Trilogía de la Flota Negra 2 Escudo de Mentiras (18 page)

BOOK: Trilogía de la Flota Negra 2 Escudo de Mentiras
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—Esperaré hasta que estés preparada para hablar de ello.

Luke pensó que eso había puesto fin a la conversación. Oyó cómo Akanah cambiaba de postura y se la imaginó acostada de lado, con la cabeza apoyada sobre sus brazos cruzados. Después se sorprendió cuando le oyó pronunciar su nombre.

—¿Sí?

—¿Qué posibilidades crees que hay de que alguien nos esté buscando en Teyr?

—No puedo darte una cifra exacta, aunque me imagino que estaría por encima del cero —replicó Luke—. Pero tendremos cuidado. Y ahora, duérmete de una vez.

Akanah no discutió o respondió, y Luke también se quedó callado y se preguntó por qué tenía la sensación de que ninguna de sus preguntas había sido respondida, y de que las más importantes nunca habían llegado a ser formuladas.

Teyr tenía de burocrático todo lo que Lucazec había tenido de rústico.

Situado cerca del punto en el que se cruzaban tres rutas espaciales muy concurridas y luciendo un espectacular cañón de cuatro mil kilómetros de longitud como si fuese la cicatriz de un duelo, Teyr era uno de los mundos de la Nueva República que estaban conociendo un proceso de desarrollo más rápido y explosivo. Temiendo un crecimiento incontrolado, los líderes de Teyr hacían cuanto estaba en sus manos para desanimar a los inmigrantes mediante un laberinto de reglas, una serie de obstáculos progresivamente más altos a las solicitudes de inmigración y un Cuerpo de Servicios Ciudadanos decididamente quisquilloso. El lema turístico extraoficial era «Venga a ver el espectacular Abismo de Teyr..., y luego váyase a casa».

Luke y Akanah todavía se estaban aproximando al planeta cuando se les ofreció la nada atractiva elección entre dejar su nave en una de las vastas zonas de estacionamiento orbital y bajar hasta la superficie en una lanzadera, o pagar cuatro veces la suma que eso les habría costado bajo la forma de tarifas de descenso para posar el esquife en el espaciopuerto de Teyr que escogieran.

—La idea de estar ahí abajo y tener que depender de terceras personas para volver a subir hasta nuestra nave no me gusta nada —dijo Luke—. Si alguien decide que quiere retrasar nuestra partida, creo que tendríamos más posibilidades de escapar si no tenemos que saltar desde tan arriba.

—Pero ya sabes que no dispongo de esas cantidades de dinero, Luke —protestó Akanah.

—Creo que Li Stonn es el hombre ideal para enfrentarse a este tipo de situación —dijo Luke. Obsequió a Akanah con una fugaz sonrisa maliciosa que desapareció bajo su disfraz de vejez, y después pulsó la tecla de comunicación—. Control de Vuelo de Teyr, aquí la
Babosa del Fango
, deseo solicitar la autorización para el descenso.

—Recibido,
Babosa del Fango
. Su número de cola es alfa-tres-nueve. Confirme la recepción.

—Confirmado, alfa-tres-nueve —dijo Luke—. Oiga, ¿podrían decirme si hay alguna posibilidad de que se nos permita bajar en Turos Noth? Vamos a reunimos con unos amigos y...

—Todos los puntos de descenso son asignados basándose en el espacio disponible y según los protocolos estándar. Todos los espaciopuertos disponen de sistemas de transporte por superficie. El Aerotrén del Abismo une todos los espaciopuertos con los grandes centros de población y con los centros de visitantes, cabeceras de rutas panorámicas y complejos del Territorio del Abismo. Mantenga sintonizado este canal para recibir nuevas instrucciones de descenso. Aquí Control de Vuelo de Teyr, fin de la transmisión.

Luke y Akanah intercambiaron miradas llenas de perplejidad.

—Si hubieran sabido que estaban hablando con Luke Skywalker, nunca se habrían atrevido a darle el número treinta y nueve —dijo Akanah por fin.

—Es una lástima que el gran Maestro Jedi no haya podido acompañarnos en este viaje —dijo Luke, permitiendo que su disfraz de vejez se disolviera.

—Me pregunto cuántas veces tendrán que soltar todo ese discurso durante su turno de trabajo —dijo Akanah.

—Oh, creo que nuestro informador podría estar recitándolo durante todo el día sin cansarse —dijo Luke, y después le explicó el porqué—. Era un androide, ¿sabes? No he podido establecer ningún contacto mental con él. ¿Queda algo de koba relleno? —preguntó, señalando el compartimiento de la cocina con una inclinación de cabeza—. Me parece que tendremos tiempo de comer un bocado antes de que nuestros soportes de descenso entren en contacto con el polvo de Teyr.

Tal como había sospechado Luke, tuvieron tiempo de sobra. Siguiendo las instrucciones del Control de Vuelo, la
Babosa del Fango
se unió a una larga cola de yates y cruceros de recreo en una órbita de gran altura sobre Teyr. Seis revoluciones completas más tarde, seguían allí..., aunque la mayoría de las naves que habían estado precediéndoles durante las órbitas —así como algunas que se encontraban por detrás de ellos— ya habían descendido para ser sustituidas por nuevas naves.

—Un panorama soberbio —dijo Akanah—. ¿Crees que permitirán que nos acerquemos un poquito más?

—No —dijo Luke—. Sabía que tendríamos que haberles dicho que llevábamos a ochenta y dos clientes de pago a bordo y que todos ardían en deseos de empezar a ir de compras.

—¿Ochenta y dos? —preguntó Akanah, alzando una ceja en un enarcamiento lleno de escepticismo.

—Ewoks —dijo Luke, encogiéndose de hombros—. Tendrías que ver cómo viven, Akanah. Olvídate de lo que cuentan los hologramas: veinticuatro por camarote amontonados en capas superpuestas, chico, chica, chico, chica...

—Llevas demasiado tiempo en el espacio —dijo Akanah—. Quizá no hemos oído cómo nos llamaban.

—Número de cola alfa-ocho-uno, inicie la aproximación...

—¡El ochenta y uno! —exclamó Akanah con indignación—. ¿Por qué están dejando que todo el mundo pase por delante de nosotros?

—Porque sea cual sea la clase de lista de prioridad que utilizan, obviamente considera que los propietarios de Aventureras Verpine deben ocupar el último lugar —respondió Luke.

—¿Quieres hacer el favor de dejar de bromear?

—A veces no te queda ningún otro recurso —dijo Luke—. ¿Qué ha sido de tu calma implacable?

—Oh, creo que voy a enloquecer —dijo Akanah.

—Ya lo veo.

—¿No podríamos disfrazarnos de alguna manera para fingir que somos otra nave y seguir sus instrucciones de descenso?

—Tratar de conseguir que dos objetos ocupen el mismo espacio al mismo tiempo presenta ciertos problemas que todavía no han podido ser resueltos.

—Luke...

El tono de su voz hizo que Luke volviera la mirada hacia ella. Vio que el rostro de la joven estaba lleno de angustia, y que sus ojos suplicantes rebosaban impaciencia.

—¿Crees que pueden estar reteniéndonos aquí arriba deliberadamente hasta que lo tengan todo listo para capturarnos, o para poder seguirnos?

«¡Haz algo, por favor!», le estaba gritando su expresión.

—No —dijo Luke, y se inclinó hacia adelante para darle unas palmaditas en la mano—. Teyr controla todo el sistema de lanzaderas, y las líneas espaciales tienen contratos con Teyr para disfrutar de un acceso prioritario a la hora de descender. Tienen que bajar antes que los demás, y nosotros tenemos que esperar a que haya un hueco. Todo va bien, Akanah, nos están tratando exactamente tal como queremos que lo hagan. Nada de tratamientos especiales, y nada de llamar la atención para que se fijen en nosotros. Pronto nos tocará el turno. No olvides que también quieren nuestro dinero.

—Número de cola alfa-tres-nueve, diríjase hacia el pasillo de aproximación para descender en Prye Polas...

—¿Ves?

Luke dio un último apretón tranquilizador a la mano de la joven, y después se volvió hacia los controles.

El alivio que se adueñó de Akanah resultó claramente evidente en su rostro.

—Prye Polas... Hemos tenido suerte. Se encuentra bastante lejos del Abismo, pero no importa, sólo queda a una parada al este de Turos Noth.

—Me alegro de que alguien haya estudiado geografía —dijo Luke—. Ceñíos ese arnés de seguridad, dama Arma. ¿Sabías que la mayoría de accidentes tienen lugar en los sesenta segundos posteriores al despegue o el descenso?

Akanah frunció el ceño y le fulminó con la mirada.

—¿Realmente tenías que decírmelo?

—Pues creo que sí —replicó Luke, encendiendo las toberas de frenado para sacar al esquife de su órbita de estacionamiento—. Parece como si necesitaras tener algo por lo que preocuparte en todo momento, y pensé que un auténtico motivo de preocupación te serviría igual que otro ficticio. —Le lanzó una mirada de soslayo y sonrió—. De una manera o de otra, dentro de diez minutos estaremos en la superficie de Teyr.

—Y realmente estás convencido de que todos esos chistes tuyos me están ayudando en algo, ¿verdad?

—Sólo son mi manera de decirte que te tranquilices y...

—No puedo —dijo Akanah, dejando escapar un nervioso suspiro—. Llevo demasiado tiempo esperando. Me juego demasiadas cosas.

Luke asintió para indicarle que la comprendía.

—En ese caso, te prometo que intentaré conseguir que lleguemos de una sola pieza.

Durante un momento Luke pensó que Akanah iba a darle un puñetazo.

Luke no sólo consiguió que llegaran a Prye Polas de una sola pieza, sino que además ejecutó un descenso impecablemente fluido y libre de vibraciones que hubiera podido servir como ejemplo de la clase de aterrizajes que los pilotos espaciales llamaban «primer beso».

El descenso también tuvo el efecto de volver a colocar a la
Babosa del Fango
dentro de una nueva cola que, en esta ocasión, se hallaba formada por la larga hilera de navíos que iban avanzando lentamente hacia el enorme campo de atracaderos al aire libre. Las exorbitantes tasas de descenso que Teyr le había cobrado a «Li Stonn» no le daban derecho a ocupar una plaza en un hangar, y ni siquiera le proporcionarían un espacio de almacenamiento cubierto donde su nave pudiera estar protegida de la intemperie.

—Una buena tormenta, y el año que viene los astilleros harán el negocio del siglo —dijo Luke mientras contemplaba la enorme, y carísima, aglomeración de naves espaciales.

Cuando el androide de remolque llegó por fin al atracadero que les había sido asignado y colocó a la
Babosa del Fango
dentro de él, con su ala de babor medio escondida debajo de los módulos impulsores que propulsaban la colosal masa de un Corriente Estelar Toltax, la voz oficial de la dirección del espaciopuerto —otro androide— surgió del canal de comunicaciones.

—Bienvenidos a Prye Polas. A fin de garantizar la seguridad de todos los visitantes que llegan a Teyr, las reglas del espaciopuerto prohíben permanecer a bordo de los navíos atracados en los diques —dijo el androide—. Tengan la bondad de recoger todos los artículos personales que necesitarán durante su estancia y aguarden la llegada de la lanzadera. A fin de garantizar la seguridad de esta nave, el acceso a esta zona de estacionamiento está restringido a los visitantes que entran y salen de Teyr. Esta zona es patrullada continuamente por el servicio de seguridad del espaciopuerto. Gracias por haber incluido a Teyr en sus planes de viaje...

—Estoy lista —dijo Akanah, visiblemente impaciente.

Luke cerró la entrada primaria de energía del esquife.

—Dame un momento para coger mi bolsa de viaje y ponerme la cara —dijo.

La lanzadera de llegada, un deslizador de superficie que se movía muy despacio, estaba pilotada por otro androide de último modelo. Akanah y Luke se sentaron en dos de los tres últimos asientos que todavía estaban libres, y el tercero fue ocupado por un elomin que salió del aerodeslizador estacionado al otro lado del sendero de remolque, justo enfrente del sitio hasta el que había sido remolcado la
Babosa del Fango
.

Cuando la lanzadera estuvo llena, se elevó hasta quedar flotando a varios metros por encima del suelo y empezó a acelerar hacia la terminal. Una lanzadera vacía avanzó inmediatamente para ocupar su lugar.

—Este complejo es realmente impresionante, ¿verdad, querida? —dijo Luke.

La voz de «Li Stonn» temblaba ligeramente, y Luke le había añadido una leve ronquera—. Cuando ves tantos androides, enseguida te das cuenta de que alguien está ganando mucho dinero.

Akanah parecía un poco cohibida por la presencia de los viajeros que se apelotonaban a su alrededor; el elomin, que se encontraba justo a su derecha, era una cabeza más alto que ella. La joven se limitó a responder con una mirada y una sonrisa cortés.

Luke intentó tranquilizarla dándole unas cariñosas palmaditas en la mano.

—Ya lo sé, odias los vehículos que no tienen techo. Pero ya casi hemos llegado —dijo—. Mira, desde aquí puedes ver toda la curva del Aerotrén del Abismo. Según la guía, es el tren de superficie más veloz de los cinco sectores que...

El último obstáculo a superar era Recepción de Llegadas: consistía en otra cola, un androide de acogida, un sondeo radiónico de sus bolsas de viaje, un discreto barrido de seguridad sobre sus personas y tres preguntas de un examinador humano cuya expresión y manera de comportarse recordaban bastante a las del censor del distrito de Lucazec.

—¿Cuánto tiempo planean quedarse en Teyr?

—No estamos seguros, ¿verdad, querida? —respondió Luke—. ¿Cuánto tiempo se necesita para ver realmente bien el Abismo sin perderse nada? Nuestra reserva sólo es por tres días, pero ahora que estamos aquí esperamos poder prolongarla.

—Tres días —repitió el examinador—. ¿Están infectados, o lo han estado recientemente, por cualquier agente transmisible de las clases BoC?

—No, no —dijo Luke/Li, volviéndose hacia Akanah para dirigirle una rápida sonrisa—. Estamos todo lo sanos que se puede llegar a estar. No soporto viajar cuando estoy enfermo. Supongo que a usted le ocurrirá lo mismo, ¿no?

—¿Han traído con ustedes cualquier clase de arma letal, drogas prohibidas, tecnología carente de licencia u otros artículos que supongan una violación de las normas del Acuerdo General de Visitantes?

—¡Oh, no! Cielos, no... —exclamó Luke—. Hemos venido aquí a divertirnos. El examinador deslizó dos tarjetas de ayuda al viajero por la ranura de un codificador.

—Bienvenidos a Teyr —dijo después mientras le entregaba las tarjetas de ayuda a Akanah—. Espero que disfruten de su estancia entre nosotros.

La terminal del espaciopuerto de Prye Polas estaba separada de la estación del Aerotrén del Abismo por la gran franja verde del Parque de Bienvenida.

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