Taiko (153 page)

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Authors: Eiji Yoshikawa

BOOK: Taiko
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Katsuie era sensible en extremo a la temperatura, y aquel día en particular el intenso calor y el esfuerzo de la subida parecían afectarle demasiado. Cuando instalaron su escabel de campaña a la sombra de unos árboles, pidió que extendieran una cortina de un árbol a otro y se despojó de la armadura detrás de ella. Entonces se volvió de espaldas a su hijo adoptivo, Katsutoshi.

—Límpiame la espalda, Katsutoshi —le pidió.

Dos pajes provistos de grandes abanicos refrescaron los costados de Katsuie. Cuando se secó el sudor, empezó a picarle todo el cuerpo.

—Frota más fuerte, Katsutoshi, mucho más fuerte —dijo con impaciencia.

El muchacho sólo tenía quince años, y era conmovedor verle actuar con semejante piedad filial en medio de una marcha.

Algo similar a un sarpullido cubría la piel de Katsuie, y no era el único que padecía así aquel verano. Muchos de los soldados que llevaban armadura de cuero y metal presentaban una afección que podría denominarse sarpullido de armadura, pero el caso de Katsuie era especialmente grave.

Se dijo a sí mismo que la debilidad que sufría en verano era consecuencia de haber pasado la mayor parte de los últimos tres años en su puesto de las provincias septentrionales. Pero la verdad innegable era que cuanto mayor se hacía, más débil parecía volverse. Katsutoshi restregó con más fuerza, tal como él le había pedido, hasta que brotó la sangre grasa y roja de la piel de Katsuie.

Llegaron dos mensajeros. Uno era servidor de Hideyoshi y el otro de Nobutaka. Cada uno traía una carta de su señor, y juntos presentaron sus misivas a Katsuie.

Hideyoshi y Nobutaka, ambos acampados en el templo Mii de Otsu, habían escrito las cartas de su puño y letra. La fecha de ambas era el día catorce de aquel mes. La de Hideyoshi decía:

Hoy he inspeccionado la cabeza del general rebelde, Akechi Mitsuhide. Así, el réquiem por nuestro difunto señor ha terminado con los resultados apropiados. Deseamos anunciarlo cuanto antes a todos los servidores de Oda que residen en las provincias del norte y enviar un resumen de inmediato. Ni que decir tiene, aunque el fallecimiento de Su Señoría ha sido causa de aflicción insoportable para todos nosotros, la cabeza del general rebelde ha sido expuesta y las tropas rebeldes exterminadas hasta el último hombre, antes de que hubieran transcurrido once días desde la muerte de nuestro señor. No nos enorgullecemos de ello, pero creo que aplacará a su alma en el otro mundo, aunque sólo sea un poco.

Hideyoshi concluía su carta diciendo que el resultado de la tragedia debería ser causa de gran regocijo, pero Katsuie no se regocijó lo más mínimo. Por el contrario, incluso antes de que terminara de leer, apareció en su semblante la expresión totalmente contraria. Pero, por supuesto, en su respuesta escribió que nada podría haberle hecho tan feliz como las noticias de Hideyoshi. También hizo hincapié en que su ejército había avanzado hasta llegar a Yanagase.

Al pensar en lo que ahora sabía por los informes de los mensajeros y el contenido de las cartas, Katsuie se sintió inseguro sobre lo que debería hacer a continuación. Cuando los mensajeros se marcharon, seleccionó a varios jóvenes de piernas robustas y los envió desde Otsu a Kyoto para investigar las condiciones reales de la zona. Parecía resuelto a seguir acampado donde estaba hasta que conociera con detalle lo sucedido.

—¿Existe alguna razón para pensar que este informe podría ser falso? —preguntó Katsuie.

Incluso se había sorprendido más que cuando recibió el trágico informe sobre Nobunaga unos días antes.

Si alguien tenía que haberse enfrentado al ejército de Mitsuhide en una «batalla de réquiem», adelantándose al mismo Katsuie, sin duda deberían haber sido Nobutaka o Niwa Nagahide, o incluso alguno de los servidores de Oda en la capital, los cuales podrían haber unido sus fuerzas a las de Tokugawa Ieyasu, quien, al fin y al cabo, se encontraba por entonces en Sakai. Y en ese caso la victoria no se habría conseguido en un día y una noche. Nadie en el clan de Oda tenía una categoría superior a la de Katsuie, y éste sabía muy bien que, de haber estado allí, todo el mundo le habría considerado el comandante en jefe en la batalla contra los Akechi. De eso no había ninguna duda.

Katsuie nunca había considerado a Hideyoshi tan insignificante como parecía. Por el contrario, le conocía muy bien y nunca se había tomado a la ligera sus habilidades. Sin embargo, que Hideyoshi hubiera podido abandonar con tanta rapidez las provincias occidentales era un misterio para Katsuie.

Al día siguiente Katsuie ordenó la fortificación del campamento. Se bloquearon las carreteras y los centinelas detenían a los viajeros procedentes de la capital y los interrogaban a fondo.

Los diversos oficiales transmitían de inmediato cualquier información al cuartel gneral en el campamento principal. A juzgar por lo que se decía en las calles, ya no cabía dudar de la completa destrucción de los Akechi y la caída del castillo de Sakamoto. Además, según algunos viajeros, aquel día y el anterior se habían elevado llamas y negro humo en la zona de Azuchi, y alguien informó de que el señor Hideyoshi iba al frente de una sección de su ejército hacia Nagahama.

Al día siguiente la mente de Katsuie no tuvo más reposo que antes. Le afligía un sentimiento de vergüenza. Había traído hasta allí a su ejército desde el norte, y no soportaba quedarse quieto a un lado mientras Hideyoshi se ponía en acción de un salto.

¿Qué debía hacer? La responsabilidad natural del principal vasallo del clan Oda habría sido atacar a los Akechi, pero Hideyoshi se había ocupado de esa tarea. Así pues, en las circunstancias actuales, ¿cuál sería su acción más importante y urgente? ¿Y qué estrategia emplearía ante el dominio actual de Hideyoshi?

Katsuie estaba obsesionado por Hideyoshi. Además, dominaba sus pensamientos un desagrado que estaba próximo al odio. Convocó a sus consejeros principales y deliberaron sobre la cuestión hasta altas horas de la noche. Al día siguiente, correos y mensajeros secretos partieron del cuartel general en todas las direcciones. Al mismo tiempo Katsuie dirigió una carta especialmente amistosa a Takigawa Kazumasu.

Aunque ya había enviado de regreso al mensajero de Nobutaka con una respuesta especial, escribió y envió otra carta al hijo de Nobunaga. Seleccionó a uno de sus servidores de alto rango como enviado y ordenó a otros dos inteligentes servidores que le acompañaran, indicándoles la importancia de su misión.

En cuanto al contacto con los demás servidores de su círculo interno, dos escribanos anotaron las palabras de Katsuie y se pasaron media jornada escribiendo más de veinte cartas, las cuales decían en esencia que el primer día del séptimo mes deberían reunirse en Kiyosu para discutir problemas de tanta importancia como la designación del sucesor de Nobunaga y de qué manera se dividiría el que fuera el dominio de los Akechi.

Como iniciador de la conferencia, Katsuie recuperaría parte de su dignidad como vasallo de alto rango. Ciertamente todos reconocían que sin él no podrían resolverse unos problemas tan cruciales. Con esta ventaja a modo de «llave», Katsuie cambió de dirección y se volvió hacia el castillo de Kiyosu en Owari.

Por el camino, y gracias a los informes de sus exploradores, descubrió que muchos de los servidores de Oda supervivientes se habían dirigido a Kiyosu incluso antes de que les hubieran entregado las cartas. Samboshi, el hijo del heredero de Nobunaga, Nobutada, ya estaba allí y, naturalmente, la opinión generalizada era que el centro del clan Oda también se trasladaría allí. Sin embargo, Katsuie sospechaba que Hideyoshi había tomado una iniciativa presuntuosa y también había orquestado aquello.

***

El castillo de Kiyosu presentaba a diario el espectáculo extraordinario de las magníficas comitivas de jinetes que subían la cuesta hasta la entrada del castillo.

Las tierras desde donde Nobunaga había iniciado la obra de su vida se consideraban ahora como el emplazamiento de la conferencia donde se discutirían los asuntos del clan.

Los vasallos supervivientes del clan Oda que se habían reunido allí afirmaban haber acudido para presentar sus respetos a Samboshi. Ninguno mencionaba que había recibido las cartas de Katsuie o que estaba allí a invitación de Hideyoshi.

Pero todo el mundo sabía que pronto daría comienzo una conferencia en el castillo. El tema de la conferencia también era de conocimiento general. Sólo hacía falta fijar el cartel que anunciara públicamente el día y la hora. Una vez los servidores hubieran presentado sus respetos a Samboshi, ninguno de ellos regresaría a su provincia. Cada uno de ellos tenía un buen número de soldados esperándole en sus alojamientos de la ciudad fortificada.

La población del castillo había aumentado enormemente, lo cual, combinado con el calor de mediados del verano y el pequeño tamaño de la ciudad, creaba una atmósfera de confusión y ruido. Los caballos corrían al galope por las calles, se producían peleas entre sirvientes y los incendios eran frecuentes, por lo que no había tiempo de aburrirse.

Hacia fin de mes llegaron los dos hijos supervivientes de Nobunaga, Nobutaka y Nobuo, y los que fueron sus generales, entre ellos Katsuie y Hideyoshi.

Sólo Takigawa Kazumasu no se había presentado todavía, y debido a su ausencia era objeto de críticas francas y desfavorables en las calles.

—Takigawa aceptó gustoso los puestos que le concedió el señor Nobunaga, e incluso fue nombrado para el importante cargo de gobernador general de Japón oriental. Así pues, ¿por qué tarda tanto en llegar ahora que estamos en crisis? Es un comportamiento vergonzoso por su parte.

Otros eran incluso más desvergonzados en sus críticas.

—Es un político inteligente y no es un hombre de lealtad inquebrantable. Probablemente por eso aún no se ha movido.

Esta clase de conversación tenía lugar en todas las tabernas.

Poco después, también se oyeron aquí y allá críticas por la lentitud de Katsuie en atacar a Mitsuhide. Naturalmente, esas críticas también llegaron a oídos de los diversos clanes que residían en Kiyosu, y los servidores de Hideyoshi se apresuraron a decírselo.

—¿De veras? ¿Así que eso también ha comenzado? Es una crítica de Katsuie, por lo que nadie creerá que el mismo Katsuie propaga los rumores, pero me parece un intento por su parte de causar disensión entre nosotros..., una batalla de maquinaciones antes de la gran conferencia. Bien, dejémosles que sigan con sus ardides. De todos modos, Katsuie ya se ha ganado la voluntad de Takigawa. Pues que así sea.

Antes de la conferencia, cada hombre conjeturaba sobre su futuro y trataba de averiguar lo que pensaban los demás. Entretanto, tenían lugar los habituales entendimientos y antagonismos tácitos, se difundían rumores falsos, unos trataban de convencer a los otros, se dividía a la oposición y se usaban todas las estratagemas imaginables.

La comunicación entre Shibata Katsuie y Nobutaka resaltaba especialmente. El primero era un hombre del máximo rango entre los ancianos del clan, mientras que el otro era el tercer hijo de Nobunaga. Su intimidad iba más allá de los asuntos oficiales y no podía mantenerse en secreto.

Según la opinión general, Katsuie se proponía prescindir del segundo hijo de Nobunaga, Nobuo, y establecer a Nobutaka como heredero. Sin embargo, todos daban por sentado que Nobuo se opondría a Nobutaka.

Pocos eran los motivos para dudar de que el sucesor de Nobunaga sería naturalmente Nobutaka o Nobuo, los hermanos menores de Nobutada, el cual había muerto en el castillo de Nijo al mismo tiempo que moría su padre, pero todo el mundo estaba confuso, sin saber a cuál de los dos debería apoyar.

Nobuo y Nobutaka nacieron el primer mes del primer año de Eiroku y ahora tenían veinticuatro años. Aunque parezca extraño que, a pesar de haber nacido en el mismo año les llamaran hermano mayor y menor, la explicación es que tenían madres diferentes. A pesar de que Nobuo era considerado el hermano mayor y Nobutaka el menor, lo cierto era que Nobutaka nació veinte días antes que Nobuo. Así pues, habría sido natural que considerasen a Nobutaka el hermano mayor, pero su madre procedía de un clan pequeño y oscuro, y por eso fue designado como tercer hijo de Nobunaga mientras que Nobuo quedaba en segundo lugar.

Por ello, aunque aquellos hombres se llamaban hermanos, no existía entre ellos la intimidad de los verdaderos parientes. El carácter de Nobuo era letárgico y negativo, y el único sentimiento positivo que mostraba era su constante oposición a Nobutaka, a quien miraba por encima del hombro y consideraba su «hermano menor».

Cuando se les comparaba con imparcialidad, todo el mundo reconocía que Nobutaka tenía mucho más carácter para ser el sucesor de Nobunaga. En el campo de batalla mostraba más condiciones como general que Nobuo, exhibía un espíritu ambicioso en sus palabras y acciones cotidianas y, sobre todo, no era reservado como su hermano.

Así pues, era natural que de repente empezara a mostrar una actitud agresiva después de ir a Yamazaki, mientras que en el campamento de Hideyoshi hacía gala de una actitud dominante. Su disposición a aceptar las responsabilidades como heredero de Oda se manifestaba claramente en sus recientes palabras y su conducta, y como prueba llamativa de la ambición que abrigaba, después de la batalla de Yamazaki empezó a detestar a Hideyoshi.

Nobutaka tuvo palabras duras para Nobuo, quien había sido presa del pánico cuando atacaron los Akechi y cuyo propio ejército incendió el castillo de Azuchi.

—Si se imponen claramente castigos, tendrán que preguntarle por su responsabilidad. Nobuo es un necio.

Aunque estos sentimientos no se expresaban públicamente, la atmósfera en Kiyosu era tensa, y con toda certeza alguien debía de haber repetido esas palabras a Nobuo. Era una situación en la que las maquinaciones ocultas hacían surgir los aspectos más repugnantes de la naturaleza humana.

La conferencia tenía que dar comienzo el día veintisiete de aquel mes, pero como la llegada de Takigawa Kazumasu se retrasaba, se fue posponiendo un día tras otro, hasta que finalmente, el primer día del séptimo mes, se envió un aviso a todos los servidores importantes que se alojaban en Kiyosu: «Mañana, a la segunda mitad de la hora del dragón, todo el mundo deberá dirigirse al castillo, a fin de determinar allí quién va a ser el dirigente de la nación. El presidente de esta gran conferencia será Shibata Katsuie».

Nobutaka prestigiaba a Katsuie, el cual aportaba influencia a Nobutaka, y se jactaban de que se saldrían con la suya en aquella conferencia. Además, cuando por fin se inauguró, parecía que un gran número de hombres se inclinaban ya en su dirección.

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