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Authors: Arthur C. Clarke

Tags: #Ciencia Ficción

2010. Odisea dos (25 page)

BOOK: 2010. Odisea dos
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—Diez días —contestó finalmente Tanya.

—Mejor tarde que nunca —dijo Max en tono jocoso; intentando aliviar la tensión, pero sin lograrlo,

Floyd apenas lo notó; estaba absorto en sus propios pensamientos. La duración del proyecto no haría diferencia para él y sus dos colegas, en su sueño sin sueños. Pero ahora eso era absolutamente secundario.

Estaba seguro —y esa certeza lo llenaba de desesperación— de que si no se iban antes de aquel plazo, no se irían jamas.

—... Es una situación increíble, Dimitri, y aterradora. Eres la única persona en la Tierra que la conoce; pero muy pronto, Tanya y yo deberemos enfrentarnos con Control de Misión.

»Inclusive algunos de tus materialistas compatriotas están dispuestos a aceptar —al menos como hipótesis de trabajo— que alguna entidad ha... bien, invadido a Hal. Sasha acuñó una buena frase: 'El Espectro de la Máquina'.

»Las teorías abundan: Vasili elabora una por día. Casi todas son variaciones de ese viejo cliché de la ciencia ficción: el campo de energía organizada. Pero, ¿qué clase de energía? No puede ser eléctrica, porque la habrían detectado fácilmente nuestros instrumentos. Lo mismo se aplica a la radiación; al menos, a las que conocemos. Vasili está yendo realmente lejos, hablando de ondas estacionarias de neutrinos y de intersecciones con espacios hiperdimensionados. Tanya dice que todo esto son delirios místicos —su frase favorita—, y han estado más cerca de pelearse de lo que nunca vimos. En realidad, la otra noche los oímos gritarse mutuamente. Eso no es bueno para nuestra moral.

»Me temo que todos estamos tensos y sobreexcitados. Este aviso y la postergación de la fecha de partida, se agrega al estado de frustración causado por nuestro fracaso total con Hermano Mayor. Hubiera ayudado —quizás— que me hubiera podido comunicar con esa cosa de Bowman. ¿Dónde se habrá ido? Tal vez, simplemente no se interesó por nosotros después de nuestro primer encuentro. ¡Cuántas cosas nos podría haber dicho, de haberlo querido! ¡Diablos y chyort vozmi! ... Maldito sea; otra vez estoy hablando ese odiado rusglés de Sasha. Cambiemos de tema.

»Nunca podré agradecerte lo suficiente por todo lo que hiciste, y por informarme de la situación en casa. Me siento un poco más tranquilo al respecto... ; tal vez el tener algo más importante de qué preocuparse sea el mejor remedio para un problema insoluble.

»Por primera vez, estoy comenzando a preguntarme si alguno de nosotros volverá a ver Tierra alguna vez.

43. EXTRAPOLACION INTELECTUAL

Cuando alguien pasa muchos meses con un grupo pequeño y aislado de personas, se vuelve muy sensible a los ánimos y estados emocionales de cada uno de sus miembros. Floyd percibía un cambio sutil en la actitud hacia él; su manifestación más obvia era la reaparición del antiguo apelativo "doctor Floyd"; hacía tanto tiempo que no lo escuchaba que le costaba reaccionar para responder.

Nadie, de eso estaba seguro, creía que se hubiera vuelto realmente loco; pero se consideraba la posibilidad. No estaba resentido por ello; en verdad, lo divertía la tarea de demostrar su salud mental.

Recibió un cierto testimonio a su favor desde Tierra. José Fernández seguía asegurando que su esposa había informado de un encuentro con David Bowman, mientras ella continuaba negándolo y rechazando todo contacto con los medios de información. Era difícil entender por qué el pobre José habría inventado una historia tan peculiar, sobre todo porque Betty parecía una persona obstinada, y de reacciones más bien impetuosas. En su cama de hospital, su marido había declarado que seguía amándola, y que lo suyo era sólo un desacuerdo temporario.

Floyd esperaba que la frialdad de Tanya para con él también fuera temporaria. Estaba casi seguro de que ella estaba tan descontenta con el asunto como él, y de que su actitud no era deliberada. Había pasado algo que no encajaba en su sistema de creencias, y por eso trataba de evitar cualquier cosa que se lo recordara. Eso significaba tener que ver con Floyd tan poco como fuera posible; una situación muy desafortunada, ahora que se acercaba rápidamente la etapa crítica de la misión.

No había sido fácil explicar la lógica del plan operacional de Tanya, a los millones que esperaban en Tierra; especialmente a las impacientes cadenas de televisión, que se estaban cansando de mostrar las mismas vistas inmutables de Hermano Mayor. "¡Han viajado tanto, con un costo enorme, y todo lo que hacen es sentarse y mirar a esa cosa! ¿Por qué no hacen algo?". Tanya había dado la misma respuesta a todas las críticas: "Lo haré, apenas se abra la ventana de lanzamiento, de manera de poder alejarnos inmediatamente si hay alguna reacción adversa."

Ya se habían estudiado y convenido con Control de Misión los planes para el asalto final a Hermano Mayor. Leonov se acercaría con lentitud, probando todas las frecuencias, y con una potencia firmemente creciente; además, iría informando a Tierra continuamente. Cuando se realizara el contacto final, tratarían de obtener muestras, ya sea taladrando o con un espectroscopio láser; realmente nadie esperaba que estos esfuerzos funcionaran, ya que después de una década de estudios, TMA-1 había resistido todo tipo de intento de analizar su material. Los mejores esfuerzos de los científicos humanos en ese sentido parecían comparables a los de los hombres de la Edad de Piedra, tratando de penetrar la roca de una caverna con sus hachas de pedernal.

Finalmente, se aplicarían eco-sondas y otros instrumentos sismográficos a la cara de Hermano Mayor. Se había traído una gran variedad de adhesivos para tal fin; y si eso no funcionaba... bien, siempre se podría recurrir a unos pocos kilómetros de anticuada y sólida cuerda; aunque había algo de cómico en la idea de envolver al mayor misterio del Sistema Solar, como a un bulto postal.

Sólo cuando Leonov estuviera bien en su rumbo de regreso se detonarían pequeñas cargas explosivas, en la esperanza de que las ondas propagadas a través de Hermano Mayor revelaran algo acerca de su estructura. Esta última medida fue debatida calurosamente, tanto por los que sostenían que no produciría resultado alguno, como por los que temían que produjera demasiados.

Durante mucho tiempo, Floyd había vacilado entre ambas posiciones; ahora, el asunto sólo tenía una importancia trivial.

El momento del contacto final con Hermano Mayor —el gran momento, que debería haber sido el clímax de la expedición— estaba en el lado equivocado de aquel misterioso límite. Heywood Floyd estaba convencido de que pertenecía a un futuro que nunca existiría; pero no pudo conseguir que nadie estuviera de acuerdo con él.

Y ése era el menor de los problemas. Aun cuando lo aceptaran no había nada que pudieran hacer al respecto.

La última persona de la que hubiera esperado la solución del dilema era Walter Curnow. Porque Walter era el compendio del ingeniero: concreto, práctico, desconfiado de los relámpagos de brillantez y de las soluciones instantáneas de dificultades tecnológicas. Nunca nadie lo podría acusar de ser un genio; y a veces se requería genio para ver lo ciegamente obvio.

—Considera esto como un mero ejercicio intelectual —había comenzado, con una inusual vacilación —. Estoy preparado para ser abucheado.

—Continúa —contestó Floyd —. Te escucharé en forma cortés. Es lo menos que puedo hacer; todos han sido muy corteses conmigo. Demasiado corteses, me temo.

Curnow esbozó una sonrisa torcida.

—¿Puedes culparlos? Si te sirve de consuelo, al menos hay tres personas que te toman en serio, y están pensando qué hacer.

—¿Ese tres te incluye a ti?

—No; yo estoy en el medio, lo que nunca resulta terriblemente cómodo. Pero, en caso de que tuvieras razón, no quiero quedarme aquí esperando, y recibir lo que venga. Creo que hay una respuesta a cada problema, si buscas en el lugar adecuado.

—Me encantaría saberlo. He buscado mucho estas respuestas. Posiblemente en el lugar incorrecto.

—Tal vez. Si queremos efectuar una veloz retirada, digamos en quince días, para anticiparnos a ese límite, necesitaremos un delta ve extra de unos treinta kilómetros por segundo.

—Eso calcula Vasili. No me he molestado en verificarlo, pero estoy seguro de que es correcto. Después de todo, él nos trajo hasta aquí.

—Y nos podría sacar, si tuviera el combustible adicional.

—Y si tuviéramos el transportador molecular de Viaje a las Estrellas, estaríamos en la Tierra en una hora. —Trataré de fabricar uno cuando tenga un rato libre. Pero mientras tanto, querría señalar que tenemos varios cientos de toneladas del mejor propelente posible, en los tanques de Discovery.

—Lo hemos pensado docenas de veces. No hay forma de transferirlos a Leonov. No tenemos mangueras, ni bombas adecuadas. Y no puedes llevar amoníaco líquido en baldes, ni siquiera en esta parte del Sistema Solar.

—Exactamente. Pero no hay necesidad de ello.

—¿Eh?

—Quemémoslo exactamente donde está. Usemos a Discovery como primera etapa, y que nos impulse a casa.

Si la sugerencia la hubiera hecho otro que no fuera Walter Curnow, Floyd se hubiera reído de él. Pero como de él se trataba, su mandíbula cayó fláccida, y así se quedó varios segundos, antes de poder pensar un comentario conveniente. Finalmente le salió: "¡Demonios! Debí haberlo pensado antes".

Sasha fue el primero a quien se acercaron. Escuchó con paciencia, apretó los labios y ejecutó un rallentando en el teclado de su computador. Cuando brillaron las respuestas, asintió pensativo.

—Tienes razón. Nos daría la velocidad extra que necesitamos para partir temprano. Pero hay problemas prácticos...

—Ya sabemos. Asegurar ambas naves. El empuje centrífugo cuando sólo opere la impulsión de Discovery. Desprendernos en el momento crítico. Pero hay respuestas para todos ellos.

—Veo que han estado haciendo los deberes. Pero es una pérdida de tiempo. Nunca convencerán a Tanya.

—No tenemos intenciones de hacerlo... por ahora —contestó Floyd —. Pero me gustaría que ella supiera que la posibilidad existe. ¿Nos prestarás apoyo moral?

—No estoy seguro. Pero me acercaré a espiar, puede ser interesante.

Tanya escuchó con más paciencia de la que Floyd había esperado, pero con una perceptible falta de entusiasmo. Sin embargo, cuando hubo terminado, ella mostró lo que sólo podría clasificarse de reticente admiración.

—Muy ingenioso, Heywood...

—No me felicites a mí. Todo el honor es para Walter. O la culpa.

—No creo que haya mucho de ambos; nunca será más que una —¿cómo llamó Einstein a ese tipo de cosas? —"extrapolación intelectual". Oh, sospecho que funcionaría; en teoría, al menos. ¡Pero los riesgos! ¡Hay tantas cosas que podrían fallar! Sólo estaría dispuesta a considerarlo si tuviéramos una prueba absoluta y positiva de que estamos en peligro. Y —con todo respeto, Heywood—, no veo la menor evidencia de ello.

—Bastante sincera; pero al menos sabes que disponemos de otra opción. ¿Te importa que trabajemos en todos los detalles técnicos, por las dudas?

—Por supuesto que no; siempre que no interfieran con el chequeo de prevuelo. No tengo problemas en admitir que la idea me intriga. Pero realmente es una pérdida de tiempo; no hay manera de que alguna vez lo apruebe. A menos que David Bowman se me apareciera personalmente.

—Aun así, ¿lo aprobarías, Tanya?

La capitana Orlova sonrió, pero sin mucho humor.

—Sabes, Heywood.... en realidad no estoy segura. Tendría que ser muy persuasivo.

44. DESAPARICION

Era un juego fascinante al que todos se unieron; pero sólo cuando estaban fuera de servicio. Inclusive Tanya contribuía con ideas al "ejercicio intelectual", como insistía en llamarlo.

Floyd era perfectamente consciente de que toda aquella actividad no era generada por el temor a un peligro desconocido, que sólo él consideraba seriamente, sino por la deliciosa perspectiva de retornar a Tierra cuando menos un mes antes de lo que nadie había imaginado. Cualquiera fuese el motivo, él se sentía satisfecho. Había hecho todo lo posible; el resto dependía de los Hados.

Hubo un golpe de suerte, sin el cual todo el proyecto hubiera sido abortado. Leonov, corta y achatada, diseñada para penetrar en forma segura la atmósfera joviana durante la maniobra de frenado, tenía la mitad del tamaño de Discovery, y podía ser montada perfectamente sobre el otro navío más grande. Y la masa de antenas del centro de la nave proporcionaba un excelente punto de amarre, —suponiendo que fuera suficientemente fuerte como para resistir la acción de la masa de Leonov —mientras operaran los impulsores de Discovery.

Durante los días que siguieron, Control de Misión fue sorprendido con extraños pedidos. Análisis sensoriales de ambas naves, bajo cargas específicas; efectos de la fuerza centrípeta; ubicación de puntos inusuales de resistencias máximas y mínimas de los cascos... ésos eran algunos de los problemas más esotéricos que los perplejos ingenieros debían resolver. "¿Algo anda mal?", preguntaban ansiosos.

"En absoluto", respondía Tanya. "Apenas estamos investigando opciones posibles. Agradecemos su cooperación. Fin de transmisión".

Mientras tanto, el programa seguía adelante según lo planeado. Todos los sistemas de ambas naves eran verificados, y puestos a punto para regresar en forma separada; Vasili corría simulaciones de trayectorias de retorno, y Chandra las pasaba a Hal, una vez que probaban ser factibles; a Hal le correspondía la comprobación final del proceso. Y Tanya y Floyd trabajaban amistosamente juntos, orquestando el acercamiento a Hermano Mayor como generales que planeaban una invasión.

Para esto había hecho todo el viaje; y sin embargo Floyd ya no ponía el corazón en el proyecto. Había pasado por una experiencia que no podría compartir con nadie; ni siquiera con aquellos que le creyeran. Aunque cumplía eficazmente con sus obligaciones, la mayor parte del tiempo su mente estaba en otro lugar.

Tanya lo entendía perfectamente.

—Aún sigues teniendo la esperanza de que ese milagro me convenza, ¿no es así?

—O me desengañe a mí... lo que sería igualmente aceptable. Lo que me molesta es la incertidumbre.

—También a mí. Pero no tardaremos en saberlo... de una forma o de otra.

Observó brevemente la pantalla de ubicación, donde brillaba el número 20. Era el bit de información más superfluo de toda la nave, ya que todos sabían de memoria la cantidad de días que faltaban para que se abriera la ventana de lanzamiento. Y para el asalto final a Zagadka.

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