James Potter y la Encrucijada de los Mayores (61 page)

BOOK: James Potter y la Encrucijada de los Mayores
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—Pero él ha tratado con este hombre antes —dijo Neville—. James y él le vieron en el campo de Quidditch el año pasado y Harry condujo una búsqueda para intentar capturarle.

—E hizo un buen trabajo —dijo Sacarhina, su sonrisa desapareció de golpe—. Como era su obligación en ese momento. Esto, sin embargo, deben comprender, es una cuestión diplomática. Las habilidades de Harry Potter pueden ser muy variadas, pero la diplomacia no está entre ellas. Además, el señor Potter está actualmente en una misión y no se le puede molestar. Sin embargo, tenemos especialistas en este tipo exacto de negociación. Junto conmigo misma y el señor Recreant, arreglaremos que otro embajador se una a nosotros. Es un experto en relaciones mago-muggle. Esperamos que él lidere nuestras negociaciones con el señor Prescott y su equipo, y todos confiamos plenamente en que servirá a todas las partes por igual.

McGonagall ondeó la mano despectivamente.

—¿Qué debemos hacer con el señor Prescott hasta su llegada, señorita Sacarhina?

—Que esté cómodo. Permítanle hacer su llamada telefónica. Aparte de eso, que haga lo que quiera.

—Seguramente no querrá decir que le permitamos libre acceso a la escuela —dijo la directora, como si fuera una declaración fuera de toda cuestión.

Sacarhina pareció encogerse de hombros en el fuego.

—Cualquier daño que pueda hacer observando es seguramente menor del que podría hacer si presenta cargos legales muggle contra nosotros. Debemos, por el momento, tratarle como a un invitado. Además, parecer ser que ya ha visto mucho.

La cara de McGonagall era ilegible.

—Muy bien entonces. Buenas tardes, señorita Sacarhina. Esperamos con ilusión su llegada mañana por la tarde.

Sacarhina sonrió de nuevo.

—Indudablemente. Hasta entonces.

La cara se desvaneció del fuego. La directora extendió la mano en busca de su atizador y removió meticulosamente las ascuas durante varios segundos, esparciéndolas hasta que no quedó ni rastro de la cara. Volvió a colocar el atizador, dio la espalda al fuego y dijo:

—Insufrible estupidez burocrática.

—Me encantará alojar al señor Prescott en las habitaciones de Alma Aleron —dijo Franklyn, volviendo a ponerse las gafas—. Preferiría mantenerle vigilado, de cualquier modo. Sospecho que podemos mantenerlo lo bastante ocupado como para evitar que cause más problemas.

—No me gusta todo esto —dijo Neville, todavía mirando al fuego—. Harry debería estar aquí. Prescott no es un mago oscuro, por supuesto, pero hay algo extremadamente escurridizo en el modo en que llegó hasta aquí. Alguien le condujo hasta aquí, y esa persona de algún modo sorteó el voto de secretismo. No me importa lo que diga la señorita Sacarhina, me sentiría mucho mejor con un auror decente ocupándose de ello.

La directora abrió la puerta.

—Esa cuestión no está en nuestras manos. Profesor Franklyn, su idea es buena de cualquier modo. Escoltaremos al señor Prescott hasta las habitaciones de Alma Aleron. Y a pesar de lo que la señorita Sacarhina pueda creer, sería preferible para nosotros encargarnos de que el señor Prescott esté muy ocupado durante las próximas veinticuatro horas. Cuanto menos tiempo tenga para explorar la escuela, mejor. Señor Potter, por favor, siéntase libre de regresar a sus clases, y aunque sospecho que no puedo impedirle que no hable de esto con el señor Walker y el señor Deedle, me haría inmensamente feliz que se las arreglara para no hablar de ello con nadie más.
Especialmente
con Ted Lupin o Noah Metzker.

Cuando James seguía a los adultos fuera de la oficina, una voz queda le habló desde la pared.

—Mañana va a ser un día muy ocupado, Potter.

James se detuvo y miró fijamente al retrato de Severus Snape, sin estar totalmente seguro de lo que quería decir.

—Supongo. Al menos para la directora y todos los demás.

Los ojos negros de Snape le taladraron.

—Respóndeme sinceramente, Potter: ¿todavía estás operando bajo la falsa ilusión de que Tabitha Corsica está en posesión del báculo de Merlín?

—Oh —dijo James—, mire, usted diga lo que quiera, pero tiene sentido. Vamos a quitárselo también, de un modo u otro.

Snape habló rápidamente.

—No seas tonto, Potter. Concéntrate en la reliquia que tienes. Dásela a la directora. Seguramente ves lo peligroso que es conservar la túnica, especialmente ahora.

James parpadeó.

—¿Por qué? ¿Qué pasa ahora? ¿Tiene algo que ver con este tipo, Prescott?

Snape miró desilusionado a James.

—No lo
ves
, entonces —suspiró—. Hay una muy buena razón por la que tu padre, tonto como es, no viene acompañando a la delegación de mañana. Hay miembros del Elemento Progresivo incluso dentro del Ministerio, aunque no se llaman a sí mismos por ese nombre. Sacarhina es uno de ellos. Recreant puede que también, aunque no está realmente al cargo. O Sacarhina está aprovechándose de una muy sospechosa coincidencia, o todo esto lo ha planeado ella desde el principio.

—¿Qué? ¿Cuál es su plan? —preguntó James, bajando la voz y acercándose al retrato.

—Los detalles son lo de menos. Lo que importa es que a menos que asegures la túnica de Merlín para mañana por la noche, muy probablemente todo se perderá.

—Pero está segura —replicó James—. Ya la tenemos. Lo sabe. Ahora tenemos que conseguir el báculo de Merlín.

—¡Olvida el báculo! —siseó Snape furioso—. ¡Estás dejando que te manipulen! Si alguna vez hubiera tenido la más ligera esperanza de que fueras en ello mejor de lo que fue tu padre, te habría enseñado oclumancia ya. Cuando te digo que asegures la túnica de Merlín, quiero decir que debes entregarla a aquellos que saben como cegarla, no solo ocultarla. El enemigo tiene las otras dos reliquias. La túnica
desea
reunirse con ellas. No podrás evitarlo, Potter. ¡No seas un estúpido arrogante como fue tu padre!

James frunció el ceño.

—Mi padre
nunca
fue el tonto arrogante que usted cree que fue, y yo tampoco. No tengo por qué escucharle. Además, mañana no es el alineamiento de los planetas. Es la noche siguiente. El propio Zane me lo dijo.

Snape sonrió maliciosamente.

—Que ingenuos. ¿Y de dónde, si se me permite preguntar, sacó el señor Walker su información?

—De su Club de las Constelaciones —replicó James enfadado—. Madame Delacroix ha estado utilizando a todo el club para que la ayuden a señalar el momento exacto del alineamiento.

—¿Y nunca se les ha ocurrido pensar que ella podría haber alterado deliberadamente la información solo lo suficiente como para desencaminar a aquellos tan ignorantes como para notarlo? Ella ya sabía el
día
del alineamiento desde el año pasado. Solo necesitaba ayuda para averiguar la
hora.
Incluso usted ha comprendido que está involucrada en el complot Merlín. ¿Cree que desea a docenas de estudiantes embobados mirando a las estrellas y zumbando por los terrenos la misma noche en que planea escabullirse para facilitar el retorno del mago más peligroso de todos los tiempos?

James se sintió intimidado. Por supuesto que no lo querría. Simplemente no había pensado en ello. Su boca se abrió para hablar, pero no se le ocurrió nada que decir. Snape siguió.

—Os ha desencaminado a todos en cuanto al día exacto. La Senda de la Encrucijada de los Mayores no ocurrirá la noche del jueves, sino la del miércoles. Mañana, Potter. Has sido embaucado, y todavía lo estás siendo más aún. No hay tiempo para más delirios de grandeza. Debes entregar la túnica. Si no lo haces, fracasarás, y nuestros enemigos tendrán éxito en su plan.

—¿James? —Era Neville. Asomó la cabeza por la puerta de la directora—. Te perdimos, al parecer. ¿Olvidaste algo?

La mente de James corría a toda velocidad. Miró con la mente en blanco a Neville durante unos segundos, y finalmente se recompuso.

—Er, no. No, lo siento, solo estaba... pensando en voz alta.

Neville miró al retrato de Snape. Snape suspiró y cruzó los brazos.

—Vamos, Longbotton, y llévate al chico contigo. No me sirve de nada.

Neville asintió.

—Vamos, James. Todavía tienes tiempo de asistir a tus clases de la tarde si te das prisa. Iré contigo y explicaré tu tardanza.

James siguió a Neville fuera de la habitación, pensando solo en lo que Snape le había dicho. Solo tenían un día; un día para quitarle a Tabitha el báculo de Merlín. Un día antes de la Encrucijada de los Mayores, y resulta que era el mismo día que venía Sacarhina para tratar con Prescott. Mientras cabalgaba por las escaleras móviles y salía al pasillo, a James se le ocurrió que Snape tenía razón en una cosa: mañana iba a ser un día muy ocupado.

16. El desastre del báculo de Merlín

A la mañana siguiente, James, Ralph y Zane entraron en el Gran Comedor a desayunar y se dirigieron decididamente hacia el extremo más alejado de la mesa Gryffindor.

—¿Estás seguro de esto? —preguntó Ralph mientras cruzaban el Comedor—. No podremos echarnos atrás después de esto, lo sabes.

James apretó los labios pero no respondió. Se reunieron con Noah, Ted y el resto de los Gremlins, todo los cuales estaban sentados conspicuamente en un apretado nudo.

—Ah, el gran hombre —anunció Ted cuando James se apretujó entre él y Sabrina—. Estamos haciendo apuestas sobre por qué nos has pedido a todos que nos reunamos contigo para desayunar. Noah cree que quieres unirte oficialmente a las filas de los Gremlins, en cuyo caso hemos preparado una serie de penosos desafíos que tendrás que completar. Mi favorito es ese en el que te pones el viejo vestido de gala de Sabrina y recorres la escuela cantando el himno de Hogwarts tan alto como puedas. Hay muchos más, aunque los desafíos de Damien tienden a implicar demasiados porrazos y mostaza para mi gusto.

James hizo una mueca.

—A decir verdad, la razón por la que os he pedido que vinierais es que Ralph, Zane y yo tenemos algo que pediros.

En su favor hay que decir que ninguno de los Gremlins pareció sorprenderse. Simplemente se inclinaron un poco más hacia adelante mientras continuaban comiendo. James no sabía exactamente por donde empezar. Se había levantado esa mañana con la simple comprensión de que por su cuenta, él, Ralph y Zane no podrían hacerse con éxito con el báculo de Merlín en un solo día. No tenían plan. El retrato de Snape había sido de alguna ayuda, pero Snape ni siquiera creía que Tabitha Corsica tuviera el báculo. ¿Así que a quién podían recurrir? Actuó siguiendo su primer impulso. Podía acudir al único grupo de personas en toda la escuela expertos en el sutil arte del caos y las travesuras. Podría llevar demasiado tiempo explicárselo todo a Ted y sus compañeros Gremlins, e incluso si lograba hacerlo, puede que no accedieran a ayudar, pero era su mejor y última esperanza. James suspiró enormemente y miró fijamente a su vaso de zumo de calabaza.

—Necesitamos ayuda para... para
tomar prestado
algo.

—¿
Tomar prestado
algo? —repitió Noah, con la boca llena de tostada—. ¿Qué? ¿Dinero? ¿Una taza de azúcar? ¿Un corte de pelo decente? No suena como si nos necesitaras a nosotros exactamente.

—Calla, Metzker —dijo Ted suavemente—. ¿Qué es lo que quieres "tomar prestado", James?

James tomó un profundo aliento y lo soltó sin más.

—La escoba de Tabitha Corsica.

Damien tosió en su zumo. Todos los demás Gremlins miraron a James con los ojos muy abiertos. Todos excepto Ted.

—¿Para qué? —preguntó Sabrina en voz baja—. Esta tarde es la final entre Ravenclaw y Slytherin. ¿Es eso? ¿Estás intentando arruinar las posibilidades de Slytherin? Admito que hay algo altamente sospechoso en esa escoba suya, pero hacer trampa no es exactamente nuestro estilo, James.

—¡No! No tiene nada que ver con el partido —dijo James, y luego vaciló—. Es largo de explicar. Y ni siquiera se me permite hablar de algunas partes. McGonagall me pidió que no lo hiciera.

—Cuéntanos lo que puedas entonces —dijo Petra.

—Vale. Zane, Ralph, echadme una mano. Llenad los huecos que deje. Va a sonar a locura, pero allá va.

Entre los tres, explicaron la historia entera de la conspiración Merlín, desde el primer vistazo a la sombra de Madame Delacroix en el lago, a la aventura en el Santuario Oculto, terminando con la misteriosa confrontación de Ralph y James con la espeluznante dríada que exigía la túnica de Merlín. Tuvieron que volver atrás entonces, y explicar como se habían hecho con la túnica quitándosela al profesor Jackson. A James le preocupaba que la historia estuviera tan fragmentada que los Gremlins no fueran capaces de seguirla. Ted escuchaba atentamente todo el rato, comiendo sin más y observando a quienquiera que estuviera hablando. El resto de los Gremlins hacían preguntas esclarecedoras y respondían con una mezcla de escepticismo, respeto y excitación.

—¿Habéis estado trabajado en este plan todo el año y solo ahora nos lo contáis? —preguntó Damien, entrecerrando los ojos.

—Como ya he dicho, McGonagall nos advirtió que no contáramos a nadie lo del Santuario Oculto —dijo James sinceramente—. Y nos preocupaba que no os creyerais el resto de todas formas. Nos costó creernos la mayor parte a nosotros mismos. Durante un tiempo, al menos. ¿Entonces, qué pensáis?

—Estoy confusa —dijo Sabrina, frunciendo el ceño—, todo el asunto parece cogido con tiritas. Una cosa es disparar fuegos artificiales Weasley durante el debate, pero otra muy distinta es ir y robar la escoba de una de las más prominentes, y francamente espeluznantes, brujas de la escuela. Eso es robar, eso es lo que es.

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