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Authors: Adolfo Bioy Casares

Tags: #Otros, #Biografía, #Memorias

Descanso de caminantes (4 page)

BOOK: Descanso de caminantes
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¿Dónde está el ripio
?

Sol madrugadero, capa en el hombrero
(Refrán atribuido por Pedro Pérez a su madre).

Reportaje
.

CÓCARO: ¿Qué siente el espectador Bioy Casares cuando ve un film basado en un relato del escritor Bioy Casares?

BIOY: Lo que decía la gente de antes cuando recibía un regalo: «Qué barbaridad. No debieron meterse en ese gasto».

29 julio 1976
.
Confesiones de un mono viejo
. Las muchachas han cambiado. Las de ahora se acuestan conmigo resignadamente. Ya no son las entusiastas de antes.

4 agosto 1976
. Tratando de leer a Roland Barthes. No me parece No me parece que abunde en observaciones inteligentes o útiles. Nada nuevo, tampoco. La descripción de un proceso por medio de una terminología nueva, eso sí, y espantosa. Adscripto al dialecto que al boleto llama
título de pasaje
.

13 agosto 1976
. Su amargura es grande, sobre todo porque sabe que nadie la comparte.

Idiomáticas
. Mi abuela decía
vandallas
(pronúnciese con b) por sinvergüenzas, bandidas (¿vándalas?).

28 agosto 1976
.
Una mujer fiel
. Me dijo: «¿Quién tiene ganas de acostarse conmigo? —fuera de vos, se entiende— ¡nadie!».

27 septiembre 1976
. Me dijo que una mujer en sus cabales nunca se perturba, porque era naturalmente casta y fiel. Eso sí, no sabía estar sola, y para no quedarse entre cuatro paredes, seguía todas las noches al marido a reuniones sociales, que no le gustaban, porque era tímida. Para sobreponerse a la timidez, bebía un poco, siempre con desagradables resultados, porque el alcohol la emborrachaba en seguida y le despertaba vivísimos deseos de copular. Se ofrecía a unos y otros y nunca faltaba alguno que se la llevara a un departamento o a un hotel. Todos esos individuos que la estrecharon entre sus brazos, una verdadera legión, tejieron su mala Cama, la recordaron con cierto rencor. Para esto tenían como único justificativo el no haber completado, por así decirlo, el acto sexual; en efecto, la penetración del órgano masculino, estando borracha, le suscitaba un instantáneo y muy noble sentimiento de rechazo. Los hombres se retiraban contrariados y ella, avergonzada, volvía a la fiesta de donde se había ido un rato antes y para ahogar los malos recuerdos bebía: el proceso empezaba nuevo, fatalmente.

Marta Viti, que incorpora con unción, como los católicos la hostia, todo lugar común y todo sofisma, todo ídolo de la plaza pública aseguró que la primera palabra que todo niño, con milagrosa intuición, pronuncia es
mamá
. En mi tiempo (y según otras autoridades) los niños eran menos conceptuosos y empezaban diciendo
ajó
.

También afirma (su nombre es legión) que los niños de ahora son más inteligentes, avispados y precoces que los de antes. Sin duda ha podido comparar, a un tiempo, a los de antes ya los de ahora.

9 octubre 1976
. Velada musical en lo de Francis Korn, la segunda de este año (todo se da en rachas) y ¿en cuántos años? Mucho agrado y un lado ridículo: no se sabe si los que oyen están en trance o dormidos.

10 octubre 1976
. Silvina pierde una lapicera que le regalé, la única con la que puede escribir. Está desesperada. Yo pienso: «No es posible que siempre pierda algo».

31 octubre 1976
. Me dijo, en el tono de quien está seguro de mostrar sensatez: «No creo en los curas, pero creo en Dios».

Pope, en la «Epistle to Doctor Arbuthnot», dice que en sus primeros años no era (¿todavía?)
a fool to fame
, y Johnson, en la «Vida», lo cita (contra Pope).

Incredulus odi
. Odio lo que no puedo creer (Epístola a los Pisones, 188).

La mente de Robert Walpole
. Según Savage, citado por Johnson:
«the whole range of this mind was from obscenity to politics, and from politics to obscenity
».

De Savage dice Johnson:
«he was indeed not so much a good man, as the friend of goodness». De muchos escritores podemos decir, a la inversa: «He is indeed not so much abad man, as the friend of badness
».

17 diciembre 1976
. Aparece el Negro Raúl en el
Times Literary Supplement
: el dibujito del Negro Raúl como héroe de la historieta de Lanteri (El Hogar), «victim of discrimination», no el mendigo y bufón que conocí.

Enero 1977
. Acabé 1976 contento de haber escrito dos cuentos y un poco melancólico de no haber escrito nada más. El primer cuento, «De la forma del mundo» (publicado en
La Opinión
del 4 de julio de 1976) me llevó muchos meses de trabajo. Según lo que dice la gente, me salió bastante bien. La idea de un túnel que vincula en menos de un minuto, a pie, dos lugares separados por cientos de kilómetros y, a lo mejor, por el agua, es agradable. El cuento tiene unas 46 páginas. El 30 de diciembre concluí el segundo cuento, «Lo desconocido atrae a la juventud» (el título, que era una frase del cuento, fue sugerido por mi secretaria).

Novelas: me gustaría estar tan seguro como en mis conversaciones con periodistas y con amigos, sobre la inminencia, sobre la segura realidad de mis novelas futuras.

En materia de salud hay, como corresponde, nuevas esperanzas y nuevos peligros. ¿Qué pensar de una asidua ronquera, que sobreviene (también) después de las intensidades del amor físico? Si respiro profundamente, dejo oír estertores de moribundo. La esperanza es doble: para la próstata, nuevas inyecciones; para la próstata y el lumbago, la estera sobre el piso como lecho para toda la noche. Aparentemente no sobreviene el trancazo prostático ni me levanto entumecido; me levanto con una firmeza de cintura que ya ni recordaba. Pero la vida del enfermo crónico es una sucesión de esperanzas desechadas. Si lo sabré. El bocio (siempre me fueron muy desagradables los cuellos de boa constrictor de los enfermos de bocio; nunca hubiera creído que me tocaría en suerte esa enfermedad) sigue mejor, pero no curado ni mucho menos. ¿Será el culpable de los estertores? Ojalá que sí.

Entre las omisiones más o menos dolorosas: no haber ido, desde hace tanto tiempo, a Pardo, el lugar más querido; no haber vuelto (desde el nefasto 72) a Mar del plata, no haber ido este año a Cagnes-sur-Mer. También me entristece no escribir a Paulette [Saubiron], a Georges Belmont y a tantos otros: debo, desde hace mucho, cartas e agradecimiento o respuestas a cartas de quienes me dieron pruebas afecto.

El 76 fue para mí un año mediocre, en el que mejoré, sí, pero no bastante.

Al nivel de incomodidad intolerable casi todas mis mujeres llegaron después de cuatro o cinco años de concubinatos. El nivel intolerable es literalmente intolerable, pero ¿no duermen los faquires sobre un colchón de clavos? Antes tenía la vida por delante y no valía la pena apresurarse. Ahora me quedan pocos años y más vale no malgastarlos en tormentos; pero también es cierto que hoy me cuesta más que antes conseguir mujeres (sobre todo, porque me veo a mí mismo como un vejete pálido y endeble).

A Fischerman, proponernos una adaptación cinematográfica, le conté la película
Badlands
: los policías que atrapan al asesino y que al principio lo maltratan con todo el rencor de la muchas veces frustrada persecución; después de veinticuatro horas de convivencia en un desierto americano, en cierta medida fraternizan con él y cuando un helicóptero se lo lleva a la cárcel, lo despiden amistosamente. Fischerman me dijo: «La realidad imita a la ficción», y me contó que conoce a un tal Ure, que da clases de teatro, a quien le allanaron dos veces al taller. La primera lo trataron bastante mal: violentamente lo pusieron a él ya sus discípulos de cara a una pared, los palparon y les revolvieron todo. La segunda vez fueron más amistosos. Lo trataban de
Ure
. «Pero, dígame, Ure, ¿qué hace que no se va?». «¿Dónde quiere que me vaya? No es fácil vivir en el extranjero». «Tiene razón, pero también piense que mientras vengamos nosotros, a usted no le va a pasar nada, pero ¿si vienen los encapuchados?». Por fin uno de los policías, poniéndose muy serio, le dijo que ahora le haría una pregunta, pero que por favor le contestara la verdad. Le iba a recitar unos versos, y esperaba que Ure, con toda franqueza, le dijera si debía abandonar el sueño de ser actor o si le veía pasta para ello.

23 enero 1979
. Publica
La Nación
mi cuento «Lo desconocido atrae a la juventud». Pronto empieza la modesta apoteosis tan deseada. Llaman los amigos. Bianco me dice que le gustó y que también le gustó a Ramiro de Casasbellas. Martín Müller me dice que le gustó y también le gustó a Tomás Moro Simpson; añade que va a escribir para
Carta Política
una nota sobre mis dos últimos cuentos, éste y el que salió en junio en
La Opinión
, para señalar que son publicaciones tan importantes como un libro. Llama Sorrentino. Me escribe Drago. Siento la confirmación, la seguridad que necesito para encarar un tercer cuento de trama difícil de resolver. Encuentro en la calle a mi amiga. Me cubre de sus habituales zalamerías y de besos (ante la envidiosa curiosidad de los porteros del barrio). De pronto se pone seria y declara:

—Qué plomazo tu cuento.

Pienso: «Un fallo irrefutable». Atino a contestar:

—Ya me parecía.

Encantadora nuevamente, sonríe y me consuela:

—Mamy dice que yo no entiendo nada, que es muy bueno.

Quien lo hereda no lo hurta
. Frase frecuentemente usada para rebatir la afirmación de Proudhon: «La propiedad es un robo».

The Righteous Forsaken
. Recuerdo perfectamente cuando tomaron
La Prensa
y la entregaron a la CGT Yo le había escrito antes al director, Alberto Gainza, una carta en que le expresaba mis felicitaciones mi gratitud, por su valiente campaña y mis pocas esperanzas acerca del porvenir inmediato del país; como se lee en todos sus ejemplares, el diario fue clausurado y confiscado «por defender la libertad» el 26 de enero de 1951 y reinició sus ediciones el 3 de febrero de 1956. En la devolución del diario a sus propietarios —y para mí, en la reparación de la injusticia— tuve mi parte. Como el anunciado decreto del gobierno de la Revolución Libertadora se postergaba, pensamos que tal vez fuera oportuno que un grupo de escritores lo pidiéramos (aquel gobierno nos escuchaba). Personalmente me ocupé de buscar firmas: Ricardo Rojas, que vivía entre retratos, caricaturas y diplomas de Ricardo Rojas, por razones confusas prefirió no firmar; también se negaron Payró (otra mente caliginosa) y José Luis Romero (su hermano Francisco firmó).

Como la realidad no se interesa por la justicia,
La Prensa
nunca recuperó la fuerza que tuvo antes de la clausura. En los años previos y durante el nuevo gobierno peronista de la década del 70,
La Prensa
fue el diario de mejor conducta, amigos míos predijeron la muerte, a la que la obcecación y el fanatismo iba a llevado. Cuando por último cayó el peronismo, esos amigos no reconocieron que la prédica de
La Prensa
fue atinada. Los otros días Silvina dijo que estaba deseando conseguir un ejemplar de
La Prensa
del 51, 52, 53 o 54, para mostrar que ese diario, que hoy se jacta de su conducta, elogiaba con obsecuencia al gobierno peronista.

Ni para los mártires hay justicia.

Revolución
. Movimiento político que ilusiona a muchos, desilusiones a más, incomoda a casi todos y enriquece extraordinariamente a unos pocos. Goza de firme prestigio.

Después de comer leo en alguna revista informaciones acerca del frío en Estados Unidos. Me acuesto a dormir, refresca a mitad de la noche y sueño: Tengo frío. Una vieja mucama (la conozco en el sueño) perora, ante personas que ahora no recuerdo, acerca de que está refrescando. En el momento de despertar compruebo que esa mucama era en realidad mi abuela Hersilia Lynch de Casares (nadie la confundió nunca con una mucama). La parte baja de la nariz y la piel que rodea los labios estaba oscura, como cuando murió.

Sueño. Estoy sentado en los escalones de una empinada escalera. Me hago a un lado, para dejar pasar a un hombre que sube. Cuando levanto los ojos, para averiguar quién es, veo que lleva un enorme león, con melena y todo, agazapado sobre los hombros. Con la irritación que da el miedo, voy a decirle «Usted es un imprudente», pero debo hacerme a un lado, porque en ese momento pasa un segundo personaje, que lleva a otro sobre los hombros, y que empuja al del león por una puerta y lo encierra en los cuartos de arriba. Aliviado despierto.

Ansia
. Hay en el hombre un ansia de calamidades, aun de aquellas que le traerán su propia destrucción.

Humilde
. Es tan humilde ese marido que para mortificar a su mujer le inflige su presencia.

Greguerías para una profesora de castellano
.

 La rosa nos dice que la perfección es posible.

 El papel que envuelve el regalo es generoso.

 El botín del rengo es viudo.

 Literatura fantástica: no hay biblioteca tan completa como los estantes de una farmacia.

 El tigre cebado se queja de no encontrar barbero que le atuse los bigotes.

 Más allá del follaje del olmo, el cielo está en el fondo del mar.

Menos escrupulosamente que otros, dejan ver que no buscan la verdad. Hay entre esta gente buenos poetas y buenos artistas. En realidad, son astutos decoradores que sacan el mejor partido de los pocos elementos de que disponen. Con envidia reconocemos en ellos el instinto poético.

Inteligencia
. La inteligencia obra como una suerte de ética. No permite concesiones, no tolera ruindades.

Noches
. Hay algo muy íntimo en las noches. La cama es un nido. Los sueños dejan nostalgias de cosas nuestras, que demasiado pronto olvidamos. Más exclusivamente que en la vigilia, en el sueño somos nosotros. Contribuimos con todo el reparto.

Porque se consiente un capricho, el enamorado es un malcriado.

En los sueños rebasamos el presente, somos a lo ancho de todo el tiempo que hemos vivido, de la totalidad de nuestra experiencia. Recorremos de nuevo, con nostalgias que vienen del futuro, la casa ya derrumbada. Como los muertos de quienes recordamos la biografía, nos reintegramos más allá de lo sucesivo y, libres del falaz ahora, que otorga indebida realidad a lo actual, vivimos en el pasado y en la posteridad.

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