Siguieron adelante.
—¿De verdad es tan complicado? —quiso saber Evans.
—Efectivamente —contestó ella—. La nación insular de Vanuatu se compone en realidad de cuatro atolones de coral en el Pacífico sur, con una altitud máxima de siete metros por encima del nivel del mar. Los ocho mil habitantes de esas islas pueden verse obligados a evacuar el país debido al aumento del nivel del mar provocado por el calentamiento del planeta.
—Sí —dijo Evans—. Eso tengo entendido. Pero ¿por qué tienen a tanta gente trabajando en el apartado científico?
Jennifer Haynes lo miró con extrañeza.
—Porque nos proponemos ganar el caso.
—Sí…
—Y no es un caso fácil de ganar.
—¿Qué quiere decir? —preguntó Evans—. Hablamos del calentamiento del planeta. Todo el mundo sabe que el calentamiento del planeta es…
Una voz atronadora sonó en el extremo opuesto del almacén.
—Es ¿qué?
Un hombre calvo y con gafas se acercó a ellos. Tenía un andar desgarbado y hacía honor a su apodo: Águila Calva. Como siempre, John Balder vestía completamente de azul, traje azul, camisa azul y corbata azul. Tenía una actitud intensa, y miró a Evans con los ojos entornados. A su pesar, Evans se sintió intimidado al conocer al famoso litigante.
—Peter Evans, de Hassle & Black —se presentó, tendiéndole la mano.
—¿Y trabaja con George Morton?
—Sí, así es.
—Estamos en deuda con el señor Morton por su generosidad.
Nos esforzamos por ser dignos de su apoyo.
—Se lo comunicaré, señor Balder.
—No me cabe duda. Hablaba usted del calentamiento del planeta, señor Evans. ¿Le interesa el tema?
—Sí, como a cualquier ciudadano consciente del mundo.
—Coincido con usted, desde luego. Pero dígame: tal como usted lo entiende, ¿qué es el calentamiento del planeta?
Evans procuró ocultar su sorpresa. No esperaba verse sometido a un examen.
—¿Por qué lo pregunta?
—Se lo preguntamos a todos los que vienen aquí. Intentamos sondear el nivel general de conocimiento sobre el tema. ¿Qué es el calentamiento del planeta?
—El calentamiento del planeta es el aumento de temperatura de la tierra debido al consumo de combustibles fósiles.
—En realidad eso no es correcto.
—¿Ah, no?
—Ni de cerca. Quizá quiera intentarlo otra vez.
Evans guardó silencio. Era evidente que estaba interrogándolo una mente jurídica precisa y exigente. Conocía de sobra su funcionamiento, de la época en la facultad de derecho. Pensó por un momento y eligió las palabras con cuidado.
—El calentamiento del planeta es… esto… el aumento de temperatura de la superficie terrestre debido al exceso de dióxido de carbono en la atmósfera que se produce como consecuencia del consumo de combustibles fósiles.
—Tampoco es correcto.
—¿Por qué?
—Por varias razones. Como mínimo, cuento cuatro errores en la afirmación que acaba de hacer.
—No lo comprendo —dijo Evans—. Mi afirmación… El calentamiento del planeta es eso.
—En realidad no lo es —rectificó Balder con tono cortante y autoritario—. El calentamiento del planeta es la teoría…
—Ahora ya no es precisamente una teoría…
—Sí, es una teoría —insistió Balder—. Créame, ojalá no fuese así. Pero de hecho el calentamiento del planeta es la teoría de que el incremento de los niveles de dióxido de carbono y determinados gases
está causando
un incremento de la
temperatura media
de la
atmósfera
terrestre como consecuencia del llamado «efecto invernadero».
—Bueno, está bien —dijo Evans—. Es una definición más exacta, pero…
—Señor Evans, ¿he de dar por supuesto que cree usted en el calentamiento del planeta?
—Naturalmente.
—¿Cree con convicción?
—Claro. Como todo el mundo.
—Cuando uno tiene una firme convicción, ¿no le parece que es importante expresarla de manera precisa?
Evans empezaba a sudar. Ciertamente tenía la sensación de hallarse de nuevo en la facultad de derecho.
—Bueno, señor Balder, supongo que… en realidad no en este caso. Porque cuando se hace referencia al calentamiento del planeta, todo el mundo sabe de qué hablamos.
—¿Todo el mundo lo sabe? A mí me parece que ni siquiera usted sabe de qué está hablando.
Evans sintió un arrebato de ira. Sin poder contenerse, repuso a bocajarro:
—Oiga, solo porque quizá no pueda expresar los sutiles detalles científicos…
—A mí no me preocupan los detalles, señor Evans, me preocupa el
núcleo
de sus convicciones. Sospecho que esas convicciones carecen de fundamento.
—Con el debido respeto, eso es absurdo. —Contuvo la respiración—. Señor Balder.
—¿Quiere decir que sí tiene un fundamento?
—Claro que sí.
Balder lo miró con semblante pensativo. Parecía satisfecho de sí mismo.
—En ese caso, puede usted sernos de gran ayuda en esta demanda. ¿Le importaría concedernos una hora de su tiempo?
—Esto… supongo que no.
—¿Le importaría que lo grabásemos en vídeo?
—No, pero… ¿por qué?
Balder se volvió hacia Jennifer Haynes, que explicó:
—Intentamos establecer una línea básica de lo que una persona bien informada como usted sabe acerca del calentamiento del planeta. Para ayudamos a perfeccionar nuestra exposición al jurado.
—¿Una especie de jurado imaginario de un solo miembro?
—Exactamente. Ya hemos entrevistado a varias personas.
—Muy bien —contestó Evans—. Supongo que podría dedicarle un rato en algún momento.
—Ahora es buen momento —dijo Balder. Se volvió hacia Jennifer—. Reúne a tu equipo en la sala cuatro.
—Claro que me gustaría colaborar —dijo Evans—, pero he venido aquí a formarme una impresión general…
—¿Porque ha oído que hay problemas con la demanda? No los hay. Pero sí hay retos considerables —matizó Balder. Consultó su reloj—. Tengo una reunión. Pase un rato con la señorita Haynes, y cuando acaben, hablaremos del litigio tal como yo lo veo. ¿De acuerdo?
Evans no tenía más remedio que estar de acuerdo.
En una sala de reuniones, lo sentaron a la cabecera de una mesa larga, enfocado por una videocámara situada en el extremo opuesto. «Igual que prestar declaración bajo juramento», pensó.
Cinco personas jóvenes entraron en la sala y tomaron asiento en torno a la mesa. Todos vestían de manera informal, con vaqueros y camisetas. Jennifer Haynes los presentó tan deprisa que Evans no llegó a registrar sus nombres. Ella explicó que todos eran estudiantes de posgrado de distintas disciplinas científicas.
Mientras se preparaban, Jennifer ocupó una silla juma a la de Evans y dijo:
—Lamento que John lo haya tratado con tan poca delicadeza.
Se siente muy frustrado y está bajo una gran presión.
—¿Por el caso?
—Sí.
—¿Qué clase de presión?
—Esta sesión le permitirá formarse una idea de los problemas a que nos enfrentamos. —Se volvió hacia los demás—. ¿Estáis listos?
Los otros asintieron con la cabeza y abrieron sus cuadernos.
La luz de la cámara se encendió.
—Entrevista a Peter Evans —comenzó Jennifer—, de Hassle & Black. Martes, veinticuatro de agosto. Señor Evans, nos gustaría revisar sus puntos de vista sobre las pruebas que confirman el calentamiento del planeta. Esto no es un examen; sencillamente nos gustaría conocer con claridad lo que usted piensa sobre el tema.
—De acuerdo —dijo Evans.
—Empecemos de una manera informal. Cuéntenos qué sabe de las pruebas en que se basa la teoría del calentamiento del planeta.
—Bueno —contestó Evans—, sé que las temperaturas de todo el planeta han aumentado de manera espectacular a lo largo de los últimos veinte o treinta años como resultado del incremento de dióxido de carbono emitido por la industria al quemar combustibles fósiles.
—Muy bien. Y cuando habla de un espectacular aumento de la temperatura, ¿a cuánto se refiere?
—Alrededor de medio grado, diría.
—¿Fahrenheit o Celsius?
—Celsius.
—¿Y dicho aumento se ha producido en el transcurso de veinte años?
—Veinte o treinta, sí.
—¿Y antes de eso, a lo largo del siglo XX?
—Las temperaturas también subían, pero no lo hacían tan deprisa.
—Muy bien —dijo ella—. Ahora voy a enseñarle un gráfico…
Sacó un gráfico
[2]
adherido a una placa de espuma de poliestireno:
Fuente:
giss.nasa.gov
—¿Le resulta familiar? —preguntó Jennifer Haynes.
—Lo había visto alguna vez —respondió Evans.
—Procede de la base de datos NASA-Goddard utilizada por las Naciones Unidas y otras organizaciones. ¿Considera a las Naciones Unidas una fuente fidedigna?
—Sí.
—¿Podemos, pues, pensar que este gráfico es preciso? ¿Imparcial? ¿Que no está al servicio de ninguna empresa?
—Sí.
—Bien. ¿Sabe qué representa este gráfico?
Evans podía interpretado sin mayores dificultades.
—Son las temperaturas globales medias de todas las estaciones meteorológicas del mundo en los últimos ciento y pico años.
—En efecto —dijo ella—. ¿Y cómo interpreta este gráfico?
—Bueno, demuestra lo que yo describía hace un momento. —Señaló la línea roja—. Las temperaturas mundiales han aumentado desde alrededor de 1890, pero suben de manera más marcada hacia 1970, cuando la industrialización es más intensa, y he ahí la auténtica prueba del calentamiento del planeta.
—Muy bien —dijo ella—. ¿Y qué causó ese rápido incremento de la temperatura a partir de 1970?
—El aumento de los niveles de dióxido de carbono originado por la industrialización.
—Bien. En otras palabras, cuando el dióxido de carbono aumenta, la temperatura aumenta.
—Sí.
—De acuerdo. Ha comentado que la temperatura empezó a subir en 1890 hasta más o menos 1940 y aquí vemos que así fue. ¿Qué causó ese aumento? ¿El dióxido de carbono?
—Mmm… no estoy seguro.
—Porque en 1890 la industrialización era mucho menor y, sin embargo, ya ve cómo suben las temperaturas. ¿Aumentaba el dióxido de carbono en 1890?
—No estoy seguro.
—En realidad sí. Aquí tiene otro gráfico que muestra los niveles de dióxido de carbono y temperatura.
Fuente:
giss.nasa.gov
—Bien —dijo Evans—. Es lo que cabía esperar. El dióxido de carbono aumenta y hace subir las temperaturas.
—De acuerdo. Ahora quiero que concentre su atención en el período 1940-1970. Como ve, durante este período las temperaturas globales de hecho decrecieron. ¿Lo ve?
—Sí…
Fuente:
giss.nasa.gov
—Permítame mostrarle un segmento correspondiente a ese período. —Sacó otro gráfico—. Este es un período de treinta años. Un tercio de siglo durante el que las temperaturas descendieron. Los cultivos se vieron perjudicados por la escarcha en verano; en Europa los glaciares avanzaron. ¿Qué causó ese descenso?
—No lo sé.
—¿Aumentaba el nivel de dióxido de carbono en ese período?
—Sí.
—Así pues, si el aumento del dióxido de carbono es la causa del aumento de las temperaturas, ¿por qué no provocó la subida de las temperaturas entre 1940 y 1970?