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Authors: Isaac Asimov

Tags: #Historia

La formación de Inglaterra (21 page)

BOOK: La formación de Inglaterra
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El duque de Normandía se había convertido en rey de Inglaterra y Guillermo el Bastardo en Guillermo el Conquistador, como ha sido llamado en la historia desde entonces.

La dominación sajona de Inglaterra llegó a su fin, después de unos seis siglos, y fue reemplazada por el linaje de Guillermo I, que se adueñó en forma permanente del trono. Unos cuarenta monarcas han reinado en Inglaterra en los nueve siglos transcurridos desde la conquista normanda, y todos ellos descendían de Guillermo I. El actual monarca inglés, Isabel II, es el vigésimo noveno de una de las líneas de descendencia de Guillermo el Conquistador, y en este linaje hubo dieciséis monarcas.

Pero el linaje de Alfredo el Grande no murió totalmente. Edgar Atheling y su hermana Margaret Atheling fueron llevados a Normandía en 1067 por Guillermo para su custodia. Lograron escapar, y en 1068 llegaron a Escocia. Malcolm III, el hijo de Duncan, el que fue asesinado, y vencedor y sucesor de Macbeth, aún gobernaba el país. Los años que había pasado en Inglaterra habían hecho de él un sajón a medias. A su retorno a Escocia, introdujo la versión romana del cristianismo con todo vigor, y casi barrió con los restos de la vieja Iglesia Céltica, que había perdurado en el lejano norte desde que el sínodo de Whitby la eliminó de Inglaterra, cuatro siglos antes. Ahora Malcolm fue, a su turno, el refugio del linaje real sajón.

El rey escocés halló a Margaret Atheling de su agrado, y sin duda tenía conciencia de que, si se casaba con ella, sus sucesores algún día podían aspirar al trono inglés. Llevó a cabo el matrimonio, pues, y, así, todos los reyes posteriores de Escocia pudieron hacer remontar su ascendencia a Alfredo el Grande. Puesto que los reyes de Escocia más tarde fueron también gobernantes de Inglaterra (aunque no a causa de este matrimonio), lo mismo puede decirse de los monarcas ingleses de los últimos tres siglos y medio. Isabel II es el número treinta y seis en la línea de descendencia de Alfredo, línea en la cual hubo cinco gobernantes sajones de Inglaterra, diez gobernantes de Escocia y ocho de la moderna Gran Bretaña.

Mientras tanto, los earls septentrionales finalmente atacaron a la avanzada del norte de la conquista normanda, con la esperanza de mantener al menos sus regiones libres de la influencia normanda. Con ellos, había dos hijos sobrevivientes del difunto rey Haroldo.

Además, acudió en su ayuda Sven II de Dinamarca. Sven era sobrino del viejo rey Canuto y nieto, por lado materno, del mismo Sven Barba Bifurcada. Había nacido en Inglaterra y se había convertido en rey de Dinamarca en 1047. Pasó buena parte de su reinado combatiendo contra Noruega, que estaba bajo el reinado de Haroldo Hardrada. Después de la muerte de éste y de la victoria de Guillermo en Hastings, Sven pensó que él bien podía aspirar al trono de Inglaterra, y envió a su flota a ayudar a los earls del norte contra Guillermo.

También Malcolm III de Escocia envió fuerzas para ayudar a los rebeldes y Edgar Atheling fue el jefe titular de este contingente. Las fuerzas normandas, relativamente débiles al principio, fueron arrolladas, y en 1069 Guillermo se vio obligado a acudir al norte en persona.

Llegó con un poderoso ejército, se libró de la flota danesa sobornándola y cayó como un rayo sobre los rebeldes. Para asegurarse de que el Norte permanecería tranquilo en lo sucesivo, devastó deliberadamente una franja de terreno de cien kilómetros, entre las ciudades de York y de Durham. Este «asolamiento del Norte» causó despoblamiento y hambre, y dejó sus huellas durante décadas, y hasta siglos, pero logró su objetivo.

La revuelta organizada contra Guillermo fue imposible después de 1070. El abortado intento de intervención danés terminó, y un par de años más tarde un intento aún más torpe quedó en la nada. Fue el final de tres siglos de incursiones escandinavas por la línea costera inglesa. Nunca más Noruega y Dinamarca volverían a ser peligro para Inglaterra.

Guillermo, más tarde, hizo incursiones por Escocia y llegó a un entendimiento con Malcolm, en 1072. Edgar I Atheling tuvo que salir de Escocia rápidamente y huyó e Flandes, para estar fuera del alcance de Guillermo. (Después, vivió una vida llena de altibajos, combatiendo en una u otra parte, a veces hasta al servicio de Normandía —pues luego se reconcilió con Guillermo— y a veces en lugares tan lejanos como Tierra Santa.)

Mientras tanto, Stigand, el arzobispo de Canterbury, fue depuesto, y Edwin, el último duque sajón de Mercia, fue muerto. Morcar, el último duque sajón de Northumbria, tuvo que huir y se unió a la última resistencia contra Guillermo.

Esa última resistencia no fue más que una guerra de guerrillas, llevada a cabo sin ninguna posibilidad real de éxito por un sajón llamado Hereward. Es llamado habitualmente Hereward el Wake, tal vez porque se creyó que estaba emparentado con una familia contemporánea de ese nombre.

Hereward se había unido a la expedición danesa que había acudido en ayuda de la rebelión, y, cuando los daneses se marcharon, siguió la lucha sin ayuda. Se estableció en Isle de Ely, región cenagosa situada unos ciento diez kilómetros al norte de Londres. Allí se mantuvo, con esa especie de valentía romántica que a veces se encuentra en las guerrillas. Los rebeldes sajones intransigentes afluyeron a él en 1071, entre ellos Morcar, como habían afluido en apoyo de Alfredo a su fortaleza cenagosa dos siglos antes.

Las fuerzas normandas que trataron de penetrar en los pantanos y marismas de juncos, las tortuosas corrientes y los bosques sin caminos de la región, tuvieron que dejar sus caballos atrás y enfrentarse con hombres que conocían cada palmo del terreno. Una y otra vez, fueron exterminadas.

Finalmente, Guillermo puso cerco a toda la región y, lenta y arduamente, paso a paso, fue apretando el cerco. Cuando cundió el hambre en la región, los monjes de Ely, al no ver salida, se ofrecieron para mostrar a Guillermo un camino que conducía al corazón mismo de la resistencia. Guillermo tomó ese camino y las fuerzas guerrilleras tuvieron que rendirse.

No se sabe qué ocurrió con Hereward. Como «el último de los sajones», se tejieron románticas leyendas a su alrededor, en años posteriores. Se suponía que había escapado y continuado sus actividades guerrilleras durante varios años con invariable éxito, hasta que finalmente Guillermo le devolvió sus tierras y le concedió el perdón a cambio de un juramento de fidelidad. Parece improbable que estas leyendas contengan alguna verdad, pues es justamente el tipo de leyendas que inventa un pueblo derrotado y humillado que necesita algún héroe propio.

Las historias aún más infundadas sobre Robin Hood y su banda de proscriptos, historias que empezaron a surgir dos siglos más tarde, son consideradas a veces como otro conjunto de ilusiones sajonas de resistencia. Es fácil concebir a Robin y sus alegres hombres como guerrillas sajonas, y a sus principales enemigos, el sheriff de Nottingham y el obispo de Hereford, como opresores normandos.

El primero de los normandos

La dominación normanda de Inglaterra fue muy diferente de la dominación danesa. Sin duda, Guillermo el Normando tenía algunos puntos de semejanza con Canuto el Danés. Ambos eran de origen escandinavo; ambos eran buenos luchadores y eficientes administradores. También ambos tenían la intención de gobernar bien a Inglaterra y de acuerdo con las leyes y las costumbres inglesas.

Pero estaba la cuestión de la lengua. Los daneses y los sajones hablaban prácticamente la misma lengua y podían comunicarse. Sin embargo, la aristocracia normanda, aunque descendía de los vikingos y estaba a sólo cinco generaciones de ellos, había aceptado completamente la lengua y la cultura francesas. Para los ingleses, eran franceses cuya lengua no podían entender y cuyas costumbres eran abominables.

Los normandos, por su parte, tenían ante ellos a hoscos sajones, que hablaban lo que les parecía, una lengua bárbara y no podían dejar de asumir una arrogancia que los hacia impopulares. Cuando dos personas no podían comprenderse porque ninguna de ellas entendía la lengua de la otra, no había posibilidad de «palabras suaves». Con demasiada frecuencia la comunicación tenía que establecerse mediante un empujón o un golpe, y eran los normandos quienes tenían la preponderancia de la fuerza.

Guillermo trató de aprender la lengua sajona y escribió sus documentos y decretos en latín y antiguo inglés, pero en esto fue excepcional. Los sucesores inmediatos de Guillermo, y sus nobles en general, se negaron a aprender el antiguo inglés. El francés normando se convirtió en la lengua de la corte, del derecho, del gobierno, de la literatura y de la sociedad educada. Se dejó el inglés para el campesinado.

Además, los estilos de hacer la guerra estaban cambiando en el Continente; Guillermo llevó consigo esos nuevos estilos y tuvo que cambiar su política inglesa para adecuarla a ellos. La armadura se estaba haciendo cada vez más pesada y el caballero debía recibir un entrenamiento cada vez más complejo. Hasting sólo fue el comienzo en esa dirección y pronto ocurriría que un ejército de soldados de infantería con jubones de cuero y esgrimiendo lanzas o hachas no podría resistir ni un instante contra lis caballería pesada; Guillermo tenía la intención de crear una caballería pesada.

Mas para que un hombre sirviese en tal caballería y fuese un caballero debía tener buenas rentas. Necesitaba dinero a fin de comprar armas y armadura y entrenarse para usarlas. Necesitaba dinero para equipar un caballo grande, capaz de transportar su propia armadura y un hombre armado en su grupa. Y se necesitaba mucho dinero para equipar y entrenar a todo un escuadrón de caballeros.

Las únicas rentas de aquellos tiempos provenían de la tierra, lo cual significaba que Guillermo debía dar tierra a aquellos que pensaba integrar en su caballería pesada. Puesto que no podía confiar en los sajones, por razones muy comprensibles, tenia que apoyarse en sus normandos. Es decir, debía dar a los normandos grandes extensiones de tierra, y la única tierra disponible para tal fin pertenecía a los nobles sajones. Se seguía de ello, pues, que los sajones debían ser excluidos para poner a normandos en su lugar, creando una aristocracia casi puramente normanda sobre un gran campesinado sajón. Por la época de la muerte de Guillermo no había más de seis terratenientes sajones de alguna importancia en toda Inglaterra.

Además, algún tiempo antes había surgido en Francia la idea del castillo, un género de punto fortificado donde un señor podía vivir en tiempo de paz y que podía inmediatamente convertirse en un reducto inexpugnable en tiempo de guerra. Por toda Inglaterra empezaron a aparecer castillos normandos, con lo que disminuyeron las probabilidades de revueltas sajonas victoriosas. Un campesinado en rebeldía podía arrollar todo ante sí, pero tarde o temprano el oleaje se rompería contra la firme roca de un castillo, donde el señor normando podía resistir hasta que apareciesen los devastadores caballeros.

Así, en fecha tan tardía como el 1100, el número total de caballeros normandos en Inglaterra era sólo de cinco mil. Sin embargo, bastaban ampliamente para mantener en la sujeción a una población trescientas veces mayor. Contra la armadura que protegía a los caballeros y las murallas de piedra que protegían a los castillos, los mayales y las guadañas de los campesinos no podían nada.

Guillermo fue aún más lejos. Había una institución que servía a sajones y normandos por igual: la Iglesia. Si se permitía que los eclesiásticos siguiesen siendo sajones, conservarían viva la cultura sajona durante siglos que, finalmente, absorbería a los normandos. Había muchos precedentes de esto en la historia. Cuando los germanos se apoderaron de las provincias occidentales del Imperio Romano, el clero de esas provincias siguió siendo romano y a la larga los germanos fueron absorbidos y aprendieron a hablar lenguas que derivaban del latín. Los vikingos que se asentaron en Normandía pasaron a hablar francés porque se convirtieron al cristianismo y el clero era francés.

Por ello, Guillermo decidió que el clero inglés fuera normando. Su principal aliado en esta tarea fue Lanfranco un nativo del norte de Italia que llegó a Normandía cuando tenía unos treinta y cinco años y el duque Guillermo era todavía un adolescente de quien se hacía caso omiso. Cuando Guillermo se casó con Matilde de Flandes, hubo alguna oposición por parte de la Iglesia. Lanfranco acudió en su ayuda. Intercedió ante el papa y logró obtener su bendición para ese matrimonio. Esto le ganó la amistad de por vida de Guillermo.

Une vez que Guillermo depuso a Stigand, el arzobispo sajón de Canterbury, con permiso del papa, en 1070, el nuevo rey lo reemplazó inmediatamente por Lanfranco, el afable normando de origen italiano, quien pasó a ser el trigésimo cuarto arzobispo. Tenía sesenta y cinco años en el momento de acceder al cargo, pero permanecería en él durante diecinueve años, pues vivió hasta la patriarcal edad (casi increíble para aquellos duros tiempos) de ochenta y cuatro años. Otro normando, Tomás de Bayeux, fue nombrado arzobispo de York.

Lanfranco, con el respaldo de Guillermo, emprendió una reforma total de la Iglesia de Inglaterra, rehaciéndola a la luz de la doctrina del poderoso monje Hildebrando quien, después de haber sido más poderoso que los papas durante un cuarto de siglo, fue él mismo nombrado papa en 1073, con el nombre de Gregorio VII, Lanfranco también reemplazó sistemáticamente, siempre que pudo, a los sajones por normandos en el clero superior. Por la época de la muerte de Guillermo, todo el clero, salvo dos obispos y dos abades, eran normandos.

Todo esto fue lo que hizo de la conquista normanda una verdadera conquista.

Cuando Guillermo juzgó que el país estaba tranquilo, aunque hoscamente, bajo su gobierno, pudo dedicarse u la administración interna, y aquí nada escapó a su ojo atento. Tenía la intención de ejercer un firme control sobre todo, y a tal fin ordenó hacer un inventario completo de la propiedad territorial del Reino. Fue una especie de censo realizado entre 1080 y 1086, y quedó resumido en el curso del año 1087 en volúmenes llamados «Domesday Book». Nada igual apareció en ninguna otra parte de Europa.

«Domesday» es una variante de «Doomsday» y significa «día del juicio», porque uno de los fines del censo era dirimir, de una vez por todas, todas las disputas que habían surgido sobre la propiedad de la tierra después del traspaso total de los sajones a los normandos.

Además de dirimir la cuestión de la propiedad de la tierra y poner todo por escrito, el Domesday Book permitió elaborar un plan racional de impuestos, a fin de obtener el dinero necesario para sustentar el ejército permanente que Guillermo estaba creando. Ese impuesto aún fue llamado popularmente él «Danegeld».

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