Objetivo 4 (22 page)

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Authors: German Castro Caycedo

BOOK: Objetivo 4
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Enviamos por tierra a unos cien hombres uniformados y tan pronto cruzamos Guachaca los bandidos fueron alertados por sus puntos de vigilancia, pero como la situación era simplemente de conocimiento de la zona, de explorar el lugar, avanzamos sin hacer intervalos. En aquellos rincones cuando entra un extraño lo reportan, alguien lo sigue, alguien lo controla y posteriormente, alguien lo requisa.

Desde luego, una vez fuimos reportados se generó una inquietud absoluta, una gran expectativa, más de uno se escondió y nosotros continuamos ascendiendo. Vimos mucha gente pobre, vimos campesinos, vimos gente trabajadora, vimos gente bien vestida, vimos de todo. Era un sector aparentemente común y corriente. Hablamos con la gente: no escondían que allí operaba una banda criminal llamada ahora Los Nevados.

En esta incursión comprobamos qué tan estratégico era para ellos aquel sector y planificamos una segunda operación guiados por un tal Lucas que nos señaló el sitio en el cual el bandido estaba recibiendo a la gente.

CARLOS (Analista)

Después de la operación contra una banda criminal que operaba en la inmensa llanura que cubre cerca de la mitad del territorio nacional al oriente de los Andes, continuamos con unos controles técnicos gracias a los cuales capturamos a las cuatro personas más importantes de esa organización.

Luego, en los controles posteriores encontramos que existía un sujeto a quien llamaban la Mona, y le dije a Ismael:

—Acaba de aparecer alguien importante. Lo llaman la Mona y sigue con la organización.

—Ese tipo es la persona de confianza de uno de Los Mellizos. Siga los controles por ese lado.

A la Mona le decían siempre "Mándele la razón al Viejo, al Abuelo, al Papá, al Señor: claves que tenían que ver con quienes iban directamente a la Sierra Nevada de Santa Marta con mensajes para el Mellizo.

Hubo un momento en el que nuestros compañeros, ya en la zona, dijeron:

—Está a punto de entrar Lucas —nuestro informante— al área que ocupa el objetivo y con él vamos a dar un paso adelante para ubicarlo en las montañas.

—Tratemos de utilizar equipos electrónicos que nos permitan dar con la ubicación exacta del Mellizo —agregó nuestro jefe.

Se refería a cualquiera de los dos bandidos, porque aún no teníamos claro cuál era el que permanecía en las cumbres.

Luego de un par de meses se hizo el primer control estando ya en la zona la gente de Inteligencia y se detectaron una serie de movimientos:

—"Lucas" ya habló con la Mona, él le va a llevar unos mensajes directamente al objetivo. Saldrá a las ocho de la mañana. Lo recogerán en una camioneta en Guachaca —al pie de la Sierra.

A partir de allí empezaban a subir. En esa fase intervino Femando, uno de nuestros compañeros presente en el momento en que fueron ubicados los equipos.

FERNANDO (Investigador)

Los camuflamos dentro de un maletín y se lo dimos a Lucas. A él lo recogió en Santa Marta un guardaespaldas del bandido, hicieron un trayecto en un carro hasta un punto determinado, luego otro tramo en moto y un tercero a lomo de mula. Gastaron algo más de tres horas.

El equipo electrónico nos fue dando geocoordenadas hasta ciertos lugares, fáciles de ubicar en un sistema de mapas digitales.

Con ellas determinamos un sector para empezar a trabajar de acuerdo con las redes de comunicaciones de los bandidos... "La antena del Sector F es tal y por lo tanto las ondas llegan a los puntos catorce y diecisiete...". Se trataba de una serie de cualidades y características técnicas que los analistas nos indicaban desde el Centro de Operaciones en Bogotá.

Todo aquello nos llevó a que el movimiento de las personas, de las motos, de las mulas, nos indicara un radio de operación y, además, la ubicación de la cueva del Mellizo.

La información recolectada fue procesada en conjunto por la parte técnica y por la parte operativa de nuestro equipo, y finalmente se coordinó una operación helicoportada con un grupo táctico formado por comandos antiterroristas.

Todo había conducido a estrategias como no agrupar a nuestra gente en Santa Marta, porque los bandidos tenían aproximadamente tres anillos de seguridad, de manera que los más lejanos podrían detectar cualquier movimiento extraño y correr la alarma.

La operación fue lanzada en el mes de noviembre. Se trataba de llegar hasta el final del camino de las mulas, un punto bastante alto en la Sierra con una vista muy amplia de la costa y del mar.

ISMAEL (Oficial superior)

Lucas nos condujo hasta un lugar arriba de la base de la Sierra y allí capturamos a cuatro personas con armamento que hacían de punto de control sobre el talud de una montaña.

Posteriormente surgió otro informante que nos explicó la ubicación real de uno de Los Mellizos ¿De cuál? De Miguel Angel, o sea Pablo Arauca. Dijo que tenía una reunión con aquel.

Lo enviamos con un GPS y se fue. Llegó finalmente al lugar y diez minutos más tarde atacamos el sitio con helicópteros.

Allí capturamos a todo él anillo de seguridad del narco, doce personas con fusiles, radios, armamento, equipos de campaña, mapas y, como cosa curiosa, en la cabaña encontramos una torta de chocolate.

El pastel lo había llevado nuestro guía como regalo, pues además de representar una especie de santo y seña, era el preferido del Mellizo; un pastel oscuro con unas pasas grandes elaborado en Bogotá:

—Cuando uno lo viene a visitar él pide que le traigamos esto. Esa es su pasión —dijo el guía.

Miramos la torta, miramos la despensa, había enlatados, comida de mar y comida de calidad. En ese preciso momento decidimos intensificar la cacería, pues esta vez había logrado escapársenos. Era el mes de noviembre.

Una vez regresamos empezamos a analizar qué había fallado en esa operación. Por qué se nos había escapado, y llegamos a la conclusión de que sus anillos de seguridad eran muy amplios. Se hallaban a unos cinco, diez, quince kilómetros a la redonda y eso es una gran distancia sobre aquel terreno, de manera que, por ejemplo, cuando aparecía un helicóptero el anillo más distante había empezado a informar, y mientras nosotros llegamos al sitio, el objetivo tuvo mucho tiempo para penetrar en el bosque, corpulento y cerrado.

CAMILO (Oficial de Inteligencia)

Me enviaron a la costa Caribe porque conocía el modus operandi de la gente en aquel sitio, conocía las costumbres, la mentalidad y, ante todo, sabía cuáles eran las bandas que hablan ejercido presión en esa zona.

Lo primero que hice, que no es costumbre, fue hablar con el comandante de la Policía local. En este tipo de operaciones uno va totalmente encubierto, pero esta era una situación particular.

Bueno, pues llegué totalmente en ceros y mi misión era ubicar con detalles a las bandas criminales del sur del Cesar, en la planicie que rodea a la Sierra Nevada, en ese momento comandadas por un tipo apodado Chely.

Chely era el cabecilla de una banda criminal que ahora se presentaba como Las Águilas Negras del sur de Bolívar. Más tarde establecimos que se trataba de un bloque paralelo a Los Nevados, organizaciones paramilitares que hablan sido compradas por Loa Mellizos.

La historia es que en aquel momento el tal Chely se disputaba la territorialidad con el cabecilla de otra banda criminal apodado Leo, porque la región al sur de la Sierra Nevada representa un corredor de narcotráfico que los lleva a Norte de Santander en la frontera, y desde allí dan el salto a Venezuela.

Bueno, estábamos en ese trabajo y una maltona me llamó el comandante de la Policía local: "Le tengo un dato interesante: hablé con un sujeto que acabamos de conocer".

Más tarde me presentó a un tipo que en cosa de minutos identificamos como el Profe.

El Profe era un personaje que se había acercado al comando de la Policía a dar información sobre la organización de Los Mellizos, y confesó que tenía contacto con Pablo Arauca, o sea Miguel Angel Mejía Muñera.

El Profe es una persona recelosa. Realmente ya se había relacionado con el bandido, pero mantenía muy guardado el secreta Sin embargo, decía que el único que le inspiraba confianza era el comandante de la Policía local, porque anteriormente había trabajado con el Ejército, pero no le habían cumplido algunas recompensas y, además, no volvería a acercarse a ellos porque dentro de ese cuerpo armado había gente que trabajaba para Los Mellizos. Dio los nombres de algunos sargentos y de otros miembros que actuaban como contactos con la organización de Pablo Arauca.

Pero, además, el Profe resultó ser un militante activo de la guerrilla que actuaba en el Bloque Internacional de las PARC. Vivió un tiempo en Cuba y posteriormente estuvo moviéndose por Centroamérica como representante de ese grupo guerrillero.

Luego regresó al país, le encomendaron recoger fondos en la costa Caribe y se dedicó a relacionarse con algunos círculos en colegios y universidades de estratos altos. Un día me dijo hablando de un colegio en particular:

—A ellos les robé ciento cincuenta millones de pesos.

El tipo se colaba en las asociaciones de padres de familia, y estando ahí se filtraba en las áreas contables y les sacaba dinero. Lo mismo hizo en dos universidades de la zona:

En un trabajo que me demoré cuatro o cinco años, alcancé a recogerle a la guerrilla mil quinientos millones de pesos, sin necesidad de robar, sin necesidad de atracar, sin el uso de un arma.

El Profe es un ideólogo capaz de lavarle a usted el cerebro si usted se lo permite. También decía:

¿Cuál es mi misión hoy en día? Penetrar estas estructuras porque Los Nevados continuaron en la Sierra Nevada y desterraron a los campesinos inermes de nuestro pueblo...

Su infiltración como subversivo había sido por el lado social. Realmente es sociólogo y diseñó un plan de ayuda a las comunidades de la Sierra por parte de Los Nevados, utilizando sus argumentos filantrópicos.

El comienzo de esta labor partió de una institución de atención a los indígenas que funciona en Valledupar y él se conectó con sus miembros y empezó a subir a las montañas, a subir a las montañas, hasta que se hizo familiar en diferentes áreas.

"Cuando empezó su trabajo, la gente de Pablo Arauca le preguntó quién era, qué buscaba, para dónde iba en la vida y él, que también es del Caribe, los convenció con el cuento de la solidaridad social:

—He visto que los integrantes de Los Nevados hacen cosas por la comunidad, desde luego, pero de forma desorganizada, utilizan los métodos que no son eficientes a nivel del puebla Me parece que están perdiendo un gran esfuerzo —les dijo, y el cuento encajó bien.

Hasta ese momento Los Mellizos contaban con un factor en contra: aquella zona antes estaba en poder de un cabecilla paramilitar muy estimado y cuando ellos llegaron chocaron con la población de la Sierra porque en un comienzo no ayudaban a nadie.

Allí la gente estaba mal acostumbrada a que el cabecilla paramilitar fuera la persona que les solucionaba sus problemas de convivencia, de vías, si llovía mucho y el camino se dañaba financiaba la reparación, si había un enfermo lo evacuaba...

El Profe les decía a los narcos:

—¿Cómo ganarse a las masas? Pues integrándose a ellas. Es contraproducente llevarle regalos a la gente de forma desordenada. No es bueno darle cosas que a lo mejor no representan sus verdaderas urgencias. La fórmula es sencilla: organicen un programa social. Yo les puedo hacer una propuesta y yo mismo coordino el plan.

Entonces él había trabado cierta amistad con la Mona, y en efecto, este le dijo una mañana al capo:

—Hay un tipo que nos puede organizar un programa social de asistencia a la comunidad. ¿Por qué no le da una vuelta a la idea?

El Mellizo lo pensó unos minutos y dijo:

—Me parece bueno que nos metamos en política. Ese es un buen plan.

Desde entonces él y su hermano Víctor, el segundo mellizo, planeaban presentar obras de este tipo como atenuantes para su desmovilización, es decir, para entregarse a las autoridades presentándose como paramilitares.

Cuando nos contactó a nosotros, el Profe ya estaba dentro de la organización de Pablo Arauca, ya hacia parte de la nómina de Los Nevados y ya manejaba el proyecto social. Por eso, unos días después de conocerlo me dijo:

—Tengo la posibilidad de comunicarme directamente con Pablo Arauca, no de forma regular, pero, de todas maneras, a él hay que rendirle informes mensuales: algunas veces se los mando por Internet, otras tengo que subir a la Sierra a hablar con él de forma personal, sobre todo cuando se requieren sumas grandes de dinero. Ahora estoy próximo a ir.

En aquel momento yo no estaba en esta investigación sino con la del sur del Cesar. Por ejemplo, gracias al Profe empecé a asociar a Chely, el de Las Águilas Negras, con Los Nevados.

Le informé aquella historia a mi jefe en Bogotá y él respondió:

—Es necesario acercársele a ese tipo como sea, porque nosotros tenemos un proceso muy largo detrás de Los Mellizos. Véngase con él para Bogotá.

Lo busqué y al día siguiente le hice la propuesta, pero una y otra vez se quedaba en silencio. Luego se despedía. La verdad es que para que fuera cediendo hicimos reuniones y reuniones en las que le demostraba que ante todo yo no era de la Policía local. Él quería hablar con gente del mando central de la institución, lo convencí de que se trataba precisamente de eso y un buen día nos fuimos para la Dirección de Policía Judicial en Bogotá.

Toda esta historia había sido irónica. Por ejemplo, nosotros vivíamos en el mejor barrio de Valledupar: una casa bonita como fachada, pero por dentro algo muy pobre. Dormíamos en colchones sobre algunas tablas. Los fines de semana tomábamos en alquiler una lavadora de ropa, y nunca habíamos podido localizar la vivienda del tipo, pero un día recogiendo la lavadora lo vimos entrar en su casa.

Más tarde le solté la dirección en su propia cara y él se rio. A partir de allí la confianza fue progresando tanto que ya las reuniones las hacíamos en aquel sitio:

—Es que en mi casa me siento más seguro. Reunámonos allá, ese sitio no lo conoce nadie, dijo aquella tarde.

La verdad es que sólo en ese momento, ya con la confianza plena, nos soltó el cuento de Los Mellizos porque en el comienzo solamente hablaba de Chely, pues sabía que, tanto la banda de este hombre como la de Los Mellizos componían una sola infraestructura.

Eso no lo sabíamos con fechas, atrás y detalles, de manera que él me lo fue aclarando poco a poco.

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