Cerca del Palazzo Lampedusa (Salina en
El Gatopardo)
está el Oratorio de Santa Cita, la iglesia de Santa Maria de Valverde y el Palazzo Niscemi Spaccaforno e Pantelleria, todos ellos citados en la novela. El Oratorio del Santo Rosario en Santa Cita, está en la Via Valverde n.° 3. Es una obra maestra de Giacomo Serpotta (1656-1732). Palermo está repleta de magníficos oratorios (del Rosario, en San Domenico, de San Filippo Neri o el de San Lorenzo, de donde fue robada una maravillosa
Natividad
de Caravaggio). Serpotta había residido en Roma y fue influenciado por Bernini y el barroco. De regreso a Palermo trabajó en el estucado con arquitectos como Paolo Amato, Antonio Grano y Pietro Aquila. De Giacomo surgió una estirpe de artistas formada por su hermano Giuseppe y su hijo y nieto Procopio y Giovan Maria. Los oratorios eran capillas privadas donde se reunían a rezar y escuchar misa diversas cofradías de pudientes palermitanos. Sólo había hombres. Las mujeres únicamente tenían acceso durante la Semana Santa y en otras ocasiones excepcionales. Los oratorios constaban de una amplia sala, un pequeño altar bajo un arco, grandes ventanales laterales y una fachada muy sencilla, a diferencia de las iglesias. Este oratorio está anexo a la iglesia de Santa Cita. La compañía del Rosario se creó en el año 1570, durante la vigilia de la batalla de Lepanto. Los estucos representan los quince misterios del Rosario y la batalla de Lepanto contra los turcos. La construcción de este espacio barroco, sumamente elegante y fantasioso, fue llevada a cabo por la compañía del Santo Rosario en Santa Cita en el año 1686. La maestría y la imaginación de Serpotta cubrió las paredes de alegorías de estuco: ángeles, escenas religiosas, figuras femeninas alusivas a la vida y al más allá. También está representada una espléndida batalla de Lepanto y lazarillos, provenientes quizá de la moda de la novela picaresca española. Justo detrás del oratorio, en la Via Bara all'Olivella se encuentra el antiguo conventode Sant'Ignazio, ahora Museo Arqueológico Antonino Salinas.
La iglesia de Santa Maria de Valverde está en la plaza del mismo nombre. La primera iglesia que hubo allí se remonta al siglo XIV y estaba junto a un convento de carmelitas que hoy ya no existe. A mediados del siglo XVII fue totalmente renovada por Mariano Smiriglio, que le dio la forma actual. El interior es barroco, debido a Paolo Amato y Andrea Palma. Todo está en honor y celebración de la orden carmelita. Fue dañada por la última guerra mundial y restaurada. Se perdieron pinturas de Tancredi, Serenario y Borremans. La tela del altar mayor,
La Virgen y los santos carmelitanos
de Pietro Novelli (1640), se encuentra en el Museo Diocesano. El Palazzo Niscemi Spaccaforno e Pantelleria está en el Largo Cavalieria di Malta, número 8. El fundador del palacio fue el español Berlinghieri Requesens, príncipe de Pantellería, general de las galeras de Sicilia. Procede el edificio de uno anterior, del siglo XVI, del que queda la logia del patio de entrada, formada por cinco arcadas, con columnas de mármol blanco con capiteles de estilo jónico. En siglo XVII el palacio pasó a los Statella, que llamaron, al final de siglo, a Giacomo Amato para renovarlo y ampliarlo. El carruaje de los Salina también pasa por la Discesa dei Bambini, donde los artesanos modelaban las figuras de cera para los belenes. Aquí mismo está el Oratorio del Rosario di San Domenico (Via Bambinai n.° 2) donde también dejó su impronta Serpotta.
La disputa con los doctores
es un trabajo de Pietro Novelli, de 1640, así como
Pentecostés y La coronación de la Virgen
. Hay también una magnífica galería de pinturas de la escuela de Caravaggio y Van Dyck que dejó en el altar una bellísima
Virgen del Rosario
(1628). Fulco di Verdura hace en su libro este curioso comentario sobre el autor flamenco: «Van Dyck estaba terminando el retablo del Oratorio del Rosario di San Domenico. La obra muestra a la Virgen María con el Niño Jesús sentado sobre una nube y dejando caer un rosario en las manos que alza santo Domingo, en presencia de los cuatro santos patrones. Van Dyck, aterrorizado porque se estaba propagando la peste, huyó de la ciudad en un barco, sin esperar siquiera a que le pagasen. Para explicar la razón de aquella súbita partida pintó en primer plano a un niño desnudo corriendo y tapándose la nariz, puesto que entonces se creía que la peste se transmitía por las vías respiratorias. No puedo decir cuánto hay de verdad en esta historia…». Parece que el asunto fue otro. El pintor había ido a Palermo para realizar un retrato del virrey Emanuelle Filiberto de Saboya y se le hizo también este otro encargo que finalizó en Génova tras huir de la peste en Palermo. En lo alto de la pintura está la Virgen María con el Niño Jesús en un brazo y el rosario en el otro rodeados de ángeles con rosarios y flores. En la parte inferior se ecuentran santo Domingo, san Vicente Ferrer, santa Catalina de Siena y después las cuatro patronas de la ciudad: santa Ninfa, santa Ágata, santa Olivia, santa Cristina y una quinta y nueva santa Rosalía. Un niño desnudo, con la nariz tapada y de puntillas sobre una calavera, parece querer salir corriendo del cuadro. La Compañía del Rosario fue fundada en 1568 y estaba compuesta por comerciantes y artistas. El oratorio está junto al ábside de la iglesia de San Domenico. Fue construido en 1570 y fastuosamente decorado en 1700. Aquí están representados los misterios del Rosario. Las estatuas femeninas son alegorías de la caridad, la humildad, la paz, la pureza, la sabiduría, la justicia, la mansedumbre, la fortaleza y la obediencia. Además de las pinturas citadas hay otras de Borremans, Walsgart, Stomer, Castello, etc. El 13 de julio era el día de la celebración de santa Rosalía. Durante tres días se comían sardinas fritas en honor de la santa patrona. Santa Rosalía fue una dama de la nobleza. Abandonó la vida mundana, en la corte del rey Roger, y se retiró a una gruta en el vecino Monte Pellegrino. En el año 1624 un cazador encontró sus huesos en una gruta cerca de la cima. Dio con ellos después de verlos en un sueño. Al llevar sus huesos a reposar a la catedral, una plaga que asolaba la ciudad desapareció. A las anteriores santas patronas, Olivia, Cristina, Ágata y Ninfa, se les añadió santa Rosalía.
En la Piazza de San Domenico estaba el Palazzo Monteleone donde se lleva a cabo el baile. En el filme de Visconti se rodó el baile en el Palazzo ValguarneraGangi, en la Piazza Croce dei Vespri, no muy alejado del verdadero. El Palazzo Monteleone fue derribado y no por ninguna bomba extranjera, sino por los propios palermitanos. De esta manera tan drástica resolvieron un problema urbanístico relacionado con la circulación vial. La iglesia de San Domenico inició sus obras en el siglo XIV. Pertenece a la orden de los dominicos. En el siguiente siglo tomó forma a partir de un proyecto del arquitecto Salvo Cassetta. En el XVII fue de nuevo remodelado bajo los gustos barrocos. Desde 1853 es el panteón de los sicilianos ilustres. También hay aquí trabajos de Serpotta. Es tan grande como una catedral e imponente por dentro. Por fuera es muy austero y no da la impresión de lo que contiene. Entre una infinidad de obras de arte y tumbas, hay una destacable de Annetta Turrisi Colonna, atribuido a Antonio Canova. Al lado estaba el convento dominico, utilizado ahora como Museo del Risorgimento. Entre otros objetos curiosos hay una espada de Garibaldi y dedicatorias autógrafas de Verdi, Carducci, Bismarck y Gladstone.
Las luchas garibaldinas de las que Lampedusa habla en
El Gatopardo
tuvieron lugar en la realidad y en la ficción novelesco-cinematográfica en la Piazza Rivoluzione, en la Piazza Magione y en la Piazza San Giovanni Decollato. En la Piazza Rivoluzione está una de las piezas ornamentales más bellas y antiguas de Nápoles, la fuente del Genio de Palermo. Una especie de dios mitológico, quizá Neptuno, alimenta a una serpiente con su propio pecho. La plaza está rodeada de palacios en un estado deplorable. Alrededor de la Piazza Magione está la iglesia de San Euno y la de Santa Maria dello Spasimo. Fue levantada por los benedictinos en el siglo XVI. Es tardogótica y tiene tres naves que hoy se encuentran a cielo abierto. En el año 152o se colocó en la capilla Basilico la pintura de Rafael
El espasmo de Sicilia
. Cristo caído, con la cruz a cuestas, en medio de los soldados romanos, la Virgen María y algunas otras mujeres. Todos tienen las vestimentas de la época del Renacimiento y el paisaje y la arquitectura son igualmente de ese tiempo. El cuadro que luego vino a parar a la colección real española y hoy se halla en el Museo del Prado, estaba colocado sobre un rico altar de mármol de Antonello Gagini. Junto a esta iglesia pasaba el Bastione dello Spasimo. Posteriormente el edificio tuvo diferentes usos: lazareto, hospicio, hospital, teatro y almacén. Ahora pertenece al Ayuntamiento y está dedicado a actividades culturales. En la Piazza dei Bianchi se encuentra el oratorio dei Bianchi, fundado por nobles en el año 1500. Sus cuidadores se encargaban de acompañar en sus últimas horas a los condenados por la Inquisición. Tenían el privilegio, el día de Viernes Santo, de liberar a un condenado a muerte. El oratorio se acabó a finales del siglo XVII.
El casco histórico de Palermo está repleto de cientos de antiguos palacios, la mayor parte abandonados; iglesias, conventos, oratorios, etc. En una calle como la Via Alloro he localizado al menos unos diez de gran importancia y de conservación desigual. El Palazzo Abatellis, en el número 2, es ahora un importante museo. El Palazzo Beccadelli Bologna della Sambuca, en el número 32, fue edificado a mitad del siglo XVIII. Tiene una fachada rococó y fue medio destruido durante la última guerra. El Palazzo Bellacera, en el número 107, es del siglo XVI, rehecho en el
Se encuentra en muy malestado. El Palazzo Calvello di Melia, en el número 12, fue levantado en el siglo XV por la familia Cangialosi, de la cual nació Mario, virtuoso del laúd y músico de la corte de Marcantonio Colonna. La fachada es simple. Destaca un elegante portal de mitad del XVIII. El Palazzo Castel di Mirto Bonagia, en el número 58, perteneció a los Stella y Valguarnera, duque de Castel di Mirto y barones de Bonagia. A mediados del siglo XVIII, bajo la dirección de Nicolo Palma, se amplió la fachada. Andrea Gigante hizo una maravillosa escalera de mármol rosa, que es lo único que queda tras el bombardeo. Por una foto de comienzos de siglo que estoy contemplando, el palacio debía de ser bellísimo. Un maravilloso patio interior con un inmenso arco sostenido por dos columnas acaba en una balconada de piedra que acoge esa gran escalinata. Uno se puede asomar desde la calle. Sólo contemplará este trozo de escalera y columnata como la escenografía de algunas de las representaciones teatrales que ahora se llevan a cabo. El contraste es tremendo. El Palazzo Diana di Cefalu, en el número 99, es del siglo XIV, tardogótico. Como casi todos los palacios y edificios palermitanos fue transformado en el siglo XVIII. También fue en parte derruido por la guerra. El Palazzo Monroy di Pandolfina, en el número 5o, es de la segunda mitad del XVII. También se destruyó durante la contienda mundial y se reconstruyó. De lo original se conserva parte de la fachada con mascarones. El Palazzo Morreale e Valguarnera, en el número 64, da a tres calles: Caccamo, Alloro y Castrofilippo. Es del XVIII con claros elementos rococó. El Palazzo Naselli d'Aragona, en el número 104, perteneció al insurgente Federico Abatellis, ajusticiado en el año 1523. A finales del XVIII pasó a Baldassarre Naselli e Morso, príncipe de Aragón, que lo amplió. En 1875 fue convertido en un hotel por su nuevo dueño, un rico comerciante. Se llamó Hotel de Aragón y luego Hotel Patria. Bombardeado, está medio en ruinas. El Palazzo Notarbartolo di Buonfornello tiene una entrada estilo imperio con mascarones de turco sobre el arquitrabe y tímpanos en las ventanas alternativamente curvilíneos y triangulares. Perteneció al marqués de Buonfornello. No muy lejos de esta calle, en la Piazza Garraffello está tambaleante el Palazzo Mazzarino, con la fachada totalmente caída. Fue alzado en el siglo XVI por el padre del cardenal ministro de Francia. Sobre la fachada había un busto de Carlos V. Uno de los salones albergaba una gigantesca estatua sedente de Minerva con yelmo y escudo. Dicen que de una terraza brotaba un árbol centenario. La plaza la embellecía la Fontana del Garraffello ahora recolocada en otro lugar. También citada por Lampedusa, está la iglesia de Santa Maria degli Angeli, del siglo XV. Tiene aún un aire renacentista. Contiene obras de Serpotta:
Visione della Sibilla Cumana da parte dell'Imperatore Augusto
(1710). Hay pinturas referidas a santos franciscanos. Un gran órgano del XVII fue construido por Raffaele La Valle. Las capillas están llenas de obras de arte. En una de ellas hay un bellísimo monumento funerario de Modesto Gambacorta (1587). Hay otras muchas pinturas de Grano, da Pavia, Novelli, Borremans, Tancredi, Salerno, de la escuela flamenca y de la de Caravaggio; así como relieves de Antonello Gagini. La capilla de la Virgen de Guadalupe está dedicada a España. Allí se encuentran enterramientos de nobles y religiosos españoles. Cuadros:
Il ritrovamento dell'immagine della Madonna di Guadalupe
y
L'Apparizione della Vergine ai San Ignacio di Loyola e Francesco Saverio
, obras de Vincenzo Bongiovanni (1730). Decoraciones de Serpotta (Giacomo y Procopio). Un sepulcro que impresiona es el de Giovanni Osorio Quiñones (1563), con la imagen de la muerte en relieve. Es ésta una de las iglesias más importantes y sugestivas de Palermo.
P.D. Preguntado a mi amigo Cayetano Lococo, un antiguo juez muy culto y buen conocedor de la obra de Lampedusa, a quien trató, me responde lo siguiente: «El Palazzo Monteleone —que se encuentra en frente de la iglesia de San Domenico— fue en su mayor parte derribado cuando se abrió la actual Via Roma, un ancho camino paralelo a la Via Maqueda que sale de la estación central, lo que ocurrió alrededor de los últimos años del siglo XIX. El estado actual de la Villa Lampedusa es muy lamentable: está en muy malas condiciones y se usa de vez en cuando para actividades culturales (cabaret, conciertos de música popular, etc.) de baja calidad. El palacio Lampedusa no es más que un montón de escombros, pues quedó arruinado por los bombardeos de la última guerra mundial. Fue vendido en el año 1946 y, desde entonces, así está.»
En otra carta posterior, Cayetano Lococo me confirmaba que el Palazzo Monteleone había sido derribado con ocasión de la apertura de la Via Roma, «paralela a la Via Maqueda y bastante más ancha», lo que supuso la destrucción de muchos barrios antiguos de la ciudad, pero esto pasó en el año 1905, y no en los años ochenta del siglo XIX. El palacio había pertenecido por mucho tiempo a la familia Pignatelli, que, entre otros títulos, tenía los de príncipes de Castelvetrano, duques de Monteleone y de Terranova (el nombre de Gela hasta la época del fascismo, cuando se cambiaron muchos nombres de ciudades sicilianas). En el Palazzo Monteleone tuvo su mansión un Hector Pignatelli, primer lugarteniente y luego virrey de Sicilia, desde 1515 hasta 1537. Se cuenta que tenía en su interior el jardín más bello de la ciudad.