EL ULTIMO JUGADOR DE ABALORIOSLo que ayer todavía colmado estaba
de encanto y belleza que los siglos
maduraron en fino pensamiento,
se marchita de pronto, y del pentagrama
bórranse las notas y los sostenidos,
se hunde el centro de gravedad, y todo
lo que era armonía con eco eterno
vacila y se disuelve y se evapora.
Así también un viejo rostro sabio
que admiramos, se arruga finalmente
y, maduro de muerte, hace temblar el alma
en el vano y penoso juego de los surcos.
Así también un alto sentimiento
se corrompe, se altera y nos disgusta,
como si bien supiera que al fin todo
se marchita, se cae y luego muere.
Y sobre la montaña de muertos,
doloroso y puro, el espíritu levanta
ardientes faros de deseo y lucha
contra la muerte y se torna inmortal…
POR UNA «TOCCATA» DE BACHCon su juego de cuentas de colores, piensa
inclinado sobre sus manos, y en torno,
el país asolado por la guerra. Crece
la hiedra en las ruinas; zumban abejas…
Una cansada paz, con salterio apagado,
susurra por el mundo su vejez tardía.
El viejo cuenta sus perlas de colores,
aquí pone la azul, allí la blanca,
allá una grande, acá una pequeña elige,
y en círculos las junta como en juego.
Un día fue grande en símbolos y signos.
de muchas artes y lenguas gran maestro,
conocedor del mundo, en todas las regiones
famoso y conocido y venerado,
por alumnos y pares entre pares.
Sobrevive ahora, viejo, cansado y solo,
no conquista a los jóvenes, no invita
a los colegas para dirimir criterios.
Todos se han ido, Templos, libros y escuelas
de la antigua Castalia ya no existen… Descansa
entre ruinas el viejo, las perlas en la mano,
enigmas de elocuencia un día lejano,
hoy trastos de cristal indigno apenas.
Las perlas ruedan silenciosamente
de la mano, perdiéndose en la arena…
UN SUEÑOEl primitivo silencio se endurece.
Se hace noche y un rayo irrumpe de la nube
rasgada, asiendo mundos en la ciega nada.
Construye espacios, la tiniebla rompe,
muestra abismos, cumbres y declives,
suelta vientos azules, endurece la tierra.
El rayo parte en dos lo grávido y germina
fuego de guerra, el mundo brilla
y surge encendido en su terror;
va donde cae de la luz la semilla,
se apaga, y lanza la suntuosa loa
a la vida, al Creador, a la clara victoria.
Y vuelto hacia Dios, sigue su vuelo
e impulsa en lo creado su oleaje
a todos los espíritus hacia el Padre.
Es anhelo e imagen, lengua y canto
instinto y alma y lucha y dicha y amor…
SERVICIOEn un claustro de montaña huésped,
entré yo, cuando todos fueron a rezar,
en una biblioteca. Al brillo del último sol
resplandecían allí con inscripciones
maravillosas mil lomos de pergamino.
Lleno de anhelo de saber, miré
un primer libro a prueba, lo tomé, leí:
«El paso extremo a la cuadratura del círculo».
¡Este libro —pensé— lo llevaré conmigo!
Otro libro «in quarto», todo dorado,
en su lomo decía una cosa extraña:
«Cómo fuera que Adán de otro árbol comió…»
¿De otro? ¿Cuál? ¡El de la vida, pues!
¿Adán es inmortal? No en vano, por lo tanto,
estaba allí. Pero noté un «in folio»
que en lomo, corte y ángulos
los colores lucía del arco iris.
Su título rezaba en pinceladas:
«De colores y matices el sentido:
De cómo de un color saliendo
fatalmente responde otro matiz».
¡Abismales, los coros de colores
brillaban a mis ojos! Y entonces comprendí
y cada anaquel me lo fue demostrando:
era la biblioteca del Señor.
A todas las preguntas que me hacía,
a la sed del saber que me quemaba,
allí podían hallarse todos los frutos,
de espíritu aún. Porque cuando yo un libro
con rápida mirada interrogaba,
un loco contestaba sin dudar.
Para todo saber había su tomo:
allí podían hallarse todos los frutos,
que temblando buscara el escolar curioso,
que el maestro en su duda demandara.
Estaba allí el sentido íntimo y puro
de todo saber, la ciencia y la poesía;
estaba allí la fuerza del ensalmo
con clave y diccionario, la más fina
sugerencia del alma, en incontables
secretos libros viejos conservada;
también las cifras más ocultas
de misteriosos problemas, a merced
de quien favorecía la hora del hechizo.
Puse, con manos temblorosas, al fin
sobre el atril un tomo y la escritura
descifré de la magia fantaseante,
como en sueños a veces lo que no aprendimos
surge casi jugando y está en lo cierto.
Y pronto hálleme en espacios constelados
del alma, estuve en el Zodiaco,
donde todo aquello que una sabia
intuición de los humanos figurado leyó;
por vieja experiencia de mundos,
armonioso en el cielo siempre nuevo
se reencontraba y refería perfecto:
vieja sabiduría, inventos y símbolos
hacia otros más altos persiguiendo;
así que en breve lectura de minutos
rehice de los hombres el muy largo camino
y de sus viejos y nuevos conoceres
en el alma retuve el íntimo sentido…
Las imágenes vi en esos tomos
fundirse y aparearse y crecer
y ordenarse en danza y fluir una de otra,
y en nuevas formas volcarse, espejismos
de simbólicas notas y palabras
cambiantes inagotablemente de sentido.
Y cuando así cegado de mirar atento
en descanso mis ojos levanté,
no estaba solo allí: un anciano,
archivista tal vez entre los libros
estaba en un rincón atareado:
lo vi serio y atento en su labor,
ocupado con tomos y más tomos. Extraños
del celoso trabajo modos y sentidos
cobraron importancia para mí. El proyecto
con su delicada mano experta un libro
tomaba, leía su título en el lomo,
soplaba con su pálida boca fina
este título prieto de profunda belleza
—¡rico en horas de preciosa lectura!—,
lo borraba despacio con el dedo
y sonriendo escribía otro más nuevo
totalmente diverso. Y comentó a vagar
y de aquí tomó un libro y otro de allá,
siguió borrando y a escribir volvió…
Desorientado lo miré gran tiempo,
con la mente reacia a comprender;
volví a mi libro, en que leído había
muy poco, pero las fantasmagorías
antes felices ya no estaban allí…
Se disolvió, huyendo apresurado,
el mundo de signos en que penetrara
hallando al fin el sentido del cosmos;
osciló girando y pareció nublarse
y, fluyendo al huir, sólo dejó atrás
el brillo gris del nudo pergamino.
Una mano sentí sobre mi hombro
y alcé los ojos: el anciano estaba
a mi lado curioso. Tomó sonriendo
ése mi libro (sentí un estremecimiento,
un frío de hielo), pasó su largo dedo
como esponja en el lomo y en el vacío
escribió otro título, duda o promesa,
respuesta nueva a un problema muy viejo,
con gran cuidado y deletreando.
Luego se fue, llevando pluma y libro…
POMPAS DE JABÓNAl comienzo reinaron príncipes piadosos
para consagrar el campo, el grano y el arado,
el derecho del hombre y la medida
para la raza mortal que tiene sed
de la justicia, por el Invisible
que sol y luna en su girar conserva
y cuya luz eternamente bella
no conoce del mondo el dolor y la muerte.
Hace mucho esta estirpe hija de Dios
pereció dejando a la humanidad tan sola
en vértigo de dolor y placer y duda,
eterno devenir sin pausa ni hermosura.
Nunca murió la idea de aquella vida
y en nuestra decadencia nos compete
con signos de juego, símbolos y cantos
seguir guardando norma del respeto santo.
Tal vez un día la tiniebla se pierda,
tal vez un día los tiempos se repitan
y el sol como Dios otra vez nos gobierne
y acepte sobre el ara nuestra ofrenda de amor.
POMPAS DE JABÓNDestila en el estudio y el pensamiento
muchos años más tarde aquel anciano
la obra de su vida, en que por ciclos
jugando tejía la dulce sabiduría.
Y lanza allí celoso un estudiante
que mucho manejó libros y notas,
y se consume de orgullo juvenil,
una obra colmada de genial idea.
Sentado sopla un niño en una caña,
llena irisadas pompas de jabón y canta
a cada una todas las loas del salmo,
y el alma en el soplar aplica y dona.
Y los tres, el anciano, el niño y el estudiante,
de la espuma de Maya crean mundos,
ensueños de magia sin valor en sí,
pero donde sonriendo se refleja eterna
la eterna luz y brilla mis alegre.
DESPUÉS DE LA LECTURA DE LADestila en el estudio y el pensamiento
muchos años más tarde aquel anciano
la obra de su vida, en que por ciclos
jugando tejía la dulce sabiduría.
Y lanza allí celoso un estudiante
que mucho manejó libros y notas,
y se consume de orgullo juvenil,
una obra colmada de genial idea.
Sentado sopla un niño en una caña,
llena irisadas pompas de jabón y canta
a cada una todas las loas del salmo,
y el alma en el soplar aplica y dona.
Y los tres, el anciano, el niño y el estudiante,
de la espuma de Maya crean mundos,
ensueños de magia sin valor en sí,
pero donde sonriendo se refleja eterna
la eterna luz y brilla mis alegre.
GRADOSUn día, nos parece, la vida era sincera,
el mundo bueno, las almas, sí, más claras,
saber y ciencia una cosa sola.
Vivían más plenos, más alegres aquellos
de que en Platón, los chinos y otros libros
leemos tantas bellas maravillas…
¡Ay! Cuantas veces en el templo entramos
de la Suma perfecta de Tomás de Aquino,
nos pareció de lejos saludarnos
el mundo de la dulce clara verdad madura.
¡Todo tan claro! La naturaleza, espíritu,
de Dios a Dios el hombre conformado,
la ley y el hombre prietos en las fórmulas,
todo fundido sin una sola grieta.
En cambio ahora parece que estuviéramos
en desiertos a la lucha condenados,
a dudas sólo y amargas ironías
y solamente llenos de amarga nostalgia…
Puede ocurrir alguna vez lo mismo
a nuestros nietos: nos verán brillando
como sabios felices porque oyen
de nuestra queja vital el coro amargo
como un eco armonioso, como mitos
de nuestras luchas en versos bien narrados.
Y aquel que por lo menos insistiendo
mucho pregunta y duda, sea tal vez
quien con la acción alcance el devenir
y de su ejemplo la juventud se nutra.
Y aquel que tiene duda de sí mismo
tendrá su gloria como de un beato
que no supo de miedo y de miseria
y en su tiempo era vivir un gozo
y su dicha fue par a la dicha de un niño.
Porque también dentro de nuestra carne
vive el espíritu del espíritu eterno,
hermano de todos de hoy y de mañana:
Aquel que sobrevive el hoy, no yo ni tú…
EL JUEGO DE ABALORIOSToda flor se marchita y toda juventud
cede a la edad; florecen los peldaños de la vida,
florece todo saber también, toda verdad
a su tiempo, y no puede perdurar eterna.
Debe el corazón a cada llamamiento
estar pronto al adiós y a comenzar de nuevo,
para darse con todo su valor más firme
alegremente a toda forma nueva.
Y en cada comienzo está un hechizo
que nos protege y nos ayuda a vivir.
Debemos ir alegres por la tierra
sin aferramos nunca como a una patria;
el espíritu no quiere encadenarse.
Grado a grado, nos eleva y ensancha.
Apenas se acomoda nuestra vida
y nos confiamos, todo se disuelve;
sólo quien está pronto para irse
puede escapar del hábito que mata.
Nos enviará de nuevo a espacios nuevos,
el llamar de la vida nunca tendrá fin…
Tal vez la hora de la muerte aún.
¡Arriba, corazón, di, pues, tu adiós y sana!
LOS TRES «CURRICULA VITAE»Música magistral de universo
oiremos con respeto, conjurando
a la fiesta más pura venerados
espíritus de los tiempos de gracia.
Que nos eleve el mágico misterio
de la extraña escritura en cuyo encanto
concluyó lo infinito, y tormentoso,
la vida misma en clara alegoría.
Cantan cristalinas formas de estrellas
que servimos conscientes con la vida:
porque cayendo fuera de sus círculos
siempre estaremos en el mismo centro.
FUE hace muchos miles de años, y las mujeres estaban en el poder: en la tribu y en la familia se rendía respeto y obediencia a la madre y a la abuela; en los nacimientos valía mucho más una niña que un varoncito.