Read Misterio del gato desaparecido Online
Authors: Enid Blyton
—Sí; por eso esperó a que ella estuviera fuera, y entonces robó a «Reina Morena». Procuró que alguien fuera a ver los gatos diciéndoles que «Reina Morena» estaba allí... como hizo con lady Candling y tu madre a las cuatro, la primera vez, Pip; y la segunda fue con ella él mismo a las tres. —Fatty hizo una pausa y Larry continuó:
—Sí; y la primera vez fue muy, pero que muy listo. Hizo venir al policía del pueblo para que viera los gatos, se las arregló para limpiar la pintura con un trapo empapado en aguarrás, y luego anunció el robo de «Reina Morena» al Ahuyentador. Debo confesar que Tupping es muy astuto —dijo Larry—. ¡Qué dominio de sí mismo debe tener para atreverse a llevar al propio policía a la jaula después de haber robado el gato aquella misma mañana!
—Y la segunda vez se las arregló para engañar también a la propia señorita Harmer —dijo Pip—. Recordad que él se metió en la jaula cuando ella volvió la segunda vez, y debió limpiar de nuevo la pintura, diciendo después que «Reina Morena» había desaparecido. Así es como se las compuso para engañar a todo el mundo. Todos pensaron, incluso Luke, que «Reina Morena» había estado allí todo el tiempo que Luke estaba cerca de la jaula..., pero no fue así. La robaron por la mañana. No me sorprende que todos culparan a Luke.
—Supongo que «Reina Morena» se escaparía de quien la tuviera la primera vez, regresando por sus propios medios —dijo Daisy—. Quisiera saber dónde estará ahora.
—Me parece que Tupping tendrá que explicar muchas cosas —exclamó Fatty—. ¡Caramba! ¡Me alegro de que sea el ladrón! No podía soportar la idea de que pudiera ser el pobre Luke. ¿Verdad que fue una maldad el poner sus silbatos en la jaula para que todos creyeran que era el pobre Luke?
—¿Meterán en la cárcel a Tupping? —preguntó Bets.
—¡Claro! —dijo Fatty.
—¡Oh! Entonces Luke ya no tendrá que trabajar más con él —exclamó Bets complacida.
—Es divertido pensar que Tupping ha ido a decir al Ahuyentador que Bets y yo hemos estado esta mañana dentro de la jaula —dijo Fatty—. Me pregunto qué debemos hacer.
—Volvamos a telefonear al inspector Jenks —propuso Pip—. Ahora que hemos resuelto el misterio debemos decírselo. ¡Y de todas formas no quiero que venga el Ahuyentador y arreste a Bets, ni nada por el estilo!
Bets lanzó un grito, y Fatty le puso la mano en el hombro riendo.
—No te preocupes, Bets. Nadie puede hacerte daño. No has hecho nada malo. Creo que Pip ha tenido una buena idea. Llamaremos al inspector.
—¿Y qué hacemos con la llave de la casa de los gatos? —preguntó Larry—. ¿No debiéramos dejarla de nuevo en el bolsillo de la señorita Harmer?
—Sí. Ahora iremos a devolverla —dijo Fatty—. Yo al menos no veo por qué no podemos entregársela en mano diciéndole que la hemos cogido prestada. Se sorprenderá y se pondrá furiosa, pero después de todo ha de saberse que la hemos cogido, así que lo mejor es confesarlo ahora.
Los cinco niños y «Buster» saltaron la tapia y fueron en busca de la señorita Harmer, pero no pudieron verla.
—Tal vez esté en uno de los cobertizos —dijo Fatty y se acercó a un cobertizo que había cerca de los invernaderos en el que nunca había entrado. Fatty asomó la cabeza.
—¡Hola! —exclamó—. Aquí es donde Tupping guarda sus cosas. ¡Mirad! Aquí están sus botas de goma y su impermeable.
—Vuelvo a oler a aguarrás —dijo Bets olfateando.
—Tienes razón —replicó Fatty oliendo a su vez.
El niño extrajo de pronto un pañuelo sucio del bolsillo del viejo impermeable. Llevaba marcado el nombre de Tupping y olía fuertemente a aguarrás.
—Mojó su pañuelo en aguarrás para quitar la pintura de la cola del gato —dijo Fatty—. ¡Otra pista! ¡Déjame ver! Verdad que la noche anterior había estado lloviendo... y aquella mañana también... así que Tupping debía llevar este impermeable... y las botas de goma. ¡Vaya, mirad esto!
Los niños miraron, y vieron sobre las punteras de las botas de goma varias gotas de pintura color crema. ¡Tupping debía llevarlas puestas cuando pintó la cola del gato! Y fue él, naturalmente, quien dejó caer una gota de pintura en la piedra que Fatty llevaba en el bolsillo. Probablemente se le escurriría del pincel.
—Nos llevaremos estas botas y el pañuelo también —dijo Fatty dándose importancia—. Vamos, «Buster». Tenemos unas pistas estupendas y algunas pruebas. Qué sorpresa se va a llevar el señor Tupping cuando oiga todo lo que tenemos que decir.
Cuando salieron del cobertizo tropezaron de frente con Luke, quien seguía muy abatido.
—Vais a tener jaleo —dijo a Fatty—. Tupping ha ido a buscar a Goon porque dice que os ha encontrado en la casa de los gatos, y que debéis haber sido vosotros los que robasteis el gato. Supongo que inventará y dirá que lo hicisteis mientras yo estaba allí y que no he dicho nada para protegeros. ¡Vais a tener jaleos!
Fatty fue a telefonear al inspector Jenks, y tuvo la suerte de encontrarle enseguida.
—Por favor, inspector Jenks —le dijo Fatty—. Hemos aclarado el Misterio del gato desaparecido. ¿No le sería posible venir para que se lo contásemos?
—Pues... —respondió el inspector— acabo de recibir un mensaje muy misterioso de Goon... dice que os ha encontrado dentro de una jaula y que cree que tenéis algo que ver con la desaparición de este gato... y de todas formas pensaba ir.
—¡Oh, estupendo! —dijo Fatty alegremente—. ¿Irá usted a casa de lady Candling?
—Sí, eso será lo mejor —replicó el inspector—. Esperadme allí dentro de una hora. ¿De acuerdo?
Fatty volvió con los otros encontrándolos en un estado de gran indignación. El señor Goon había ido a ver a la madre de Bets para quejarse de ella y decirle que la habían encontrado en la jaula de los gatos, y ahora había ido a decir a la madre de Fatty lo mismo de su hijo.
—Mamá está muy enfadada conmigo —le dijo Bets con los ojos llenos de lágrimas—. Como tú no estabas aquí no me atreví a decir nada por miedo de descubrir algo que tú no quisieras que dijese. Así que no dije nada y mamá me ha reñido mucho.
—No te importe, Bets —le animó Fatty—. Pronto estará aquí el inspector, y en cuanto oiga nuestra historia pondrá cada cosa en su sitio. Tenemos que encontrarnos con él dentro de una hora en casa de lady Candling. Debemos llevar todas nuestras pistas con nosotros.
De manera que llevaron la botella de aguarrás, el bote de pintura, el pincel usado, la piedra manchada de pintura, el pañuelo con olor a aguarrás y un par de botas de goma manchadas de pintura, llegando ante la casa de lady Candling a la hora en punto.
—La única pista que no «hemos podido» traer es el olor de la cola del gato —dijo Bets—. Y ésa era la más importante de todas.
—Y fuiste tú quien la descubrió —replicó Fatty—. Debo confesar que esta vez has sido una Pesquisidora estupenda, pequeña Bets.
—¡Mirad! El señor Goon está entrando en la casa —dijo Daisy—. Y le acompaña el señor Tupping. Y ahí viene Luke. ¡Hola, Luke! ¿A dónde vas?
—Me han dicho que me lave y que vaya a la casa —dijo Luke muy abatido y asustado.
—¿Estás acoquinado? —le preguntó Fatty.
—Sí, estoy acoquinado —replicó Luke.
—Pues no lo estés —le dijo Fatty—, Todo saldrá bien. Ya lo verás. Ánimo.
Pero Luke no podía animarse, y fue a lavarse y a asearse muy deprimido, en tanto que el automóvil negro del inspector se detenía delante de la casa. El gran inspector se apeó saludándolos con una sonrisa.
—¿Quién es el culpable? —preguntó.
—Tupping —dijo Fatty sonriente—. Apuesto a que usted lo adivinó, inspector, aunque no tenía ninguna pista ni nada.
—Pues, no creí que fuese Luke, y consideré que Tupping era el tipo apropiado —repuso el inspector—. Y además sabía algo que no podíais saber vosotros ni tampoco el señor Goon: que había estado complicado en un caso de robo anteriormente... entonces lo robado fueron perros, según creo. Bueno, entrad vosotros. Yo iré enseguida.
Todos estaban reunidos en el gran salón de lady Candling, la anfitriona, la señorita Harmer y también la señorita Trimble, a quien se le caían los lentes a cada segundo. Al verla cualquiera hubiera pensado que ella había sido la ladrona, por lo nerviosa que estaba y el temblor de sus manos.
—Sentaos, niños —les dijo lady Candling. Fatty había dejado junto a la puerta de entrada algunas de sus pistas, pues no quería que Tupping viera sus botas de goma, el bote de pintura, ni la botella de aguarrás. No quería que se pusiera en guardia si podía evitarlo. Los niños tomaron asiento, y Fatty sujetó a «Buster» entre sus rodillas para impedir que mordiera los tobillos del señor Goon.
El inspector, al entrar, estrechó la mano de lady Candling, sonrió a los niños, y saludó al señor Goon con una inclinación de cabeza.
—Creo que será mejor que nos sentemos —dijo, y todos obedecieron. El señor Goon tenía un aspecto importante y severo y dirigió a Bets y a Fatty una mirada de censura. ¡Ajá! ¡Ahora sí que aquellos niños entrometidos se verían en un «apuro serio»! Tupping le había comunicado que los había sorprendido dentro de la jaula y que se habían apoderado de la llave.
—Bien, Goon —dijo el inspector—. Esta mañana he recibido un mensaje suyo muy misterioso... y lo suficientemente grave para hacerme venir.
—Sí, inspector. Esto es «grave» —replicó Goon hinchándose de importancia—. Tengo razones para creer que estos niños entrometidos saben más de la desaparición de ese valioso gato de lo que pensamos. Creo, inspector, que están en un «conflicto serio», y que una buena reprimenda suya les hará «mucho bien».
—Bien, creo que es «muy» posible que estos niños sepan mucho más acerca de este misterio de lo que usted cree, Goon —dijo el inspector Jenks—. Se lo preguntaremos a ellos, ¿no les parece?
Se volvió a Fatty.
—Tal vez usted, Federico Trotteville, quiera pronunciar algunas palabras.
Fatty no deseaba otra cosa y se hinchó casi tanto como Goon para darse importancia.
—Quisiera decir, inspector, que nosotros, los Cinco Pesquisidores, sabemos quién robó a «Reina Morena» —dijo Fatty con voz potente y clara.
Tupping lanzó uno de sus gruñidos lo mismo que Goon. Luke parecía muy asustado y a la señorita Trimble se le cayeron los lentes ante el regocijo de Bets.
—Continúa, Federico —dijo el inspector.
—Quisiera explicar exactamente cómo se cometió el robo —prosiguió Fatty y los otros le miraron con admiración. ¡Fatty siempre sabía emplear las palabras adecuadas!
—Y a nosotros nos encantará oírte —dijo el inspector en tono grave, pero con un brillo malicioso en los ojos.
—Bien, inspector, «Reina Morena» fue robada dos veces, como usted sabe —dijo Fatty—. Las dos veces, estaba ausente la señorita Harmer y el señor Tupping estaba al cuidado de los gatos. Pues bien, inspector, «Reina Morena» no fue robada por la tarde ninguna de las dos veces... sino por la «mañana».
Todo el mundo, excepto los niños, parecieron sorprenderse mucho. El señor Goon se quedó boquiabierto y miraba a Fatty con asombro.
—Pero qué... —comenzó a decir Goon, mas el inspector Jenks le detuvo.
—No interrumpa, Goon —le dijo al viejo Ahuyentador, que no se atrevió a decir más.
—Ahora explicaré cómo se hizo —continuó Fatty disfrutando intensamente—. El ladrón sacó de la jaula a «Reina Morena» por la mañana; pero con gran astucia pintó un anilló de color crema en la cola de otro gato de manera que para cualquiera que no conociera demasiado bien a los animalitos el otro gato le pareciese «Reina Morena».
Se alzó un coro de exclamaciones e inmediatamente se le cayeron los lentes a la señorita Trimble.
—Bien —prosiguió Fatty—, pueden comprender que cualquiera que fuese a ver los gatos por la tarde pensó que «Reina Morena» estaba allí... pero no estaba. Luego, llegado el momento oportuno, el ladrón entró en la jaula, frotó la cola del gato con un trapo empapado en aguarrás, y a continuación anunció que «Reina Morena» había desaparecido. De esta manera, naturalmente, todos pensaron que el gato había sido robado por la tarde, cuando en realidad el robo tuvo lugar por la mañana.
—Y por eso todos creyeron que había sido «yo» quien robó el gato —intervino Luke—. Porque fui el único que estuvo cerca de las jaulas por las tardes y nadie se acercó.
—Sí —dijo Fatty—. Eso era parte del plan, Luke. Cargarte a ti con la culpa. Por eso te enviaron a trabajar cerca de la casa de los gatos dos veces, y por eso pusieron en la jaula uno de tus silbatos.
—¿Quién fue? —preguntó Luke enrojeciendo de furor—. ¡Dejad que le ponga las manos encima!
El inspector dirigió una mirada a Luke, y el muchacho, echándose hacia atrás, no dijo más.
—¿Cómo has sabido todo eso? —preguntó el señor Goon con asombro, incredulidad y rencor—. Todo esto es una invención estúpida. Hay que tener pruebas de las cosas antes de decirlas.
—«Tenemos» pruebas —replicó Fatty triunfante mientras introducía la mano en su bolsillo—. ¡Miren! Aquí está la botella de aguarrás. Estaba escondida en una madriguera, junto con un bote de pintura color crema que utilizaron para pintar la cola del gato, y un pincel ya usado. Larry, trae las otras. Están al lado de la puerta.
Fatty mostró en alto la botella de aguarrás, y el pincel para que todos los vieran. A la señorita Trimble se le volvieron a caer los lentes, pero estaba demasiado nerviosa para volver a calárselos, y contempló las pruebas con ojos de corta de vista y a Fatty como si fuera el detective más grande del mundo.
Larry trajo las botas de goma y el bote de pintura que dejó a los pies de Fatty. A Tupping casi se le salieron los ojos de las órbitas cuando vio allí sus botas.
—Y aquí está el bote de pintura que utilizaron —dijo Fatty mostrándolo—. «Buster» lo encontró en la madriguera donde había sido escondido. ¿No es cierto, «Buster»?
—Guau —replicó «Buster», satisfecho.
—Estas botas fueron usadas por el ladrón, por el hombre que pintó la cola del gato —dijo Fatty señalando las manchas de pintura clara que tenían en las punteras—. Y éste es el pañuelo impregnado de aguarrás que usó para limpiar la pintura de la cola del gato lo más rápidamente posible cuando entró en la jaula... la primera vez con el señor Goon y la segunda con la señorita Harmer.
—¿Puedo ver el pañuelo? —preguntó el inspector con gran interés. Y cogiéndolo lo olió. Seguía emanando un fuerte olor a aguarrás. Fatty sacó la piedra de su bolsillo, la que estaba manchada de pintura color crema, y también se la entregó al inspector.