Objetivo 4 (21 page)

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Authors: German Castro Caycedo

BOOK: Objetivo 4
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Una población que ha estado inmersa en el narcotráfico y en la ilegalidad. Hoy nueve de cada diez personas se presentan como desmovilizados de lo que se llamaban las Autodefensas.

Pero, además de todo, en Santa Marta nos vimos obligados a controlar a miembros de la Fuerza Pública que les filtraban información a los bandidos mediante correos electrónicos, a través de los cuales los enteraban con anticipación de las operaciones que se planeaban contra ellos.

Así logramos establecer los nombres, grados, cargos, rutinas de oficiales y suboficiales comprometidos con ellos, tanto dentro de la Policía como en el Ejército.

En medio de tanta corrupción, en Santa Marta detectamos a una persona muy importante para uno de Los Mellizos. Era un tal Pedro, algo así como un logístico de confianza, un delegado encargado de atender a sus esposas y a sus compañeras, pero a la vez, él subía a las mujeres prepagos que le llevaban de Medellín, de Santa Marta, de Barranquilla: modelitos de desfiles de modas, reinitas de alguno de los cientos de concursos de belleza que hay en este país o algunas estudiantes universitarias, escogidas previamente y que cobran sumas millonarias por una noche.

Pero a la vez, le llevaba el licor. Pero a la vez, si el bandido quería comer hamburguesas, pizza, peritas de queso con bocadillo que le fascinaban, o unas tortas de chocolate que le llevaban desde Bogotá, él las recibía. Y a la vez, atendía a la gente que llegaba a entrevistarse con él.

También le llevaba los casetes, las fotos, las memorias USB que le enviaban las esposas y las amigas, le compraba ciertas prendas de vestir que le gustaban, botas de determinada calidad, preservativos, potenciadores sexuales, revistas porno, revistas de farándula...

Simultáneamente empezamos a identificar los carros que se movían en torno de él. Por ejemplo, a la Mona llegamos a registrarle más de cien autos diferentes, todos de alta gama la mayoría camperos. Los Mellizos con sus ríos de dinero también eran dueños de varias ventas de autos en diferentes ciudades del Caribe.

Se trataba de dos hermanos que incursionaban en el narcotráfico desde hacía más de veinte años, aquí y en el exterior. Antes habían sido panaderos. Pablo Arauca, como le decían al más agresivo, y su hermano Víctor, el segundo mellizo, fueron desde muy jóvenes supernarcotraficantes. Pero de los dos, el más narco era Víctor, el más buena vida, el de genio más soportable, según sus bandidos.

FELIPE (Oficial superior)

Los Mellizos pertenecían a una familia numerosa, criados en un ambiente de narcotráfico en el cual, para esa época el norte del Valle, al occidente de Colombia —un sector históricamente violento—, arrojó a los narcotraficantes más grandes que han existido en el país.

Ellos se iniciaron siendo muy jóvenes porque Víctor Manuel, o sea el segundo Mellizo en esta historia, se fue a probar suerte en Estados Unidos. Inicialmente trabajó en una panadería en Nueva York, Brooklyn, y dejó a su hermano como contacto en Colombia.

Allí se hizo al ambiente del bajo mundo y empezó a recibir pequeños envíos de cocaína que Pablo Arauca le enviaba por correo y fue creciendo en tal forma que llegó a crear unas rutas y unos mecanismos importantes para el tráfico, y eso culminó en grandes exportaciones a bordo de barcos cargados en alta mar con cinco, seis, diez toneladas de cocaína con destino a México, Estados Unidos y Europa.

Los dos fueron hábiles en el manejo de su organización y, ante todo, de su bajo perfil: siempre rechazaron el darse a conocer o en buscar reconocimientos sociales o políticos.

Víctor Manuel, el segundo, es una persona pausada, menos calculador, tal vez más sociable. En cambio Miguel Ángel, o sea Pablo Arauca, se caracteriza por ser el más inclinado al ajuste de cuentas.

SEBASTIÁN (Inteligencia)

Ellos comenzaron a incursionar con los semisumergibles, o semisubmarinos, mucho antes de ubicarse en la Sierra Nevada al lado del mar. Estas embarcaciones zarpan del océano Pacífico —Colombia, país bañado por dos mares— y se le pegan por debajo del casco a los grandes buques que van a Europa, o "contaminan" —como dicen ellos— a los barcos en alta mar.

Los Mellizos llegaron a amasar una fortuna inmensa y, según decían en aquel medio, su vocación era evitar conflictos con alguien. Solamente les preocupaba concentrar su poder en enviar cocaína al exterior.

El más promiscuo de los dos era Víctor, el segundo Mellizo: tres mujeres, cada una con varios hijos. A todas las mandaba a que dieran a luz en Canadá o en Estados Unidos con el fin de conseguir otras nacionalidades para sus hijos.

A su última compañera la controlamos en Canadá a través de la Policía local y a su regreso a Bogotá le acondicionamos sistemas electrónicos en su vivienda: una pareja de nuestros muchachos vivió en un apartamento vecino al suyo en la capital... Las controlábamos a todas. Sabíamos para cuál de ellas eran los correos que llegaban y conocíamos los autos que les traían casetes y CD. Ese era su principal medio de comunicación con las mujeres.

En el último mensaje que le interceptamos a Pablo Arauca, le decía a su compañera que había un terreno de más de diez mil metros cuadrados para construir bodegas y que el dueño era una persona sana:

Habla con mi suegra y vendan la propiedad tal, y la propiedad cual y construyan allí. Calculo que la renta mensual de aquello debe estar hoy por encima de los cincuenta millones de pesos —le explicaba.

Pero, además, estos tipos invertían mucho en obras de arte. Una barranquillera, mujer de Víctor, las guardaba, y recibía relojes de cincuenta mil dólares que él le regalaba, se los ponía un rato y decía que ya no los quería más. Tenía veinticinco, todos con diamantes. Las obras de arte certificadas eran de cinco, de diez millones de dólares. El tipo invertía mucho en esta clase de lujos pensando en el futuro de sus hijos.

La organización de estos hombres era muy grande, como se dice, "a nivel militar". Los Mellizos manejaban más diez departamentos, de manera que unificaban la zona del Caribe con muy buena parte de la frontera con Venezuela, posiblemente el corredor más importante del país. Y a nivel narcotráfico, monopolizaban tres departamentos sobre el océano Pacífica Ya en aquel punto, ellos no movían una tonelada de cocaína. Movían de ocho hacia arriba.

Nosotros muchas veces sabíamos que les habían decomisado dos toneladas, dos toneladas y media, y respondían:

—En unas se gana y en otras se pierde. Sigamos adelante. Nunca hablaban de lo que se les había caído sino de lo que debían recuperar. Eso lo dejaban en manos de la Mona: dinero, autoridades, políticos... Usted sabe.

La Mona se conoció con el Mellizo en una cárcel de Cali A pesar de ser tan despectivo, Pablo Arauca confesó alguna vez que la Mona era "un buen muchacho", como decía él.

Luego la Mona se escapó del penal y los dos empezaron a trabajar en extensas zonas aledañas al océano Pacífico. Años después, Los Mellizos compraron otro bloque paramilitar. Vencedores de Arauca, y extendieron su dominio casi a lo largo de toda la frontera con Venezuela.

Víctor; el segundo, procuraba andar con mujeres bellas, iba a Argentina, a Atenas, a Italia a comprar ropa, en general viajaba por todo el mundo con documentación falsa. Le gustaban el buceo, el mar, la pesca, los buenos caballos, la ganadería.

FELIPE (Oficial superior)

A ellos les veníamos siguiendo el rastro desde hacía unas tres décadas cuando la Policía les incautó treinta y cinco millones de dólares en los muros de un apartamento en Bogotá. Ese fue el comienzo de su vida pública.

Sin embargo, de forma extraña, se perdió la investigación por este delito. Según una teoría, había entonces narcotraficantes más peligrosos que ellos ante los ojos de las autoridades, o afloraron casos de corrupción dentro de la justicia y ellos pudieron haber pagado para que los olvidaran.

Digo eso porque nos llamaba la atención que no se hubiera adelantado un proceso serio en contra de ellos, sabiendo que existia un antecedente tan importante como la incautacion de aquellos millones de dólares.

A mediados de la primera década del siglo, arranco un proceso de negociación de los paramilitares, enemigos de la guerrilla, con el gobierno nacional, y se presentó un fenomeno: que los narco traficantes "pura sangre", como los llamó el entonces el general Óscar Naranjo, se colaron dentro de la negociación.

Tal vez a partir de allí alcanzaron a pasar a los archivos algunas fotografías suyas, pero realmente no se sabía quién era quién. Se conocían como Los Mellizos, pero nadie podía atinar con certeza cuál era Miguel Ángel, o sea Pablo Arauca, o Víctor, el segundo mellizo.

Un poco antes de la negociación con el Estado, Los Mellizos habían logrado buena amistad con el clan de las cabezas visibles de los paramilitares, Vicente y Carlos Castaño, con el fin de acercarse a la salida negociada con el Estado ocultando su condición de narcotraficantes.

Sin embargo, cuando el gobierno ordenó la reclusión de los cabecillas involucrados en el pacto, los hermanos desaparecieron de la zona de concentración en un lugar determinado y no se volvió a saber públicamente de ellos.

A raíz de aquel fenómeno, la Policía creó el cuerpo de Bandas Criminales y comenzó su operación con un gran éxito en todo el país. Un poco después fue enviado a la costa Caribe un oficial superior llamado Sebastián —inicialmente a la zona de la Sierra Nevada de Santa Marta—, acompañado por tres funcionarios.

Él empezó por realizar un reconocimiento detenido de la región, a montar estrategias, a tratar de entrar a la Sierra, a alquilar cabañas, a ubicar personas, a hacer seguimientos, a controlar áreas extensas y a establecer las actividades de los Mellizos en aquel momento.

Dentro de esa operación me dieron la orden de localizar y controlar a dos sujetos que tenían que ver de forma estrecha con Los Mellizos: uno apodado la Mona y otro, el Canoso.

El Canoso era un narcotraficante independiente que trasladaba la cocaína desde la selva, al sur del país, hacia la costa Caribe y allá tomaba contacto con la organización de Los Mellizos a través de la Mona. Ellos tenían una especie de centro de acopio donde permanecía la droga antes de ser exportada, y por este motivo el Canoso Viajaba con frecuencia a la costa.

El día que partimos, confirmamos que el Canoso se hallaba en Santa Marta y estaba próximo a sostener una reunión, bien con uno de los Mellizos o bien con la Mona, cabeza visible de la banda, aquel que les manejaba los negocios, el hombre de confianza, el que organizaba el narcotráfico.

Salimos de Bogotá un poco antes de la medianoche y cuando llegamos a Santa Marta a eso de las cinco de la tarde, los controles indicaron que el objetivo se había movido para Barranquilla, otro puerto sobre el Caribe.

Inmediatamente nos fuimos para allá y llegamos a las diez de la noche. Estuvimos tratando de localizarlo por medios electrónicos, pero la operación tuvo tropiezos y en cambio ubicamos por ese sistema al vehículo del Canoso que se hallaba justamente en la misma ruta que acabábamos de recorrer de ida y nos regresamos inmediatamente.

Ingresamos a Santa Marta y el objetivo ya no estaba allí: iba hacia Riohacha, una ciudad en la península de La Guajira que cierra el Caribe colombiano por el oriente.

Arribamos al punto a eso de las tres de la mañana y allí constatamos que había continuado hacia Maicao, un lugar convulsionado y peligroso, cuna del contrabando con Venezuela por hallarse muy cerca de la frontera con aquel país. Por asuntos de seguridad no nos autorizaron detenemos y sólo encontramos alojamiento en el hotelucho más deprimente que he conocido en mi vida.

Noche larga a pesar de la fatiga. A la mañana siguiente tuvimos comunicación con nuestro analista, y él fue breve:

—Continúa en Maicao

Finalmente nos fuimos hacia allá, logramos ubicado, pero ahora también estaba en movimiento. Lo seguimos hasta otra ciudad llamada Valledupar, al sur de la Sierra Nevada, cruzó por allí, continuó y luego se dirigió a un sector en el que no pudimos realizar controles porque se trataba de una zona rural extensa, con muchas sendas y caminos, en la cual presumíamos que había algún lugar de acopio de cocaína.

No obstante, durante los días siguientes continuamos en nuestro viaje por la costa Caribe buscando contactos en coordinación con Sebastián, identificando personas, ubicando parte de sus rutinas —algo relativo, algunas veces precisas, otras improbables—, confirmando quién era Fulano o quién Sutano, cuáles eran sus papeles, sus oficios...

Estando en eso nos acercamos al veinte de diciembre cuando logramos rastrearlo y cubrirle citas en Valledupar con delegados de Los Mellizos en algunos restaurantes y luego en puntos un tanto más lejanos de Santa Marta, justamente la puerta de acceso a la Sierra Nevada y a la vez un puerto clave sobre el Caribe.

Bajando de la Sierra, aquella ciudad está más cerca que cualquier otro centro urbano, pero, además, a partir de allí uno puede buscar camino hacia el centro del país o continuar hacia el extremo oriente: desierto y mar. Soledades controladas por estos bandidos.

Desde luego nuestro trabajo era clave en la zona Caribe, porque Los Mellizos aparentemente se hallaban en La Sierra. O por lo menos, estábamos seguros de que uno de ellos tenía una especie de fortaleza en aquella mole de montañas.

Nosotros recolectamos bastante información y regresamos a Bogotá para pasar algunos días de descanso en aquella temporada de Navidad, luego de hacer un reporte sistematizado que resumía nuestra labor. Entregamos toda la información recolectada y nos fuimos a descansar. En ese momento habían pasado seis meses desde el comienzo de mi actividad.

Sin embargo, dos días después nos llamaron: "Regresen al área de operaciones"

Partimos nuevamente hacia la costa Caribe en un avión de la Policía con la orden de tomamos la Sierra, esta vez con un bloque de diferentes unidades policiales: grupos de combate como Hombres Jungla, Comandos de Operaciones Especiales, Escuadrones Móviles de Carabineros.

ISMAEL (Oficial superior)

Gracias al trabajo de inteligencia de medio año analizamos lo estratégico del terreno y decidimos atacar allí mismo.

Se hizo el primer operativo en el que prácticamente entramos a conocer de forma detallada el sector, a mirar cómo se vivía allí, cuál era el entorno de los cabecillas y otros detalles importantes.

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