barrameda, Cádiz, hasta el Parque Nacional de Doñana, donde van a pasar unos días de vacaciones alojados en el palacio de Las Marismillas. Taguas se coge vacaciones.

Al regresar la última semana de un mes de agosto de crisis financiera en Estados Unidos y primeras manifestaciones en Europa, Taguas, que se mantiene en contacto con el presidente, llama a Miguel Sebastián, recluido en su casa próxima a Águilas, tras su amarga experiencia como candidato socialista a la alcaldía de Madrid en el mes de mayo.

Taguas está agitado. Sigue la prensa nacional e internacional. Está irritado con ciertos grupos de comunicación y con el Banco de España. Le preocupa que se pueda cortar abruptamente la liquidez. Le cuenta ambas obsesiones.

—Miguel, se viene una crisis muy gorda. Estos del Banco de España no se enteran o no quieren enterarse. Las tensiones en los mercados son tremendas para nuestro sistema financiero.

—No sé David, estoy algo alejado. No leo mucho la prensa. Pero me parece que exageras. Mira, recuerda lo que pasó en 1998. Esto se parece al constipado ruso. Hasta nos puede venir bien para enfriar un poco la economía española.

—No, pero qué dices. Si, como tiene toda la pinta, se produce un
credit crunch
sí que podemos darnos por jodidos. Voy a llamar a varios economistas para formar un grupo de seguimiento. A ver si nos reunimos a finales de mes o primeros de septiembre. Ya te diré para que te incorpores.

¿«Constipado ruso»? En 1998 ambos trabajan en el servicio de estudios del BBVA. Estalla, en 1997, la crisis financiera en Asia, llamada también
asian flu
(constipado asiático), por su rapidez de contagio en la región. Rusia suspende pagos, en agosto de 1998, crisis que se lleva por delante al fondo de alto riesgo norteamericano Long Term Capital Management (LTCM) con pérdidas de 4.600 millones de dólares en solo cuatro meses. Alan Greenspan, presidente de la Reserva Federal, salva a la entidad con fondos públicos. Rusia supera aquella crisis en tiempo récord.

Sebastián, pues, al hablar de constipado ruso, le está quitando hierro a la visión de Taguas. A últimos de agosto, en una comida en La Moncloa, los dos economistas vuelven a discrepar. Esta vez ante el presidente.

A finales de ese mes, Taguas convoca a un amplio grupo de economistas para analizar lo que ocurre. Junto con Rafael Doménech, subdirector de la Oficina Económica del Presidente (OEP) y Carmelo Tajadura, miembro del equipo, crean un observatorio semanal del mercado financiero o
Financial Market Watchers.

En las reuniones participan, alternativamente, José Antonio Álvarez, director financiero del Banco Santander; José Manuel Campa, profesor del Instituto de Estudios Superiores de la Empresa (IESE); José Luis Escrivá, director del servicio de estudios del BBVA; César Molinas, consultor de Multa Paucis, empresa de consultoría y asesoramiento en gestión y dirección empresarial; Miguel Sebastián, profesor de la Universidad Complutense de Madrid; Mayte Ledo, economista jefe para Europa del BBVA; Antonio Zabalza, presidente de Ercros; Eduardo Pedreira, del BBVA; y Aurelio Martínez, presidente del Instituto de Crédito Oficial (ICO). Tras cada encuentro se redacta un acta que Taguas le hace llegar al presidente.

Ya el 11 de septiembre, el grupo estima que «la crisis de liquidez será duradera, aunque no muy intensa, al tiempo que existe preocupación por la incertidumbre que genera la falta de transparencia de los mercados en los que no se conoce bien la exposición al riesgo de las instituciones financieras».

Tres días después de la bancarrota del quinto banco hipotecario británico, Northern Rock, el 17 de septiembre, la reunión valora que «el problema del sistema financiero español es de liquidez, no de solvencia. Las entidades españolas no están expuestas a activos de baja calidad como, por ejemplo, las hipotecas
subprime».
Con todo, señalan que «el Banco de España debe realizar un análisis de la situación existente en los bancos. Existe preocupación en los mercados de que algunas cajas puedan tener un problema de excesivo riesgo con promotores inmobiliarios. En el clima de desconfianza existente en los mercados, el sistema bancario no puede permitirse que una caja quiebre. Las autoridades deben disponer anticipadamente de un plan para resolver rápidamente este problema». Agrega que «se ha hecho una estimación de las necesidades de liquidez para los próximos doce meses en 300.000 millones de euros. De ellos, en torno a 80.000 millones antes de final de año».

Al día siguiente de este encuentro, donde participan Taguas y Sebastián, la ministra de Vivienda, Carme Chacón, y el presidente presentan en la escalinata de La Moncloa un «plan de apoyo a la emancipación de los jóvenes e impulso del alquiler», en el que se reciclan medidas ya contempladas por su antecesora María Antonia Trujillo. Esa noche, el presidente de la constructora Sacyr Vallehermoso, Luis del Rivero, organiza una cena en su casa, con motivo de la boda de su hijo. Los invitados son Taguas y su esposa; Javier de Paz, presidente de la empresa pública Mercasa, amigo personal de Rodríguez Zapatero, y su esposa; José Blanco, vicesecretario general del PSOE, y su esposa, y Miguel Sebastián.

«Crisis», esta palabra prohibida en la neolengua particular del Gobierno, monopoliza la cena. Sebastián apunta a Taguas.

—¿Dónde cono ves la crisis, David? Que nos hundimos, ¿no? —dice sin disimular la sorna Sebastián. —¿Te has mirado las matriculaciones de coches de lujo? Van como un tiro.

—¿Y eso qué nos dice? También la Bolsa está en máximos y el euro como nunca. ¿Qué tiene eso que ver, Miguel? Nuestro ciclo inmobiliario se acaba. Tenemos una enorme deuda exterior que nos coloca en dependencia de un mercado que cierra el grifo. La situación del mercado hipotecario norteamericano va a afectar a Europa y sin duda a España. Hemos visto la caída de Northern Rock en el Reino Unido el viernes pasado, Miguel. O hacemos algo o esto se va…

El debate se torna agrio.

Si Sebastián aparece destructivo con Taguas, en clave muy personal, Javier de Paz intenta apoyarse en el consumo popular para cuestionar el «pesimismo» del director de la Oficina Económica del Presidente.

—L a verdad es que la información que nos llega de grandes superficies y centros comerciales es buena. El consumo de pollos, por ejemplo, está aumentando mucho. Yo tampoco veo razones para dramatizar.

Pepe Blanco sigue los argumentos sin intervenir. El que sí lo hace es el anfitrión, Luis del Rivero.

—El mercado de la vivienda y la construcción está en clara desaceleración. Eso lo estamos viendo desde hace varios meses. Y estoy de acuerdo con David, aquí tiene que haber un plan o las cosas pueden ir a peor.

Una semana más tarde, el 24 de septiembre, el grupo de economistas que reúne Taguas identifica el riesgo principal para España: la dependencia de las entidades financieros respecto a los mercados monetarios y de capitales a los que tienen que acudir para refinanciar sus vencimientos. Y el 1 de octubre, vuelven al problema clave. «El principal factor de riesgo para bancos y cajas de España es la exposición que puedan tener en el sector de promociones inmobiliarias. La suspensión de pagos de la empresa Llaneras aporta más presión al mercado inmobiliario y al sector financiero. Entre los posibles afectados por Llaneras se menciona a Bancaja, Lehman Brothers y la Caja de Ahorros del Mediterráneo (CAM)». La conclusión es que «el deterioro del sector de promoción inmobiliaria tiene el potencial para generar un “cierre del grifo” del crédito. Internacionalmente se están penalizando los mercados inmobiliarios de España e Irlanda. Por otro lado, el sector bancario español (Banesto, Bankinter y Pastor) también está siendo castigado, pero teniendo en cuenta la expansión del mercado inmobiliario doméstico». Y avanza cuál puede ser la consecuencia. «Se considera que el sector de las cajas de ahorro se verá afectado por la crisis crediticia, y se esperan casos de insolvencia. De producirse algún caso de insolvencia, es de esperar que el mismo sea asumido por el propio sector, lo que daría lugar a un proceso de consolidación entre cajas de ahorro».

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