Memorias (65 page)

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Authors: Isaac Asimov

Tags: #Biografía

BOOK: Memorias
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A veces Marty y yo trabajamos solos, pero por lo general, somos tres. Este tercero, la mayoría de las veces es Charles E. Waugh, profesor de psicología de una universidad de Maine. (Es curioso que los tres co-editores de docenas de antologías de ciencia ficción seamos todos profesores.) Charles es un individuo alto y tímido con el que he estado en muy pocas ocasiones. Es terriblemente educado y no puedo conseguir que me llame Isaac. Tiene una mujer encantadora que está loca por los ositos de peluche y una hija de concurso de belleza, a la que nunca me han permitido conocer.

Entre nosotros las cosas funcionan del siguiente modo. El conocimiento de la ciencia ficción de Charles es casi tan enciclopédico como el de Marty. Juntos eligen las narraciones para una antología determinada y preparan fotocopias. Me las envían y las leo cuidadosamente puesto que tengo derecho a veto y cualquier historia que no me guste es eliminada de inmediato. No obstante, debo admitir que evito hacer uso de este veto. Una narración puede no gustarme y, sin embargo, estar bien escrita, y debo anteponer la calidad literaria a mis propios gustos.

Entonces, escribo una introducción más o menos detallada para la antología y, muy a menudo, encabezamientos para cada relato. Marty se ocupa de los detalles legales y financieros, como ya he dicho.

Nos repartimos el porcentaje del editor en dos mitades iguales si Marty y yo trabajamos juntos y en tercios iguales si Charles también participa. Yo lo considero una estupenda división del trabajo.

Aunque las antologías no requieren tanto tiempo como un libro normal de los que escribo, necesitan más dedicación que muchos de mis libros cortos para jóvenes. Así que las añado a mi lista de obras, pero también soy honesto en este aspecto. Cuando hace falta, digo: “He publicado cuatrocientos cincuenta y un libros de los que ciento dieciséis son antologías de relatos de otros escritores.”

No obstante, debo subrayar otro aspecto. Parece que algunas personas creen que mi única función en estas antologías es la de dejar que se utilice mi nombre y cobrar. No es cierto. Si una antología aparece en mi lista, quiere decir que he participado activamente en ella.

Hay libros en cuya portada aparece mi nombre en los que no he trabajado, no he elegido los relatos, ni he realizado funciones editoriales. Éstos no aparecen en mi lista de libros. Si he escrito la introducción de un libro pero no he hecho ningún trabajo editorial, no lo añado a la lista. Todos los libros citados son obras en las que he trabajado como escritor, editor o ambas cosas.

Pero ¿por qué participo en todas estas antologías? ¿Para qué sirven todas estas colecciones interminables de viejas narraciones?

Recuerde que muchos relatos cortos de ciencia ficción (incluso los muy buenos) se pierden en el olvido, los números de las revistas en las que aparecen terminan en algún vertedero y las colecciones en las que pueden haber aparecido en forma de libro a menudo están agotadas y no disponibles. Las antologías recuperan estas viejas narraciones para un público que nunca las ha leído, así como para algunos que las leyeron hace una o más décadas y que ahora quisieran tener la oportunidad de volver a leerlas. Además, los escritores cuya mejor época ya pasó, tienen la oportunidad de presentar de nuevo ante los lectores sus primeros relatos, algo que reanimará su fama y les permitirá ganar algo de dinero extra.

Estoy dispuesto a prestar mi nombre y a trabajar por cosas de este tenor. Me siento muy afortunado por ser uno de los pocos autores cuyos libros continúan vendiéndose y cuyos relatos, por muy antiguos que sean, continúan reimprimiéndose. Para mí es un placer, e incluso una obligación, hacer lo que pueda para ayudar a otros escritores no tan bien situados como yo.

Y es Marty quien me permite hacerlo, y quien trabaja en cientos de antologías en las que yo no intervengo. Por muy apreciado que sea por editores, autores y lectores, no puedo dejar de pensar que no se le reconoce lo suficiente.

132.
Isaac Asimov’s Sciencie Fiction Magazine

A principios de 1976 llevaba cuatro años escribiendo relatos de los viudos negros para
EQMM
.

El editor de la revista es Joel Davis, un tipo no muy alto, pero delgado y bastante guapo, algo que no ha cambiado aunque su pelo se haya vuelto gris con el tiempo. Siempre me ha parecido una persona muy correcta que se sorprendía por mis repentinas salidas de tono pero que, en cierto modo, se ha acostumbrado a ellas.

Uno de los ejecutivos de Davis Publications asistió a una convención de
Star Trek
en atención a sus hijos y le sorprendió el gran número y el enorme entusiasmo de los asistentes. Así que pensó que una revista de ciencia ficción podría hacer ganar mucho dinero a Davis Publications.

En esto, no tenía toda la razón. No se dio cuenta de que la gran mayoría de los
trekkies
estaban interesados en la ciencia ficción visual y no en la escrita. No obstante, los resultados no fueron catastróficos así que no necesitamos preocuparnos por eso.

El ejecutivo vendió su idea a Joel y éste la considero. Tenía dos revistas de ficción, ambas de misterio:
Ellery Queen’s Mistery Magazine
y
Alfred Hithcock’s Mistery Magazine
. Si lanzaba una revista de ciencia ficción quería un nombre para su cabecera que preservara esta simetría, y deseaba, por supuesto, que fuera un nombre famoso en ese campo.

Era inevitable que Joel pensaba en mí, el único escritor de ciencia ficción que llamó su atención puesto que yo flirteaba ruidosa y escandalosamente con Eleanor Sullivan, la atractiva directora editorial de
EQMM
, siempre que visitaba la revista.

Así que el 26 de febrero de 1976, Joel me llamó a su oficina y me dijo que pensaba crear una nueva revista que se llamaría
Isaac Asimov’s Science Fiction Magazine
(I
ASF
M).

Puse varias objeciones, que cito a continuación:

1. No tenía talento, ni tiempo, ni ganas de dirigir y sencillamente no me iba a encargar de la dirección de una revista.

2. Amigos míos dirigían revistas, en particular Ben Bova, que era el director de
Analog
y Edward Ferman, que lo era de
F&SF
. ¿Cómo iba a competir con mis amigos?

3. Tenía una columna mensual de ciencia en
F&SF
, que de ninguna manera podía abandonar, ni siquiera por la oportunidad de hacer una columna similar en
IASFM
. No expliqué esto con demasiado detalle porque me había dado cuenta de que hablar de la importancia de la lealtad provoca cierta incredulidad o diversión en mis interlocutores.

4. Los autores se negarían a escribir para una revista que llevara el nombre de un compañero. Si lo hicieran, se sentirían infravalorados.

Con paciencia, Joel deshizo todas mis objeciones. No tendría que dirigir. Elegiríamos a un director que haría el trabajo real y yo me limitaría a escribir el editorial de cada número y a llevar la sección de cartas al director. De esta manera daría un toque Asimov a la revista, que era todo lo que él quería.

Aceptaba que yo siguiera con mi columna científica en
F&SF
, puesto que era de no ficción, si yo aceptaba presentar primero en I
ASF
M todos mis relatos de ciencia ficción.

Afirmó que puesto que los escritores de relatos de misterio estaban dispuesto a escribir para Ellery Queen y Alfred Hitchcock, los de ciencia ficción no se negarían a hacerlo para Isaac Asimov.

Con esto quedaban sólo los sentimientos de Ben Bova y Ed Ferman y les consulté a cada uno por separado. Ambos dijeron lo mismo. Otra revista más reforzaría el género suministrando otro mercado importante para los escritores. Puesto que esto fomentaría la literatura de ciencia ficción, el número de contribuciones importantes a las tres revistas aumentaría.

A pesar de todo, yo dudaba, y Joel necesitó grandes dosis de persuasión para hacerme firmar el correspondiente contrato. El primer número de la revista, con fecha de primavera de 1977, apareció en los quioscos a mediados de diciembre de 1976.

Menciono esto porque en 1986 el escritor británico Brian Aldiss escribió una historia de la ciencia ficción en la que criticaba mi obra. No me importó. Es muy dueño de satisfacerse a sí mismo de esta manera si eso le hace sentirse mejor.

Sin embargo, también afirmaba de forma insultante que yo había logrado engatusar a alguien para lanzar una revista con mi nombre. No puedo citar sus palabras exactas puesto que me deshice del libro después de leer esto. No obstante, le escribí a él y a su editor, profundamente indignado, ya que quien me había engatusado era Joel y no yo a él. El 5 de enero de 1987 recibí su carta de disculpa. Era todo lo que yo quería, y a partir de entonces me olvidé del asunto.

La revista apareció cuando ya hacía mucho tiempo que no se había lanzado una nueva publicación. Los éxitos anteriores más recientes habían sido
Galaxy
, que apareció en 1950, e
If
, que salió a la calle en 1952, y que con el tiempo se convirtió en una revista hermana de la anterior. No obstante,
If
había dejado de publicarse hacía unos pocos años, y
Galaxy
iba camino a su desaparición.
Amazing
no era más que una leve sombra de lo que fue y también estaba a punto de morir. Aparecieron muchas otras revistas que aguantaron durante un tiempo breve y después dejaron de publicarse. En 1976, sólo quedaban dos grandes revistas, las dos a las que había consultado antes de empezar la mía:
Analog
y
S&SF
.

Además, todo el sector en general estaba en declive, en parte debido al ascenso de la televisión, que retiró a los lectores menos convencidos como público de las revistas, y también porque la llegada de cientos de novelas en rústica, colecciones y antologías suponía una mayor competencia.

Por tanto, había muy pocas razones para pensar que
IASFM
fuera a tener éxito y, puesto que no soy un farsante, lo decía en el editorial que escribí para el primer número. (Yo podía decir algo así, por supuesto, pero no los demás. El editor de una revista de aficionados predijo que
IASFM
no duraría más de seis números, con lo cual le dije rápidamente a Joel que hiciera todo lo posible, incluso si estaba perdiendo dinero, para publicar siete.)

No hubo ningún problema. La revista está en el decimocuarto año de su publicación y el último número que tengo por el momento es el ciento cincuenta y ocho. Empezó como revista trimestral durante su primer año, pasó a ser bimestral el segundo y mensual en el tercero. En la actualidad se publica cada cuatro semanas, por tanto hay trece números al año.

Y yo he cumplido con mi parte. He escrito un editorial de mil quinientas palabras en cada número y he leído todas las cartas al director, he elegido cuáles publicar y he escrito una respuesta para cada una de ellas. Aparezco en las oficinas todos los martes por la mañana para recoger las cartas, entregar los editoriales (junto con los relatos que escribo para la revista tan a menudo como puedo) y discutir los problemas, si es que hay alguno.

Joel estaba tan satisfecho con la ciencia ficción que compró
Analog
el 20 de febrero de 1980 y fue tan inteligente que mantuvo a su excelente director, Stanley Schmidt. Creo que compraría también
F&SF
si estuviese a la venta. Joel mantuvo su palabra, dicho sea de paso. Durante los más de trece años de existencia de la revista, he seguido escribiendo mi artículo para
F&SF
. La situación ha ayudado, lo creo firmemente, a
F&SF
sin dañar a
IASFM
.

Por lo que a los editoriales se refiere, no he fallado en un solo número y nunca he temido quedarme sin nada que decir. Los lectores preguntan si los directores quieren de verdad escribir el editorial alguna vez, pero no quieren. Es una tarea que no quieren emprender, y más les vale, porque (si le digo la verdad) no les dejaría hacerlo. Los editoriales son míos y además me encanta escribirlos.

En ellos a veces hablo sobre alguna etapa de la obra literaria, a veces sobre ciencia ficción. A menudo son muy personales, hasta el punto de que algunos de mis lectores empiezan a quejarse de mi ego.

De vez en cuando, tomo partido en algún tema controvertido. John Campbell solía hacerlo continuamente, para mi desesperación, ya que era un conservador recalcitrante y a mí me desagradaban sus enfoques partidistas. Yo soy un liberal convencido y mi parcialidad no me molesta en absoluto. No obstante, molesta a algunos lectores, pero creo que un poco de controversia es bueno, incluso esencial, en una sociedad plural como la nuestra, y no dudo en hacer que se publiquen cartas que están en franco desacuerdo conmigo o que incluso contienen algunas observaciones nada halagadoras sobre mí.

Conseguí la mayor reacción cuando confesé que aborrecía el rock-and-roll. Los amantes de este ruido vil se vengaron de mí con creces. Por otro lado, en cierta ocasión, hice el inocente comentario de que los caballos olían (que huelen) y recibí cartas de indignados amantes de los caballos.

No quiero dar la impresión de que soy responsable del éxito de la revista, aunque espero haber contribuido a él de algún modo. El mérito corresponde a los directores.

El primero de ellos y su fundador fue George Scithers, un importante seguidor de la ciencia ficción y un editor aficionado, que había dirigido la Convención de Washington en 1963, en la que recibí mi primer Hugo. Convirtió la revista en una entidad viable desde el principio, haciendo destacar a nuevos escritores tan buenos como John Varley, Barry Longyear y Somtom Sucharitkul. También potenció mucho los relatos muy cortos humorísticos y se alejó de lo oscuro y sensacionalista. El 4 de septiembre de 1978, cuando sólo habían aparecido cuatro números de la revista, George ganó el Hugo al mejor director del año.

Por desgracia, nunca se entendió bien con Joel en algunos aspectos. Entre ellos no había química. Después de cuatro años, George decidió que la revista estaba en marcha y que ya no le necesitaba. A Joel le sustituyó Kathleen Moloney, relativamente desconocida en este campo, que permaneció sólo un año en el puesto hasta que encontró un trabajo que le gustaba más. A ella le sucedió Shawna McCarthy, que había sido directora ejecutiva con los dos primeros. Shawna me defraudó justo cuando me estaba animando sólo con pensar que tendría a una joven irlandesa con la que flirtear; me dijo que, a pesar de su nombre y de su aspecto, era judía. Dio a la revista una nueva orientación, enfatizando los aspectos experimentales y más modernos.

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