Misterio del gato desaparecido (16 page)

BOOK: Misterio del gato desaparecido
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—Incluso el Ahuyentador lo tomó a broma —replicó Fatty poniéndose en pie—. Bien, a descansar. Mañana nos veremos. Y por amor de Dios a ver si os ocurre alguna idea. Si no Luke está perdido.

Aquella noche los niños no conciliaron el sueño fácilmente. Todos pensaban en el Misterio del gato desaparecido. Cuando se reunieron a la mañana siguiente ninguno tenía ideas nuevas... excepto Bets. Y apenas se atrevía a mencionarlas por temor a que los demás se rieran de ella.

—¿Alguien tiene algo que decir? —preguntó Fatty.

—Pues —dijo Bets—. Yo tengo una idea respecto a una de nuestras pistas.

—¿Qué es? —dijo Fatty.

—Recordáis aquel olor... a aguarrás —dijo Bets—. Se olía a aguarrás en la jaula esta vez y la otra Debe significar algo... tiene que formar parte de este misterio de una manera u otra, ¿no os parece? De manera que debe ser una pista real, y hemos de seguirla.

—¿Cómo? —exclamó Pip.

—Pues podríamos ir a la casa vecina para ver dónde se guarda la botella del aguarrás o algo así —dijo Bets—. Yo no digo que sea una solución, pero después de todo si es una pista, es posible que descubramos algo.

—Bets tiene razón —dijo Fatty—. Vaya si la tiene. Hemos olido a aguarrás las dos veces... y desde luego que debemos ir a tratar de descubrir dónde lo guardan. ¡Quién sabe si entonces encontraremos otras pistas!

—Entonces, vamos ahora mismo —exclamó Pip—. ¡No hay tiempo como el presente! Vamos. Aunque vigilaremos por si estuviera Tupping. No le gustará que husmeemos por ahí.

Volvieron a saltar la tapia, dejando al pobre «Buster» en el cobertizo, y enviaron a Pip al jardín para que averiguara el paradero de Tupping.

Al regresar les informó de que estaba atando unas enredaderas cerca de la casa.

—Así que de momento no hay peligro —dijo Pip—. Vamos. Volvamos a olfatear la jaula para ver si sigue oliendo lo mismo. Luego iremos en busca del aguarrás.

Todos olfatearon la jaula. Aquel ligero olor a aguarrás seguía dejándose sentir. En aquel momento se acercó a ellos la señorita Harmer, quien no pareció alegrarse mucho al verlos.

—No quiero que nadie se acerque ahora a la casa de los gatos —les dijo—. Esta segunda desaparición de «Reina Morena» ha destrozado mis nervios. Preferiría que no vinierais por aquí, niños.

—Señorita Harmer, ¿emplea usted aguarrás para limpiar las jaulas alguna vez? —preguntó Fatty.

La señorita Harmer miró sorprendida.

—No —dijo—. Uso un desinfectante corriente. A los gatos no les gusta el olor a aguarrás.

—Bien, entonces, ¿cómo es que la jaula huele a aguarrás? —dijo Larry—. Huela, señorita Harmer, verá como tengo razón.

Pero la señorita Harmer no tenía muy buen olfato, y no percibió ningún olor parecido al del aguarrás.

—¿Ni lo olió ayer cuando entró en la jaula descubriendo que «Reina Morena» había desaparecido? —exclamó Larry.

—Pues, tal vez sí —dijo la señorita Harmer tratando de recordar—. Pero no podría jurarlo. ¡Estaba tan trastornada por la nueva desaparición de «Reina Morena»!

Los niños siguieron olfateando la jaula y la señorita Harmer les hizo marchar.

—Idos ya —les dijo—. Me pongo muy nerviosa cada vez que alguien se acerca a los gatos.

—Vamos al cobertizo a ver si descubrimos alguna botella de aguarrás —exclamó Fatty. De manera que se alejaron de la casa de los gatos para dirigirse a los dos cobertizos que, dándose la espalda, estaban situados cerca de los invernaderos. Uno de los cobertizos estaba lleno de herramientas, y el otro lleno de macetas, cajas y cachivaches.

—Las niñas que vayan a registrar un cobertizo, y los chicos registraremos el otro —ordenó Fatty.

Así es que todos comenzaron a buscar afanosamente en los dos cobertizos, cambiando de sitio macetas, herramientas y cajas con la esperanza de encontrar una botella de aguarrás. ¡En realidad no sabían qué ayuda habría de reportarles el encontrarla!

Pero no encontraron aguarrás en ninguna parte. Larry al ver pasa a Luke preocupado le llamó con un silbido.

—¡Eh, Luke! Parece como si hubieras perdido un chelín y encontrado seis peniques. ¡Ánimo, hombre!

—No estarías tan alegre si te sintieras tan acoquinado como yo —dijo el pobre Luke.

—No te acoquines —replicó Larry sonriendo—. Es una palabra estupenda, Luke.

Pero aquella mañana nada era capaz de hacer sonreír a Luke. Sentía que en cualquier momento iba a aparecer el señor Goon para llevarle a la comisaría.

—¿Qué estáis haciendo aquí? —les dijo—. Si viene el señor Tupping y os ve enredando por aquí os la cargaréis.

—Estamos buscando aguarrás —dijo Fatty sacando la cabeza por la puerta del cobertizo, y Luke pareció sorprenderse mucho.

—¿Aguarrás? —dijo—. ¿Para qué lo queréis? Lo guardan en él otro cobertizo... en un estante... y os lo enseñaré. ¿Pero para qué lo queréis?

Luke condujo a los niños al otro cobertizo donde estaban Daisy y Bets, y les señaló un estante en el que había varias botellas y latas.

—Tiene que estar por ahí —dijo.

Los niños fueron destapando las botellas una por una para oler su contenido, pero allí no había aguarrás.

—Ya lo habíamos mirado nosotros —exclamó Daisy.

Luke estaba intrigado.

—Sí «estaba» ahí —dijo—. Ayer mismo lo vi. ¿A dónde habrá ido a parar?

Fatty comenzó a excitarse, aunque en realidad sin saber por qué.

—«El Misterio de la botella de aguarrás desaparecida» —murmuró, haciendo reír a los otros.

—Tenemos que encontrar esa botella —dijo Fatty.

—¿Por qué? —quiso saber Daisy.

—No lo sé —dijo Fatty—. Pero hemos de encontrarla. Ha desaparecido. Tal vez esté escondida, y hemos de encontrarla.

—Pues no podemos ir olfateando por todo el jardín para dar con esa botella de aguarrás —dijo Larry con mucha razón—. ¡No somos perros!

—¡Pero «Buster» sí lo es! —replicó Fatty—. Apuesto a que «Buster» lo encontraría.

—¡Ooooh, sí! —exclamó Bets—. «Buster» es muy inteligente! ¡«Sé» que lo encontrará!

—¿Cómo? —dijo Larry—. No puedes decir a «Buster» «Ve a buscar una botella de aguarrás que está escondida.» ¡Puede ser un perro inteligente, pero no lo bastante como para entender «eso»!

—Yo lo arreglaré —dijo Fatty dándose importancia—. ¿Tienes tú un poco de aguarrás guardado en tu cobertizo, Pip?

—Seguramente —fue la respuesta de Pip.

—Pues ve a buscarlo —dijo Fatty—. Y yo iré a buscar a «Buster». Volver todos a la tapia, no sea que venga Tupping y desee saber lo que tramamos.

Luke fue a reintegrarse a su trabajo con aire apesadumbrado, y los otros se acercaron a la tapia. Pip y Fatty se subieron a ella dejándose caer al otro lado. Pip se llegó al cobertizo de su jardín donde encontró un tarro pequeño con aguarrás.

Fatty abrió el cobertizo de las bicicletas para sacar a «Buster», quien comenzó a girar a su alrededor ladrando a más y mejor como si hiciese años que no le hubiera visto junto a él.

—Vamos, «Buster» —le dijo Fatty cogiéndole en brazos—. Tienes que realizar un pequeño trabajo, y demostrar tu inteligencia.

Poco después, Fatty, «Buster» y Pip estaban al otro lado de la tapia con los otros.

—¿Dónde está Tupping? ¿Sigue junto a la casa? —preguntó Fatty.

—Sí —dijo Larry—. Acabo de mirar. Por el momento la costa está despejada.

—¿Qué va a hacer «Buster»? —preguntó Bets muy excitada—. ¿Es que también va a ser Pesquisidor?

—Eso espero —dijo Fatty, que mojando con aguarrás su ya mugriento pañuelo, lo acercó al hocico de «Buster»—. Huele esto, camarada. Aspira fuerte. Esto es aguarrás. Ahora, ve a ver si encuentras este olor en algún lugar. Eres un buen sabueso, ¿no es cierto?

—Claro que lo es —exclamó Bets encantada—. Oh, «Buster», ¿verdad que eres un perro inteligente? ¡Ve y encuéntralo!, ¡ve y encuéntralo!

A «Buster» no le gustaba el olor a aguarrás. Apartó su cabeza del pañuelo demostrando su disgusto, y luego estornudó violentamente tres veces.

—¡Vamos, «Buster», busca, busca! —le decía Fatty haciendo ondear su pañuelo ante él. «Buster» alzó la cabeza para mirarle. Sabía perfectamente lo que significaba «busca». Siempre estaba buscando cosas para Fatty. Echó a correr con su rosada lengua fuera y la cola batiendo desesperadamente el aire.

—No creo que pueda oler otra cosa que aguarrás, vaya donde vaya —dijo Daisy contemplándolo—. Le has incrustado el pañuelo en el hocico, Fatty.

«Buster» corría entre los arbustos, y luego se dirigió hacia los cobertizos, dio la vuelta alrededor de la casa de los gatos, y recorrió todos los senderos.

—Está buscando conejos y no aguarrás —dijo Larry con disgusto—. Mirad... ha encontrado una madriguera... y ahora no podremos hacer carrera de él durante mucho tiempo.

«Buster» «había» encontrado un agujero que estaba en un margen. Metió el hocico dentro, y lanzando un gruñido se puso a escarbar violentamente en su estilo acostumbrado lanzando la tierra a sus espaldas.

—Sal de ahí, tonto —le dijo Fatty—. No he dicho conejos, sino aguarrás.

Fatty tiró de «Buster» cogiéndole por sus patas traseras, y algo salió rodando tras el perro. Todos los niños lo miraron. Era un tapón de corcho. Fatty lo cogió para olerlo.

—¡Huele a aguarrás! —exclamó excitado, y los otros le rodearon para olerlo también. No cabía la menor duda. Olía a aguarrás.

En un abrir y cerrar de ojos Fatty se puso a gatas para inspeccionar el agujero.

Sacó una botella que llevaba una etiqueta muy vieja y medio rota pero en la cual podía leerse la palabra «aguarrás», y que contenía un poco de líquido.

—Esto es lo que buscábamos —exclamó Fatty triunfante y mostrando la botella a los otros. Bets se inclinó para curiosear dentro del agujero y vio algo más que le llamó la atención.

—Aquí hay algo más, Fatty —gritó excitada metiendo la mano para sacar un bote de lata que los otros acudieron a contemplar muy emocionados.

—¿Qué es eso? —dijo Larry con curiosidad—. Un bote de pintura. Aquí tengo un cuchillo. Dejadme que quite la tapa.

Así lo hizo... y los niños vieron que el bote estaba casi lleno de pintura color castaño claro.

—¡Qué extraño! —exclamó Fatty—. ¡Es el color de esa mancha de pintura que tiene la piedra! ¡Mirad!

Y comparó la piedra con la pintura del bote. Eran exactamente iguales. Larry se arrodilló volviendo a escarbar en el agujero, pero allí ya no había nada más que se pudiera encontrar.

—Ahora decidme... —dijo Fatty contento mirando la botella de aguarrás y el bote de pintura—. Y ahora decidme... ¿quién puso la pintura y el aguarrás en este agujero... y «por qué»?

CAPÍTULO XX
¡SIGUIENDO LA PISTA!

Los niños estaban terriblemente excitados. Tenían dos pistas importantes, aunque no sabían cómo relacionarlas con el gato robado.

—¿Para qué se emplea el aguarrás? —preguntó Bets.

—Pues, para limpiar de pintura los pinceles... y para quitar manchas de pintura —dijo Larry—. Es evidente que éste bote de pintura y el aguarrás están relacionados de alguna forma. Es extraño que no hayamos encontrado ningún pincel. Quiero decir... que es necesario emplear un pincel para pintar, ¿no?

—¡Apuesto a que está dentro del agujero también! —exclamó Daisy. Pero antes de que pudiera comprobarlo, «Buster» había introducido el hocico en el agujero y una lluvia de tierra cayó sobre todos ellos. ¡Al fin el perro se echó hacia atrás llevando en la boca un pincel muy pequeño!

—¿Verdad que es inteligentísimo? —dijo Bets con admiración.

—Será mejor que miremos a ver si hay algo más en el agujero —dijo Fatty. Pero no lo había. Fatty se tendió en el suelo e introdujo su brazo hasta el hombro... pero ya no había nada más que encontrar.

—Escuchad, Tupping está llamando a Luke —dijo Fatty—. Será mejor que saltemos la tapia, deprisa. Ven, Larry, ayúdame a dejar el agujero como estaba. No nos conviene que quien escondió estas cosas sepa que las hemos descubierto. Eso le pondría en guardia... a él o a ella... y sabría que estamos sobre su pista.

Los niños se apresuraron a retirar la tierra, en tanto que las niñas echaban a correr hacia la tapia. Una vez allí Daisy ayudó a Bets. Luego llegaron los otros con «Buster» y la saltaron a tiempo porque medio minuto después llegaba Tupping rezongando entre dientes.

Los niños se retiraron a la glorieta con sus «pistas» y las examinaron cuidadosamente.

—Una botella de aguarrás, un bote pequeño de pintura castaño claro, y un pincelito muy pequeño —dijo Fatty—. Si supiéramos para qué han sido empleados, cómo y por quién, habríamos resuelto el indescifrable Misterio del gato desaparecido.

—Debo decir que Bets ha sido muy lista al sugerir que siguiéramos la pista del aguarrás —declaró Larry.

—Desde luego que sí —replicó Fatty generoso—. ¿No se te ocurre ninguna otra idea, Bets?

Bets reflexionó intensamente. Se acordó de la casa de los gatos y del olor que percibiera allí, y en los gatos que aborrecían el olor a aguarrás, preguntándose en qué lugar exacto de la jaula habría sido usado, o vertido.

—Fatty —dijo la niña con ansiedad—, ¿tú crees que serviría de algo ir a la jaula y ver de descubrir el lugar exacto donde fue empleado el aguarrás?, quiero decir... si fue en los bancos, en el suelo, en el techo, o en la alambrada. No sé si eso nos ayudaría, pero podríamos probarlo.

—Me parece una idea bastante tonta —dijo Pip.

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