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Authors: Flora Davis

Tags: #Ensayo, Psicología, Referencia

La comunicación no verbal (12 page)

BOOK: La comunicación no verbal
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En experimentos posteriores, los homosexuales respondieron con mayor entusiasmo ante los desnudos masculinos que ante los femeninos; las personas hambrientas reaccionaron más ante imágenes de comida que aquellas que recién se habían alimentado, y las fotos aterradoras producían una reacción negativa y constrictiva a no ser que fueran tan horribles que produjeran un shock, en cuyo caso la pupila se agrandaba para achicarse luego. Cuando al mismo tiempo se medía una reacción galvánica en la piel se obtenía una respuesta similar, y el GSR se considera un índice seguro de la reacción emocional. El tamaño de las pupilas se ve afectado no solamente por la visión, sino también por el gusto y el sonido. Cuando se les dio a las personas distintos líquidos para gustar, sus pupilas se dilataban ante cada uno de estos, tanto los agradables como los desagradables, pero se agrandaban más ante un sabor preferido. Las pupilas también se expanden ante el sonido de la música, pero un amante del folklore reaccionará más ante el sonido de una guitarra que ante los primeros acordes de la Novena Sinfonía de Beethoven.

Al enfrentar a las personas a un problema mental de aritmética, el tamaño de la pupila comienza a aumentar a medida que piensan el problema; alcanza un tamaño máximo cuando llegan a la solución y luego comienza a decrecer. No obstante, las pupilas no vuelven a su tamaño normal —o sea el que tenían antes de comenzar el experimento— hasta que la persona ha dado una respuesta verbal al problema. Si se le pide que espere para dar la respuesta, el tamaño de la pupila vuelve a aumentar. Hess considera que la "pupilometría" puede proporcionar la capacidad de decisión de un individuo. "Embriológica y anatómicamente, el ojo es una extensión del cerebro" —escribe—; "es casi como si una parte del cerebro estuviera a la vista del psicólogo para poder espiar dentro de él".

¿Responde el hombre al cambio en el tamaño de las pupilas en los encuentros de la vida diaria? Existe evidencia para suponer que sí. Aparentemente, un prestidigitador que efectúa trucos con cartas puede captar la carta preseleccionada por un individuo porque las pupilas de éste se agrandan al volverla a ver. Se dice que los vendedores chinos de jade examinan las pupilas de sus presuntos clientes para poder descubrir cuándo una pieza les interesa especialmente y pedir entonces un alto precio por ella. Pero la evidencia científica de que la gente reacciona ante el tamaño de las pupilas de otra persona surgió de un experimento realizado por Hess en el que mostró un grupo de fotografías a varios hombres. Entre ellos estaban las dos fotos de la misma chica hermosa; idénticas en todos los detalles menos en el tamaño de las pupilas, que habían sido retocadas. En una de ellas fueron agrandadas y en la otra, achicadas considerablemente. Las respuestas de los hombres se midieron por la reacción de sus propias pupilas. Más del doble de ellos las dilataron ante la foto que tenía las pupilas agrandadas. Sin embargo, al interrogárseles después del experimento, la mayoría creía que ambas fotos eran idénticas, a pesar de que algunos mencionaron que una de ellas le había parecido de alguna manera más suave o bonita. Ninguno había notado la diferencia de los ojos, por lo que parece que las pupilas grandes atraen a los hombres en un nivel subliminal; posiblemente porque es la respuesta de una mujer cuando está muy interesada en el hombre que está con ella.

Hess también demostró que las mujeres prefieren las fotos de hombres que tienen las pupilas agrandadas —y las de mujeres que las tienen contraídas—. Los homosexuales varones también se inclinan por las fotos de mujeres de pupilas pequeñas, pero sorpresivamente, también prefieren las de hombres del tipo "Don Juan", que en realidad suelen estar más interesados en una "conquista" que en una respuesta afectiva. Parece ser, por lo tanto, que todos respondemos, de acuerdo con nuestra propia forma de ser, a la señal sexual que emite el tamaño de la pupila.

Las aplicaciones prácticas de la "pupilometría" son obvias. En la Edad Media, las mujeres solían emplear belladona para dilatarse las pupilas y parecer más atrayentes. En nuestros días los investigadores ya han empleado el descubrimiento de Hess para aumentar el impacto en la propaganda de ciertos productos y estudiar el poder de decisión evaluando el efecto de ciertas clases de experiencias sobre actitudes ínter-raciales. La "pupilometría" puede convertirse algún día en una manera de controlar el progreso logrado en la psicoterapia para descubrir, por ejemplo, si una fobia ha logrado ser dominada.

Sin embargo, dudo que la observación de la pupila pueda ser de uso práctico para el ciudadano común que mira a simple vista. Aunque parece ser un arte al alcance de la mayoría de los vendedores, las circunstancias por lo general no suelen ser favorables. Realmente, esos vendedores chinos de jade deben poseer una habilidad muy especial. Aparte del riesgo que se corre por mirar demasiado fijo a un desconocido, existe la posibilidad de que el vendedor que se aproxima lo suficiente al presunto cliente —y bajo una buena luz— para lograr una buena visión de las pupilas, lo alarme de tal manera que lo haga huir despavorido.

Probablemente el lego piensa que existe demasiada información respecto al comportamiento visual. En realidad, todo se podría resumir en una sola pregunta: ¿Cómo puede una persona discernir a través del movimiento de los ojos lo que otra está pensando en una situación determinada, si esto puede atribuirse a tantos factores diferentes? Si alguien a quien acabamos de conocer nos mira con insistencia, ¿debemos dar por sentado que le gustamos? ¿Lo hace porque es de por sí afectuoso? ¿O tiene necesidad de afecto? ¿O será que considera que su status es superior y automáticamente domina la situación? Si se trata de un encuentro entre hombres, ¿querrá significar que se considera superior? Si se trata de un hombre y usted es mujer, ¿será simplemente una aproximación sexual? ¿O un rechazo? Estas preguntas, que pueden ser importantes para un científico que trata de develar el código de comportamiento corporal, serán una pérdida de tiempo y de esfuerzo para el lego. En la mayoría de las situaciones, la intuición sumará muchos pequeños mensajes no-verbales que permitirán obtener una conclusión o por lo menos un indicio sobre lo que piensa nuestro interlocutor. Si esto se, consigue es probable que la clave que más haya influido después de la expresión facial sea el comportamiento visual.

Todo esto nos retrotrae a un hecho básico que sólo pocas veces se tiene en cuenta: La afirmación de que "miramos para ver" es una verdad sólo parcialmente cierta con respecto a los encuentros cara a cara.

C
apítulo
- IX

La danza de las manos

Es una antigua broma decir que "Fulano quedaría mudo si se le ataran las manos". Sin embargo es cierto que todos estaríamos bastante incómodos si nos forzaran a no realizar los pequeños movimientos con que acompañamos e ilustramos nuestras palabras.

La mayoría de las personas son conscientes del movimiento de las manos de los demás, pero en general lo ignoran, dando por sentado que no se trata más que de gestos sin sentido. Sin embargo los gestos comunican. A veces contribuyen a esclarecer, especialmente cuando el mensaje verbal no es claro. En otros momentos, pueden revelar emociones de manera involuntaria. Las manos fuertemente apretadas o las que juguetean constituyen claves sobre la tensión que otras personas pueden notar en nosotros. Un gesto puede ser tan evidentemente funcional, que su sentido exacto es inconfundible. En una película, experimental, una mujer se cubría los ojos cada vez que hablaba de algo que la avergonzaba. Cuando discutía su relación con el terapeuta, se acomodaba la pollera.

Algunos de los gestos más comunes están íntimamente relacionados con el lenguaje, como formas de ilustrar o enfatizar lo que se dice. Hay gestos que señalan ciertas cosas y otros que sugieren distancias. "Se acercó un tanto así..." o direcciones: "Debemos movernos más allá". Algunos representan un movimiento corporal (blandir el puño o hacer juegos malabares) y otros delinean una forma o tamaño en el aire. Otros gestos subrayan las etapas durante el desarrollo de una narración: "Entonces se sentó y entonces dijo..."

Cada individuo posee su propio estilo de gesticular y en cierto modo el estilo de una persona revela su cultura. En Estados Unidos, los gestos frecuentemente revelan el origen étnico de un individuo ya que cada cultura posee sus propios movimientos corporales, distintivos, y el estilo es más persistente que un "acento" extranjero o un dialecto. Los expertos creen que en los Estados Unidos los gestos étnicos se transmiten a menudo hasta la tercera generación; por ejemplo, los miembros de una familia del Sur de Italia que han vivido en los Estados Unidos durante tres generaciones, todavía se mueven con la expansividad y ampulosidad que es común a los italianos. Teóricamente, el estilo del movimiento podría persistir para siempre si en cada generación los niños se educaran dentro del entorno étnico. Un niño criado en los suburbios y enviado a otro lugar para concurrir al colegio a una temprana edad, adquiere una forma diferente de moverse.

Albert Scheflen ha sugerido que algunas veces el estilo del movimiento se confunde con los rasgos físicos. Cuando decimos que alguien parece francés o parece judío, lo que queremos expresar es que se mueve con elegancia como un francés, o tiene movimientos cortos y apresurados como un judío. Hay personas bilingües que cambian su manera de gesticular al mismo tiempo que el idioma, como Fiorello La Guardia. Muchas otras no, y es por ello que solemos encontrar gente que habla perfectamente el inglés y mantiene movimientos de cinesis claramente identificables con el iddish; de algún modo su inglés no sonará tan bueno como realmente es, porque los movimientos que hace no lo acompañan adecuadamente.

El estilo de los gestos se comenzó a investigar a comienzos de 1940, a través de un profundo estudio realizado por David Efron. Efron quería desmentir las afirmaciones de los científicos nazis acerca de que los gestos se heredaban a través de la raza. Se dedicó a estudiar a inmigrantes judíos e italianos en la parte baja del Este de la ciudad de Nueva York. Es difícil saber si el interés por el tema de la comunicación no verbal se originó con la publicación de su libro Gesture and Enviranment, o si los científicos simplemente lo redescubrieron a comienzos del año 1950, cuando alcanzó verdadero auge. De cualquier modo, el libro de Efron representa una importante fuente de información acerca de la historia de la gesticulación, y además, puede muy bien ser como dijo un investigador, "el trabajo individual más profundo sobre la cinesis". Efron utilizó en sus estudios una variada serie de técnicas: sus propias observaciones, dibujos realizados al natural por un artista, y una serie de películas. Para analizar los filmes trazó un cuadriculado sobre la pantalla y realizó mediciones directas sobre la orientación de los gestos.

Para comenzar descubrió que realmente existen notables diferencias en el estilo de los gestos, Los judíos mantienen las manos muy próximas al pecho y al rostro. Los antebrazos contra el cuerpo, de manera que el movimiento comienza recién en los codos y hacia abajo. Gesticulan generalmente con una mano: en forma cortante, salpicada y llena de energía nerviosa. Dos personas que conversan gesticulan simultáneamente y el que habla puede incluso aproximarse al otro y tomarlo por las solapas. Los judíos también suelen usar gestos claves para indicar la hora o sugerir direcciones. Los inmigrantes italianos, por el contrario, emplean un tipo de gestos más ampulosos; para delinear formas son más expansivos y simétricos, pues emplean ambas manos. Sus manos se mueven en todas direcciones, muchas veces más allá del brazo extendido. Los italianos, por otra parte, son más propensos a tocar su propio cuerpo y no el de su interlocutor, y sus movimientos están llenos de energía y fuerza interior, aunque sean suaves y parejos.

Efron estudió la primera generación de italianos y de judíos y descubrió que los que mantenían los lazos étnicos tradicionales con sus respectivas comunidades, retenían el estilo de sus gestos; mientras que los que se asimilaban a la vida norteamericana comenzaban a perderlos. Logró distinguir también algunos gestos híbridos que resultan comunes a todos los estilos. Lo que sí comprobó incuestionablemente, fue que las formas de gesticulación no se heredan racialmente.

En 1942, en un estudio realizado sobre el trabajo de Efron, Gardner Murphy hizo especulaciones acerca de las fuerzas que forman el estilo de los gestos de una cultura. Desarrollando la idea sugerida por Efron, Murphy escribió: La gesticulación de los italianos parece ser la expresión de una existencia vivida en aldeas donde el espacio es libre; la estructura familiar clara y definida, y la conversación se asemeja mucho en su valor expresivo a la danza o al canto. Por el contrario, los judíos europeos, constreñidos por condiciones económicas y persecuciones sociales, realizan gestos de evasión y cuando se ven forzados a enfrentarse con una dificultad, dirigen su agresión localizada hacia el objeto más próximo. La vida metropolitana de las grandes ciudades norteamericanas hace que ambos estilos pierdan cada vez más su sentido, y resulten más inútiles. No es solamente la imitación de las normas norteamericanas lo que los modifica; es el papel positivo de la gesticulación en la vida social que requiere su énfasis.

Los franceses usan pocos movimientos pero con elegancia y precisión en estilizadas expresiones de las emociones. No son tan expansivos como los italianos; tan insistentes como los judíos; tan angulares e incisivos como los alemanes, ni tan informales como los norteamericanos. Entre los alemanes, las zonas más expresivas son el rostro y la "región de la columna vertebral" —refiriéndose a la clásica postura del soldado— mientras que los movimientos de manos y de brazos, por lo general se emplean para reforzar una aseveración sobre la que se está seguro. En Estados Unidos, los gestos carecen del estilo ardiente de los franceses o de los movimientos interpersonales integrados que se observan entre los italianos. Más aun, existen notables diferencias de estilo entre las distintas regiones.

Margaret Mead en Male and Female destacó estas diferencias. Al comparar a los Estados Unidos con otras sociedades menos desarrolladas técnicamente y por lo tanto más homogéneas, donde existe un estilo de movimiento para cada individuo, escribió sobre los norteamericanos:

Todos los hombres no cruzan las piernas con la misma masculina seguridad. Todas las mujeres no caminan con pasos cortos y como a saltitos, ni se sientan y descansan con los muslos juntos, aun mientras duermen. El comportamiento de cada norteamericano es de por sí una mezcla, una versión imperfecta realizada en base al comportamiento de otros que a su vez tampoco provienen de un modelo único… sino de cientos de moldes, cada uno diferente, cada uno desarrollado en forma individual y falto de autenticidad y de la precisión de un estilo de conjunto. La mano que se extiende para saludar, para enjugar una lágrima o para sostener a un niño desconocido que ha tropezado no será aceptada indefectiblemente, y si se la acepta, no lo será en el sentido en que se ofrece...

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