Trilogía de la Flota Negra 2 Escudo de Mentiras (21 page)

BOOK: Trilogía de la Flota Negra 2 Escudo de Mentiras
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Averigüemos dónde está esa sede del comité y vayamos allí. Estoy seguro de que alguno de esos viejos funcionarios de cabellos canosos sabrá todo lo que se puede saber sobre todas las personas que han vivido en Griann a lo largo de su historia.

El Registrador de Asignaciones y Transacciones del Comité de Supervisores resultó estar totalmente desprovisto de cabellos, pues se trataba de un androide bibliotecario, un modelo TT-40 de cuerpo reluciente y obeso recién llegado de la fábrica. Como todos los androides que acababan de salir de la cadena de montaje, el TT-40 estaba sobrado de formalismos y andaba bastante escaso de personalidad, y ni siquiera tenía un apodo. Lo encontraron desplazando diligentemente sus tres sondas de datos giratorias de una toma a otra en el tablero de conexiones con forma de U que se extendía a su alrededor.

—Necesitamos cierta información sobre... —empezó a decir Luke.

—Según la Ordenanza Veinte Veinticinco, Protección de la Intimidad en los Registros Oficiales, todas las solicitudes de información referentes a los registros actuales deben ser aprobadas por el supervisor de su distrito o, en el caso de los no residentes, por el supervisor general —declaró el androide.

—Estupendo —murmuró Luke—. Entrometido pero discreto, ¿eh?

—Las solicitudes de consulta de los archivos históricos que tengan naturaleza comercial deberán venir acompañadas por un formulario rellenado y una garantía del pago. Las solicitudes de consulta de los archivos históricos presentadas por individuos cuyo propósito sea la investigación genealógica o el trabajo académico personal serán procesadas sin coste alguno para el solicitante cuando haya tiempo disponible para ello...

—Eh, eh... Para de una vez, Risitas. Acabas de definir nuestro caso —dijo Luke—. ¿Qué se considera como «histórico»?

—En lo referente a los datos de ingresos, ventas y empleo, se consideran históricos todos los registros cuya antigüedad sea de un año fiscal o superior. En el caso de los certificados de nacimiento, muerte, relación y disolución de ésta, se considera que todos los registros que tengan cien días de...

—¿Qué me dices de los datos del censo? —le interrumpió Akanah—. Nombres, direcciones, residencias...

—En lo referente a los datos del censo bianual, se considera que todos los registros que tengan cincuenta años...

—¡Cincuenta! —exclamó Luke, y se sorprendió al ver que Akanah no parecía inmutarse.

—He de entregar un paquete a Po Reggis —dijo—. ¿Puedes darme su dirección actual?

Las sondas de datos giraron velozmente.

—Po Reggis reside en Norte Cinco, Veintisiete Arriba.

—He de entregar un paquete a Trobe Saar. ¿Puedes darme su dirección actual?

—Trobe Saar no figura en el directorio actual de la ciudad.

—¿Puedes darme su última dirección conocida en Griann?

—Según la revisión número ochenta y uno del directorio de la ciudad, Trobe Saar vivía en Norte Cinco, Veintiséis Abajo.

—¿Hay disponibles otros directorios de la ciudad?

—Sí. —Una de las sondas de datos se introdujo en una nueva toma—. Conexión con los Directorios Centrales establecida.

—¿Puedes darme la última dirección conocida de Trobe Saar en Teyr?

—Según la revisión numero ochenta y uno del directorio de la ciudad de Sodonna, la última dirección conocida de Trobe Saar es Kell Plath, Trece.

—Gracias —dijo Akanah, y se volvió hacia Luke y le cogió del brazo—. Vamos, Li.

—¿Estás segura?

—Estoy segura.

Una vez fuera de la sede del comité, Luke intentó detener a Akanah para pedirle una explicación, pero la joven se negó a hacerle caso hasta que hubieron llegado al sitio en el que habían aparcado su burbuja.

—¿Por qué tienes tanta prisa? Podríamos haber probado con los nombres de los niños —dijo Luke—. Ese truco de hacer que Risitas buscara en los directorios de la ciudad en vez de en el censo estaba dando muy buenos resultados.

—No puedes consultar los directorios teniendo únicamente el nombre de una menor —dijo Akanah, golpeando impacientemente la cúpula del vehículo de superficie con los nudillos—. ¿Tendrías la bondad de abrirlo?

Luke obedeció, y los dos entraron en la cabina.

—Lo sé porque lo intenté hace años desde Carratos —siguió diciendo Akanah mientras la burbuja volvía a quedar sellada a su alrededor—. Si no conoces los nombres familiares que estaban usando, no hay forma de conseguir ninguna información. Bueno, ¿nos vamos o piensas echar raíces aquí?

—¿Adónde quieres que vayamos?

—A Sodonna, naturalmente.

—La revisión ochenta y nueve se llevó a cabo hace más de quince años. Y además no sabemos si Norika se fue con Trobe Saar, y ni siquiera sabemos si Trobe formaba parte de tu círculo. Hay muchas probabilidades de que esto vaya a ser otro Norte Cinco y de que te lleves otra desilusión.

—No —dijo Akanah—. Esta vez no.

—¿Por qué estás tan segura? Hace una hora pensabas que nunca conseguiríamos dar con ellos, y esta mañana estabas segura de que nunca se habrían quedado a vivir en Teyr. ¿Por qué te sientes tan animada y alegre de repente?

—Porque Kell Plath es un nombre fallanassi. —Akanah titubeó durante unos momentos antes de seguir hablando—. Significa «aliento contenido», y es una alusión a nuestros ejercicios de meditación —añadió—. Además, ¿qué otras pistas tenemos?

—Ninguna, desde luego. —Luke metió la mano en el bolsillo para coger su tarjeta de ayuda al viajero—. De acuerdo, iremos a Sodonna. Y por cierto, ¿dónde demonios está Sodonna?

La ciudad fluvial de Sodonna se encontraba al otro lado de Teyr en relación a Griann y el Abismo, y se extendía a ambos lados del río Noga en el lugar que siempre había sido considerado como el final de su tramo navegable. Quinientos años antes, Sodonna había sido la entrada a todo el Distrito Interior del Río, con muelles llenos de actividad y un empleo disponible para cualquier persona que andará buscándolo.

Los vehículos de transporte que se desplazaban sobre haces repulsores habían apartado el foco del comercio del río y, en gran parte, también de Sodonna. Los muelles habían desaparecido, y actualmente el río Noga atravesaba la ciudad bajo la forma de una compleja escultura acuática de cascadas, rápidos, estanques y manantiales. Sodonna era la más pequeña de las ciudades de Teyr que contaban con un espaciopuerto propio, y el ramal del Aerotrén del Abismo que atravesaba el Distrito del Río terminaba allí.

Luke fue siguiendo la Calzada de la Cosecha hasta Turos Noth, donde pagó una considerable suma de dinero para poder dejar la burbuja en la estación del Aerotrén de aquella ciudad. Ya estaba anocheciendo cuando subieron a un tren que iba en dirección oeste y encontraron asientos libres en el único vagón programado para separarse del resto del convoy y seguir el ramal que llevaba a Sodonna.

Pero aquel cruce todavía se encontraba a horas de distancia en la oscuridad. Luke insistió en que Akanah debía dormir, y la joven acabó dejándose convencer. Akanah no fue la única persona del vagón, donde apenas quedaban asientos libres, que lo hizo. El movimiento del tren apenas era perceptible, con un ligero y adormecedor balanceo lateral como única señal de que estaban viajando; la intensidad de las luces del vagón se fue debilitando para no molestar a quienes querían dormir; y los sillones individuales auto adaptables acunaron cómodamente sus cuerpos.

Luke no se atrevía a dormir. Su consciencia era lo único que mantenía en su sitio a la máscara de Li Stonn; los viejos archivos contenían algunas historias sobre grandes Maestros Jedi que, de ser ciertas, parecían sugerir que éstos eran capaces de proyectar ilusiones incluso cuando estaban durmiendo, pero ni Luke ni ningún Jedi que conociera habían alcanzado ese nivel de dominio de la Fuerza conocido como alter. Y Luke no podía correr el riesgo de quedarse sin su máscara en público, porque aun suponiendo que no fuera reconocido como Luke Skywalker, la creencia general de que todos los metamorfos y mentalistas se dedicaban al robo, el espionaje o la delincuencia estaba tan extendida que podía esperar una conmoción casi tan grande como la que habría producido el que fuese identificado.

Se preguntó si la mujer a la que Akanah había conocido como Nashira también estaría durmiendo en algún lugar de aquella oscuridad, y si su sueño sería apacible o inquieto, si dormiría tranquilamente o si el temor le impediría conciliar el sueño. «¿Qué pensaría mi madre de mí?», se preguntó, y se dio cuenta de que era la primera vez que ese pensamiento pasaba por su cabeza.

Comprenderlo le dejó perplejo y un poco preocupado. Se acordó de lo que le había dicho Akanah la noche en que apareció en su refugio: «El don de la Luz llegó a ti a través de tu madre..., y tu madre era una fallanassi. Luke, sé que dentro de ti hay un vacío en el lugar que debería estar ocupado por los recuerdos de tu madre, y sé que también hay una debilidad oculta allí donde sus enseñanzas te habrían hecho más fuerte». Eran unas palabras un tanto presuntuosas, pero no se podía negar que Akanah sabía de qué estaba hablando. De repente Luke sintió ese vacío con una terrible agudeza, y se sintió incapaz de imaginar qué podía llenarlo o, incluso, que pudiera ser llenado de alguna manera.

«Quizá Nashira se ha mantenido alejada porque se avergüenza de mí —pensó—. Quizá ve una parte demasiado grande de nuestro padre en nosotros, como le ocurre a esta mujer... Tal vez tenías razón, Leia. Si encuentro la verdad, tal vez acabe descubriendo que no es de mi agrado...»

Y entonces el misterioso sentido con el que Luke percibía la presencia de la Fuerza tiró suavemente de su consciencia, atrayendo su atención hacia un cambio que acababa de producirse en su entorno. Luke expulsó cualquier otro pensamiento de su mente, y sometió el vagón sumido en la penumbra al examen conjunto de su consciencia y su mirada. Las dos se centraron rápidamente en el mismo punto: un elomin sentado al otro lado del pasillo cerca del extremo delantero del vagón. La espalda del elomin estaba vuelta hacia Luke, y lo único que podía ver de él era el final de su corona de cuernos craneales sobresaliendo por encima del último almohadón de su sillón.

«Vaya, vaya... ¿De dónde has salido? —pensó Luke, galvanizado por la sospecha—. Hace diez minutos no estabas ahí. ¿Cómo es posible que no te haya visto entrar en el vagón? No sé qué es, pero aquí hay algo que no encaja...»

Lanzó una rápida mirada de soslayo a Akanah para asegurarse de que seguía estando profundamente dormida. Después se preguntó hasta qué punto había llegado a distraerse, y si habría permitido que su máscara se disipara.

«Todo lo que sé sobre ti me dice que éste no es el tipo de sitio que elegirías para pasar unas vacaciones —pensó mientras mantenía los ojos clavados en el respaldo del sillón del elomin—. Los teyrianos comparten tu obsesión por el orden, desde luego, pero eso no les impide dejar entrar en su planeta a toda clase de alienígenas impredecibles. Y puedo contar con los dedos de una mano el número de veces que he visto a un elomin que no formaba parte de un grupo rodeado de representantes de otras especies. Dos de vosotros en un día..., o el mismo en dos ocasiones...

»Esto parece algo más que una coincidencia. Lo que no consigo imaginarme es qué podría hacer que un elomin se olvidara de sus queridas tradiciones y decidiera ayudar a los agentes imperiales..., o por qué alguien que no sea un imperial o que no trabaje para los imperiales podría estar interesado en nosotros. Y puede que necesite encontrar algunas respuestas...»

Entonces el elomin se levantó de su asiento y echó a caminar con lentas zancadas de sus largos miembros. Sus manos estaban vacías, como lo habían estado las manos del elomin que Luke había visto en el espaciopuerto. El alienígena se detuvo un momento al final del pasillo y volvió la cabeza hacia el vagón. Después agachó la cabeza, pasó por el umbral de conexión y desapareció. Luke esperó, desgarrado entre el deseo de seguirle y la reluctancia a separarse de Akanah.

El elomin aún no había vuelto cuando el androide revisor entró en el vagón y empezó a avanzar por el pasillo, recitando una serie de advertencias en voz baja y suave.

—Atención, pasajeros, si no van a seguir viaje hacia los destinos del Distrito Curva del Río, tengan la bondad de trasladarse a uno de los vagones delanteros. Este vagón se separará del tren en Podadun. Atención, pasajeros...

Y el elomin seguía sin volver. La campanilla de aviso emitió su delicado repiqueteo y la luz indicadora colocada encima de la puerta de conexión pasó al amarillo, y Luke desplegó sus sentidos y registró el tren en busca del elomin. Pero no consiguió dar con él. Temiendo que alguien hubiera colocado una bomba, Luke corrió hacia el sillón en el que había estado sentado el elomin.

Luke clavó la mirada en el sillón. Allí no había bolsas de viaje ni artículo alguno, sólo un bebé gotaliano profundamente dormido.

La campanilla de aviso volvió a sonar. Luke alzó la mirada en el mismo instante en que las puertas de conexión se deslizaban sobre sus guías hasta cerrarse y la luz indicadora pasaba al rojo. Después hubo una deceleración casi imperceptible cuando los vagones se separaron, y las luces de Podadun empezaron a desfilar velozmente al otro lado de los ventanales despolarizados.

El bebé se removió en sueños, y Luke se retiró lentamente.

«¿Qué me está pasando? —se preguntó en silencio mientras volvía a su asiento, con el suelo del pasillo inclinándose levemente bajo sus pies cuando el vagón salió del tendido principal y empezó a moverse por el ramal que llevaba a Sodonna—. ¿Estaré viendo visiones?»

Akanah había seguido durmiendo sin enterarse de nada. Cuando por fin despertó para encontrarse con el espectacular amanecer de tonos salmón y rosa que había empezado a calentar su rostro, Luke no le dijo nada de lo ocurrido. No sabía qué hubiese podido decirle, salvo que había vuelto a soñar despierto y que seguía sin tener ni idea de qué podía significar.

Los directorios de Sodonna ya no contenían ningún Kell Plath, pero no porque los vientos de Teyr lo hubieran arrancado del mapa o porque el nombre se hubiera esfumado bajo el peso invisible de la vergüenza. Una hora en la biblioteca de la ciudad les reveló no sólo su situación, sino también la existencia de una petición presentada por sus propietarios que había sustituido el antiguo nombre por la nueva denominación, mucho más comercial, de Jardines del Río.

Kell Plath había sido un comunal, un espacio amurallado y provisto de portones de acceso que contenía un grupo de pequeñas residencias construidas alrededor de una zona verde común. Aquel tipo de estructura era bastante popular en Sodonna. Luke y Akanah se detuvieron delante de la entrada de los Jardines del Río y pudieron ver más de una docena de comunales esparcidos por las curvas del camino que serpenteaba a lo largo de la orilla, la cual formaba una serie de pequeños promontorios que se alzaban por encima de las aguas del río.

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