«La gente niega la realidad. Luchan contra los sentimientos reales causados por circunstancias reales. Edifican mundos imaginarios de lo que habría de ser, lo que tendría que ser y lo que pudiera haber sido. Los cambios reales empiezan por la percepción real y la aceptación de lo que es. Entonces es posible una acción realista».
Son palabras de David Reynolds, exponente norteamericano de la psicoterapia japonesa a lo Morita. Él se refiere a la conducta personal, pero sus comentarios son aplicables al comportamiento económico de las naciones.
Antes o después, Estados Unidos tiene que enfrentarse al hecho de que el Japón se ha convertido en la primera nación industrial del mundo. Los japoneses tienen el promedio de vida más largo, el índice más alto de empleo y de alfabetización y la menor diferencia entre ricos y pobres. Sus productos manufacturados tienen la calidad más alta. Los japoneses disponen de los mejores alimentos. La realidad es que un país del tamaño de Montana, con la mitad de nuestra población, tendrá muy pronto una economía igual a la nuestra.
Pero ellos no han conseguido hacer las cosas a nuestra manera. El Japón no es un país industrializado occidental sino que está organizado de modo muy diferente. Y los japoneses han inventado un nuevo estilo de comercio, el comercio beligerante, el comercio entendido como guerra, el comercio dirigido a aniquilar a la competencia. Y esto es algo que, desde hace décadas, los norteamericanos no han conseguido entender. Estados Unidos insiste en que el Japón haga las cosas a nuestra manera. Pero ellos responden invariablemente: ¿Por qué tenemos que cambiar
nosotros
si nos va mejor que a vosotros? Y así es, desde luego.
¿Cuál debería ser la respuesta norteamericana? Es absurdo condenar al Japón por tener éxito, o sugerir que los japoneses vayan más despacio. A ellos esta reacción de los norteamericanos les parece un lloriqueo infantil, y tienen razón. Lo apropiado es que Estados Unidos despierte, vea al Japón con claridad y actúe con realismo.
A la postre, esto supondrá grandes cambios en Estados Unidos. Pero, en una relación bilateral, ha de ser forzosamente la parte más débil la que se adapte. Y ahora, en cualquier discusión económica con el Japón, la parte más débil, indiscutiblemente, es Estados Unidos.
Hace un siglo, cuando la flota norteamericana del almirante Perry abrió la nación, el Japón era una sociedad feudal. Los japoneses se dieron cuenta de que tenían que cambiar, y cambiaron. A partir de 1860, abrieron, las puertas a miles de especialistas occidentales para que les aconsejaran sobre la manera de cambiar su Gobierno y sus industrias. Toda la sociedad experimentó una revolución. Y otra convulsión, no menos trascendental, se produjo después de la Segunda Guerra Mundial.
En ambos casos, los japoneses afrontaron el desafío y vencieron. Ellos no dijeron: que los norteamericanos compren nuestras tierras y nuestras instituciones. Quizás ellos nos enseñen a trabajar mejor. En absoluto. Los japoneses invitaron a miles de especialistas a visitarles… y después los enviaron otra vez a casa. Eso deberíamos hacer nosotros. Los japoneses no son nuestros salvadores. Los japoneses son nuestros competidores. No debemos olvidarlo.
Por el asesoramiento y ayuda prestados durante mi trabajo de documentación, doy las gracias a Nina Bastón, James Flanigan, Ken Reich y David Shaw, todos, del
Los Ángeles Times
, Steve Clemons, de la Japan America Society of Southern California; senador Albert Gore; Jim Wilson, del Jet Propulsión Laboratory; Kevin O’Connor, de la «Hewlett Packard»; teniente Fred Nixon, del Departamento de Policía de Los Ángeles; Ron Insana, de la «CNBC/FNN», y a Keith Manasco. Por sus sugerencias y correcciones de varios puntos del manuscrito estoy en deuda con Mike Backes, Douglas Crichton, James Fallows, Karel van Wolferen y Sonny Mehta. Valery Wright condujo el manuscrito a través de revisiones que parecían interminables; Shinoi Osuka me prestó su competente ayuda en el texto japonés y Roger McPeek me permitió valerme de sus conocimientos de la tecnología del vídeo y de los sistemas de seguridad del futuro.
El tema de las relaciones nipo-norteamericanas es muy polémico. Deseo hacer constar que las opiniones expresadas en mi novela son mías y no deben atribuirse a ninguna de las personas mencionadas.
Esta novela cuestiona la premisa tradicional de que la inversión extranjera en la alta tecnología norteamericana es intrínsecamente buena y que, por lo tanto, debe permitirse que continúe sin reservas ni limitaciones. Yo sugiero que las cosas no son tan simples.
Aunque este libro es una obra de ficción, mi forma de abordar la conducta económica del Japón y la deficiente respuesta de Norteamérica, se basa en un fondo de opinión experta bien asentado, gran parte del cual se relaciona en la bibliografía. Durante el proceso de preparación de esta novela, me surtí en abundancia de numerosas de las fuentes que se relacionan a continuación.
Espero que el lector se sienta impulsado a profundizar en el tema, leyendo a autores más competentes. Yo relaciono los textos principales siguiendo un orden aproximado de accesibilidad y pertinencia a las cuestiones que se plantean en la novela.
Clyde V. Prestowitz, Jr.,
Trading Places: How We are Giving Our Future to Japan and How to Reclaim It
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James Fallows,
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(Boston: Houghton Mifflin, 1989).
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, Mayo 1989, pp. 40-54.
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Robert Kuttner,
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Made in America: Regaining the Productive Edge;
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Agents of Influence
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Japanese Companies in American Communities: Corporation, Conflict and the Role of Corporate Citizenship
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Barbarians at the Gate: The Fall of RJR Nabisco
(Nueva York: Harper & Row, 1990).
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Scale and Scope: The Dynamics of Industrial Capitalism
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Taking Japan Seriously: A Confucian Perspective on Leading Economic Issues
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MICHAEL CRICHTON (Chicago, Illinois, 23 de octubre de 1942 - Los Ángeles, California, 4 de noviembre de 2008) fue un médico, escritor y cineasta estadounidense, considerado el iniciador del estilo narrativo llamado
tecno-thriller
.
Se han vendido más de 150 millones de copias literarias de sus obras, la mayoría best-sellers, que han sido traducidas a más de treinta idiomas y de las cuales doce se han llevado al cine, a destacar
Devoradores de cadáveres
(1973),
Parque Jurásico
(1990) o
Twister
(1996).
Quizá principalmente conocido por ser el padre de
Parque Jurásico
, lo es también de la prestigiosa serie de televisión,
ER
(
Urgencias
). Es la única persona que ha tenido: el libro número uno (
Acoso
), la película número uno (
Parque Jurásico
) y la serie de televisión número uno (
Urgencias
-
ER
), en el mismo instante.
[1]
En español, en el original.
<<
[2]
University of South California.
<<
[3]
Instituto Tecnológico de Massachussets.
<<
[4]
En español, en el original.
<<