La biblioteca del cartógrafo (44 page)

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Authors: Jon Fasman

Tags: #Historico, Intriga

BOOK: La biblioteca del cartógrafo
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SØREN ÅSTERGAARD,

Cuestiones en favor de la vida

15 de diciembre de 1989

Aubrey College,

Oxford

Al director general:

Unidad Psiquiátrica, Hospital John Radcliffe

Esta carta acompaña al señor K. R. Prasad, vicedecano del Aubrey College, y al señor Benjamin Glantz, estudiante de posgrado de Aubrey aquejado de un profundo trastorno.

Como sin duda sabrá, el centro ha sufrido hoy una terrible pérdida. De forma inintencionada, el señor Glantz ha resultado la persona más afectada directamente, pues fue él quien encontró el cadáver del doctor Dimbledon. Esta mañana se encontraba en tal estado de nervios que me ha parecido lo más conveniente confiarlo a su cuidado por el momento. Sé que el señor Glantz es un joven extremadamente inteligente y capaz, si bien posee un talante tenso y más bien excitable, y espero que tras unos días de reposo en un entorno tranquilo se recupere por completo.

Debo pedirle un favor y espero que considere la larga relación que lo une con esta universidad y la honre como es debido. Sin duda habrá oído rumores acerca de lo sucedido aquí, y es posible que mañana lo lea en nuestros periódicos más sensacionalistas y menos prestigiosos. Le ruego no pregunte al señor Glantz al respecto ni hable de ello en su presencia. Es un joven muy sensible, y el pequeño papel que ha desempeñado en este suceso lo ha alterado sobremanera. Le ruego que refrene su curiosidad mientras él esté a su cargo. Por descontado, preferiría que también la refrenara en el futuro, pero sé que no se pueden emitir juicios morales sobre la publicidad y la fama, por efímeras que sean ambas.

En cualquier caso, le ruego lo trate bien. Reciba un cordial saludo,

SIR PETER ALLHAM

Rector, Aubrey College

15 de diciembre de 1989

Al personal y el cuerpo docente del Aubrey College:

Con toda probabilidad ya sabrán que el doctor Darius Dimbledon, jefe de estudios y distinguido profesor titular de este centro durante casi cincuenta años, ha muerto esta tarde. El doctor Dimbledon llegó a Aubrey en la primera época de la guerra, y desde entonces ha sido una presencia constante aquí. Huelga decirles que todos lo echaremos de menos.

Estoy al corriente de los numerosos y macabros rumores que circulan acerca de la forma y las circunstancias de la muerte del doctor Dimbledon, y no tengo intención de hacer comentario alguno al respecto. Les ruego que sigan mi ejemplo, sobre todo en lo tocante a los periodistas apostados ante la verja del centro, ya que sin duda atraeremos mucha atención indeseable y obscena por parte de los medios de comunicación. No debemos olvidar que el doctor Dimbledon vivió en la facultad durante toda su carrera aquí, que aparte de nosotros carecía de familia y que en momentos como el presente debemos afrontar los asuntos del centro como si de asuntos familiares se tratara. La policía local y el cuerpo de seguridad de la universidad están llevando a cabo una investigación en extremo concienzuda, y en caso de descubrirse algo turbio, estoy convencido de que el responsable de tan vil delito será llevado ante la justicia con celeridad. No me cabe la menor duda de que todos ustedes prestarán a los investigadores plena cooperación.

Habrán observado también que hay un policía apostado en la portería además del portero. Se trata de una medida rutinaria para garantizar la seguridad de todo nuestro personal, profesorado e invitados (así como de nuestros alumnos, cuando regresen), y no debe interpretarse como motivo de pánico.

El doctor Dimbledon será enterrado mañana a las tres de la tarde en el cementerio de la universidad. Les rogamos se unan a mí y al reverendo Wethersby esta noche a las siete en la capilla de la facultad para participar en el oficio en memoria de Darius Dimbledon.

Hasta entonces, reciban un cordial saludo.

SIR PETER ALLHAM

Rector, Aubrey College

The Times, 17 de diciembre de 1989

[Del Diario Social de M - D -]

Mi antiguo compañero de universidad «Hammy» (sir Peter para ustedes) Allham me llamó ayer para invitarme a alojarme en los aposentos del rector en Aubrey College si decidía asistir al oficio en memoria del doctor Darius Dimbledon, el último profesor que quedaba de mi idílica época en Aubrey. Dimby era un cabrón apolillado ya entonces, y de cualquier modo, la señora Pand y yo ya teníamos entradas para el estreno de Rusalka en el Covent Garden, de modo que me disculpé, y él prometió llamarme la próxima vez que se aventurara a salir del castillo para visitar la gran ciudad. Hammy aceptó con presteza mi propuesta de reunimos, ya que, según sus palabras, la semana había sido «una auténtica prueba». ¿Qué significa exactamente «una auténtica prueba» para un profesor universitario, Hammy? ¿Que se te han acabado las provisiones de fino y tienes que conformarte con amontillado hasta que el administrador te dé la pasta para comprarte otra caja o unas cuantas?

17 de diciembre de 1989

Al rector Allham:

Le remito este escrito para poner en su conocimiento que la policía ha concluido el interrogatorio de todas las personas que asistieron a la conferencia y se alojaban en la residencia de la facultad en el momento de la desafortunada muerte del doctor Dimbledon. Me resulta desagradable tener que comunicarle que un hombre que se inscribió en la conferencia y a quien yo entregué la llave correspondiente parece haber desaparecido. Su nombre es Federico Soares, y recuerdo que era un hombre más bien bajo, de cabello oscuro, constitución mediana y tez de aspecto español o algo por el estilo. No he recuperado la llave, y nadie de la conferencia lo ha visto, o al menos eso me han dicho. Dejo toda decisión futura acerca de este asunto en sus competentes manos, pero me ha parecido necesario ponerlo al corriente. Aprovecho la ocasión para acompañarlo en el sentimiento, pues también yo conocía al doctor Dimbledon, pero no tan bien como usted.

Muchas gracias.

BARRY FINCH

Encargado de portería, Aubrey College

17 de diciembre de 1989

Al rector sir Peter Allham:

Le escribo esta breve nota para comunicarle que mañana por la mañana daremos de alta al señor Benjamin Glantz. Le hemos prescrito un curso de diazepam y recomendamos que siga en tratamiento todo el tiempo que considere necesario.

Tal como decía usted en su carta, el señor Glantz es un joven inteligente y con talento, pero su educación protegida, sin penurias económicas, la enorme importancia otorgada a los logros académicos y unos padres cuya preocupación por su bienestar adquiría a menudo un cariz abrumador y sofocante, lo han convertido en una persona poco preparada para la clase de golpe que ha sufrido. Le ruego me disculpe si generalizo, pero la tendencia general americana a hablar hasta la saciedad de los problemas con frecuencia provoca obsesiones; por supuesto, es imposible que el señor Glantz borre de su mente el horror que presenció, pero le resulta igual de difícil dejarlo atrás. Sin embargo, ahora parece tranquilo y racional, de modo que continuar ingresado sin duda le reportaría más problemas que beneficios.

Le doy las gracias por confiarlo a nuestro cuidado. Por descontado, tanto mi personal como yo seguiremos su consejo de hablar del señor Glantz con la prensa.

Les deseo suerte para la resolución de este asunto. Entretanto, reciba un cordial saludo.

DOCTOR AMIT SINGH

Hospital James Hinchcliffe

19 de diciembre de 1989

A sir Peter Allham, rector de Aubrey College:

Le doy las gracias por comunicar a la Secretaría de Interior su preocupación acerca de uno de los asistentes a la Conferencia Europea de Gestión que recientemente se celebró en su universidad. El secretario me transmitió el contenido de su conversación, y ha correspondido a mi departamento investigar la desaparición de Federico Soares.

En primer lugar, lamento informarle de que no sabemos nada acerca del señor Soares. La sección lusoibérica cree que su nombre es sin lugar a dudas de origen portugués, aunque desconocemos si el sujeto es o era de nacionalidad o extracción portuguesa o brasileña. A juzgar por la descripción del señor Finch, consideramos improbable que proceda de una nación africana lusófona (Angola, Mozambique, Guinea-Bissau, Cabo Verde, Santo Tomé y Príncipe), aunque por supuesto es posible.

Se inscribió en la conferencia como representante de Industrias PDL, y la documentación de inscripción se envió a un apartado de correos de Bremen. Ni en Bremen ni en ningún otro lugar de Alemania existe tal empresa, y el apartado de correos al que se envió la documentación tiene instrucciones de remitir toda la correspondencia a otro apartado de correos en Turquía. Esta circunstancia por sí sola no indica delito alguno, ya que la combinación de una empresa fantasma en Alemania y una dirección de reenvío en Turquía no es inusual.

Con todo, por regla general un hombre de negocios turco-alemán tendría un nombre turco, no portugués. En Alemania viven seis ciudadanos alemanes y extranjeros con permiso de residencia que se llaman Federico Soares. Cuatro de ellos tienen menos de dieciséis años, uno tiene setenta y cinco, y el único que encaja con la edad del sujeto es especialista en desarrollo de productos en BMW y no ha salido de Stuttgart en los últimos nueve meses.

Durante las seis semanas anteriores a la conferencia, tres hombres llamados Federico Soares entraron en Gran Bretaña. Dos de ellos abandonaron el país en el espacio de tres semanas, y el que se quedó lleva diez días de excursión organizada por los montes Peninos, siempre en compañía de guías y compañeros de viaje. En los tres días posteriores a la conferencia, ninguna persona llamada Federico Soares salió de Gran Bretaña. Ello significa que, o bien sigue en el país bajo un nombre distinto (en cuyo caso mi departamento lo localizará), o bien entró bajo un nombre falso, en cuyo caso, por desgracia, tenemos muy pocas probabilidades de localizarlo.

Convencer a un departamento de policía extranjero que preste su apoyo en un asunto de estas características, en el que el sujeto está relacionado con un delito de forma circunstancial en el mejor de los casos, resulta difícil en extremo.

Sin embargo, nuestra investigación prosigue. Nos pondremos en contacto con usted para informarle de cualquier progreso y confiamos en que usted haga lo mismo.

Entretanto, reciba un cordial saludo.

REGINALD DANVERS, jefe de servicios

Dirección de Inmigración y Ciudadanía

Ministerio del Interior

19 de diciembre de 1989

The National Herald

Cyril Brackett, corresponsal de noticias

La policía del valle del Támesis está sumida en la perplejidad a causa del supuesto asesinato de uno de los profesores más veteranos de Oxford.

Hace cuatro días, el doctor Darius Dimbledon, profesor titular del Aubrey College durante casi cincuenta años, fue hallado muerto en su habitación.

Descubrió su cadáver un estudiante que por lo visto entró en la habitación del doctor Dimbledon por equivocación, creyendo que se trataba de la suya. El estudiante, que se alojaba en el dormitorio contiguo, regresó a la facultad bastante tarde y en un estado algo lamentable.

El Aubrey College no ha dado a conocer su nombre, y el personal se ha negado una y otra vez a responder a toda pregunta relacionada con él.

En el más estricto anonimato, uno de los miembros del personal afirmó que se habían visto «cosas horribles» en el cadáver del doctor Dimbledon, pero no especificó a qué se refería.

Oficialmente, la policía se ha negado a tildar de asesinato la muerte del doctor Dimbledon. A la pregunta sobre cuál creía que era la causa de la muerte, el jefe de policía Henry Standage repuso que «a causa de unas heridas que pudo haberse infligido él mismo o quizá fueran consecuencia de un accidente, pero que no necesariamente indican la comisión de un delito».

No obstante, oficiosamente la policía actúa como si se hubiera cometido un delito.

Fuentes de la policía del valle del Támesis afirman que en un principio las sospechas habían recaído sobre Benjamin Glantz, el estudiante que descubriera el cadáver, pero no se halló relación alguna entre el alumno y el profesor, y otra fuente del mismo departamento asegura que el señor Glantz ya no centra la investigación.

El silencio de la policía del valle del Támesis ha suscitado toda suerte de rumores. Richard Frosk, corresponsal del Incandescent en Próximo Oriente, opinó desde su villa en Beirut que «los tenebrosos tentáculos del Mossad se ciernen sobre el asesinato cruel, sangriento y magistralmente planeado del doctor Wimbledon», señalando que «tanto el nombre de pila Benjamin como el apellido Glantz son aterradoramente corrientes en círculos sionistas extremistas de Estados Unidos e Israel… ¿Por qué la embajada israelí no ha confirmado que Glantz nunca ha viajado a Israel? ¿Qué figuras poderosas han obligado a la policía a desplazar con tanta rapidez el foco de la investigación?». Por el momento, ningún otro rotativo se ha hecho eco de las conjeturas del señor Frosk.

Entre los alumnos de Aubrey circula la teoría de que el profesor universitario, soltero y solitario, fue asesinado por una amante despechada.

La policía está buscando con ahínco algún elemento polémico en el trabajo del doctor Dimbledon, pero hasta la fecha no ha descubierto nada.

En el momento de la muerte del doctor Dimbledon, las facultades de Aubrey y Ripley celebraban de forma conjunta una conferencia europea sobre gestión. Uno de los asistentes a dicho acto ha desaparecido y sigue en paradero desconocido, si bien las fuerzas policiales de todo el país han sido movilizadas en secreto para una auténtica cacería humana.

La concejala de Oxford Sharon Viers declaró que era «una bendición que lo que ocurrió sucediera cuando casi todos los alumnos pasaban las vacaciones de Navidad en sus casas, y por supuesto nos alivia sobremanera comprobar que, por lo visto, se trata de un incidente aislado y no del acto de un loco cuyo objetivo sea también el municipio».

19 de diciembre de 1989

Apreciado señor Bowman:

Me llamo Benjamin Glantz y soy estudiante de segundo año de posgrado en el Aubrey College. La presente es para solicitar formalmente la suspensión de mi beca Rhodes para el resto del curso académico, tal como me ha recomendado usted hoy mismo durante nuestra conversación telefónica.

Como supongo sabrá, me he visto directamente implicado en los recientes acontecimientos acaecidos en Aubrey. Descubrí el cadáver del doctor Dimbledon y como consecuencia del trauma sufrido, pasé dos días en la unidad psiquiátrica del hospital James Hinchcliffe.

Permanecer en el Aubrey College sigue provocándome gran ansiedad, sobre todo porque me alojo en el dormitorio contiguo al del doctor Dimbledon, por lo que considero que lo mejor para mi salud sería tomarme un descanso de los estudios.

Si alberga cualquier duda sobre mi estado o considera que estoy fingiendo, le ruego se ponga en contacto con el doctor Amit Singh, del hospital John Radcliffe, o con el rector, sir Peter Allium que se han mostrado en extremo amables conmigo durante los últimos días. Si tiene alguna duda sobre mi seriedad como estudiante, ruego se ponga en contacto con el profesor Trelawney, mi tutor, que dará fe de la calidad de mi trabajo. Y si requiere cualquier información adicional a fin de tramitar o acelerar esta solicitud, no dude en ponerse en contacto conmigo. Como puede imaginar, ardo en deseos de hallarme en el entorno conocido de mi hogar lo antes posible. Le doy las gracias de antemano por su consideración y espero recibir noticias suyas en breve. Entretanto, reciba un cordial saludo.

BENJAMÍN GLANTZ

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