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Authors: Chevy Stevens

Tags: #Drama, Intriga

Nadie te encontrará (38 page)

BOOK: Nadie te encontrará
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—¿Y dijiste que hoy ibas a ir a Kinsol?

—Iba a ir, pero una de las empleadas del hotel con la que necesito hablar no llega hasta esta noche.

—¿Hablar de qué? Creía que sólo estabas enseñándoles la fotografía. ¿Lo ha reconocido alguien?

—Sólo quiero asegurarme de seguir hasta el final todas las posibles vías de la investigación, luego volveré a Clayton Falls por la mañana, ¿entendido?

—Sí, claro como el barro.

—Lo siento, Annie, pero no puedo decirte nada más hasta que haya corroborado todos los hechos. Si nos equivocamos, todo esto podría causarte una angustia innecesaria…

—¿Qué significa? ¿Acaso me estás diciendo que sabes quién contrató al Animal? Podrás decirme al menos si es alguien a quien conozco, ¿no?

—Annie… hay muchas cosas en juego.

—Soy perfectamente consciente de todo lo que hay en juego. Se trata de mi vida, ¿recuerdas? ¿O es que has olvidado esa parte?

Al oír el tono severo de mi voz,
Emma
salió de la habitación.

—Escucha, lo único que puedo decirte en este momento es que después de que identificaras a Rousseau obtuvimos su historial delictivo, y basándonos en eso echamos otro vistazo a sus cómplices habituales… es el procedimiento estándar en cualquier investigación.

Mientras esperaba el resultado de esas pesquisas, se entrevistó con varias de las camareras del turno de día del hotel de Eagle Glen. El retrato del Animal le resultaba familiar a una de ellas, pero cuando le enseñó la foto de la ficha policial, no pudo reconocerlo. Pero si realmente era el mismo tipo del retrato retocado por el ordenador, ella afirmaba haber visto entrar una mañana en su habitación a una mujer con unas enormes gafas de sol y salir de ella quince minutos después. No había visto el coche, pero creía que una de las otras camareras había estado limpiando las habitaciones de la planta baja, donde estaba el aparcamiento. Era con ella con quien Gary quería hablar.

La cabeza me daba vueltas. ¿Quién era la mujer que se había reunido con el Animal?

—Lo siento —dije—, sólo intento… Es mucha información para asimilarla de golpe.

—Lo entiendo, pero es muy importante que no…

—Perdona, mi madre me está llamando por la otra línea, será mejor que conteste y me libre de ella o…

—¡No contestes!

—De acuerdo, de acuerdo. —Pero cuando el pitido cesó al fin, dije—: Volverá a llamar.

—¿Has hablado con ella de algo de lo que te dije anoche? —Parecía muy tenso.

—Hoy sólo he hablado con Luke, pero no…

—No puedes contarle nada de esto a ella, Annie.

Hubo algo en su tono de voz que hizo que se me dispararan todas las alarmas.

—Gary, es mi madre. Si ahora mismo no me dices qué coño está pasando, voy a llamarla y contarle hasta el último puto detalle.

—Joder… —Se quedó callado un momento y luego lo oí respirar profundamente—. Lo que voy a decirte va a resultar muy duro para ti…

—Dilo y punto.

—Anoche me mencionaste que tu tío cumplía condena en la cárcel de Kinsol, así que comprobé si él y Simon Rousseau habían coincidido allí al mismo tiempo. Coincidieron. También me han confirmado que tu tío tenía fotos de sus sobrinas en las paredes de su celda. Así que después de la descripción de la camarera, enviamos un fax solicitando una orden para examinar los extractos bancarios de tu madre y ver si ha habido alguna transacción inusual.

—No entien… ¿Por qué coño ibas a hacer una cosa así?

—Aún tengo que hablar con la otra camarera, Annie… —Pasó a hablarme con ternura—. Todo apunta a que tu madre podría estar implicada.

Oh, mierda…

Y eso es todo cuanto sé. Justo después de que Gary me soltase aquella bomba, tuvo que responder a otra llamada. Me hizo prometerle que no hablaría con nadie y dijo que me llamaría más tarde. Así que por eso la he llamado, doctora, y por eso agarro este teléfono móvil como si mi vida dependiera de él, tenía que salir de allí, tenía que hablar con alguien. No podía soportar pasearme arriba y abajo por mi casa preguntándome qué teoría de mierda se les habrá ocurrido ahora a esos polis. ¿Alguna camarera chalada ve a una mujer en un hotel y ellos deciden que es mi madre? Eso sí que es agarrarse a un clavo ardiendo. Me pregunto si Gary me habrá dejado algún mensaje en casa o si se acuerda de mi número de móvil, ahora no sé si se lo dejé en el contestador o no. O aún peor, ¿y si ha intentado llamarme cuando venía de camino hacia aquí y no tenía cobertura? En la autopista hay varios puntos de esos en los que no hay señal. Tengo que salir de aquí… necesito llamarlo otra vez.

Sesión veinticuatro

Ya sé que hoy tengo muy mala cara, pero créame, doctora, cuando sepa cómo me ha ido el fin de semana lo entenderá, y también sabrá por qué le he pedido una sesión más larga.

Cuando volvía a casa de la consulta la vez anterior, pasé por una nueva valla publicitaria donde se anunciaba la promoción inmobiliaria que se suponía que iba a llevar yo. Estaba junto al desvío que hay para ir a casa de mi tía y entonces me acordé de lo mucho que se enfadaba cuando mi madre hablaba de ese proyecto. Entonces caí en que la tía Val ya no alardea tanto como antes de lo bien que le va a su hija Tamara en el negocio inmobiliario.

En cuanto llegué a casa, me metí en la página web de Tamara. Tenía algunas casas que no estaban nada mal, pero no tantas como antes, ni de lejos. Por curiosidad, decidí introducir su nombre en Google y apareció en el sitio web del Consejo de la Propiedad Inmobiliaria… bajo el epígrafe de medidas disciplinarias. Resulta que mi prima la perfecta fue sancionada el año pasado con una suspensión de noventa días. Representaba a una sociedad anónima que pretendía adquirir una amplia extensión de terreno comercial, pero no llegó a revelar que ella era la dueña de la empresa. No había sido una maniobra muy hábil, que digamos.

Evidentemente, mi madre no lo sabía, o yo ya me habría enterado a esas alturas, todo el mundo se habría enterado. La tía Val tuvo suerte de que desapareciera justo antes de que se anunciara la suspensión de Tamara en nuestro boletín mensual del Consejo. Y entonces caí.

Cuando Gary llamó media hora más tarde, se lo solté a boca— jarro.

—Ya sé quién pudo reunirse con el Animal.

Gary se quedó callado un momento y luego dijo:

—Suéltalo.

—Acabo de descubrir que a mi prima le retiraron la licencia de agente inmobiliario justo antes de que me secuestrasen, pero ella ya debía de saberlo desde hacía tiempo, y mi tía nunca llegó a mencionarlo. Mi madre y su hermana son increíblemente competitivas, y se suponía que iban a darme a mí esa promoción…

—Annie…

—Escúchame, dijiste que era una mujer con unas gafas de sol enormes, ¿no?

—Sí, pero…

—Mi tía Val empezó a llevar gafas de sol gigantes justo después de que mi madre lo hiciera. —Mamá las lleva porque cree que con ellas parece una estrella de cine, y no veas cómo se cabreó cuando la tía Val apareció un buen día con unas idénticas—. Se parecen mucho, la tía Val es un poco más alta, pero de lejos podrían pasar por la misma persona. Y es mi tía la que solía ir a visitar a mi tío a la cárcel, ella pudo haberle llevado las fotos. Cuando ese tipo trató de secuestrarme la semana pasada, ella ya estaba allí a los pocos minutos y…

—Nuestros informes recogen que fue tu madre la que acudió a visitar a tu tío, Annie.

—Pero… eso es imposible. ¡Si ni siquiera habla de él!

—Annie, tenemos un vídeo y su firma en el registro de visitas.

—Mi tía pudo vestirse como ella y falsificar su firma, la letra de mamá parece la de una criatura…

Gary lanzó un suspiro.

—Consideraremos esa posibilidad, ¿de acuerdo? Pero tengo que hacerte algunas preguntas más. Cuando estabas en la cabaña, ¿hubo algo que te llamara la atención porque no encajase con aquel sitio? ¿Algún objeto que te pareciera extraño? Lo que sea, como lo de la foto.

—Toda la casa daba escalofríos, ¿qué tiene eso que ver con todo esto?

—Tal vez no te pareciera relevante en ese momento, pero puede que ese hombre tuviese algo que no tenía por qué estar allí.

—Ya te lo he contado todo, Gary.

—A veces un trauma puede hacer que afloren algunos recuerdos y otros no. Intenta recordar lo que había en la cabaña.

—No hay nada.

—¿Y en el cobertizo, o en la bodega…?

—¿Cuántas veces tengo que pasar por esto? Ya te lo he dicho: tenía cajas, tenía armas, tenía mi ropa, tenía un fajo de billetes con una…

«Rosa, era rosa…» Me quedé sin aire de golpe.

—Oh, mierda… —Y entonces los dos nos quedamos en silencio.

—¿Te has acordado de algo? —dijo Gary al fin.

—El Animal tenía un fajo de billetes de dinero. El fajo estaba atado con una goma de pelo de color rosa, y el otro día, cuando fui a casa de mi madre, tenía la misma clase de gomas de pelo en el cajón del baño, del mismo color, rosa. Me hice una cola con una. Pero mi tía…

—¿La tienes todavía?

—Sí, pero ya te he dicho…

—Vamos a necesitarla para cotejarla.

Había tenido que contarle lo de la goma de pelo rosa, no podía haber tenido la boca cerrada… De pronto, tuve ganas de vomitar.

Muy a lo lejos, oí decir a Gary:

—¿Se te ocurre algo más?

—El hermanastro de mi madre… A lo mejor está implicado de algún modo. Podría intentar hablar con Wayne, averiguar si sabe algo. Puede que mi madre le haya dicho por qué odia…

—Eso es lo último que deberías hacer. No olvides que todavía no sabemos con certeza si tu madre está implicada, y espero por tu bien que no lo esté, pero si es así, podrías entorpecer enormemente la investigación. De hecho, no se te ocurra decirle nada a nadie, ¿me oyes? —Como no le respondí de inmediato, me dijo con su voz de poli—: Hablo muy en serio.

—¿Qué vas a hacer ahora?

—Deberíamos tener la orden mañana por la mañana, pero el banco tardará aún unos días en darnos los extractos. Mientras tanto, intentaremos reunir el máximo número de pruebas posible. Si nos precipitamos llevando a tu madre a comisaría para interrogarla, corremos el riesgo de que destruya pruebas o desaparezca.

—No tenéis por qué interrogarla… ¡Ella no ha hecho nada!

Dulcificó el tono de voz y dijo:

—Escucha, sé lo confuso que debe de resultar todo esto para ti, pero te prometo que te llamaré cuando tengamos algo más concluyeme. Hasta entonces, trata de mantenerte alejada de todo el mundo. Y lo siento muchísimo, de verdad, Annie.

Colgué el aparato, pero sonó en cuanto lo hube colgado. Como creía que sería Gary de nuevo, respondí sin consultar el visor del identificador de llamadas.

—Gracias a Dios, Annie, tesoro… Estaba tan preocupada por ti… Te dejé un mensaje hace horas, y después de lo que ha pasado últimamente…

Mi madre hizo una pausa para recobrar el aliento e intenté decir algo, pero tenía la garganta atenazada.

—¿Estás ahí, Annie?

—Perdona por no haberte llamado antes.

Quería alertarla, contarle que Gary iba tras ella, pero ¿qué podía decirle? ¿«Gary cree que tú tuviste algo que ver con mi secuestro pero yo creo que fue tu hermana»? No, seguramente Gary se equivocaba de medio a medio y eso destrozaría a mi madre. Tenía que mantener la boca cerrada. Sujeté el teléfono con fuerza hasta hacerme daño y, con la espalda apoyada en la pared, me escurrí hacia el suelo.
Emma
salió de su escondite y enterró la cabeza en mi pecho.

—Y dime, ¿la policía ha averiguado algo más sobre ese monstruo? —dijo mi madre.

«Oh, sí, ya lo creo. Ha averiguado mucha más información, más de la que me gustaría haber sabido.»

—No, no hay novedades. Por lo visto, la investigación se encuentra en punto muerto. Ya sabes cómo son los polis de por aquí, no sabrían encontrarse el agujero del culo ni aunque les fuese la vida en ello.

Me desplomé de lado en el suelo. Formé con mi aliento varias bolas de pelo de perro.

—Probablemente sea lo mejor. Tú ahora tienes que concentrarte en intentar recuperarte. Tal vez deberías irte de vacaciones.

Apreté con fuerza los párpados para retener unas lágrimas rebeldes y me mordí la lengua con fuerza.

—Es una idea estupenda. ¿Sabes qué? Creo que me iré con
Emma
de camping unos días.

—¿Lo ves? Tu madre sí sabe lo que más te conviene, pero no te olvides de llamar de vez en cuando para decirnos que estás bien. Nos preocupamos por ti, Annie, tesoro.

Después de colgar, eché un vistazo a mi casa y vi que todo a mi alrededor estaba hecho un desastre. Me puse a reordenar los libros alfabéticamente y lavé las paredes con agua y lejía. Pasé el resto de la noche fregando el suelo, de rodillas, frotándolo con mis propias manos, sin dejarme un solo centímetro de la casa. Mientras mi cuerpo se concentraba en limpiar, mi cerebro se esforzaba por encontrar una explicación transparente a todo.

El mero hecho de que alguien hubiese contratado al Animal en otras ocasiones no significaba que ése hubiese sido el caso esta vez… a lo mejor la que había ido a verlo al hotel sólo era una amiga. Y el que hubiese coincidido en prisión con mi tío no significaba nada; ahí dentro había muchos presos, y puede que ni siquiera hubiesen llegado a conocerse. Y si se habían conocido, seguramente fue así como el Animal se obsesionó de aquella manera conmigo: vio todas las fotos de mi familia. Puede que la tía Val no hubiese mencionado lo de la suspensión de Tamara porque estaba a la espera de la decisión final del Consejo, y luego yo desaparecí y eso lo eclipsó todo. Y menos mal que iban a examinar las cuentas bancarias de mamá, porque cuando no encontrasen nada raro en ellas, entonces concentrarían todos sus esfuerzos en localizar al verdadero cómplice del Animal… si es que lo había tenido. Todo iba a salir bien.

No fue hasta las siete de la mañana siguiente, una vez que dejé de limpiar al fin, cuando me di cuenta de que tenía los nudillos destrozados, y de que llevaba más de un día sin comer nada. Conseguí soportar un té y una tostada seca.

Cuando Gary llamó por la tarde para decirme que iba a pasar a recoger la goma de pelo y la foto que me había llevado de la cabaña, le expliqué mi conversación con mi madre, incluido mi supuesto viaje de camping con
Emma
. Le dije que tendría que llamarla al menos una vez, o se pondría nerviosa, y se avino a que lo hiciera, sólo que me hizo prometerle que no hablaría demasiado rato con ella.

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