Medstar II: Curandera Jedi (2 page)

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Authors: Steve Perry Michael Reaves

BOOK: Medstar II: Curandera Jedi
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Pero esas preguntas carecían de importancia. Lo único importante era que el ladrón de bota había muerto y. aun así, la Maestra Unduli la obligaba a permanecer allí. ¿Por qué? ¿Con qué objeto?

Se deshizo de aquellos pensamientos. La claridad de mente no se alcanzaba pensando demasiado, más bien era al contrario. Tenía que vaciarse, permitir a la Fuerza que le proporcionase calma y serenidad, como hacía siempre ... cuando conseguía contactar con ella.

Había días en los que eso era mucho más difícil que en otros.

2

J
os Vondar estaba tumbado en su catre, observando al joven con uniforme de teniente parado en la entrada de su tienda. Apenas era un crío; parecía tener unos catorce años estándar.

—¿Qué?

—¿Capitán Vondar? Soy el teniente Kornell Divini.

—Muy bien. Y está ahí parado, dejando que el calor entre en mi humilde morada, porque ...

El chico se puso algo nervioso. —Me han destinado aquí, señor.

—No necesito un criado.

El chico sonrió inesperadamente.

—No, señor, ya veo que no. No hay más que echar un vistazo a lo limpia y ordenada que tiene la tienda.

Jos no respondió. Era verdad que últimamente las cosas estaban... algo desorganizadas. Miró el pequeño espacio vital que tenía a su alrededor. Sus dos últimas mudas sucias colgaban del respaldo de una silla de plastiforma, el dispensador de bebidas estaba en tan mal estado que hasta un traficante de las cloacas se lo pensaría dos veces antes de usarlo, y el moho que reptaba por las paredes era tan espeso como el musgo maderero de Kashyyyk. Jos tuvo que admitir con sinceridad que ni un cerdo viviría en una pocilga tan sucia y desordenada.

Zan siempre había sido el más limpio de los dos. Él jamás habría permitido que las cosas se descontrolasen tanto. Jos casi podía oír la voz del zabrak: "Oye, Vondar, he visto vertederos más asépticos que esto. ¿Es que intentas poner a prueba tu sistema inmunológico?" Pero Zan no estaba allí. Zan estaba muerto.

El chico volvió a hablar. Jos regresó a la conversación.—...me destinaron al Uquemer-7 como cirujano, señor.

Jos se enderezó en el catre y se le quedó mirando. ¿Había oído bien? ¿Aquel..., aquel "chaval" era médico?

Imposible.

Puede que su incredulidad resultara evidente, pues el chico reaccionó, algo tieso.

—Facultad de Medicina de Coruscant, señor. Me licencié hace dos años, pasé un año como médico interino y otro como residente en el Gran Zoo.

Eso hizo sonreír a Jos. Gran Zoo era el apodo del Polisapiente Galáctico, el centro médico multiespecie de Alderaan, donde él mismo había sido interino. Tenía ni más ni menos que setenta y tres zonas medioambientales distintas, salas de operaciones y protocolos de tratamiento para todas las especies vivientes conocidas de la galaxia basadas en el carbono, así como para la mayoría de las formas de vida basadas en el silicio y el halógeno. Si algo estaba vivo y razonablemente consciente, más tarde o más temprano pasaría por el Gran Zoo.

Jos inspeccionó con más detalle y admiración al chico. Era humano, quizá corelliano, como Jos, o alguna otra variante cercana. Era algo cabezón, y sus mejillas no parecían todavía haber probado la crema depilatoria. —Tendrías que haber pasado tres años de residente antes de ser reclutado —dijo Jos.

—Sí, señor. Al parecer se están quedando cortos de médicos.

Lo poco que quedaba de la sonrisa de Jos se desvaneció. Zan llevaba muerto sólo una semana. ¿Y se suponía que iba a sustituirlo este chico? La República debía de estar muy desesperada para sacar a los niños de la guardería y enviarlos allí.

Además, nadie podía remplazar a Zan. Nadie. —Mire, teniente ... Divini, ¿no?

—Uli.

Jos parpadeó. —¿Disculpe?

— Todo el mundo me llama Uli, señor. Soy de Tatooine, de cerca del Mar de Dunas. Es el diminutivo de Uli—ah, que significa "niño" en el idioma de los Moradores de las Arenas. La historia de cómo me lo pusieron es bastante curiosa, verá ...

— Teniente Divini, nada más lejos de mi intención el cuestionar la sabiduría de la República, cosa que no creo haga nadie porque no hay sabiduría que cuestionar, así que bienvenido a la guerra. ¿Ha ido ya a ver al comandante de su unidad?

—¿Al coronel Vaetes?, sí, señor. Fue él quien me envió aquí. Jos suspiró.

—Vale, entonces el siguiente paso es buscarle un sitio donde dormir —se levantó del catre.

El joven Divini se puso nervioso.

—El coronel me ha dicho que vaya ser su compañero, señor.

—Deja de llamarme señor. No soy tu padre, aunque últimamente me siento tan viejo que podría serlo. Háblame de tu ... ¿ Vaetes dijo que te quedaras aquí?

—Sí, señor. Quiero decir, sí, Jos.

Jos sintió que se le apretaban las mandíbulas con fuerza.

—No te muevas.

—Vale.

Cuando Jos llegó al despacho de Vaetes, éste le estaba esperando. El coronel empezó a hablar antes de que pudiera abrir la boca.

—Sí, así es, he enviado al chico a su tienda. Lo han destinado aquí como cirujano general y no pienso ordenar a los androides constructores que lo dejen todo para construir una tienda nueva, habiendo un catre libre en la suya. —Alzó una mano para impedir que Jos le interrumpiera—. Esto no es la clase de ética, capitán, es el ejército. Usted es el cirujano jefe de esta unidad. Muéstrele los procedimientos y ayúdele a instalarse. No tiene que disfrutarlo, sólo hacerlo. Retírese.

Jos miró fijamente a Vaetes.

—¿A usted qué le pasa, D'Arc? ¿Es que alguien le abrió la cabeza en dos y le insertó un cerebro de soldado raso? Habla usted como el personaje de una mala holonovela. ¿Se ha dado últimamente alguna vuelta por ahí fuera? Ni siquiera hemos terminado de reubicarnos, sólo tenemos un tanque de bacta conectado y hemos perdido una caja entera de criógeno en el traslado. Y a nadie se le ha ocurrido decir al enemigo que estamos teniendo dificultades, pues siguen disparando sin parar a los nuestros, y nosotros tenemos que seguir parcheándolos como podemos. ¡No tengo tiempo de cambiar los pañales a un niñato!

Vaetes le miró con pasividad, como si estuvieran hablando del tiempo. —¿Se siente ya mejor? Bien. La salida está justo detrás de usted. Sólo tiene que darse la vuelta y avanzar un par de pasos para activar el sensor. Y quizá deba darse prisa porque ...

—Ya las oigo —dijo Jos, disgustado. Se acercaban al menos dos aeroambulancias—. Pero no hemos terminado con esto, D'Arc.

—Pues pásese por aquí cuando quiera. Mi puerta siempre estará abierta. A excepción, claro está, de cuando esté cerrada. Algo que podrá comprobar en cuanto salga de aquí.

Jos salió del despacho del coronel a la tarde drongariana, húmeda y asfixiante.

Es justo lo que necesito, pensó. Un chaval más inocente que un clan recién decantado. Puede que el chico creyera estar preparado para trabajar, pero eso estaba por ver. Sí, las cosas podían llegar a ponerse muy feas en un centro médico grande, pero él había visto endurecidos veteranos con años de experiencia en todo tipo de muertes tener que abandonar la SO de un Uquemer para no seguir lloriqueando en sus máscaras.

Lo llamaban cirugía mimn 'yet, por un guiso de carne de origen cuestionable muy apreciado entre los reptiloides hambrientos de sangre de Barab I. Era una clara metáfora que ilustraba el frenético ritmo de corta y pega que tenían que seguir. Corta esa hemorragia, aplica un parche de sintocarne aquí, pon un entablillado nebulizado allá, no te pares. No había tiempo para detalles como la estimulación regenerativa, Daba igual si algún herido quedaba con una enorme cicatriz lustrosa en toda la cara. Lo importante era que pudiera seguir disparando.

Habia momentos en los que Jos se pasaba veinte horas seguidas de pie, con los brazos cubiertos de sangre y sin pausa entre un paciente y otro. Era primitivo, atroz, brutal.

Era la guerra.

y aquél era el infierno estéril al que Vaetes acababa de lanzar a un chaval que no parecía tener edad ni para conducir legalmente un deslizador.

Jos negó con la cabeza. Al teniente Kornell "Uli" Divini le esperaba un difícil despertar, y Jos no sentía ninguna envidia por él.

Por otro lado, la situación tenía un aspecto positivo: Seguro que el chico le caía de miedo a Tolk.

Pensar en ella le hizo sonreír de corazón. Su relación con la enfermera lorrdiana era algo bueno que había salido de aquella guerra. En lo que a Jos respectaba, era lo único bueno.

~

Den Dhur tenía una misión.

Era una misión que tenía poco que ver con la guerra entre la Confederación y la República, salvo en términos bastante abstractos. Yaunque él era un corresponsal autónomo, tampoco era algo que pudiera acabar siendo noticia. No, era una iniciativa orientada a ayudar a un amigo, alguien a quien había conocido durante su estancia en el Uquemer-7 y al que había llegado a considerar un alma gemela.

Sin duda, todo el que conociera al avezado sullustano de antaño dudaría que Den pudiera profesar amistad hacia algún ser vivo. Lo cual significaba que no tendría que variar su opinión de él, ya que el ser al que estaba realizando ese favor no estaba vivo ... Al menos no en el sentido tradicional.

Lo cual lo hacía todavía más interesante.

Den estaba sentado con su colega en la cantina de la base, degustando un combinado especialmente potente de brebaje especiado: ginebra sullustana y licor de Viejo Janx, llamado el Destornillador Sónico. Nadie parecía conocer el origen de aquel nombre, y tras beber uno o dos, a nadie le importaba. Como de costumbre, su compañero no bebía nada, lo cual no era sorprendente, ya que no tenía boca ni garganta, y por fin había conseguido convencer a Den de que verter alcohol en su vocalizador no era buena idea.

Den fijó sus enormes ojos miopes en 1-5YQ. El androide tenía la molesta tendencia (exagerada por las lentes reductoras polarizadas del sullustano) de separarse en varias imágenes. Aparte de eso, era perfectamente normal.

—Tenemos que conseguir que te emborraches —dijo a I-Cinco.

—¿Y por qué razón eso es imperativo?

—Porque no es justo —le dijo Den—. Todo el mundo se puede pillar unas melopeas impresionantes ....

—Cosa que hacen con una frecuencia alarmante, por lo que he podido ver.

— Todos menos tú. Eso no es bueno. Hay que hacer algo.

—Suponiendo por un momento que yo aspirara a ese estado de intoxicación —dijo el androide—, antes habría que solventar toda una serie de problemas. Uno de ellos, bastante considerable por cierto, es que no tengo metabolismo para procesar el etanol.

Vale, vale —asintió Den—. Habrá que trabajar en ello. No te preocupes, ya se me ocurrirá algo ...

—En este momento, dudo que consigas recordar ni cómo te llamas. No te ofendas, pero ahora mismo no permitiría ni que manipularas los cables de un androide ratón. Quizá luego, cuando hayas ...

El sullustano agitó de pronto las agallas, contento.

—¡Lo tengo! ¡Es perfecto!

—¿Qué? —el tono del androide era receloso.

Den se tragó lo que quedaba de su copa y tuvo que apoyarse un momento en el borde de la mesa hasta que se estabilizó la cantina entera, que parecia haber saltado de pronto al hiperespacio y sin razón aparente.

— Vamos a hacerte un recorte parcial de energía en el núcleo.

Revolveremos un poquito la entrada de los sensores, aflojaremos los circuitos de lógica ...

—Lo siento. Tengo múltiples sistemas de apoyo. Están reforzados. No podría interferir con ellos voluntariamente, como tú no podrías dejar de respirar.

Den frunció el ceño al ver su vaso vacío.

—Maldita sea —sonrió de repente—. ¿Y por qué no realineamos el circuito directamente? Sólo de forma temporal, claro ...

—Quizá funcionaría si tuvieras los picoandroide ingenieros que hicieron la realineación. Y sólo se pueden conseguir en los centros de reparación de Cybot Galáctica o representantes autorizados. Creo que el más cercano está a unos doce pársecs de aquí.

Den eructó y se encogió de hombros.

—Bueno, ya veremos cómo lo hacemos. No te preocupes ... Den Dhur no se rinde. Yo me encargo, amigo mío —su cabeza cayó sobre la mesa con un ruido seco. Un momento después comenzó a roncar.

I-Cinco se quedó mirando al periodista inconsciente y suspiró.

—Hay algo en todo esto que me resulta tan familiar —murmuró el androide.

3

D
e tener opción, Jos no habría iniciado así al chico, pero la sala de operaciones estaba llena de soldados clan heridos, y el zumbido de las aeroambulancias que traían un flujo incesante de nuevas bajas era tan constante como el de un ventilador, así que se necesitaba a cualquiera que supiera manejar un vibroescalpelo. Inmediatamente.

No tenia tiempo para vigilar al chico, Jos estaba metido hasta los codos en la cavidad pectoral de un clon lleno de metralla. El grupo de investigacion armamentística del Conde Dooku había descubierto uno lluevo bomba de fragmentación llamada "cortahierbas"; una bomba inteligente que podía sobrevolar cualquier parrilla de defensa, caer en medio de un batallón de soldados y explotar a nivel torácico antes de llegar al suelo, descargando en un patrón circular pequeños dardos de duracero afilados como cuchillas. La cortahierbas era letal en un radio de doscientos metros para objetivos blandos, y la armadura de los soldados clon no podía hacer gran cosa contra ella.

Jos pensaba que el inventor de esas armaduras tenía que dar muchas explicaciones. Los kaminoanos eran genios a la hora de diseñar y esculpir tejido blando, pero, por lo que había podido ver, sus armaduras eran prácticamente inútiles. Las tropas de infantería que no eran clones se referían a esos trajes de cuerpo completo como "cubos corporales". Era un término bastante descriptivo.

Estaba a punto de pedir que subieran un punto el campo de presión, cuando Tolk se le adelantó.

—Sube a seis el campo —dijo al androide 2-1B que controlaba la unidad. Tolk la Trene era lorrdiana y, como tal, poseía una habilidad singular para leer las microexpresiones de casi todas las especies y percibir sus sentimientos de una forma que casi parecía telepática. También era la mejor enfermera de cirugía de todo el Uquemer, y además era guapa y cariñosa. Estaba con Jos, pese a ser una ekster (una prohibida, una extraña que no formaba parte de su clan), lo que significaba que su relación carecía de futuro. Los Vondar eran enster, lo que significaba que debían casarse con alguien de su propio sistema, a ser posible de su mismo planeta natal. Sin excepciones.

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