21/12 (18 page)

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Authors: Dustin Thomason

Tags: #Intriga, #Ciencia Ficción, #Policíaco

BOOK: 21/12
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—Los guatemaltecos no saben nada al respecto —le dijo ella—, y no podemos permitir que nadie le ponga las manos encima. Necesito confiar en ti.

Por fin, Victor la miró.

—No lo dudes, Chel.

Avanzada la tarde, estaban en el laboratorio de Chel en el Getty, compartiendo el mismo lado de la mesa de examen. Victor se maravillaba de las interpretaciones de los dioses, los nuevos glifos que jamás había visto, los antiguos en nuevas combinaciones y en cantidades inusuales. Una parte de Chel había deseado enseñarle el libro desde que sus ojos habían caído sobre él, y era emocionante volver a encontrarse con el códice, ahora por primera vez a través de los ojos de su antiguo maestro.

Victor se había concentrado de inmediato en lo que ella había querido enseñarle en el Getty: la pareja padre-hijo que tanto les había costado descifrar a Rolando y a ella.

—Nunca los había visto emparejados —confesó Victor—. Y el número de veces que aparecen como sujeto y como objeto carece de precedentes.

Juntos examinaron el párrafo donde la pareja aparecía por primera vez:

El padre y su hijo no son nobles de nacimiento, por lo que padre e hijo nunca entenderán gran cosa sobre las costumbres de los dioses que nos vigilan, del mismo modo que padre e hijo no saben gran cosa de lo que los dioses susurran en los oídos de un rey.

—Aparecen con más frecuencia como sujeto —comentó Victor—. Por lo tanto, creo que hemos de concentrarnos en sustantivos que pudieran utilizarse muy a menudo.

—Exacto —dijo Chel—. Por eso examiné los demás códices y busqué los sujetos más utilizados. Hay seis: «maíz», «agua», «inframundo», «dioses», «tiempo» y «rey».

Victor asintió.

—De ésos, los únicos que tienen sentido son «dioses» o «rey».

—Hay una docena de referencias a una sequía en las primeras páginas, y a los nobles que esperan que las deidades traigan agua —dijo Chel.

—Pero «dioses» no tiene sentido. Sobre todo en el contexto de padre e hijo esperando a que los dioses traigan la lluvia. Los dioses no esperan a que los dioses traigan la lluvia. Sólo la gente.

—Probé «rey», pero tampoco tenía sentido. Padre e hijo varón.
Chit unen
. ¿Podría ser una indicación de alguna familia gobernante? Tal vez «padre» se utiliza como metáfora de «rey», y tiene un hijo que le sucederá.

—Hay parejas con maridos y mujeres que indican a un rey gobernante y a su reina —dijo Victor.

—Pero si suponemos que la pareja padre-hijo indica una familia gobernante —dijo Chel, mientras probaba de nuevo la sustitución—, esta secuencia se leería así:
El rey y su hijo no son nobles por nacimiento
. Y eso tampoco tiene sentido.

Los ojos de Victor se encendieron.

—La sintaxis maya gira por completo alrededor del contexto, ¿verdad?

—Claro…

—Un sujeto existe en relación con un objeto. Una fecha en relación con un dios, un rey en relación con su política. Siempre hablamos del rey K’awiil de Tikal, no simplemente del rey K’awiil. Hablamos de un jugador de pelota y de su pelota como un solo ente. De un hombre y de su espíritu animal. Ninguna palabra existe sin la otra. Significan una sola cosa.

—Una idea, no dos —dijo Chel.

Victor empezó a pasear por el laboratorio.

—Exacto. Por consiguiente, ¿y si estos glifos funcionan de la misma manera? ¿Y si el escriba no se refiere a un padre y a su hijo, sino a un solo hombre con las propiedades de ambos?

Chel comprendió a qué se refería.

—¿Crees que el escriba se está refiriendo a sí mismo como portador del espíritu de su padre?

—Lo utilizamos en inglés para referirnos a lo parecidos que somos a nuestros padres. Tú eres clavada a tu madre. O, en tu caso, clavada a tu
padre
, supongo. Se está refiriendo a sí mismo.

—Significa «yo» —dijo ella estupefacta.

—Nunca lo había visto utilizado de esta manera exacta —continuó Victor—, pero he visto construcciones gramaticales como ésta usadas para subrayar la relación de un noble con un dios.

—Y en este caso se utiliza con un padre.


No soy noble de nacimiento
—leyó Victor—,
por lo que nunca entenderé gran cosa sobre las costumbres de los dioses que nos vigilan, del mismo modo que no sé gran cosa de lo que los dioses susurran en los oídos de un rey
.

Chel experimentó la sensación de que estaba flotando. Todos los demás códices estaban escritos en tercera persona, siendo el narrador un actor distante y objetivo de la historia que estaba describiendo.

Esto era diferente por completo.

Una narrativa en primera persona sería un caso único en la historia de la disciplina. Era imposible decir qué aprenderían de esa narración. Podría salvar un abismo de mil años y conectar a su pueblo con la vida interior de sus antepasados.

—Bien —dijo Victor, mientras extraía una pluma del bolsillo como si fuera un arma—. Creo que ha llegado el momento de averiguar si todos los problemas que ha causado esto han valido la pena.

14

Ni una gota de lluvia ha traído alimento durante medio ciclo de la gran estrella. Los campos de Kanuataba han sido cosechados y humillados, y los ciervos, aves y jaguares, guardianes de la tierra, han sido expulsados. Las laderas están resecas, los insectos bullen, y las hojas que caen ya no alimentan la tierra. Los animales y mariposas y plantas que nos entregó el Santo Portador ya no pueden continuar sus vidas espirituales. Los animales carecen de carne para guisar.

No soy noble de nacimiento, por lo que nunca entenderé gran cosa sobre las costumbres de los dioses que nos vigilan, del mismo modo que no sé gran cosa de lo que los dioses susurran en los oídos de un rey. Pero sé que en otro tiempo Kanuataba fue hogar de la colección más majestuosa de ceibas, el gran sendero que conduce al inframundo, en todas las tierras altas. En otros tiempos la densidad de ceibas era la más grande del mundo, bendecidas por los dioses, y sus troncos casi se tocaban. ¡Ahora queda menos de una docena todavía en pie en todo Kanuataba! Nuestro lago sagrado se ha secado y convertido en lodo. El agua hecha para saltar de la piedra ya no salta del palacio y los templos. En las plazas, los intocables nos suplican que compremos sus inútiles ollas agrietadas y verduras podridas, especias diluidas para la carne que sólo los nobles pueden permitirse. No tenemos agutís, kinkajous, ciervos o tapires para sazonar. Los niños de Kanuataba padecen más hambre con cada cambio del poderoso viaje del sol a través del cielo.

¡Perdóname, pues, escriba mono, cuyo anillo llevo en la mano como símbolo de los pasados escribas! Aquí, en Kanuataba, comienzo mi documento en el papel amate virgen que robé al rey. De poca cosa he dejado constancia en los libros de Kanuataba. Soy tutor del hijo del rey, y he pintado cuarenta y dos libros al servicio de la corte. ¡Pero ahora pinto para el pueblo, y para los hijos de los hijos de nuestros hijos, un informe sincero de lo que aconteció en tiempos de Imix Jaguar!

Hace dos soles, tras una noche en que la luna colgaba baja en el cielo en cuarto, doce de los trece miembros del consejo real del rey Imix Jaguar estaban reunidos. Jacomo, el enano real, tan lujurioso como menudo, también se hallaba presente. Conozco enanos en los campos que aman a Kanuataba tanto como cualquier hombre de tamaño normal. Pero este enano real es algo más, algo mucho más terrible. Jacomo es un glotón, y le he visto masticar la corteza de un gran árbol y escupir líquido asqueroso en el cuenco que sostenía sobre el regazo. En los últimos tiempos, le he visto seducir mujeres a base de prometerles migas de su barba, obligándolas a complacerle para que ellas puedan así alimentar a sus bebés hambrientos.

De los trece miembros del consejo, mi amigo Auxila, supervisor de los almacenes y real supervisor de zoología y agricultura, era el único hombre ausente. Hace cinco soles, durante nuestra última reunión, Auxila encolerizó al rey, y supuse que estaría haciendo penitencia. Auxila es un buen hombre y, como asesor comercial del rey, sabe mucho de cuentas reales, una carga que yo jamás desearía. Contar la bolsa de un rey es conocer los límites de su poder.

Galam, portador de los decretos del rey Imix Jaguar y adivinador durante diez vueltas de la rueda calendárica, anunció el principio de la reunión:

—Por la palabra de Imix Jaguar, por la sagrada palabra, iniciamos esta reunión en honor del nuevo dios sagrado, llamado Akabalam. Akabalam es omnipotente. Imix Jaguar decreta que todos adoraremos a Akabalam por siempre jamás.

Soy tutor del príncipe Canción de Humo, próximo rey de Kanuataba, y me he aprendido de memoria todos los grandes libros. No aparece en ninguno de ellos un dios llamado Akabalam. Pregunté al adivinador:

—¿Qué forma adopta el dios Akabalam?

—Cuando Imix Jaguar tenga a bien explicar algo más, Paktul, se lo comunicaré al consejo. No puedo fingir comprender lo que su santidad sabe del mundo.

Sin más explicaciones, rezamos y quemamos incienso en honor de este nuevo dios. Decidí estudiar los grandes libros de Kanuataba y localizar la deidad Akabalam sin ayuda, con el fin de comprender lo que el dios había revelado a su santidad el rey.

Galam, el adivinador, habló:

—Por consiguiente, declaro que la intención del rey es iniciar la construcción de una gran pirámide nueva al estilo de la civilización perdida de Teotihuacán, que algún día será el lugar de su entierro. Los cimientos serán colocados en veinte días, a menos de mil pasos del palacio. La torre vigía será construida de forma que esté encarada hacia el punto más alto del desfile del Sol, y creará un gran triángulo sagrado con el palacio y la pirámide roja gemela.

Todos mis hermanos aplaudieron dos veces para indicar la gloria de Imix Jaguar. Pregunté a Galam, mensajero sagrado, si la construcción de la pirámide era prudente cuando no había llovido.

—El pueblo de Kanuataba no tiene nada con qué alimentarse, y hasta los trabajadores forzados morirán de hambre cuando carguen las piedras hasta lo alto. Un templo en la plaza exigirá yeso, que no puede fabricarse sin quemar nuestros árboles y plantas más preciados para deshidratar la roca. Nuestra flora disminuye día a día. El lago se ha secado por completo, y nuestros embalses están menguando.

Entonces, Jacomo, el enano libertino, me habló con ira:

—Que quede claro, Paktul, que el rey Imix Jaguar ha recibido una profecía del dios Akabalam, diciéndonos que hemos de lanzar una guerra estelar, sincronizada con la estrella del anochecer, contra reinos lejanos. Traeremos esclavos y todas sus posesiones de valor. Nuestro ejército ha descubierto una nueva forma de conservar la comida, salando las provisiones más que antes, de modo que somos capaces de lanzar guerras contra países todavía más lejanos. Estas ciudades están debilitadas por la gran sequía, y no podrán defenderse de nuestro poderoso ejército. ¡Ahora comprenderás por qué no puedes cuestionar al rey!

No hubo más discusiones. El poder de Imix jaguar emana de su capacidad para comunicarse con los dioses, y cada miembro del consejo accede a su rango según su capacidad para convocar la voz de estos dioses. Lo llamamos jerarquía de la divinidad. Si Imix Jaguar oyera la voz de un dios decretando que algo es cierto, y uno de sus acólitos no oyera esta voz, sería considerado un hombre incapaz de hablar con los dioses. Descendería de rango en la jerarquía de la divinidad, o sería desposeído de él por completo.

Pero ¿dónde habrá agua, madera y plumaje suficientes para construir una pirámide alta como treinta hombres, tal como se nos ordena?

Su santidad afirma que la lluvia llegará dentro de cinco períodos de trece días, cuando la estrella del anochecer se encuentre en el punto más cercano a la Luna. Pero ¿será así?

Imix Jaguar se bebería toda el agua de los depósitos si toda esa agua pudiera fluir a través de él y santificarle, porque cree que su santificación es la ruta hacia nuestra salvación. Ningún rey real de Kanuataba divinizado por los dioses puede ser malvado. Yo mismo lo he visto en las inscripciones en piedra. Pero su santidad es incapaz de admitir que se equivoca. Imix Jaguar cree que su poder es tan potente como el miedo que todavía puede instilar en el corazón de los hombres.

¡Ojalá pudiera adorarle como hacía de niño!

Los miembros del consejo abandonamos la galería y caminamos hasta los grandes escalones situados en lo alto del palacio real, donde me paré y vi algo que cambió para siempre mis creencias.

La gente cantaba delante del palacio, y vi a los verdugos erguidos sobre la torre gemela sur. Los verdugos pintados de azul estaban empezando sus rituales. El ruido iba y venía, subía y bajaba, agudo y grave. Las voces de los verdugos reales se elevaron hasta un extremo casi ensordecedor cuando la plaza apareció ante mi vista.

Una pequeña multitud de aristócratas se encontraba en la base de la pirámide gemela blanca, a lo largo de la cara norte, y sus aplausos resonaban en la plaza. Las pinturas amarillas, rojas y doradas que adornaban la cara de la gran pirámide centelleaban como el sol sobre un mar azul, y ondulaban como si la gran bestia que vive en el lecho del mar hubiera emergido. Los hombres pintados de azul estaban en lo alto de los trescientos sesenta y cinco peldaños, y algunos sostenían incensarios burbujeantes de humo.

El verdugo real habló:

—¡Esta alma ha sido condenada al más allá por nuestro señor Akabalam!

Akabalam una vez más. ¡El dios desconocido ha vuelto a exigir un sacrificio, esta vez en la forma de un alma humana!

Cuando el verdugo real hundió su reluciente cuchillo de pedernal en el pecho del hombre y le abrió el costillar, el hombre del altar emitió un aullido que resonará para siempre en mis oídos. Mientras aún se oía el grito, el verdugo real le arrancó el corazón. Pero las palabras del hombre agonizante fueron oídas por aquellos que nos hallábamos por encima del tumulto, y eran una profecía de las cosas futuras, tan negras como el final del decimotercer ciclo:

—¡Akabalam es una mentira!

Sabía de quién era aquella voz. Auxila, mi amigo, consejero de confianza del rey durante tres mil soles, había sido sacrificado. Mis oídos zumbaban. Vi que su cuerpo se desplomaba sin vida, y vi toda clase de presagios en las nubes.

Los dioses exigían el sacrificio de un noble sólo una vez cada quince mil soles. ¿Qué probabilidades existían de que los dioses hubieran ordenado semejante sacrificio cinco días después de que Auxila se opusiera en voz alta a los planes del rey?

¿Existen tales coincidencias?

Al otro lado de la multitud vociferante vi a la esposa de Auxila, Habiba, contemplando sin una lágrima la escena. Los verdugos rodearon el cadáver una vez más, y sentí dolor por ella y sus hijas, Pluma Ardiente y Mariposa Única, quienes estaban a su lado llorando.

Los sacerdotes cubiertos de sangre se llevaron el cadáver de Auxila al interior del templo, una forma de manipular el cadáver poco usual. Es honorable arrojarlo desde lo alto de la pirámide, pero ni siquiera concedieron a Auxila esta pequeña justicia. Se llevaron el cuerpo, y sabía que no volvería a salir hasta la hora más oscura de la noche, cuando la estrella del anochecer adoptaba un ángulo perfecto con relación al templo.

Sobre los peldaños del palacio real, desde los cuales era yo testigo de aquella locura, sentí que una mano aferraba mi rodilla. Me volví y vi al enano Jacomo, quien se había colocado a mi lado, mientras masticaba el mismo pedazo de corteza y sonreía.

Habló:

—Exaltado sea el nombre de Imix Jaguar, sagrado gobernante de Kanuataba, cuya sabiduría nos guía en esta vida. ¿Tú le exaltas, Paktul?

Ardía en deseos de abofetear al enano, pero no soy un hombre de violencia. Me limité a repetir su alabanza:

—Exaltado sea el nombre de Imix Jaguar, sagrado gobernante de Kanuataba, cuya sabiduría nos guía en esta vida.

Hasta que no llegué a esta cueva para empezar a pintar las páginas de este libro secreto, no me permití lanzar el grito que se gestaba en mi interior.

Fue un grito que sólo los dioses oyeron.

¿Qué puedo comprender de un dios que llega sin bendiciones, que ordena un templo que no se puede construir y decreta la muerte del hombre más leal al rey? ¿Quién es este poderoso y misterioso dios nuevo llamado Akabalam?

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