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Authors: Neil Strauss

Tags: #Ensayo, Biografía

El método (The game) (60 page)

BOOK: El método (The game)
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—Lo siento, tío —le dije yo. No iba a seguirlo cada vez que se metía en un nuevo lío.

—Seremos tú y yo, Mystery y Style, como en los viejos tiempos —insistió él. Abrió la puerta principal de la mansión y sacó una maleta al rellano al tiempo que pronunciaba uno de esos aforismos con los que siempre intentaba convertir sus derrotas en triunfos—. Donde hay un problema, hay una oportunidad.

—No puedo acompañarte otra vez, Mystery.

Las palabras, pensadas como una disculpa, sonaron como una acusación.

—Lo entiendo —dijo él—. A veces las cosas no salen como uno quiere. A veces seguimos hilos que conducen a lugares equivocados. Quiero que sepas que, aunque últimamente no hayamos estado de acuerdo en todo, siempre seré tu amigo. Conmigo no tienes por qué usar ningún tipo de
técnica
. Disfruta con tu novia y ya encontraremos el momento de volver a pasar tiempo juntos. Eres el hombre más importante de mi vida, Style.

Sentí cómo las lágrimas se formaban en mis ojos.

—Intenta no fastidiarla, ¿vale? —añadió él con una débil sonrisa, intentando dominar a su vez la emoción.

Llegó el taxi y Mystery cerró la puerta de Proyecto Hollywood. La blancura de la puerta tembló ante mis ojos llenos de lágrimas. Me sentía como si estuviera perdiendo un trozo de mí. Por un momento, no podría haber dicho quién de los dos era el más estúpido.

Una semana después, Katya ya se había mudado a la habitación de Herbal y Papa había instalado a dos MDLS en la habitación de Mystery. Uno de ellos era Dreamweaver, un antiguo alumno mío. Al otro era la primera vez que lo veía. Papa planeaba instalar a un tercer MDLS en el vestidor de Mystery. Con la llegada de residentes nuevos y más jóvenes, Proyecto Hollywood cada vez se parecía más a una fraternidad universitaria, sólo que la mayoría de las fraternidades estaban más limpias.

Ahora que Mystery ya no merodeaba por el salón, dispuesto a compartir los detalles de su último desencuentro con cualquiera con el que se cruzaba, la falta de comunicación se tornó todavía más incómoda. Cada vez que yo pasaba por el salón, me encontraba con algún MDLS nuevo que jugaba a algún videojuego tumbado en la moqueta. Pero ellos ni siquiera apartaban la mirada de la pantalla al oírme pasar. No eran MDLS; eran vegetales. Si hacía dos años alguien me hubiera dicho que ése era el estilo de vida que me esperaba, nunca me habría unido a la Comunidad.

Cuando Papa cumplió veinticuatro años, no vino ni una sola mujer a su fiesta; menos aún París Hilton, que huelga decir que nunca había ido a la mansión, tal y como Papa había soñado que lo haría. Los únicos amigos que tenía Papa eran MDLS. Y, por alguna razón, todos ellos me ignoraban. Yo no alcanzaba a comprender qué les había hecho.

Durante la siguiente semana, Tyler Durden, que nunca se había mostrado abiertamente hostil hacia mí, empezó a atacarme en los foros de seducción. Decidí que había llegado el momento de hablar con él sobre el extraño comportamiento de los MDLS de la mansión. Atravesé la cocina, llena de bolsas de basura a rebosar, salí al jardín, donde tan sólo quedaba un charco de lodo en el fondo del
jacuzzi
, y llamé a la puerta trasera de la habitación de Papa.

Tyler Durden estaba sentado delante de su ordenador.

—Quiero hablar contigo sobre lo que ha estado pasando últimamente en la mansión —le dije—. Los chicos se comportan de una manera muy rara conmigo; todavía más rara de lo normal. Y, por lo que dices en los foros, a ti también te sucede algo conmigo. ¿Es porque paso mucho tiempo con Lisa? ¿Es porque ya no salgo a
sargear
?

—Eso ayuda —dijo Tyler Durden—. Pero lo que pasa en realidad es que no le caes bien a nadie. La gente piensa que eres un esnob y que tienes la culpa de muchas de las cosas que han pasado en la mansión. —Aunque eran palabras duras para venir de Tyler Durden, que hasta ahora nunca se había atrevido a criticarme a la cara, en su voz no había resentimiento. De hecho, hablaba con cierto tono paternalista, como un MDLS aconsejando a otro—. Te lo digo porque soy tu amigo y no quiero que te pase lo mismo que a Mystery.

Yo permanecí en silencio. No sabía qué decir. No tenía ni idea de que el resto de los inquilinos de la mansión me vieran así.

—¿Nunca te has parado a pensar por qué Extramask, que antes era tu amigo, empezó a evitarte? —prosiguió él—. Pues lo hizo porque ya no se fiaba de ti. Dreamweaver me ha dicho que no te soporta. Y Maverick tampoco te puede ver.

Pensé en lo que me estaba diciendo. Puede que tuviera razón. El entusiasmo con el que había afrontado mis primeros encuentros con otros MDLS se había ido disipando a medida que vi cómo las
técnicas
se vendían en vez de compartirse y cómo chicos perfectamente normales se convertían en extraños parásitos sociales. Sí, era posible que, aunque yo siempre intentaba ser amable con ellos, notaran mi creciente decepción y alejamiento de la Comunidad.

Aunque, por otra parte, como había dicho Juggler en su momento, la gente tendía a sentirse cómoda conmigo. Siempre había sido una persona amable y de trato fácil; incluso antes de unirme a la Comunidad. No tenía enemigos; o al menos eso creía hasta ese momento.

Cuando salí de la habitación, tras una hora de conversación con Tyler Durden, la cabeza me daba vueltas. No lograba entender por qué me odiaban unos tíos con los que había compartido buena parte de los dos últimos años de mi vida. ¿Qué les había hecho yo?

No tardé en averiguar la respuesta: nada.

CAPÍTULO 12

—¿Qué haces? —le pregunté a Playboy cuando me lo encontré en el salón, metiendo sus libros en cajas.

—Me voy.

Primero Extramask, después Mystery y Sickboy, y ahora Plaboy. Me sentí como si estuviera en un barco que naufragaba.

—¿Tienes un minuto? —me preguntó—. Hay algo que me gustaría decirte antes de irme.

Fuimos a su cuarto. Plaboy cerró la puerta.

—Están intentando crear hielo contigo —me dijo.

—¿Quién?

—Papa y Tyler Durden. Están usando
técnicas
de sargeo contra ti.

—¿De qué estás hablando?

—¿De verdad no tienes ni idea de lo que ha estado pasando en la habitación de Papa? Tyler Durden le ha dicho a todo el mundo que te ignore. Quiere que pienses que todos te odiamos. Quiere hacer que te sientas incomodo en la mansión.

—Pero ¿por qué a querer hacer eso?

—Quiere hacerse con el mando de proyecto Hollywood y no puede hacerlo mientras tú sigas aquí.

Eso explicaba mi conversación con Tyler Durden, la razón por la que quería hacerme creer que todo el mundo estaba en mi contra. Estaba intentando echarme de la casa.

—A ti Tyler no puede controlarme. No eres débil, como Xaneus —continuó diciendo Playboy—. Te ve como una amenaza para sus proyectos económicos porque insistes en que tiene que pagar un alquiler. Y te ve como un amenaza para sus chicas porque te enrollaste con esa chica con la que él estaba sargeando en Las Vegas. Cree que, si te conocen a ti, las chicas con las que sargea perderán interés en él.

—¿Todavía esta molesto por eso?

—Sí, pero creo que la verdadera razon de todo es que Tyler y Papa te asocian con Mystery y, para ellos, Mystery es la competencia. Tienen mentalidad de pandilla de barrio. Piensan en términos de alianzas. Por eso se deshicieron de Mystery y ahora quieren deshacerse de ti. Quieren convertir la mansión en las oficinas y la residencia de la
VDS
.

—No acabo de entenderte. ¿Por qué dices que se deshicieron de Mystery? Fue él quien cavó su propia tumba, ¿no?

—¿Es que no te das cuenta de lo que hicieron ellos? —me preguntó Playboy—. Papa invitó a Katya a pasar la noche en la casa cuando no estaba Herbal y volvió a traerla de nuevo cuando Mystery la echó. Le tendieron un cebo a Mystery y él picó —c on cada frase que pronunciaba Playboy, me sentía como si me estuvieran quitando una venda de los ojos—. Todo lo que dijo Papa sobre Mystery durante la reunión de inquilinos se lo había dicho antes a él Tyler Durden. Tyler es quien mueve los hilos y Papa hace lo que él dice. Yo también hice lo que él nos dijo. Y me equivoqué. Si pudiera volver atrás en el tiempo, votaría que Mystery se quedase. Proyecto Hollywood fue idea suya. Aunque a veces se pasara, tenía derecho a pedir que su ex novia se fuera de la mansión.

Yo también había caído en la trampa que me habían tendido Tyler y Papa. Dominaban hasta tal punto las
técnicas
de manipulación social que habían convocado una reunión para hacerme creer que era yo quien estaba al mando. Papa incluso se había referido a mí como el líder de la mansión. Así habían logrado que pareciese que había sido yo quien tomaba la decisión de echar a Mystery.

—Han jugado conmigo como si fuese una marioneta —dije moviendo la cabeza con incredulidad.

—Y conmigo —dijo Playboy—. Y por eso me voy. Tyler Durden puede convencer a los chicos de que hagan cualquier cosa que les pida; pero a mí ya no. Además, a Tyler no le importan las chicas. Lo que lo motiva es el poder.

¿Cómo podía haber estado tan ciego? Si en Las Vegas yo mismo le había dicho que era el tipo de persona que eliminaba a sus competidores para llegar a lo más alto. Y él ni siquiera lo había negado.

—En la habitación de Papa cada día no dejan de conspirar —continuó diciendo Playboy—. Cada palabra que pronuncia Tyler Durden está calculada de antemano. Cada post que cuelga en un foro tiene un propósito. Los engranajes de la mente de Tyler nunca dejan de girar. Para él, todo es un set. Si Tyler y Papa hasta hablan de «
sets
de tíos» y tienen
técnicas
para conseguir que los alumnos escriban buenas críticas de sus talleres en los foros. Y también tienen
técnicas
para controlarnos a todos los que vivimos en la mansión. Lo primero que hacen cada vez que se incorpora alguien nuevo es volverlo en tu contra.

Al parecer, habíamos creado un precedente peligroso al buscar el modo de controlar las situaciones sociales en bares y discotecas. Habíamos hecho que algunas personas pensaran que todo en la vida era un
set
que, con las
técnicas
adecuadas, podía ser manipulado.

Pero había algo que yo seguía sin entender.

—Si lo que dices es verdad, ¿por qué nos evitaba Papa a Mystery y a mí antes de que Tyler Durten se mudara a la mansión?

—También fue cosa de Tyler —dijo Playboy—. No quería que Papa llevase el negocio de Mystery además del suyo, así que lo volvió en vuestra contra en cuanto os instalasteis en la mansión. También fue idea suya que empezara a entrar a su habitación por la puerta de atrás para evitaros.

Ahora todo tenía sentido. Todo lo que había ocurrido en la mansión, el mal ambiente que se había apoderado de Proyecto Hollywood desde el principio, había sido orquestado por el hombrecito del vestidor. Me sentía como un estúpido.

—Vuestro error fue permitir que Papa se instalara con vosotros en la mansión —aseguro Playboy.

Había algo que aprender de lo ocurrido; ésa quizá fuese la última lección que aprendería en la Comunidad: confía siempre en tus instintos y en tus primeras impresiones. Yo había desconfiado de Tyler Durden y de Papa desde el principio. Papa me había parecido consentido y robotizado, y Tyler insensible y manipulador. Y aunque habían progresado mucho en lo que a su aspecto y al sargeo se refería, Mystery tenía razón: los escorpiones no pueden vivir de espaldas a su naturaleza.

Y, aun así, a pesar de todo, Mystery y yo también teníamos parte de culpa. Nos habíamos aprovechado de Papa para que firmase el contrato de alquiler y pagara la habitación más cara y nunca le habíamos tratado como a un igual.

Un poco más tarde, mientras comprobaba mis correos electrónicos en el ordenador común del salón, me llamó la atención un programa que llevaba por nombre Family Key Logger. De no ser por la paranoia que me había provocado la conversación con Playboy, probablemente lo hubiera ignorado. Pero busqué el nombre del programa en Google y, al ver los resultados, la ira se apoderó de mí. Alguien había instalado un programa que atrapaba cada palabra tecleada en el ordenador y las almacenaba en un archivo de texto. Se suponía que aquel ordenador era para que tanto los residentes como los invitados de Proyecto Hollywood pudieran acceder a Internet. Pero, ahora, quienquiera que hubiera instalado aquel programa tenía las contraseñas, las claves secretas, los números de las tarjetas de crédito y los correos electrónicos privados de todos los que habíamos usado el ordenador.

Llamé a Sickboy a Nueva York. Queria estar seguro de todo antes de hacer nada.

—¿Es verdad lo que me ha dicho Playboy? —le pregunté después de contárselo.

—Sí —me contestó—. Todo lo que te ha dicho es verdad. Antes le hicieron a Mystery lo que te están haciendo ahora a ti. Tyler Durden y Papa nos dijeron que nadie debía hablar con Mystery, que teníamos que crear hielo a su alrededor. Todo formaba parte de un plan preconcebido. Estuvieron días planeando la reunión por la que se fue Mystery. Estaban obsesionados con la idea de deshacerse de él para poder hacerse con el control de Proyecto Hollywood. La mansión forma parte de sus planes de empresa. Por eso me fui yo. Ya no podía soportarlo más.

Durante los siguientes días, hablé con Maverick y con Dreamweaver. Los dos me dijeron lo mismo: Tyler Durden y Papa nos habían tendido una trampa. Al parecer, los discípulos estaban destruyendo a sus maestros.

CAPÍTULO 13

Había un gurú al que todavía necesitaba conocer. No quería que me enseñara a
sargear
, sino que me aconsejara sobre cómo dejar de hacerlo.

Era una especie de presencia espiritual que abrigaba a todos los MDLS, una figura mitológica, como Ulises o el capitán Kirk o un
piercing
HB11. Era Eric Weber, el primer MDLS de la época moderna, el autor de Cómo ligar chicas —el libro con el que había comenzado todo en 1970— y el protagonista de la película del mismo nombre.

Fui a verlo al pequeño estudio de posproducción en el que estaba editando una película que acababa de dirigir. Su aspecto era el de un ejecutivo del mundo de la publicidad de mediana edad. Tenía el pelo canoso y vestía con una camisa abotonada prácticamente hasta el cuello y pantalones negros sin ningún tipo de adorno. Desde luego, ya no se pavoneaba. Tan sólo el brillo de sus ojos evidenciaba que todavía quedaba en él parte de su atrevimiento juvenil.

—¿Sabes que existe una Comunidad de la seducción?

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