Read Border of a Dream: Selected Poems of Antonio Machado (Spanish Edition) Online
Authors: Antonio Machado
The poorhouse, the old provincial poorhouse,
the great tumbledown home of blackened tiles,
where in the summer martins make their nest
and crows are cawing through the winter nights.
Its gable facing north, the old fortress falls
between two turrets, the sordid building groans
with crackled rooms and grimy outer walls,
a corner of eternal shade. Old poorhouse!
While January sun sends out its feeble rays,
a sad cloudy light over wasted fields,
as day evaporates, some pallid faces
gape from a tiny window, dazed and sick,
to contemplate the blue hills of the range
or the white snow dropping on the cold soil
from the white heavens as onto a grave,
upon the frozen earth the silent snow!
¿Eres tú, Guadarrama, viejo amigo,
la sierra gris y blanca,
la sierra de mis tardes madrileñas
que yo veía en el azul pintada?
Por tus barrancos hondos
y por tus cumbres agrias,
mil Guadarramas y mil soles vienen,
cabalgando conmigo, a tus entrañas.
Camino de Balsaín, 1911
Guadarrama, is it you, old friend,
the sierra gray and white,
the mountains of my Madrid afternoons
when I saw you painted against the blue.
Up through your deep ravines
and through your bitter peaks,
a thousand Guadarramas and a thousand suns
canter with me into your body.
Balsain Road, 1911
Son de abril las aguas mil.
Sopla el viento achubascado,
y entre nublado y nublado
hay trozos de cielo añil.
Agua y sol. El iris brilla.
En una nube lejana,
zigzaguea
una centella amarilla.
La lluvia da en la ventana
y el cristal repiquetea.
A través de la neblina
que forma la lluvia fina,
se divisa un prado verde,
y un encinar se esfumina,
y una sierra gris se pierde.
Los hilos del aguacero
sesgan las nacientes frondas,
y agitan las turbias ondas
en el remanso del Duero.
Lloviendo está en los habares
y en las pardas sementeras;
hay sol en los encinares,
charcos por las carreteras.
Lluvia y sol. Ya se oscurece
el campo, ya se ilumina;
allí un cerro desparece,
allá surge una colina.
Ya son claros, ya sombríos
los dispersos caseríos,
los lejanos torreones.
Hacia la sierra plomiza
van rodando en pelotones
nubes de guata y ceniza.
The thousand waters of April.
The wind blows in squalls,
and between clouds and clouds
are patches of indigo sky.
Water and sun. The rainbow gleams.
In a remote cloud
zigzags
a thread of yellow lightning.
The rain batters the window
and the panes chime.
In the midst of the haze
shaped by the fine drizzle,
a green meadow emerges
and an oak forest blurs
and a mountain ridge is lost.
The threads of a downpour
slant into newborn fronds
and stir up muddy waves
in the backwater of the Duero.
It is raining on the bean fields
and on the brown seeded lands.
There is sun on the oak groves,
puddles along the roadways.
Rain and sun. A darkening
of fields, now they brighten.
Here a slope disappears,
there a hill breaks into light.
Now shining, now somber
the scattered hamlets,
the far castle towers.
Over the leaden earth,
rolling as huge globes,
go clouds of cotton and ash.
Es una tarde mustia y desabrida
de un otoño sin frutos, en la tierra
estéril y raída
donde la sombra de un centauro yerra.
Por un camino en la árida llanura,
entre álamos marchitos,
a solas con su sombra y su locura
va el loco, hablando a gritos.
Lejos se ven sombríos estepares,
colinas con malezas y cambrones,
y ruinas de viejos encinares,
coronando los agrios serrijones.
El loco vocifera
a solas con su sombra y su quimera.
Es horrible y grotesta su figura;
flaco, sucio, maltrecho y mal rapado,
ojos de calentura
iluminan su rostro demacrado.
Huye de la ciudad... Pobres maldades,
misérrimas virtudes y quehaceres
de chubs aburridos, y ruindades
de ociosos mercaderes.
Por los campos de Dios el loco avanza.
Tras la tierra esquelética y sequiza
—rojo de herrumbre y pardo de ceniza—
hay un sueño de lirio en lontananza.
Huye de la ciudad. ¡El tedio urbano!
—¡carne triste y espíritu villano!—.
No fue por una trágica amargura
esta alma errante desgajada y rota;
purga un pecado ajeno: la cordura,
la terrible cordura del idiota.
It is a murky and disturbing afternoon
of a fruitless autumn on the sterile
and worn-out land
where the shadow of a centaur wanders.
Along the road of the arid plain,
amid shrunken poplars,
alone with his madness and shadows
goes the madman, talking in shouts.
Far off the darkening steppes appear,
hills of underbrush and bramble,
and ruins of the old oaks
that crown the raw sierra summits.
The madman screams his head off,
alone with his shadow and his monsters.
His face is horrible and grotesque,
skinny, filthy, battered and unshaven;
boiling eyes
fire his wasted face.
He flees the city and its wretched evils
and awful virtues, the jobs
of bored pimps and the stinginess
of lazy merchants.
Through the fields of God the madman walks.
Across the dry skeleton of earth
—red with iron rust and brown with ash—
a dream of lily in the far horizon.
He flees the city. The urban tedium
of sad flesh and coarse spirit!
This roaming soul is torn and broken,
but not because of a bitter tragedy,
and purged of alien sin, he has the wisdom,
the terrible wisdom, of the idiot.
A Julio Roniero de Torres.
Una larga carretera
entre grises peñascales,
y alguna humilde pradera
donde pacen negros toros. Zarzas, malezas, jarales.
Está la tierra mojada
por las gotas del rocío,
y la alameda dorada,
hacia la curva del río.
Tras los montes de violeta
quebrado el primer albor:
a la espalda la escopeta,
entre sus galgos agudos, caminando un cazador.
to Julio Romero de Torres
A long roadway
between gray cliff sides,
and a lowly meadow
where black bulls graze. Blackberries, thickets, rockroses.
The earth is soaked
with drops of dew,
and rows of gold poplars
along the river curve.
Behind the violet forests
first dawn is breaking.
On his shoulder a shotgun,
between his nimble hounds, a hunter is walking.
Yo, para todo viaje
—siempre sobre la madera
de mi vagón de tercera—,
voy ligero de equipaje.
Si es de noche, porque no
acostumbro a dormir yo,
y de día, por mirar
los arbolitos pasar,
yo nunca duermo en el tren,
y, sin embargo, voy bien.
¡Este placer de alejarse!
Londres, Madrid, Ponferrada,
tan lindos... para marcharse.
Lo molesto es la llegada.
Luego, el tren, al caminar,
siempre nos hace soñar;
y casi, casi olvidamos
el jamelgo que montamos.
¡Oh, el pollino
que sabe bien el camino!
¿Dónde estámos?
¿Dónde todos nos bajamos?
¡Frente a mí va una monjita
tan bonita!
Tiene esa expresión serena
que a la pena
da una esperanza infinita.
Y yo pienso: Tú eres buena;
porque diste tus amores
a Jesús; porque no quieres
ser madre de pecadores.
Mas tú eres
maternal,
bendita entre las mujeres,
madrecita virginal.
Algo en tu rostro es divino
bajo tus cofias de lino.
Tus mejillas
—esas rosas amarillas—
fueron rosadas, y, luego,
ardió en tus entrañas fuego;
y hoy, esposa de la Cruz,
ya eres luz, y sólo luz...
¡Todas las mujeres bellas
fueran, como tú, doncellas
en un convento a encerrarse!...
¡Y la niña que yo quiero,
ay, preferirá casarse
con un mocito barbero!
El tren camina y camina,
y la máquina resuella,
y tose con tos ferina.
¡Vamos en una centella!
On any trip I take
—always on a wooden seat
in a third-class train—
I like to travel light.
On night rides, I don’t keep
my evenings for sleep,
and during the day I like
to see small trees rush by,
so I never sleep on the train
yet I am perfectly fine.
This happiness of breaking away!
London, Ponferrada, Madrid,
so lovely to get rid
of home. Arrival is my dismay.
The train and walking roads
always help me dream
and almost let me forget
the mess we’re climbing through.
Rooster, do you know the way?
Where are we anyway?
Where everyone gets off.
In front of me a young nun.
She is beautiful, her hair in a bun,
her expression is serene.
For one who cannot cope,
her serene gaze
offers infinity of hope.
And I think: You are good,
you gave your loves
over to Jesus, since you don’t care
to be the mother of sinners,
and yet you are
maternal,
blessed among women,
virginal
mother. Something in your face
is holy under the linen veil.
Your cheeks
(those yellow roses)
once were pink, and then
fire burned in your belly;
today you are the cross’s wife.
Now you are light and only light.
All beautiful women were
virgins like you, formed to be
locked up in a nunnery!
And the girl I love,
oh, she’d rather marry
a young bearded guy!
The train bangs on, limping by
as the cars and engine jolt
and cough an iron cough.
We streak in a lightning bolt!
Es una hermosa noche de verano.
Tienen las altas casas
abiertos los balcones
del viejo pueblo a la anchurosa plaza.
En el amplio rectángulo desierto,
bancos de piedra, evónimos y acacias
simétricos dibujan
sus negras sombras en la arena blanca.
En el cenit, la luna, y en la torre,
la esfera del reloj iluminada.
Yo en este viejo pueblo paseando
solo, como un fantasma.
It is a beautiful summer night.
The tall houses leave
their balcony shutters open
to the wide plaza of the old village.
In the large deserted square,
stone benches, burning bush and acacias
trace their black shadows
symmetrically on the white sand.
In its zenith, the moon, and on the tower
the clock’s illuminated globe.
I stroll through this ancient village,
alone like a ghost.
1
Es la tierra de Soria árida y fría.
Por las colinas y las sierras calvas,
verdes pradillos, cerros cenicientos,
la primavera pasa
dejando entre las hierbas olorosas
sus diminutas margaritas blancas.
La tierra no revive, el campo sueña.
Al empezar abril está nevada
la espalda del Moncayo;
el caminante lleva en su bufanda
envueltos cuello y boca, y los pastores
pasan cubiertos con sus luengas capas.
2
Las tierras labrantías,
como retazos de estameñas pardas,
el huertecillo, el abejar, los trozos
de verde obscuro en que el merino pasta,
entre plomizos peñascales, siembran
el sueño alegre de infantil Arcadia.
En los chopos lejanos del camino,
parecen humear las yertas ramas
como un glauco vapor—las nuevas hojas—
y en las quiebras de valles y barrancas
blanquean los zarzales florecidos,
y brotan las violetas perfumadas.
3
Es el campo undulado, y los caminos
ya ocultan los viajeros que cabalgan
en pardos borriquillos,
ya al fondo de la tarde arrebolada
elevan las plebeyas figurillas,
que el lienzo de oro del ocaso manchan.
Mas si trepáis a un cerro y veis el campo
desde los picos donde habita el águila,
son tornasoles de carmín y acero,
llanos plomizos, lomas plateadas,
circuidos por montes de violeta,
con las cumbres de nieve sonrosada.
4
¡Las figuras del campo sobre el cielo!
Dos lentos bueyes aran
en un alcor, cuando el otoño empieza,
y entre las negras testas doblegadas
bajo el pesado yugo,
pende un cesto de juncos y retama,
que es la cuna de un niño;
y tras la yunta marcha
un hombre que se inclina hacia la tierra,
y una mujer que en las abiertas zanjas
arroja la semilla.
Bajo una nube de carmín y llama,
en el oro fluido y verdinoso
del poniente, las sombras se agigantan.
5
La nieve. En el mesón al campo abierto
se ve el hogar donde la leña humea
y la olla al hervir borbollonea.
El cierzo corre por el campo yerto,
alborotando en blancos torbellinos
la nieve silenciosa.
La nieve sobre el campo y los caminos,
cayendo está como sobre una fosa.
Un viejo acurrucado tiembla y tose
cerca del fuego; su mechón de lana
la vieja hila, y una niña cose
verde ribete a su estameña grana.
Padres los viejos son de un arriero
que caminó sobre la blanca tierra,
y una noche perdió ruta y sendero,
y se enterró en las nieves de la sierra.
En torno al fuego hay un lugar vacío
y en la frente del viejo, de hosco ceño,
como un tachón sombrío
—tal el golpe de un hacha sobre un leño—.
La vieja mira al campo, cual si oyera
pasos sobre la nieve. Nadie pasa.
Desierta la vecina carretera,
desierto el campo en torno de la casa.
La niña piensa que en los verdes prados
ha de correr con otras doncellitas
en los días azules y dorados,
cuando crecen las blancas margaritas.
6
¡Soria frío,
Soria pura,
cabeza de Extremadura,
con su castillo guerrero
arruinado, sobre el Duero;
con sus murallas roídas
y sus casas denegridas!
¡Muerta ciudad de señores
soldados o cazadores;
de portales con escudos
de cien linajes hidalgos,
y de famélicos galgos,
de galgos flacos y agudos,
que pululan
por las sórdidas callejas,
y a la medianoche alulan,
cuando graznan las cornejas!
¡Soria fría! La campana
de la Audiencia da la una.
Soria, ciudad castellana
tan bella! bajo la luna.
7
¡Colinas plateadas,
grises alcores, cárdenas roquedas
por donde traza el Duero
su curva de ballesta
en torno a Soria, obscuros encinares,
ariscos pedregales, calvas sierras,
caminos blancos y álamos del río,
tardes de Soria, mística y guerrera,
hoy siento por vosotros, en el fondo
del corazón, tristeza,
tristeza que es amor! ¡Campos de Soria
donde parece que las rocas sueñan,
conmigo vais! ¡Colinas plateadas,
grises alcores, cárdenas roquedas!...
8
He vuelto a ver los álamos dorados,
álamos del camino en la ribera
del Duero, entre San Polo y San Saturio,
tras las murallas viejas
de Soria—barbacana
hacia Aragón, en castellana tierra—.
Estos chopos del río, que acompañan
con el sonido de sus hojas secas
el son del agua, cuando el viento sopla,
tienen en sus cortezas
grabadas iniciales que son nombres
de enamorados, cifras que son fechas.
¡Álamos del amor que ayer tuvisteis
de ruiseñores vuestras ramas llenas;
álamos que seréis mañana liras
del viento perfumado en primavera;
álamos del amor cerca del agua
que corre y pasa y sueña,
álamos de las márgenes del Duero,
conmigo vais, mi corazón os lleva!
9
¡Oh, si! Conmigo vais, campos de Soria,
tardes tranquilas, montes de violeta,
alamedas del río, verde sueño
del suelo gris y de la parda tierra,
agria melancolía
de la ciudad decrépita.
Me habéis llegado al alma,
¿o acaso estabais en el fondo de ella?
¡Gentes del alto llano numantino
que a Dios guardáis como cristianas viejas,
que el sol de España os llene
de alegría, de luz y de riqueza!